IX.- Fénix

Una vez que las tres estuvieron en soledad, la mayor no dudo en hacerle frente a las dudas de sus compañeras.

— ¿Que piensan?

— Que será problemática, tu viste como se dirigía a mi, no tiene el mínimo de respeto — la azabache cruzó sus brazos con molestia. — Pero bueno, tú tendrás más problemas Shaina. . .

— Ya lo se. . . — y eso era porque claramente la pequeña que seria su alumna no conoce nada. Se comporta de la forma en que un niño deberia hacerlo, más no la que es necesaria para el santuario. — Por Athena. . . —suspiró frotando sus sienes.

— Pero es extraño. . .

Mayura llamo la atención de las dos mujeres.

— ¿Que quieres decir? — pregunto Ofiuco

— Cancer, Escorpio, Acuario, Piscis, Aries y Géminis. . . Son las únicas estrellas presentes en el santuario de la nueva generación, y tenia entendido que el patriarca los mandaría a entrenar una vez que estén completos.

— ¿Sugieres que el patriarca está ocultando información? — esta vez fue la azabache quién intervino

— No seria extraño que lo haga. . . — resto importancia la de cabellos verdes

— Pero si aun no están completos, ¿Para que enviar a las nuevas a entrenar tan pronto? — Geist frunció el ceño, cosa que ambas mujeres vieron; no llevaban puestas sus máscaras, o al menos Shaina y Geist.

— No han nacido o. . .

—¿O?

— Aunque me apena decirlo, cabe la posibilidad de que ya están muertos y el patriarca  quiere listos a quienes tenemos por cualquier cosa — sentenció Ofiuco — Al menos, es la única explicación que encuentro a todo esto.

— Opino lo mismo Shaina, eso y los rumores que corren sobre tu alumna — al decir lo último, miro a la Serpiente

— Es posible — respondió está, con la mano en su mentón. — Unos dicen que Sagitario la salvó de ser asesinada, otros que fue ella quién mató a su familia, unos cuantos dicen que fue abusada por sus padres, pero nadie sabe cosas concretas — se encogió de hombros sentándose en su cama

— Pero de lo que estoy segura, es que me divertire entrenando la — sonrió la azabache. — Será interesante comprobar cuál es la versión real de los hechos

♊♈♓

El sol hacía acto de aparición en estos momentos, llevándose consigo los últimos rastros de la noche

Shaina entro a la cabaña de su alumna, sorprendiendo se al no encontrarla ahi.

— Shaina, tu mocosa esta aquí — dijo con burla su hermana asomándose por la puerta. Empujándola de esta, la de hebras verdes salio, yendo a la cabaña de enfrente en donde estaba Mayura.

Tal como la tonta de su hermana le informó, la pequeña azabache se encontraba durmiendo en el suelo, cerca de la cama de Géminis y sin falta, su muñeco estaba a su lado.

Sin más, Ofiuco grito.

— ¡LEVÁNTENSE!

Las tres menores se asustaron por dicho grito, cada una reaccionando diferente.

La pequeña Piscis termino cayendo de su cama, la castaña arrojo su almohada y por otro lado, Yoko solo se volteó abrazando al pingüino, para después susurrar

— Cinco minutos más

Cosa que cabreo de sobremanera a Shaina. Cuando ella decía algo, queria que se hiciera en ese instante y sumándole su poca paciencia con los niños, tomo a la azabache de la parte de atrás de su camisón, sorprendiendo a las otras, la cargo en su brazo y quito su muñeco.

— ¡Willy! — exclamó la de orbes cafés. Salió con ambos de la cabaña; yendo a la de enfrente, dejo al muñeco en la cama y se fue con la niña.

Todo ante la desconcertante mirada de Pavo Real y Adalia. Geist solo reía a carcajadas y Margo se cubrió de nuevo con sus sabanas.

Sin embargo no duró mucho, pues las cobijas de la geminiana fueron jaladas por la azabache mayor.

— ¡¿Que?! — grito desconcertada tomándose de los bordes del colchón

Pues quién ahora llevaría su entrenamiento comenzó a tirar de sus piernas. Hasta lograr la caída de la niña, y una vez en el suelo la mayor le arrojó un conjunto de ropa y su máscara, cosas que atrapó para después ser arrojada al baño de la cabaña.

— En cinco minutos te quiero lista mocosa — exclamó para salir de la cabaña

— Tú no me harás eso, ¿verdad? — Piscis pregunto, alejándose un poco de Pavo Real

Mayura simplemente se rio. — No te preocupes, no soy tan salvaje como esas dos — Piscis soltó un suspiro — Aunque no puedo decir lo mismo del entrenamiento.

¿Oyeron eso?, fueron las esperanzas de la de hebras verdes de tener una maestra amable rompiéndose en pedazos.

Definitivamente, tal vez no sobrevivan a los entrenamientos de sus maestras o a la furia de estas en el caso de Aries y Geminis.

▫️♓▫️

Apenas comenzaba la primera etapa de la senda que marcaría sus vidas para siempre. Cómo se moverían determinaría que ocurriría después.

«Todos los caminos llevan a la muerte, pero lo valioso es lo que haces con tu vida no» pensaba la peliverde  mientras se colocaba su ropa de entrenamiento, pues la mexicana aún no salía del baño, y su maestra le había permitido cambiarse, así que sin objetar obedeció.

«Jamás entenderé el uso de las máscaras» miró la suya, viendo el diseño escamoso que le había agregado a los ojos «Pero... Creo que esto será divertido» sin más y con la guía del espejo, sujeto su frondoso cabello en una coleta alta, procurando que ninguna hebra le estorbe más delante.

Terminando aquello, se colocó su máscara, cuando su compañera salio del baño y con la suya tan peculiar ya puesta.

De un lado, la castaña dibujo en la boca unos colmillos y del otro unos barrotes.

«Y primero dijo que no queria» acomodó su cabello y salio junto a Margo de la cabaña.

Geist y Mayura estaban esperándolas

— Vámonos mocosa — la azabache tomo de la muñeca a la castaña, yéndose a la derecha.

Mientras Adalia y Pavo Real fueron a la izquierda.

⛎♈⛎

— ¡Ya baje me! — los guerreros que las veian pasar, no pudieron evitarlo, pues no es común ver a la amazona de Ofiuco cargando a una niña y en pijama.

Llegaron finalmente a su destino: el coliseo.
Ingresaron en donde se efectuaban los combates entre los guerreros, aunque por el momento no había nadie. Yoko se asombro por lo grande que era; su interior se notaba más extenso que el de los estadios de fútbol, esos que veía en la televisión junto a su abuelo.

«Perfecto» la amazona sonrió por debajo de la máscara

Shaina hizo lo que la pequeña le pidió; soltando la sin ninguna delicadeza y provocando que su rostro se golpeara contra el suelo

— ¡Auch, auch, auch! — se levanto apoyándose de sus brazos, sobándose su nariz.

— Para que aprendas que debes obedecer de inmediato a una orden, darás veinte vueltas al coliseo — la de cabellos verdes dio un salto hasta las gradas, dejando a la pequeña ahi abajo

— Espere, ¡¿Qué?! — miró como su maestra se sentaba esperando.

— ¡Hazlo o no te permitiré probar un solo bocado por tres días!

La azabache no tuvo más opción que acatar la orden. Comenzó a correr, empezando con sus primeras dos vueltas, aunque algunas piedras llegaron a clavarse en la planta de sus pies.

Le dolía, pero no iba a detenerse, no estaba dispuesta. Era cuestión de orgullo. . . De eso quería convencerse la pequeña Aries.

Aunque fuese una gran mentira y su verdadero motivo fuera la comida, a pesar de saber que sus nuevas amigas la ayudarían en caso de que la castigaran con ayuno.

Pues comenzaba a acercarse a Géminis, y no solo eso, si no que su amistad con la peliverde crecía, y más por qué comenzaría a aprender griego durante los ratos libres con ella. Esperaba fervientemente que su amistad fuera duradera, a pesar de extrañar a sus amigos de la escuela, no le desagradaba estar en el santuario.

Así tuviera que tragarse sus lágrimas, llenaría de orgullo no solo a su madre, si no también al señor Aldebarán.

Por lo que aceleró el ritmo, sintiendo como aquel líquido vital comenzaba a abandonar la herida piel de sus pies. Apenas iban ocho vueltas, apretando sus puños aguanto.

Por otro lado cerca de ahí, el otro ariano estaba acercándose al coliseo; cuando del otro lado frente a él, ve a una figura corriendo. El de hebras naranja no quería creerlo, pero una vez de tallarse sus ojos.

Se dió cuenta de que estos no lo engañaban, esa era Yoko, en pijama corriendo mientras le daba vuelta al coliseo. No aguanto burlarse, a leguas sabía que muy apenas podía con su alma a juzgar de cómo se miraba de acelerada su respiración.

¿Y como no? La pequeña si hacia ejercicio porque asi lo pedían en su clase de educación física; incluso podía dar esa cantidad de vueltas, pero era porque la cancha era más pequeña y al menos tenia zapatos.

No como ahora, que Shaina veía que se desmayaría en cualquier momento. . .

♌♉♌

Xiaoling estaba volviendo de la cámara del patriarca. Ofiuco la envio en su lugar para dar información de lo que haría con Aries.

Se encontraba entrando a Tauro, cuándo chocó con el guardian de este

— ¡L-lo siento mu-mucho! — hizo una reverencia, disculpándose. Creyó que eso era una ofensa, ya que muchos caballeros de plata y uno que otro dorado quisieron golpearla en su momento por algo parecido.

— Oye, tranquila — Aldebarán poso una mano en el hombro de la joven

— ¿P-pero?

— Vienes del recinto, ¿No es asi?

Simplemente asintió, sorprendida porque no le hiciera nada.

— Entonces creo que puedes ayudarme — mostró una sonrisa

— ¿Ayudarle? — el castaño la miro

— Si. . . yo, necesito ver a la aprendiz de Aries

— Si no es molestia señor, ¿Puedo saber para que?

— Le tengo una noticia que seguro la hara muy feliz — y claro que estaba seguro de ello.

— Pero usted es un caballero, solo debe pedir permiso al patriarca — explico — Yo no creo que le de una negativa, es muy bueno

— La cosa es. . . — llevo su mano a su nuca — Que me prohibieron acercarme. . . tanto al coliseo como al recinto. . .

— No quiere que la distraiga de su entrenamiento. . . — soltó sin pensar en conclusión, a lo que él asintió. Nadie entendía el porque de la urgencia del patriarca y la misma athena de que las niñas entrenen tan pronto.

Pero no le haría mal verlo; creo que lo necesitará después de verla en el coliseo, donde se detuvo para regañar al niño que no dejaba de burlarse de ella.

— Esta bien, lo ayudaré

— Muchas gracias — trato de no denotar la alegria de su voz, pero al ver reír a Xiaoling supo que no funciono.

— Y bien — llevo sus manos a su cintura — ¿Cual es el plan? — sonrió emocionada; porque esa pequeña estaría feliz y ayudaría a un caballero dorado para hacerlo.

⛎♈♓

— Aun te faltan siete vueltas — Yoko estaba jadeando mucho, pero no se detenía.

Ignoro las burlas del duende, hasta que la chica que vio ayer en la cocina apareció, lo regaño y asi se fue del coliseo, dejando de distraerla.

Ante lo que dijo su maestra, simplemente asintió.

«Ya falta poco» aun seguia latente el dolor de sus pies, pero seguia, no se rendiría tan facil.

Por otro lado, otra de las aprendices también fue encaminada al coliseo, observando cómo su compañera corría. La peliverde abrió sus orbes con sorpresa, a sabiendas como era el terreno, la pequeña ariana ni zapatos llevaba y en cada paso dejaba marcas de su sangre.

A pesar de que ahora su rostro se encontraba ocultó por su máscara, no le impedía demostrar su molestia empuñando sus manos. Sin más estaba dispuesta a pedirle a Ofiuco que se detuviera sin embargo.

— Si intervienes le irá peor — mencionó la mayor. — Podrá oírse cruel, pero debe aprender que aquí vino para convertirse en una guerrera.

— Si pero. . .

— Pero nada, si intervienes en lugar de ayudarla vas a perjudicar la, puesto que va a acostumbrarse a que si más fuerte es su berrinche, más rápido la ayudaran

— Pero no está haciendo ningún berrinche, solo está corriendo y por si no lo has notado no lleva algo para cubrir sus pies

— Y esas son las heridas más leves que llegara a tener mientras entrene. Muévete, aún no llegamos al lugar donde tú entrenaras — explico desconcertando a la de orbes grises.

— ¿Por qué entrenaremos por separado? — cuestionó, temía que de esa forma las más pequeñas resultarán heridas

— Cada una de nosotras tiene métodos distintos, y ustedes deben aprender diferentes cosas — indico, caminando sin mirar a Piscis. — En tu caso, liberar el veneno en tu sangre

— ¡¿Que dice?! — exclamó, sabiendo el peligro. — ¡Si lo libero ahora tanto usted como mis compañeros estarán en peligro con solo estar en el mismo lugar que ellos! — cruzó sus brazos, abrazándose a si misma.

«Según las palabras de papá, el veneno va creciendo con cada generación. . .» comenzó a temblar, sin embargo, Pavo Real puso una mano en su hombro, sorprendiendo la un poco

— Si todo sale según lo planeado, no deberás preocuparte por dañar a alguien más que al enemigo

— Así que no debes de temer Adalia. — sino fuera por la máscara, la de hebras verdes hubiera visto como Mayura le sonreía

Pero ni bien terminó de decir eso; la pequeña volteo en el momento exacto, para ver como la azabache caí al suelo y se alteró al no verla levantarse de nuevo.

Pero Mayura no le permitió ir a socorrerla — Adalia tranquila. — la tomó de su muñeca para que no intentará irse — Shaina no va a dejarla ahí.

Miro de nuevo para ver como Yoko era cargada en brazos por  Ofiuco, retirándose del coliseo.

Sin más, tuvo que obedecer a su maestra, aunque estuviera preocupada por la menor.

⛎♈♐

Shaina era el centro de atención de esas miradas una vez más. Algo normal, pues llevaba a la pequeña insconsiente en brazos.

Las ignoró, concentrándose en llegar al recinto.

Tomando rumbo a la cabaña de Aries; una vez llegó y al tener las manos ocupadas, pateó la puerta. Ingresó y dejó a la niña en su cama; luego fue a buscar el botiquín para poder curar y vendar las heridas de sus pies.

Comenzó a atender a la niña, que respira tranquilamente.

«Me has sorprendido» puso el ungüento para que la herida se cerrará «No pensé que fueses a dar más de seis vueltas de esa forma» soltó una risilla por debajo de la máscara.

Terminó de vendar y cubrió a la niña con su sábana, por debajo de sus hombros.

Al salir de la cabaña, se topó con la hermana menor de Eqquelus.

— ¡Shoko! — la joven se detuvo abruptamente, para ir de inmediato con la amazona

— Señorita Shaina, ¿O-ocurre algo? — preguntó temerosa de esa guerrera, a quien muchas veces observó como derrotó a a los aprendices que la retaban, fácilmente.

— Vigila a la aprendiz de Aries. No tiene permitido comer nada y si descubro que le das algo. . .

— No se preocupe, todo estará bajo control — posó su mano en su frente y una tras su espalda, temblando.

— Bien, te lo encargo niña — sin más fue a buscar a su hermana, para ver como le iba con su mocosa.

▪️⛎▪️

Ofiuco se concentró en encontrar la estela de cosmo de Serpiente. Y logró ubicarlo en las afueras del santuario, cerca del lago.

Se encaminó hacia alla, esperando que la azabache no haya perdido la paciencia.

⛎♊⛎

Nuevamente fue arrojada al agua, la castaña comenzó a agitar los brazos, luchando por salir de nuevo a la superficie.

Cuando se decidió por poner en práctica aquello que el onceavo caballero le había dicho en una ocasión.

— Me sorprende que logres detener los átomos sin tener el fundamento»

— ¿Fundamento? ¿Átomos? ¿Que es eso?

— El átomo es todo aquello que forma parte de la materia física, algo que se une para formar cualquier cosa, por ende, con el hielo puedes detener lo que sea. . . Incluso un cuerpo en movimiento, todo depende de la rapidez de tus actos

Abrió sus orbes, para quedarse quieta y alzar una mano hacia afuera, y sin más se concentró todo lo que pudo.

Logrando apenas una ligera capa de hielo, pero lo suficiente firme como para lograr sujetarse de esta y levantarse para saltar de nuevo a la tierra, en posición de combate.

Con la respiración agitada, cubrió su pecho, lista para defenderse.

Sin embargo la Serpiente actuó más rápido de lo que espero, golpeando de lleno en su estómago con su rodilla.

Uno. . .

Dos. . .

Tres golpes para después tomar a la castaña por sus cortas hebras y arrojarla contra un árbol.

Géminis sentía el sabor metálico en su boca y con algo de dificultad se hincó para después correr y saltar en el último minuto para golpear a la azabache directo en la nariz. Sin embargo esta logro esquivar el golpe con una facilidad envidiable, para después tomar el brazo de la niña e hincándose lo coloco en la espalda de la menor, torciendo lo.

La frustración en la de orbes verde era latente, sacudida tras sacudida solo lograba que su brazo doliera más. Pero quería acabar con esa sensación en su pecho, esos recuerdos que noche tras noche aparecían en su mente.

La primera vez que salió a las calles. . .

La mirada de sus semejantes. . . La mayoría con asco.

Los golpes de sus primeros robos. . .

Cuando esos hombres trataron de tocarla. . .

Cuando fue perseguida. . .

La espada atravesando el pecho de Joanne. . .

Todo eso se repetía en su cabeza. Y lo odiaba, odiaba esa debilidad, los golpes de la Serpiente eran los más fuertes que había llegado a sentir, la sensación de asfixia cada vez que caía al agua.

Todo era tan similar, pero diferente a la vez.

Los golpes los sentía peor, sin embargo también pensó eso cuando por error, se tropezó con unos muchachos uniformados con pantalones grises, parecían mayores, pero no tanto como los universitarios. Aquella fue la primera vez que experimentó lo que era el verdadero dolor, golpe tras golpe, no les importo dejarla sangrando a media calle.

No les importo cuanto llorará y suplicará por qué pararan. Esa fue la primera vez que vio los verdaderos mounstros, y también, conoció a quienes estaban en su mismo barco.

En esa ocasión fue salvada por un “drogadicto” un hombre mudo, quién pedía dinero con ayuda de un cartel. Fue el quién ahuyentó a esos muchachos antes de que pasará a mayores, y lo poco que había ganado, no dudo en usarlo para atender a la pequeña castaña.

Gesto que ella devolvería meses después.

Entendiendo, que solamente el más fuerte sobrevive. Quizá ella logro ayudarlo en esa ocasión, y de manera constante se preguntaba que habría pasado con ese hombre.

— ¡¡AHHH!! — un gritó abandono su garganta, interrumpiendo sus pensamientos

— Esa imbecil se está desquitando — a lo lejos Ofiuco las observaba, sentada un una roca grande que sobresalía. «Aunque yo también lo hice, pero hay límites» suspiro.

— ¡Oye Geist! — grito llamando la atención de la azabache. — ¡Ya fue suficiente por hoy!

Margo sintió como su brazo era aflojado, permitiéndole relajarse al menos levemente. Pero aún así, aquel entrenamiento le dejo en claro una cosa.

«Debo aprender a pelear desde cero, olvidar todo sobre ello y aprender de nuevo»

▫️♓▫️

Bosque del santuario.

Adalia admiraba las copas tan verdes de los árboles del lugar y extrañandose porque su maestra lo eligiera como su lugar de entrenamiento.

La guerrera se detuvo en donde los árboles dejaban un espacio circular, en el cuál pasaba la luz del sol.

— Bien. Adalia. —se dirigió a ella con firmeza. — Libera el veneno

— ¡No! — la pequeña seguía abrazándose a sí misma. ¿Pero en que estaba pensando su maestra?

¿Acaso olvida lo peligroso que es hacer eso?

— Adalia, hablamos de esto antes — la mujer se sentó en el suelo, siendo cubierta por la luz solar. — Tienes que vencer ese miedo a dañar a los demás. Por ello mismo no puedes controlarlo sin tu cosmos — quiso explicarle a la de hebras verdes, quien seguía negándose a su petición

— N-no quiero hacerle daño

Mayura solo suspiró ante la negativa de la niña.

Entendía perfectamente. Tantos años siendo inculcada a que era peligroso siquiera estar cerca de las personas, salvo su padre. Con tal de no lastimarlas por culpa de su sangre.

Pero si quería llegar a ser la guerrera de Piscis, debía obedecer y mientras más pronto, mucho mejor.

Pero hoy no es el día.

— De acuerdo. No te obligare a que la liberes — pronunció con total calma, desconcertando a la de orbes grises

— En algún punto lo harás por voluntad propia, si es que quieres mejorar — miro en dirección a unos árboles de su alrededor. — Entonces, hasta que decidas si lo harás, tendremos que mejorar tu resistencia y fuerza. Por hoy quiero que escales hasta las copas de estos árboles

Con terror, la pisciana alzó su mirada, tragando seco al ver la altura de estos.

«Oh rayos»

Con elegancia, Pavo Real dio un salto, para después sentarse en una rama. — Haz al menos unos 30 de estos, así que te recomiendo que empieces ahora. Solo si quieres estar libre para la hora del almuerzo.

Adalia apretó un poco más su coleta y decidida, fue a el primero y empezó a subir.

El reto en sí, era no caer. Ya que muchos de estos árboles ya eran bastante antiguos y parte de sus troncos se despedazaban cuando ella apenas posaba su mano.

Y ni hablar de algunos bichos que se encontraban andando ahí mismo.

Que suerte de esta niña.

♓♈♊

La joven amazona vigilaba con fervor la cabaña designada a Aries, sin embargo, al dar un vistazo, no pudo evitar recordar cuando ella misma comenzó su entrenamiento, sintiendo lastima por esas tres niñas.

Pues irónicamente, las tres terminaron juntas en la misma cabaña.

Pues ni fuerzas tuvieron para moverse del sitio eh ir a comer, al menos las dos que tenían permitido hacerlo, pues la yucateca seguía en el mundo de Hypnos, con sus pies y tobillos vendados. Sin notar a las otras dos que invadieron su cabaña, pues a pesar de que la propia de ellas estaba al frente, la de Aries era la más cercana, teniendo sin saberlo la misma idea, encontrándose Margo a la princesa de Piscis tirada en un rincón de la habitación con vendajes cubriendo sus brazos y parte de sus piernas, sin mencionar las ramas atoradas en sus hebras verdes.

En cambio, está movió su cabeza,  mirando a la castaña entrar con el brazo en un cabestrillo y su labio inferior roto así como un moretón en su pómulo izquierdo, sin mencionar los raspones en sus rodillas. 

La pequeña analizó por un momento a sus dos compañeras, sintiendo que quizá no estaba tan mal a comparación de ellas.

— ¿Día difícil? — pregunto la de sangre envenenada

— Mejor cállate — susurró la otra para con su brazo sano robarle la almohada a Yoko y tumbarse en el piso

— Margo ten cuidado —regaño Piscis

— Ella está bien y ni siquiera reaccionó — con molestia se acomodó para dormir, el cansancio la estaba consumiendo.

Adalia también se recostó a cierta distancia de  Margo, dejando salir un suspiro.

Cerrando sus orbes, para descansar y, tratar de que el hambre pasará.

Así ambas quedaron sumidas en el mundo de los sueños como su compañera.

Pero está despertó agitada, cuando las otras ya estaban profundamente dormidas.

Para ese entonces el sol estaba ocultándose, cosa a la que la azabache no le prestó atención.

Simplemente, escondió su rostro entre sus piernas, abrazandolas y sollozando, por un mal sueño del que la menor no recordaba nada; pero dejando esa sensación de miedo a su ser. Sumándole el punzante dolor en sus pies.

Shoko ya se había retirado en cuanto las tres mujeres llegaron. Pavo Real y Serpiente, acompañaron a Shaina a la cabaña de su alumna al no encontrar a las suyas en la propia. Ofiuco, al estar a punto de abrir la puerta, oyó perfectamente  leves sollozos.





Perdonen a sus ausentes escritoras (〒﹏〒) hacemos lo que podemos. . . Y más cuando estamos con nuevos libros pensando escribir (〒﹏〒)(〒﹏〒) tenganos piedad  

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