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Jimin esperaba en el sofá de Taehyung a que Namjoon le avisara que ya había llegado por él, arreglaba sus cabellos mientras limpiaba su nariz. estaba nervioso, desde que se había dado cuenta que Namjoon lo estaba cortejando sus mejillas se habían coloreado, se sentía...especial. No creía que tan rápido estuviese en estos rumbos, otra vez, creía que le tomaría mucho tiempo para volver a tener citas e intentar algo.
Pero él creía que el amor nunca debería de ser negado, siempre había que darle una oportunidad para que volviese a florecer. Y eso es lo que haría.
Soltó un suspiro y se tiró al espaldar del sofá, tenía una opresión en el pecho y no quería descubrir porque estaba ahí; temía la respuesta. Así que subió a su gata a su regazo, la acaricio jugando con sus orejas y luego de pocos minutos; Yeontan subió a su regazo.
—¿Esperas a alguien?—Escuchó de cerca, era Taehyung.
—Tengo una cita.—Soltó una risilla mientras besaba la cabeza de Margarita.
—Oh...—Susurro Taehyung.—¿Con...Namjoon?
—Si, con Nam.—Volvió a sonreír.
Las sonrisas de Jimin siempre le rompían el corazón a Taehyung, se lo hacían añicos. Suspiro, jugando con sus dedos mientras veía como el omega jugaba con los pequeños animales, en verdad, necesitaba sacar de su pecho todo el sentir por su mejor amigo, necesitaba decirle todo lo que le provocaba con tan solo verle a los ojos; necesitaba decirle que lo había amado desde que se conocieron. Camino hacia el, sentándose a su lado en el sillón, lo observo en silencio mientras le veía jugar; se enamoraba más a cada segundo.
—¿Mañana quieres ir a almorzar?
—Claro, también puedes acompañarme a ver muebles.
—¿Muebles?
—Creo que hoy compraré la casa que estuve viendo, Nam me acompañara a ver la casa y luego iremos a comer.
—Ya veo...—Desvió su mirada por un momento, viendo en un punto fijo, volvió a suspirar, quiso hablar pero fue interrumpido por el sonido del celular de Jimin.
—Es Nam, ya está afuera.—Dijo levantándose del sillón, tomando su bolso y acariciando una última vez la cabeza de Margarita.
Taehyung le sonrió al irse, cuando escuchó la puerta cerrarse, suspiro tirando su espalda al sofá y frotando sus ojos. Si tan solo hubiese sido más rápido desde un principio, nunca hubiese experimentado el sentir de un corazón roto.
Eso era lo que creía.
Y no era el único quien se arrepentía del pasado, ahora con la espalda pegada a su asiento, Jungkook se arrepentía de haber aceptado la invitación con la casa de moda. Si nunca hubiese ido a aquel hotel de cinco estrellas no estaría envuelto en algo así; en algo que sabía que era una mentira. Lo peor, era que no sabía las razones exactas que sostenían aquella mentira.
Al principio se dijo que Alyssa solamente quería volver con él por el hecho de aun no superar lo suyo, pero no era así, Alyssa jamás en todo este tiempo le ofreció retomar su relación, jamás lo hizo. Después creyó que solamente era para conseguir más fama, pero Alyssa era una modelo bien posicionada; conocida por ser hija de actores de cine y por sus buenas editoriales. Así que no sabía dónde plantar la base de la mentira.
Tal vez, Alyssa no mentía.
Tal vez, si era su hijo.
Solo eran suposiciones que le comían la cabeza, eran suposiciones que le enfermaban un poco más.
Después de una media hora compartiendo el auto con la omega, al fin llegaron a su destino, su camioneta entró por un garaje; siendo demasiado precavidos, no querían que la prensa los viese entrando a una clínica de genética.
Jungkook tenía buenos modales, por más que Alyssa le sacara de sus casillas, la ayudó a bajar de la camioneta; tomando su delgada y fría mano entre la suya, sintiendo su olor diferente, el olor que denotaba que estaba en cinta.
—Gracias, supongo.—Dijo Alyssa, soltándose del agarre de Jungkook.
Ella también denotaba molestia con la presencia de Jungkook, algo que llegaba a poner más tal vez en la cabeza del alfa. Dudando hasta de su nombre, dudando de todo en lo que había creído hasta ahora.
Ambos caminaron lado a lado, acompañados por sus representantes, Jungkook la miró de reojo; notando la pequeña barriga que resaltaba en su vestido y los finos pómulos sobre su rostro.
Recordando cómo ambos se habían conocido. Fue en una fiesta, a lo lejos se habían visto y se habían llamado la atención, hablaron toda la noche; pero no pudieron intercambiar números. A lo que un día, Jungkook se sorprendió al tener un mensaje de ella; había presionado a uno de sus amigos para que le diese su número, a lo que llegó a ser una cita entre Jungkook y Alyssa. Ella era bella, bellísima, solo que tenía un carácter demasiado bravo, exigiéndole a Jungkook que le diese más muestras de su afecto. Tuvieron que terminar, entre las lágrimas de Alyssa; porque ella aseguraba que Jungkook no la amaba.
Jungkook la amaba, la modelo se había ganado su corazón muy rápido, a pesar de su carácter bravo tenía su propio encanto, pero para Alyssa parecía no ser suficiente. No escuchaba el amor silencioso.
Solo una persona lo había podido hacer.
Suspiro por el recuerdo.
—Hiciste una cita, ¿no?—Preguntó Alyssa, sentándose en una de las sillas.
—La hice, no se tardan en salir.
Sus palabras fueron ciertas, una doctora salió; pidiendo que Alyssa la acompañara para que así le diese las indicaciones de lo que pasaría. La omega se fue con la doctora, dejando a Jungkook solo con los representantes. El silencio era tan abrumador que se podía escuchar el sonido de la voz de la doctora.
Al otro lado de la ciudad, el silencio era lo que menos abundaba, solo los suspiros de asombro. Jimin no había dejado de soltar pequeños "wow" cada vez que entraba a una nueva habitación, soltó un chillido emocionado cuando vio el enorme jardín, ya planeando qué cosas pondría en él.
—Esta confirmado, lo compro.—Le dijo al agente inmobiliario.—Le doy el cheque ahora o...?
—Como usted guste.—Dijo con una sonrisa amable.
—Nam, sostenme esto por fa.—Pidió pasándole su abrigo a Namjoon, el alfa lo sostuvo entre sus brazos con una sonrisa. Jimin sacó su chequera de su bolso y un bolígrafo, colocó el monto sobre el papel y después de firmarlo se lo entregó al agente.—Muchas gracias.
—Que lindo bolígrafo.—Señaló Namjoon.
Era un bolígrafo que le habían regalado por la compra de una libreta, bastante lindo. Jimin sonrió y se sonrojo.
—Disfrute su nuevo hogar.—Le dijo entregándole la llave.
Después de una pequeña charla con el agente este se fue, dejando a Jimin y compañía en el nuevo lugar.
Era bellísimo, todo lo que alguna vez se pudo imaginar. Mucha iluminación en las habitaciones, una cocina comoda y un enorme jardín. Era el hogar de sus sueños. Se sentó en el césped palmando a su lado; invitando a Namjoon para que hiciera lo mismo.
—Siempre he deseado un hogar así.
—Me alegro que puedas conseguir tu sueño.
—Je, ¿te parece si ordenamos algo para acá? Es que tengo mucha flojera de ir a un restaurante.—Sugirió Jimin.
—Lo que tu quieras, Mimi.
Jimin se volvió a sonrojar, tomando su celular y ordenando una orden de gimbaps, llegarían en una media hora.
Mientras tanto, Namjoon y él se pusieron a conversar. Conversaron de temas no específicos, a cada minuto cambiaban el tópico de la conversación, compartían risas y un par de miradas que se convertían en los sonrojos de Jimin. El ambiente era cálido a pesar de que estuviese anocheciendo.
El tiempo se pasaba entre miradas y sonrisas, la orden de comida había llegado a su puerta, con asientos en el piso improvisados comenzaron con su ansiada cena; nuevamente entre miradas y sonrojos.
El ambiente cálido no se podía comparar con el ambiente hostil de la clínica. Solo miradas aburridas mientras escuchaban a la doctora.
—La prueba estará lista en una o dos semanas, se los haremos saber.—Dijo.—Eso es todo.
—Muchas gracias.—Dijo Alyssa levantándose del asiento y saliendo del lugar junto a su representante.
Jungkook soltó un suspiro, levantándose del asiento y agradeciendo a la doctora por su tiempo. Salió del lugar en silencio, yendo detrás de Alyssa, ella se había adelantado; lo único que podía escuchar era el sonido de los tacos de la omega, también la podía ver hablando con su representante, un ceño fruncido en ambos.
Nuevamente estaban en la camioneta, silencio en el lugar. Jungkook necesitaba aire, se ahogó con el ambiente tan pesado en la camioneta. El día había llegado a su fin, el cielo era oscuro y las calles estaban iluminadas solamente por los faros; la vida transcurriendo fuera.
Realmente, la vida la tenía contra él, porque cuando la camioneta se detuvo; lejos, a unos cuantos autos a la izquierda, vio a Jimin sonriendo. La vida estaba empeñada en hacerle doler el corazón, lo vio a lo lejos sonriendo mientras conversaba con el hombre con quien se lo había visto últimamente, sonreía preciosamente.
Tuvo que cerrar la venta y recostarse en su asiento, soltando una bocanada de aire sonora.
La vida los topaba en cualquier esquina, haciendo doler el puñal en su costilla.
—¿Era Jimin?—preguntó Alyssa, no lo miraba, sino, miraba su celular mientras escribía.—Claro que lo era.—Dejó su celular dentro de su cartera.—Es muy lindo, entiendo porqué andes clavado por él, lo que no entiendo es....
—¿Qué?
—¿Por qué lo engañaste? Se nota que lo quieres mucho, entonces, ¿por qué?
Cada palabra la soltaba con veneno, pero hacían ruido en la cabeza de Jungkook.
,,
—Gracias por el día de hoy, Nam.—Sonrió Jimin.
—No tienes porque agradecer, yo estoy gustoso de pasar el día contigo.
—Ah, basta, haces que me sonroje.—Soltó una risilla cubriendo con su mano su rostro.
—Te ves muy adorable sonrojado.—Sonrió Namjoon.—Quisiera quedarme más tiempo contigo, pero tengo asuntos en mi agencia.
—Oh, si, no te interrumpo más, adiós Nam.
—¿Ya no me dirás Namjoonie?
—Te seguiré diciendo así.
Namjoon sonrió y asintió, dando dos pasos al frente, haciendo que el corazón de Jimin se acelere, se agacho a su altura y colo un beso en su mejilla. El omega cerró sus ojos por el toque, se sonrojo por el aroma del alfa, su corazón latiendo a mil por hora. Abrió los ojos cuando Namjoon se había separado de él.
—Buenas noches, Jimin.—Susurro.
—B-buenas noches.—Hablo agitando su mano en su dirección, caminando dentro del edificio sin poder mirar a los ojos a Namjoon.
Sus mejillas seguían rojas, su corazón latiendo muy fuerte mientras sus dientes mantenían prisionero a su labio inferior.
Tal vez, el amor que florecería; le haría olvidar el aroma del tabaco y la menta.
Tal vez podría olvidar las manos grandes y cálidas.
Tal vez.
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