VIII.- Amazonas

Los caballeros de las casas zodiacales veian a cada una de las niñas que pasaban en sus templos, siguiendo a sus maestras con firmeza, con excepción de una.

Yoko al no estar acostumbrada a esto, se estaba cansando de seguir caminando desde que piso la casa de Libra. Pero le prometio a Aldebarán ser fuerte, asi que aunque sintiera cansancio, continuo caminando y quitando sus lágrimas que no quería dejar de salir.

♏▫️♌

Estaban ahora en la casa de Leo y Shaina no esperaba a la pequeña, pues esta tampoco se lo pedia. Se despidio de los dos guardianes que se encontraban en esta, de la misma forma como lo habia hecho en las casas anteriores, si es que el mismo custodio estaba presente.

— ¿Crees que esa niña pueda? — Aioria vio a la pequeña, quien tenia una mueca formada en su rostro.

Milo tambien la miro con pena. 

— No podria asegurarlo.

♈♉⛎

Cuando llegaron a tauro, Yoko se detuvo al ver la cocina.

— Em, ¿señorita Shaina? — la de cabellos verdes detuvo su andar, mientras las otras ya se dirigian a Aries

— ¿Puede esperarme unos segundos? — pidió quitando un poco de sudor de su frente. Al ver como la mujer asintió, ingreso a la cocina para salir con su muñeco

— ¿Un peluche? — Shaina arqueo una de sus cejas

— Es lo que me dejo mi mamá— mencionó cabizbaja, abrazando más a ese pingüino

Shaina no dijo nada, solo siguió avanzando. Yoko lo vio y la siguió de nuevo.

Cuando salieron del templo, ella giro su rostro, sus lágrimas volvieron a formarse en sus ojos y eso la de cabellos verdes lo noto.

A ella tampoco le gustaba esto que les ocurría a las niñas, pero era su destino, designado por las estrellas y eso, solo puede ser modificado por los dioses, muchas veces, a su conveniencia.

♓▫️♊

— Adiós Kiki — Adalia se despidió y salio del templo de Aries.

Geist y Margo tambien lo hicieron, sin decir nada.

— Adiós señor Mū, adiós Kiki — Yoko formo una sonrisa y moviendo su mano en señal de despedida salio de último.

— El señor Aldebarán estará triste — hablo de de cabellos naranjas al ver a esa niña.

— No lo dudes — le respondió el ariano mayor

Dirigiendo su vista al camino por el que las niñas se alejaban.

▪️◻️▪️

Quizá, la más alegre con todo el cambio era la enigmática de cabellos verdes. Quien a pesar de, según ella no despedirse bien de Mei, estaba más emocionada por conocer en donde se quedarían hasta que lograrán controlar su cosmo.

Sin embargo, lograba disimular su emoción. “Todo depende de la primera impresión” solía decir el Piscis mayor, y aunque ella no estaba muy de acuerdo.

Le obedecería, eso además de que su padre aún era considerado un traidor por los de rango más inferior. Algo que la hacia rabiar en grande, sin embargo; estar en el campamento de las amazonas le permitiría limpiar el nombre del caballero más bello de los 88.

Sin más demora, lograron llegar al recinto de las amazonas.

Una joven de cabellos rojizos se encontraba vigilando en la entrada junto a otra joven de cabellera rubia. Eran Marín de Aguila y June de Camaleón, a quienes les tocaba la guardia de hoy.

Al divisar a su amiga Shaina, venir junto a su hermana Geist y una de las guerreras más respetadas del santuario, además de tres pequeñas niñas detrás de cada una, no evitaron sorprenderse.

Ahora entendían el porque habían requerido que Ofiuco asistiera al templo patriarcal, pero Geist y Mayura. . . con ellas no podían asimilarlo

Y menos pensar que aquella azabache y quien fue desterrada alguna vez del santuario, ahora fuera maestra de esa niña de quien se oían muchos rumores.

Marín y June no fueron las únicas sorprendidas, pues el grupo capturaba la atención de toda aprendiz y amazona. Unas las veían con envidia, otras con comprensión, unas más con lastima.

Pero todas las miradas se enfocaron en ellas, provocando el nerviosismo en las tres niñas, cada una relacionando lo de diferente manera.

Piscis movió sus brillantes hebras con su mano, disfrutando de la atención. Pues aquellas miradas solo aumentaban su ego, a pesar de los nervios.

Aries solo se dedicó a abrazar con fuerza a su pingüino, pensando en que era similar a su primer día en la escuela. La misma emoción y nerviosismo cuando cruzó por el umbral de la puerta del aula la atacó de nuevo, bajando su cabeza; pero luchando contra el cansancio seguía el paso de Ofiuco sin dudar.

Géminis se dedicó a devolver las miradas, escaneando a los presentes y averiguando quienes serían el verdadero reto. Tratando de escuchar las conversaciones ajenas al remover sus cortas hebras de sus oídos.

Para la azabache, le fue extraño ver que todas, incluidas las niñas, llevaban puestas máscaras con diseños simples o muy llamativos.

Finalmente llegaron a sus respectivas cabañas. Margo y Adalia vivirian juntas en una, mientras Yoko le toco estar sola en la cabaña de enfrente.

Al ingresar a esta, vio que habia una cama, una cajonera para su ropa, que tambien le proporcionaron, el baño con utensilios para la higiene personal. Salvo por los anteriores mencionados, no contenia algo más.

Yoko asento su muñeco en la cama al ver a Shaina acercarsele.

— Usaras esto — la de cabellos verdes le entrego una máscara, muy parecida a la de esa mujer que vio en la entrada, la de cabellos rojos.

— ¿Por que tengo que ponermela? — inspecciono por todos lado el objeto

— Son las reglas niña — contesto secamente — La usaras cada que salgas de tu cabaña — le explico — En los entrenamientos y, si se llega a dar el caso, en los combates tambien. Hablando de entrenamientos, comenzaras con estos a partir mañana — tendria que enfocarse en ejercicios para mejorar el fisico de la pequeña, y una vez terminado, se centrarian en su cosmos.

Shaina le informo de los horarios de comida, entre otras cosas.

Por otro lado, a las de la cabaña de enfrente se les brindo la nueva información de las máscaras, sin embargo. . .

— ¡No voy a ponerme eso!
— exclamó la alumna de Serpiente, devolviendole casi arrojando la mascara a la mayor

— Escucha mocosa, se me ordeno entrenarte, no cumplir tus caprichos — dijo dejando la mascara en la parte superior de la cajonera. — Si sales sin ella me veré obligada a castigarte, ¿Y no queremos eso verdad?

Ambas se miraron con molestia, mientras la mayor solo negaba con la cabeza y la de hebras verdes veía a su compañera con una sonrisa sorprendida, ya veía el por que eligieron a la amazona de la Serpiente como la maestra de la pequeña Géminis.

Sin mas Margo termino por girar su cabeza, con las mejillas encendidas del coraje. La azabache sonrió con suficiencia, una que fue oculta por la mascara que portaba. 

— Bueno. . . dentro de unas momentos iremos a comer, por mientras pueden instalarse niñas — menciono Pavo Real. — Mañana su entrenamiento dará comienzo, y como Geist les decía, no pueden presentarse sin su máscara.

La de orbes grises asintio, no tenia problema con usar la linda máscara dorada. Y aprovecharía el tiempo para hacerle unas cuantas mejoras «Quizá después de agregarle nuestro toque personal, a Margo le guste usarla» pensó viendo a su amiga quien habia tomado la cama de la derecha, pues esta poseía un pequeño estante con tres repisas.

En ese momento fue que Adalia realmente comenzó a observar la habitación, notando que a diferencia de la castaña ella no poseía una cajonera, ni un estante, si no un pequeño closet. Con la ceja alzada se acerco abriéndolo notando que a pesar de lo que parecía, tenia bastante espacio y múltiples lugares donde guardar no solo su ropa; lo cerro nuevamente, para ver que, del lado de su compañera, enseguida de la puerta, frente a la ventana se encontraba un pequeño escritorio y sobre él un pequeño librero con capacidad para dos o tres libros; mientras que en el piso se encontraba un banco. 

Nuevamente miro a su lado notando un tocador y al igual que el escritorio, tenia su propio banco. Camino directo hacia este, mirando su reflejo en el espejo que éste poseía, tambien notando una puerta abierta; una que siguió con sus orbes grises para encontrar un pequeño baño.

Siguió su caminó habia el espejo, pues en el tocador se encontraba una caja. Misma que tomo entre sus manos abriendola para encontrar múltiples lápices, todos de diferente punta al igual que colores.

Y sobre ellos una nota.

"Espero que te guste tu cabaña Liten, hable un poco con el patriarca después de que viniste conmigo a los templos, y logre que arreglarán la cabaña a tu gusto. Disfrutala y recuerda esforzarte, ¡Ah! casi lo olvidaba le dejaron unos regalos a quien te acompañe y si solo eres tu, bueno quedatelos :D.

Te ama tu padre"

— ¡Con razón! — exclamó la pececilla, llamando la atención de la castaña, quien se encontraba acostada en su cama.

— ¿Que pasa?

— ¡La cabaña! Justamente tiene estas cosas por nosotras o bueno mas bien por. . .

— ¿El señor Aphrodite?

— ¿Como. . . — la peliverde fue interrumpida nuevamente

— ¿Crees que tu padre dejaría que estuvieras en una cabaña normal? — elevo su torso, colocando sus codos y antebrazos en la cama, mirando a la pececilla.

Quien aun no terminaba de sorprenderse, admiraba esa memoria infalible.

Sin embargo un cuerno sonó a la lejanía. Advirtiendo a ambas que debían presentarse al comedor de las amazonas según lo indicado por sus ahora maestras.

— Bueno Margo, arriba debemos ir a comer —menciono la pececilla quien se hinco en el suelo, mirando directamente a la castaña que estaba recostada en la cama frente a ella

— Ve tu Adalia, no tengo ganas de conocer a las demás — se volvió a echar en el colchón, ignorando la mirada molesta de la otra.

Con el seño fruncido dijo. —Si vas a comer antes de la cena, juro que te cambió el champú por tinte rosa chillón

La de orbes verde solo asintió ignorando a la otra, pues de cualquier forma terminaría levantandose para conocer el nuevo terreno y ¿Por qué no? Tambien encontraría algún peral y comería el fruto. Pues es su favorita, para darse las suficientes energías para soportar el entrenamiento personal hasta qué se diera la hora de la cena.

Por mientras, se quedaría leyendo sobre la astronomía, debía estar preparada para interpretar cualquier mensaje o señal que el firmamento le brindara.

♓▫️♈

Dejando a su compañera en el cuarto, salio suspirando. Pero bueno, al final se cobraría un favor. . . y le llevaría comida.

Además la entendía, si era honesta ella tampoco quería socializar, pero su hambre pudo mas. Así que ahí se encontraba, siguiendo el camino que antes le habían enseñado hacia el comedor de las amazonas.

De la cabaña de enfrente miro como la azabache salia de esta. Ya no llevaba puesta la ropa de antes; ahora tenia pantalón gris, una camisa blanca y unos zapatos negros, su cabello estaba mojado.

Ella cerro la puerta y avanzo en la misma dirección a donde Adalia iba.

La vio detenerse unos momentos, para ver como se dio unas palmaditas en las mejillas, luego movió su cabeza a los lados como si negara algo y continuo su trayecto.

Aun confundida por lo anterior, continuo su camino, muchos pasos detrás de la niña.

♓▪️♈

Sin más, la azabache llego y empujo las puertas, llamando la atención de quienes estaban presentes en el comedor. Sin tener en cuenta, que la de cabellos verdes venia detrás.

Yoko se sentía tan nerviosa; con sus orbes cafés buscaba donde sentarse, hasta que encontró una mesa cercana a una ventana, casi al final.

Sin más demora, fue hacia ella, tratando de ignorar todas aquellas miradas, algunas intimidantes.

La de orbes grises tambien entro, acaparando las miradas tambien.

Al contrario de Yoko; ella les dedico una sonrisa de suficiencia a todas con las que conectaba su vista.

Y sonreía más al ver al ver como muchas rechinaban los dientes o apretaban simplemente sus puños, denotando su envidia.

Eso la hizo sentirse tan bien. Movió sus cabellos con su mano, para que admiren y envidien más su belleza.

Al divisar una mesa vacía, fue directo a ella con elegancia.

Sin más se sentó en la banca. Mostrando las perlas que tenía por dientes al ser conciente de las miradas sobre su persona.

Sabía de sobra que no era solo por su belleza física, una que ni siquiera le importaba, se cuidaba si; por su padre y por su propia salud e higiene, pero sabía que era algo banal a lo que no debía aferrarse. Lo que le daba ánimo y gracia, era ver como las personas reconocían en ella al doceavo custodio.

Eso además de que disfrutaba de burlarse, pero no solo de las demás personas, si no de ella misma. Si era bella lo sabía gracias a que su padre y su tía siempre se lo dijeron.

Pero le daba gracia que las demás personas envidiarán algo como su apariencia. Pues si bien quisieran estar en su piel también eso les traería los defectos de Adalia.

Eso era lo que más disfrutaba, que se pusieran verdes de envidia por una persona que es igual a ellos. Sin duda era algo que jamás entendería.

Apoyo su mano en su barbilla, buscando a la azabache. Quería seguir hablando con esa muchachita y sobre todo animarla.

Después de todo, era la mayor de las tres y debía cuidarlas.

No. . . Más bien quería hacerlo, y sabía lo que se sentía que te alejaran de su familia pues lo estaba viviendo en carne propia. Sin embargo sabía que no duraría mucho antes de lograr desatar su cosmo, pero esa pequeña necesitaría ayuda.

Pues con una mirada supo que ella era alguien a quien acababan de cambiar su estilo de vida de la noche a la mañana. Y no estaba dispuesta a perder a una posible amiga por el duro entrenamiento que tenía por delante.

— ¿Dónde estás? —susurró

Pero su pequeña búsqueda fue interrumpida, cuando un plato de sopa fue asentado frente a ella.

— Ten cuidado al comer, aun esta bastante caliente — escucho una tierna risilla.

Quito su vista del plato, para encontrarse con una joven de piel levemente morena, ojos de color café, pero al igual que su cabellos, estos era claros, que podrías compararlo con un caramelo.

Su cabello estaba sujetado por dos chongos a cada lado y amarrados por dos listones rojos.

Se asomo a un lado de la mesa para ver por completo a esa chica.

Llevaba un vestido de color rojizo y pegado, unos pantalones blancos y unas zapatillas a su parecer, pero cuando las vio, le recordo a las que el maestro Dohko llevaba casi siempre que no usaba su armadura.

Miro de nuevo su rostro, notando como sus ojos estaban un poco rasgados; era de procedencia China, no cabe duda.

La joven se sonrojo un poco al ver a la niña observando por tanto tiempo su persona, así que carraspeo.

— Lo siento, mmh, ¿señorita? — artículo apenada por lo anterior. La castaña le sonrió

— Xiaoling, Xiaoling de Osa Menor — se presento. Pero de repente fue llamada a gritos por alguien. — Disculpa, debo irme — y fue corriendo, internandose en la cocina.

«Osa Menor eh. . .» pensó la chica para tomar los bordes de su plato, al mismo tiempo que cerró sus orbes

Ubicando así a la azabache. Sonrió al encontrarla, y revelando sus gemas grises se levantó, mirando directamente a una de las mesas del fondo, cerca de la ventana.

Misma por la cual la vista de la pequeña Aries estaba perdida.

Yoko desde la ventana lograba contemplar las casas zodiacales, pero miraba en específico a uno: el templo de tauro

Suspiro, aun tocando esa cuenca en forma de toro de su pulsera.

«Vamos, tu puedes» se daba animos «Eres Yoko ahora y como tal, lo lograras, se lo prometiste a mamá y al señor Alde. . . no los defraudes» ya habia pasado un rato desde que le dieron su sopa, así que ya debería estar tibia.

Se disponía a comer, cuando vio a la de orbes grises venir a ella.

— ¡Hola Yoko! — saludo en español a la par que colocaba su plato en la mesa de la yucateca. — ¿No notaste que somos vecinas de cabaña?

La de orbes café solo ladeó su cabeza, pues no había visto realmente a dónde fueron las demás, pues estaba centrada en mantener el paso de la amazona de Ofiuco.

Así que solo negó con su cabeza.

— No, no me había dado cuenta

Adalia río un poco, causando la vergüenza en la menor.

— No te preocupes —mencionó para sentarse. —Pero hay que aprovechar y podríamos venir a las comidas y a los entrenamientos juntas, ¿Te parece?

— Pero. . . — bajo su cabeza. —Creo que no le agrado a Géminis. . . — dio un sorbo a su sopa.

— Pff —volvió a reír. — A Margo nadie le agrada

— Géminis. . . ¿No sabías su nombre? —pregunto la pececilla, al notar que la había llamado por su constelación

— Escuché que las nombraban, pero no creo que le guste que la llame. . .

— Descuida, aunque más bien es lo contrario

— ¿Eh? —la azabache se extraño

— No le gusta que la llamen “Géminis” prefiere que le digan por su nombre

— ¿En serio? Y eso ¿por que?
— cuestiono aun más confundida.

— Em, bueno, eso ya es cosa de Margo, jeje — trato de evadir

— Entiendo. . . — queria buscar una forma de acercarse a ella, pero al mismo tiempo no. De verdad, no lograba entender que es lo que queria intentar hacer con respecto a Margo.

¿Tal vez ayudarla?, era probable, ya que la sensación de tristeza de ella, no creia que la mereciera. Pero no la dejara acercarse siquiera y de eso estaba plenamente segura. . .

Sin embargo, alguien golpeó la mesa de ambas niñas con fuerza. Asustando las en el proceso.

— ¿Ustedes serán la élite de Athena? — una rubia pregunto, cuya máscara tenía un diseño simple, al agregar el negro a los orbes que alcanzaban a verse de un índigo. — ¡No me hagan reír! ¡Una traidora y una retrasada con su peluche!

Adalia sin más se levantó de la mesa, conciente de la mirada confundida de Yoko.

— Disculpame querida — mirándola seriamente — ¿Pero quien te crees para hablarnos así?

— ¿Tiene caso explicarle a una traidora? — sonrió con burla, cabreando más a la pececilla.

Yoko no entendía nada. De un momento a otro esa chica llego gritando; por la forma en que las veía, entendió que no le agradaban.

Pero no podía quedarse sin hacer nada. Así que se levanto.

— Lamento si hicimos algo que la molestara, señorita — la rubia la vio molesta y Adalia sorprendida

— ‹Yoko. . .no, no tienes porque disculparte con esta loca›

— Pero no me gusta que le este gritando a mi. . . amiga — conecto su mirada con la furiosa chica.

— Pfff. . . — está comenzó a burlarse. —Vaya que Athena ah bajado la calidad de sus guerreros — mencionó cruzando sus brazos

— Se nota que necesitas una vida, digo para venir a molestar — hablo la de hebras verdes, la azabache alzó una ceja. — Que tan seguido debes aburrirte

Las tres aprendices se convirtieron en el centro de atención, todas dejaron de comer para dirigir sus miradas a ellas, incluidas las mayores quienes veían a las nuevas con interés.

— ¡Oh! Ya entiendo. . . — Adalia le lanzó una sonrisa cínica a la enmascarada, sorprendiendo a la yucateca. — Katya de Corona Boreal

La susodicha se sorprendió, algo que fue ocultado por la máscara.

— Deberías disimular un poco tus celos, ¿No crees?

El coraje y la impulsividad hizo su jugada, alzó la mano con fuerza, dispuesta a impactar la contra la mejilla de la peliverde. Sin embargo. . .

— No pelearas salvó la situación lo requiera — mencionó una castaña con el ceño fruncido, sujetando la mano de Corona Boreal. — O una guerra se lleve a cabo, los santos de Athena debemos vivir en paz tanto entre camaradas como en el mundo que nos rodea. Es la ley más sagrada que tenemos, ciertamente Athena a bajado su calidad con los guerreros. . . Al final tú estás aquí

Adalia sonrió al ver a Margo, mientras la azabache estaba sorprendida con la recién llegada.

«La detuvo. . . » y eso que Katya era mucho más alta y, se notaba que más fuerte que la castaña, aunque, las apariencias engañan.

Margo aflojo su agarre y Katya sobo su muñeca que estaba roja por la fuerza ejercida por Géminis. Chasqueo la lengua, viendo a las otras, especialmente a Piscis.

Y se retiro con furia del comedor.

Las presentes no sabían si reír o preocuparse por la escena, pues anteriormente la de orbes verde debío estirar todo su brazo y estar de puntillas, para alcanzar a detener a la rubia, y cuando libero su agarre, todas contuvieron el aliento al mirar que ese pequeño cuerpo fue el causante de esa marca.

— ¿Se encuentran bien? —habló su lengua natal mirando a sus compañeras

La de hebras verdes contesto con un simple "si", más Yoko solo asintió con la cabeza gacha.

— Crei que no vendrías — dijo con burla Adalia.

— Mi estómago pudo más, al parecer — se sentó en el lugar de Piscis y degusto su sopa.

— ¡Oye, eso es mío! — hizo un puchero al ver como margo simplemente la ignoro y siguió comiendo de su plato.

— Es mi paga por defenderlas — artículo, terminando la sopa. Luego tomo el plato de Aries e hizo lo mismo que con Adalia.

Aunque Yoko no pronuncio nada sobre que le quitaran su comida, pero. . .

— Gracias — susurro

Géminis solo alzó una ceja.

— No lo hagas — mencionó terminando la sopa de la azabache. — Una vez que comencemos a entrenar, no tendré piedad, sobre todo contigo.

Tomo una servilleta, limpiando los rastros de sopa de su boca. Sintiendo no solo las miradas de las otras herederas, suspiro y sin más se levantó para subirse a la mesa.

— ¡¿Que miran?! — grito, viendo como todas las otras guerreras las seguían observando

Quienes del susto, rápidamente se voltearon fingiendo no haber visto nada.

— ¿Vienes? — se dirigió a la de orbes grises.

Esta se cruzo de brazos aun con ese puchero. — Ya voy — miro a Aries. — Nos vemos Yoko — así las dos herederas salieron del comedor, rumbo a su cabaña.

La de orbes cafés, tomo los dos platos y fue a la cocina.

— Oh querida, no puedes estar aqui — contesto Xiaoling al verla entrar.

Pero al verla alzar una ceja, supo que no entendió nada de lo que dijo.

Suspiro, pidiendo que le de los platos con señas, lo cual hizo. Sin más la azabache se retiro, despidiéndose de la castaña.

♋🖤♓

Al entrar a su cabaña, cerro la puerta y se tiro directo a su cama, tomo al muñeco en el proceso, abrazándolo de nuevo.

Simplemente veía el techo; pensando como cambio todo de un día para otro. El día anterior, salia a pasear con su madre después de tanto tiempo y no tenia poco que sus vacaciones comenzaron, así que se aprovecho la oportunidad, luego se encontraron con el señor Aldebarán con quien se encariño muy rápido y tenia sus razones para hacerlo. Llegaron al santuario, solo para descubrir que ella era una de las elegidas para ser una caballero de Athena, del rango más alto, si es que no recordaba mal y ahora esta aqui, esperando a comenzar su entrenamiento mañana mismo.

Si, la vida puede sorprenderte de tantas formas, algo que le decían mucho por él y sonrió por ello.

Al parecer quedo tan sumida en su pensamientos que ni se dio cuenta del tiempo que paso. El sol comenzaba a ocultarse, para dar paso a la hermosa noche.

Fue a la cajonera, comenzo a abrir algunos cajones, hasta que encontró otra ropa; un camisón de color café y de mangas largas.

Entonces comenzo a cambiarse; sintiéndose fresca, pues ya se habia bañado antes y una vez puesto, se dio cuenta de que le quedaba un poco ancho y largo, ya que le llegaba hasta las rodillas.

Volvio a su cama dispuesta a dormir, pues a palabras de Shaina, empezarían temprano. Cerro sus ojos, volviendo a abrazar a su muñeco.

Pero comenzo a escuchar como alguien tocaba a su ventana; se levantó de la cama, mirando a aquella dirección.

Era el albino menor, con una caja entre sus manos. La azabache abrió la ventana sin entender mucho, pero a la vez emocionada, eso quería decir que posiblemente viera al señor Aldebarán.

— Mei ¿que estas haciendo aqui? — por lo que su maestra le dijo, los varones no tenían permitido entrar en el recinto de las amazonas, sin una orden del patriarca

— Hola Yoko, ¿No sabes en donde esta Adalia?, vine a darle esto — vio la caja que traía en sus manos.

— Ella esta en la cabaña de enfrente con. . . Margo

— ¿Crees que podrías traerla aqui? — sonó más como una suplica. — Me dio trabajo entrar, y aqui es más facil que me vaya, si es que me descubren. . .

Yoko vio un pequeño brillo en los ojos del albino al mencionar el nombre de Piscis.

— ¡Claro!, en seguida vuelvo — respondió sonriéndole

— Gracias Yoko — entonces vio como la pequeña salio por la puerta.

Mei se agacho de nuevo y abrió la caja, dejando ver un pastel decorado con algunas flores blancas alrededor, hechas de merengue y en medio el nombre de Adalia.

Tanto trabajo le dio hacerlo en la mañana, para que resultara en desastre en la cocina de Cancer.

Por eso mismo su maestro no le permitió intentarlo de nuevo; así que tuvo que recurrir al segundo custodio, pues el era bueno cocinando y seguramente lo ayudaría.

Cosa que hizo, ya que queria  distraerse y que mejor que preparar algo de comida para eso, al menos, así es como el tauriano se distraía.

— Espero que te. . .

Escucho unos ruidos en la puerta por lo que cerró la caja y la puso tras sus manos, cuidando que no se vea. Primero vio entrar a la azabache, seguida de la de cabellos verdes, quien al parecer se preparaba para dormir, ya que llevaba puesto una pijama rosa con estampado de flores blancas en forma de corazón, un pantalón del mismo color y unas pantuflas de color morado pastel.

«Que tierna» la miro con una sonrisa

La castaña, quién venía detrás de la peliverde solo alternaba miradas, al igual que Yoko mirando a la princesa de Piscis y al heredero de Cancer.

La de orbes cafés volteo a ver a la pequeña Géminis, qué llevaba un short de color negro y una playera azul oscuro de tirantes, mientras que en sus hombros se encontraba una toalla, cuidando la blusa del agua que goteaba por sus cortas hebras, fue ahí cuando notó que llevaba un objeto entre manos.

Mismo que poseía una envoltura de regalo, esto la extraño y su interrogante fue esquivada por la de orbes verde.

— Ups, casi lo olvido — la de orbes grises volteo a ver a la castaña

— Dáselo Margo, por favor — la de orbes verdes chasqueo la lengua, extendiendo el objeto a la azabache.

Aun confundida lo tomo, mirando a la de hebras verdes. — Ábrelo, es tu regalo — le guiño un ojo, sosteniendo la caja que le obsequio Mei.

— Gracias — le dedico una tierna sonrisa al albino, quien se sonrojo por eso.

— D-de nada, es-espero que te guste. . . — volteo, evitando ver a la menor de los Piscis, quien rio un poco por ello.

Yoko entonces quito la envoltura, viendo que se trataba de una caja de colores. Miro a la castaña, quien miraba a Adalia, con una mueca por verla comportarse así con Mei.

La de orbes café tambien los vio y de nuevo miro esos colores ¿como supo que le encantaba pintar?

«No importa. . . » cerro los ojos, formando una sonrisa por ese obsequio.

— ¿Quieren un poco de pastel? — Piscis hizo que abriera sus ojos.

Mei ya se habia ido y la de orbes grises no quitaba su sonrisa, una muy radiante. Tanto Aries como Geminis dirigieron su mirada al contenido de la caja y asintiendo a lo dicho por la niña.

Yendo a la cabaña de Adalia, donde contaban con cubiertos y unos platos para degustar ese pastel las tres.

La noche apenas comenzaba, y con Artemis como testigo, los lazos surgirían.

.
.
.

---5 mayo 2019---
4666 palabras

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