20
La luz de la mañana entró por la ventana, chocando contra sus párpados cerrados, interrumpiendo el pleno y profundo sueño que había tenido, abrió los ojos de par en par; topándose aún más con los rayos solares, quemaban contra sus pupilas. Quiso estirarse en su cama, tenía los músculos algo atrofiados por cómo había dormido, demasiado incómodo. Al momento de estirar sus brazos sintió un peso más a su lado y se dio cuenta que no estaba solo. También se dio cuenta de la falta de prendas sobre su cuerpo y las colchas tiradas en el piso junto a otras prendas, solo una sábana blanca sobre su cuerpo cubriendo su desnudez.
Su estómago cayó a sus pies, se dio la vuelta escuchando su corazón contra sus oídos y la encontró allí. De espaldas con la espalda desnuda y sus cabellos negros esparcidos por la almohada.
Alyssa dormía a su lado, solo con la sabana cubriendo su cuerpo.
Jungkook sintió como su alma había dejado su cuerpo y como su corazón cayó en pedazos a sus pies, estaba en shock, no podía creer lo que veía y lo que empezaba a formarse en su cabeza. Las ideas de lo qué pasó. La idea de haber traicionado a Jimin plantándose en su cabeza con clavos duros.
La idea de ser un traidor.
Siempre había tenido todo en control, siempre, pero ahora, ahora no lo tenía. Sentía sus manos temblar mientras la respiración le faltaba; quería llorar como nunca lo había hecho. Quería llorar, llorar tanto. Había traicionado a Jimin, había traicionado a su amor.
Se había traicionado a él.
El tiempo parecía condenadamente lento, aunque no era así. Vio a Alyssa moverse en la cama, hasta que se giró a mirarle; con una sonrisa sobre los labios, marcas rojas sobre su cuello.
Quiso volver a llorar.
—Buen día.—Hablo la mujer, con una sonrisa y la voz adormilada.
Jungkook no dijo nada, no podía, no sabía que decir.
—¿El ratón te comió la lengua?—Rió suavemente. Se sentó sobre la cama cubriéndose con las sábanas el pecho desnudó, volvió a sonreír.—Vamos, Jungkook, di algo.
—No recuerdo nada.—Susurro más para sí mismo que para Alyssa.
Realmente no recordaba nada.
—Refrescándote la memoria.—Dijo Alyssa envolviendo su pecho con la sábana, llevando una de sus manos al brazo tatuado de Jungkook, pasando su dedo índice por la piel.—Ayer la pasamos bien, como los viejos tiempos, ya sabes.
Cerró sus ojos, fuertemente, con la esperanza de despertar de la pesadilla en la que se había puesto, al abrirlos todo estaba como lo había dejado; los dedos fríos de Alyssa sobre su piel, se alejó de su toque.
Era un traidor.
—Ayer me pediste que me quedara y...después pasó todo.—Dijo.—Por si se te olvido.
—Es que no lo recuerdo.
—Auch.—Fingió estar herida, luego volvió a sonreír.—Tranquilo, si es mejor decirte eso, está bien, igual no se lo dire a nadie. Tú novio no se enterara.
Tú novio.
Mi novio.
Mi Jimin.
Minnie.
Ante el pensamiento de mentirle, de ocultarle algo, de traicionarle como lo había hecho; revolvía su estómago. Nadie merecía que le mientan a la cara, nadie merecía que le oculten algo tan grave como una infidelidad, mucho menos Jimin, que era un ángel en la tierra.
Que lo único que había hecho era amarlo con todo su enorme corazón dulce, amarlo con el alma, fue lo único que hizo Jimin. No merecía nada de eso.
Jungkook no merecía a Jimin, era lo que se repetía el alfa. Que no lo merecía, nunca lo mereció. Lo había traicionado.
En silencio se sentó sobre la cama, al borde sintiendo los latidos de su cabeza contra sus orejas, la jaqueca le empezaba; el remordimiento. Tomó su ropa interior y se la puso, rompiéndose en todos los movimientos hechos, al tapar su desnudez se levantó de la cama, el piso se movía en sus pies, todo se movía a su alrededor. El remordimiento hacia que su malestar se viera como si estuviese mareado, borracho en alcohol; borracho en culpa. Camino en silencio hasta su baño y se encerró dentro. Las baldosas moviéndose y el cuarto haciéndose pequeño; encerrándole con la culpa que se ceñía a su espalda cual ventosa.
Chocó su espalda contra la puerta de madera, el frío quemando contra su espalda, sin importarle. Se recostó contra la puerta y se dejó caer al piso.
Quería llorar, quería llorar mil años. Pero sería cobarde de su parte, cobarde porque solo sería victimizarse del gran error que había cometido, buscar excusas a su gran falta. No lloraría, afrontaría su error. Su traición, aunque no recordase el mínimo de ella.
Se mantuvo en el frío piso por unos instantes, escuchando como en la habitación las cosas se movían y unos tacos de alfiler empezaban a hacer ruido, luego la puerta abriéndose y cerrándose. Alyssa se había ido. Suspiro antes de volver a salir, ella ya no estaba ahí.
Se puso unos pantalones cómodos y una camiseta, buscó su celular en los bolsillos de su traje y al encontrarlo prendió la pantalla. Perdió la cuenta de las veces que sintió a su corazón caer en pedazos y su alma salir de su cuerpo, porque al ver en la pantalla el mensaje de buenos días de Jimin; se sintió romperse.
Había roto aquello, ese dulce mensaje de buenos días acompañado de un emoticón.
Minnie no se merece esto. Se dijo a sí mismo.
Desbloqueo el celular y fue hacia su agenda, presionando en el contacto de su representante.
—Hola, Seolhyun.—Habló.—Necesito que me consigas un vuelo para Seúl...Es muy importante...Por favor, Seolhyun, es de suma importancia...Sí, el vuelo más cercano...Gracias.
Colgó la llamada, sostuvo su celular unos segundos contra su oreja, dándose fuerzas a ver los últimos mensajes que le envió Jimin, los últimos mensajes que le enviaría. Antes de entrar al buzón de mensajes, pasando por su fondo de pantalla; mostrando a un feliz Jimin tomándoles una foto, la puerta sonó.
Jungkook rodó los ojos, sería Alyssa viniendo a molestar una vez más, camino con pasos firmes hacia la perilla, deteniendo los toques suaves y melodiosos; recordándole a alguien.
—¿Se te olvidó algo?—Pregunto con la voz alta y dura. No había nadie en la puerta.
O eso creía.
—¡Buu!—Sintió el aroma de Jimin contra su nariz, sus brazos envolviendo su torso y su rostro oculto en su pecho.—Jungkookie.—Saludo con una sonrisa, mirándole desde su lugar con sus ojos, con el brillo en ellos.
Se le partió el corazón.
Su mundo se detuvo, tendría que enfrentar las cosas mucho antes de lo planeado, y tenerlas frente a frente le costaba. Viendo los ojos, la nariz y la sonrisa de Jimin, imposibilitaba todo. Porque al verlo tan feliz, mostrándole tanto amor hacia su persona, le hacía añicos.
Él destruiría aquello, sería su culpa.
Por traidor.
—J-jimin.—Dijo Tartamudeando. No estaba listo.
¿Quien estaría listo para ver el brillo romperse de la persona que ama? Nadie.
Ni siquiera Jungkook.
—Está es una de las sorpresas que tenía para ti.—Sonrió.—Se suponía que ayer tenía que verte pero me dormí, al llegar a la fiesta ya no te encontrabas en ella, Jinnie y Hobi me dijeron que te fuiste a dormir, a lo que yo me alegre; es bueno dormir y descansar, ¿no?, bueno, se me hizo difícil encontrar tu habitación, tuve que pedirle ayuda a Jinnie, le envíe un mensaje y con un abrazo me recibió, él me dio todas las indicaciones, ¡es un hotel muy grande!—Soltó una risilla.—Así que heme aquí. Sorprendiéndote ¿te sorprendí, Jungkookie?
—Lo hiciste.—Sonrió, con la voz quebrada, quería abrazar a Jimin y pedirle perdón, quería abrazarlo y detener el tiempo, volver en el; quedarse en su última cita cerca de la laguna, quedarse en la última tarde juntos mientras veían alguna película, quedarse en las madrugadas donde se repartían besos por todo el cuerpo.
Quedarse.
Era lo que quería.
La idea de ocultarle su error a Jimin no pasó por su cabeza como lo imagino, porque negarle la verdad a Jimin; sería lo que más lo condenaría. Condenarlo al lado de alguien que le mentía y traicionaba.
Jimin se merecía el mundo.
Y Jungkook no podía dárselo.
No pudo.
¿Un traidor podría hacerlo?
No.
—Jimin, necesitamos hablar.—Dijo Jungkook.
Jimin alzó su mirada, topándose con los ojos tristes y vacíos de Jungkook. Algo malo había pasado, lo veía en sus pupilas y lo sentía en su pecho. Asintió con una sonrisa, tomándole de la mano; tratando de quitar la tristeza en sus ojos y pecho. No lo logro, sino que se acentuó más.
Con una sonrisa dolorosa y los ojos conteniendo las lagrimas, envolvió su cálida y pequeña mano, invitándole a que entrase a su habitación.
Jimin entro, sonriéndole a Jungkook. Y Jungkook se sintió aún más maldito, porque Jimin le sonreía tan puramente porque no sabía lo que le había hecho. La confianza sobre sus ojos se reflejaba.
Cómo aquel cachorro que viaja junto a sus dueños creyendo que visitará un parque, inocentemente, sin imaginarse que será abandonado a las orillas de la carretera.
—¿Qué pasa, Jungkookie?
—Yo...yo.—No sabía cómo decirle, no tenía palabra alguna elaborada, no había nada.—Perdón.
—¿Hm?—Frunció el ceño.—¿Por qué pides perdón? ¿Jungkookie pasó algo?
Jungkook suspiro, mirando a los ojos de Jimin, memorizando cada rasgo de su rostro; las pecas, los lunares, memorizo cada pequeña porción de piel, la cual alguna vez beso entre pestañas, la cual beso con tanto amor; la memorizo porque no iba a volver a verla después de lo que hizo. Después de hacerlo, tomó valor, era su responsabilidad tomar cartas en el asunto, no ocultarle nada a Jimin, liberarlo de él.
—Te fui infiel, Jimin.—Susurro.
El susurro suave chocó contra los tímpanos de Jimin, estrellándose contra su corazón. Los pulmones le exigían un montón de aire que no podía darles en ese momento, su cabeza giraba y dolía, sus manos comenzaron a temblarle mientras que en su garganta se instalaba un gran nudo.
—¿Q-qué?—Preguntó en un hilo de voz.
Creía haber escuchado mal, Jungkook no podría...
—Te fui infiel. Lo siento mucho.—Volvió a escuchar con claridad.
Jungkook fue testigo de cómo la cara de Jimin se deformó en un puchero, como sus ojos se llenaron de lágrimas y como de sus labios brotaban jadeos lastimeros, se obligó a mirarlo; se obligó a ver lo que había ocasionado.
Había roto a la persona que le había entendido, había roto a la persona que le amo sin importar que.
Había roto su amor.
—¿P-por qué?—Preguntó en un sollozo.—¿E-n que falle, Jungkook, por qué?
Jungkook se apresuró a sacarle aquella idea de la cabeza, el del error había sido él y no Jimin.
—Tú no fallaste en nada, Jimin, el que falló fui yo.
—¿Con quien?—Le miró a los ojos, estos rojos e hinchados por el llanto, mirando a su alrededor, viendo las sábanas en el piso y un abrigo de piel sobre una de las sillas, lloro aún más mientras miraba sus zapatos.—¿C-con quien, J-jungkook?
—Alyssa.
Ante el nombre pronunciado Jimin levantó la vista, aún más lastimado que antes. Aquella omega era su pareja anterior, antes de Jimin. Una muñeca viva, carismática y divertida.
Tal vez por eso...Pensó.
—¿Y-y ahora?—Preguntó refiriéndose a su futuro.
Si es que había uno.
—No mereces estar con alguien como yo, Jimin.
—¿Vas a terminar conmigo?—Miró a los ojos de Jungkook, destrozado.
—Termina tú conmigo, yo no te merezco, siempre mereciste más.
Jimin siguió llorando. Él no quería más, solo quería a Jungkook, siempre lo había hecho.
Y siempre lo haría.
—Jungkook...
—Hazlo, Jimin, líbrate de mi.—Susurro.
Jimin miró a sus ojos, las lágrimas corriendo por sus mejillas, con un pequeño hipido, no quería hacer eso; no quería terminar su pequeño mundo con Jungkook, quería perdonarlo. Pero sabía que Jungkook no se lo permitiría, no permitiría que se ate de esa forma; la falta que hizo fue grave, traicionar la confianza que habían cosechado durante tantos años. Jungkook era tan considerado y correcto, le dolió aún más. Porque en las pupilas de Jungkook, podía ver lo destrozado que estaba, lleno de culpa y pena, que él tampoco quería eso.
—Hazlo, Jimin.—Murmuró.
—Terminamos.—Murmuro de vuelta, soltando más lágrimas pesadas, sollozando.
Años juntos, noches juntos y tantas citas ocultas, terminaron en un par de segundos, años llevados por el viento, años naufragando en el amplio océano. Lo que fueron y no pudieron llegar a ser. Era tan doloroso.
La habitación estaba en silencio, solo se escuchaba el llanto de Jimin y el corazón de Jungkook rompiéndose en mil piezas.
Jimin limpió sus ojos con su manga y miró una última vez a Jungkook, sonriéndole lastimosamente, le dio la espalda y fue directo a la puerta, se dio la vuelta y mirándole una última vez le dijo:—Cuídate mucho, Jungkook.
Y salió por la puerta.
Jungkook no quería llorar, pero era imposible. Su cabeza le pesaba y le mareaba, todo se movía a su alrededor, solo podía escuchar el llanto de Jimin. La primera lágrima cayó, siguiéndole muchas más. Sentándose al borde de la cama se puso a llorar como nunca lo había hecho, con las palmas sobre sus ojos y soltando pequeños sollozos.
—Lo siento mucho, Jimin. Lamento habernos roto.—Dijo en un murmuró mientras seguía llorando.
El amor de Jungkook era frío y silencioso, pocos lo habían sentido, pocos lo habían comprendido. Las personas lo dejaban por aquello, por no escuchar más allá del eco. Fue muy diferente con Jimin, quien si había escuchado, que si había sentido. Quien sin importarle nada le había amado con todo el corazón.
Pero lo había roto, Jungkook había tirado todo aquello a un barranco perdido.
Le había dado la espalda a la única persona que le amaría de tal forma, tan pura y plena.
Jungkook nunca había merecido a Jimin después de todo. No merecía a alguien tan dorado como él. Pero al menos, tendría aquel recuerdo del único omega que le hizo sentir pleno, el único omega que le había hecho comprar un anillo de compromiso.
Un anillo de compromiso que se quedaría empolvado entre recuerdos y memorias.
Limpio las lágrimas de su rostro y le envió un rápido mensaje a su representante; para que así cancelara su vuelo, ya no tendría que volar kilómetros para explicarle su falla a Jimin, ya lo había hecho. Al recibir la confirmación de su representante abrió el contacto de Jimin; viendo los últimos mensajes que le envió.
Y lloro aún más.
No era el único que no podía contener las lágrimas de sus ojos, pues lo que hacía Jimin ahora era llorar mientras estaba recostado contra su cama, abrazando sus rodillas contra su pecho y hundiendo su nariz en ella, hipaba mientras sollozaba.
Tenía el corazón hecho trizas.
Hizo un largo viaje, planeó una gran sorpresa, quiso decirle a los cuatro vientos que estaba enamorado. Pero no pudo. Los planes se le vino abajo.
Y la única pregunta que rondaba en su cabeza era ¿Por qué?
Su puerta sonó con pequeños golpes, limpio sus lágrimas con su manga y fue a abrir. Tomando un gran respiro vio a sus amigos detrás de la puerta, con sonrisas en el rostro. Les sonrió también.
Taehyung fue quien se dio cuenta mucho más antes que los ojos de Jimin se veían tristes.
—¿Qué pasó, Minnie?—Preguntó Taehyung.
La pregunta le rebasó el vaso, dio en el punto, fue entonces que Jimin abrazó a Taehyung y se hundió en su pecho, buscando consuelo en su mejor amigo y empapando su camisa con sus lágrimas.
Taehyung se alarmó, lo tomó contra sus brazos en un abrazo y lo empujó suavemente dentro, sus amigos le miraban preocupado mientras cerraban la puerta. Los sollozos de Jimin eran tan desgarradores que implantó una profunda tristeza en ellos.
—Minnie ¿qué pasa?—Volvió a preguntar Taehyung, tomándolo del mentón y logrando que lo vea a los ojos. Partiéndose el corazón por ver los ojos hinchados de tristeza de Jimin.
—J-jungkook.—Dijo Sollozando.
—¿Qué pasó?
—Me engaño.—Al oír aquellas palabras la rabia le invadió.
A Soojin y Yoongi les invadió la sorpresa. En mil años no se imaginarían algo así.
—¿Qué pasó después?—Preguntó Taehyung, esperando que la respuesta sea haber tirado a Jeon a un lado de su vida.
Porque no lo merecía, no cuando lo hacía llorar de esta forma.
—Terminamos.—Susurro.
—Ese bastardo, lo voy a matar.—Hablo desde su rabia, desde la impotencia de ver a la persona que ama destrozada llorando en sus brazos.
—¡No, Tae, no le hagas nada a Jungkookie!—Pidió Jimin en un sollozo, mirándole a los ojos.
Jungkook había roto en Jimin, pero Jimin lo amaba.
Se amaban.
—Está bien, Minnie.—Lo abrazo más a su cuerpo, recostando su mentón sobre la cabeza del omega. Dándole un beso en la frente.
Soojin y Yoongi observaban en silencio. Soojin demasiado triste por la noticia; Yoongi triste por Jimin y por su corazón que se apretujaba.
Al calmarse los sollozos, Jimin y Taehyung fueron a sentarse al borde de la cama, aún Jimin en los brazos de Taehyung, recostado en su pecho.
—Minnie...—Llamó Yoongi.—Si quieres, hoy no vayas al desfile, te ves muy triste, mejor descansa.
Jimin negó con la cabeza repetidas veces.
—Vine hasta acá por dos razones, no pude cumplir la primera, pero tengo que cumplir la segunda; apoyar a mi mejor amigo en su desfile.—Sonrió entre lágrimas.—Sin importar que Alyssa esté en el desfile.
—¿Quien?—Preguntó Soojin.
—La ex de Jungkook.—Susurro.—Con quien me engañó.
—Minnie, no.—Dijo Yoongi arrodillándose frente a él, tomando sus manos.—No vayas .
Jimin volvió a negar con la cabeza.—Te iré a apoyar a ti, Yoonie.—Sonrió.—Ustedes estarán conmigo.
—Estaremos contigo.—Susurro Taehyung abrazándolo aún más. Jimin encontrando refugio entre los brazos de su mejor amigo.
Discutir con Jimin no llevaría a ningún lado, por lo que Yoongi le dio un 'gracias'.
Lo que faltaba para el desfile lo utilizarían para animar a Jimin.
Animarle del corazón roto que llevaba, un corazón roto compartido por Jungkook quien aún seguía sentado al borde de la cama, con la mirada perdida y las lágrimas secas sobre su rostro.
La culpa le atormentaba, se recargaba contra su espalda y le lastimaba la garganta. Se sentía la peor escoria del planeta.
Y se sentiría de esa forma para siempre.
Porque había perdido a su gran amor.
Lo había perdido para siempre.
Y ahora estaba solo.
🍯
lo siemntoooooo
o no
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