Capítulo 6 "Vivo o muerto"
Era extraño... Nada de lo que había vivido parecía normal, los últimos años de su vida, encerrado en esa vida triste y solitaria, en aquella casa, donde no quería hacer ruido alguno al salir o entrar...
¿Por qué había pasado todo eso?...
¿En qué momento lo olvidó?...
¿Cómo pudo olvidarse de la existencia de sus amorosas y alborotadas hermanas?
Y más importante... ¿Dónde estaba su padre?... ¿Por qué pudo activar las cuentas del usuario que él tenía?... Y ¿Qué había sido eso?... El momento en que leyó el diario de su madre... una cantidad de códigos lo bloquearon... como si estuviera dentro del mundo virtual. ¡Esas cosas no pasan en la vida real!
No entendía nada... ¿Estaba vivo?... o ¿muerto?
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Capítulo 6 "Vivo o muerto"
El portal de inicio de sesión se desplegó frente a los esposos. Estaban seguros de su misión, entrar a buscar a su hijo y explicarle la situación, sacarlo de ese lugar... para que no perdiera más tiempo de su vida, pero...
Las palabras mencionadas por Liz eran verdad... Ahora que el tiempo había pasado de esa manera para él... traerlo de vuelta a habitar el pequeño cuerpo de su hijo... y a sufrir el dolor de su afección del corazón... era demasiado cruel. Al buscar su bienestar... al querer retenerlo en este mundo... Lo habían condenado a esa vida, la virtualidad que considera como real y que ha trascurrido alejado de ellos, sin tener idea del inmenso amor y la necesidad de compartir con él, que posee su familia entera.
De haber sabido que eso pasaría... ¿Lo habrían hecho?... Sin duda... aunque fuera unos instantes más... su vida se alargaría... y le permitiría desarrollarse... a verlo morir entre sus brazos, sin oportunidades de nada.
La madre se apoyó contra el tablero de ingreso de signos, tratando de no derrumbarse.
—Perdóname... Kirito-kun...
—¿Qué dices?... —se preocupó al verla de tal modo, que se acercó rápido y la sostuvo.
Era consciente que habían buscado ese bebé por mucho tiempo... y era de igual manera su deseo y culpa... pero al descubrir que finalmente estaba embarazada... aunque se les advirtiera de lo precario y riesgoso del embarazo desearon con todo su corazón seguir adelante. Ahora... simplemente pagaban las cuentas de sus decisiones. Porque así debía ser... viniera como viniera... era su hijo... y lo amaban sin siquiera verlo.
Ahora... estaba del otro lado de la red... con una conciencia llevada por la virtualidad... que le mostraba situaciones de acuerdo a sus vagos recuerdos.
—¿Recuerdas lo que me dijiste... cuando se nos dijo si deseábamos interferir el embarazo? —al escuchar la pregunta, apretó los párpados, sintiéndose impotente, pero asintió.
—Que yo amaba a mi bebé...
—Claro... y por amor a él, es que ha pasado todo esto... entonces no hay nada que debas reprocharte... —al comprender sus palabras de apoyo, se volteó hacia él y lo abrazó con fuerza, lo mismo que él a ella.
—¿Lista?...
Sus orbes avellana temblaron, para acabar decidiéndose.
—Creo que lo mejor es que no entres con tu avatar Undine... porque el nombre de Asuna podría desorientarlo, cuando lo encontremos... había pensado que lo mejor será que no sepa que somos nosotros de buenas a primeras...
—¿Entonces? ¿Cómo va a reconocernos?... —la preocupación se estampó en su mirada.
—Con el tiempo... ¿Sí?... —le colocó una mano en la mejilla, para que comprendiera que su idea era lo más sensato por hacer.
—Tienes razón —le sonrió. —pero... ¿Y tú?... ¿No se supone que Kazu-chan tiene activada tu cuenta?
Kirito sostuvo la mirada de su esposa por un segundo, para luego abrir más grandes los ojos. —Todo este tiempo y no lo había pensado...
—Baka...
—Puedo crear una cuenta nueva... no... me tomará demasiado tiempo.
—¿Otra cuenta? —lo miró extrañada. —Pero si no tienes la cuenta de Kirito, puedes usar la de Cedric, yo usaré la de Erika.
—¡¿Cedric?! —separó los labios, mostrando los dientes, afligido. —Jamás, esa cuenta es una tontería.
—Pues... yo creo que ha subido mucho de nivel... y eso nos serviría, tiene buenos stats y es muy... ágil —asintió por el calificativo que encontró para describirlo.
—No es que vayamos a ninguna batalla... —entrecerró los ojos el pelinegro.
—Por favor... no podemos perder más el tiempo aquí... —lo apresuró, suplicante. Era verdad... tenían que entrar lo más pronto posible, por lo que muy de mala gana, terminó por asentir.
Una vez codificados los nombres, la luz los engulló y se encontraron al instante en las afueras del territorio Sylph.
Las botas negras del espadachín, aterrizaron sobre el suelo de tierra, sacudida por el viento a su entrada la gabardina del mismo tono, para acto seguido ser movida nuevamente por la cola de espero pelaje negro que se movió bajo la tela.
A su lado, Erika, que era más baja que él, dio dos pequeños saltos. —Se me olvida lo cómodo que es vestir de Erika —fijo sus ojos azul-verdoso en él, visualizando con una sonrisa en su rostro, las orejas gatunas que sobresalían de los cabellos de su amado y se movieron hacia atrás, evidenciando su molestia.
Cedric levantó una ceja, mientras su mirada dorada se posó en ella. —Ya deja de verme...
—No puedo... —sonrió divertida.
—Te lo dije, tú usas este avatar solo para jugar a tonterías... por eso no quería... —la miró disgustado.
Aunque era verdad que sus orejas y cola le referían como miembro de una raza, diferente a la de su avatar principal, con el tiempo, había aprendido a usar todos sus atributos, sin perder lo primordial en un jugador como él, la velocidad de sus movimientos y fuerza, además de conservar su apariencia lo más parecida a la del mundo real a petición de su esposa, por lo que sin duda era más alto que ella y el color de su piel era idéntico.
Al verlo molesto, caminó el espacio que se había distanciado de él y lo tomó por el rostro con ambas manos. Había deseado hacerlo durante todo el tiempo que permanecieron discutiendo su forma de entrada al juego. Sabía que podía confiar a plenitud en él. Kazuto dentro de Cedric lo comprendió, no era tiempo para enojarse, por lo que sonrió.
Al juntarse aún más, llegaron a besarse, con naturalidad y deseo, como siempre lo habían hecho.
Y tal vez esa era una actividad de la que nunca se cansarían. Pero tenían un objetivo.
—Busca en tu lista de amigos a Kirito... veamos donde está —prosiguió tras separarse y según su indicación, así lo hizo su esposa.
—Ahí está... —temblaron sus ojos maternos al visualizar el punto en el mapa.
—¿La ciudad del inicio?... —la miró extrañado.
—Como sea, vamos —empezó a correr para terminar sacando las alas esmeraldas, lo mismo que él, cuyas alas negras se desplegaron al seguirla.
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Luego de haber sido liberado del congelamiento, por un cristal, gracias a la princesa de fuego, el ser que fungía como Kirito, estaba sentado, apoyando la espalda contra el respaldo de una banca, en la ciudad de los inicios, aún apenado por la forma tan... directa y física en que ella lo salvó. Halándole los brazos hacia afuera de aquel agujero. Se sentía tan tonto que no se atrevía a levantar la mirada, pero se vio obligado a hacerlo, al sentir la mano que lo tomó por el mentón y elevó su rostro unos centímetros.
—Ya quita esa cara —la sonrisa jovial y a los ojos de Kazuto, preciosa, lo llevó a sonreír del mismo modo. —¡Eso es! ¡Esa es la actitud! —celebró la salamander, pero sin soltarlo. Había quedado prendada de lo maravilloso de su avatar negro brillante. —En verdad que es hermoso... —dijo sin pensar.
—¡Her!... ¿Eh?... —trató de controlar los nervios, no estaba para nada acostumbrado a tales palabras.
—El avatar... las ropas de Kirito... me pregunto de dónde las sacó... yo llevo mucho tiempo jugando a ALO y nunca había visto algo como esto... —tomó la tela de la manga, del chico, para luego soltarla y tomar tela de la parte baja de la gabardina y luego soltarla.
—No tengo idea...
—Claro, y cómo podrías... —se cruzó de brazos —lo bueno es que contamos con algo como esto y seguramente es muy poderosa, de seguro aumenta muchísimo la defensa y esas cosas. Mm... —se le quedó mirando al rostro, lo que lo sonrojó.
—¿Y ahora qué?...
No pudo esperar a reaccionar más, cuando ya lo estaba tocando, había posado su mano enguantada de rojo, en la mejilla del pelinegro y rascó con su uña del dedo pulgar sobre las estrellas estampadas en su piel, provocándole cosquillas.
—Jaja, no hagas eso.
—¿Será una especie de tatuaje?...
—¿Tatuaje?... ¿Qué? ¡¿Tengo algo raro en la cara?! —se espantó y levantó del asiento.
—¿No te has visto? —buscó inmediatamente un espejo en su inventario y se lo pasó.
—No... sabía que mi papá tenía estos gustos raros... ¿Por qué se tatuaría estas cosas en la cara?... ¿Habrá manera de borrarlas? —bajó el espejo preocupado.
—Pero miren quien está aquí... nada más que el Blacky sensei... —aterrizaron veloces a su alrededor una escuadra de cinco salamanders. —No pensé que tú también fueras una de sus perras, Fire... Así que por este imbécil es que no has venido al gremio...
—En primer lugar... ¡Nadie me llama así y vive para contarlo! —desenvainó su espada y lo señaló con ella. —Y en segunda... si no he ido al gremio es porque no he querido, estoy cansada de estar haciendo todas las misiones y ustedes se vean beneficiados a mi costa.
—¿Y entonces qué? ¿Ahora trabajas para él?... ¡No te das cuenta que es solo un aprovechado! Este malnacido ya tiene mujer desde hace muchísimo tiempo, que no te engañe.
¿Cómo responder a eso?... No podía contarles que ese a su lado no era el verdadero Kirito... No expondría a Kazu-chan de esa manera... si era descubierto... sin duda muchos vendrían a matarlo por el placer que ese simple hecho les daría. Conocía muy bien la leyenda que era, pero... ¿Por qué todos ellos lo conocen? ¿Acaso Kirito... es decir... el papá de Kazu-chan no estaba muerto, hace ya tiempo?
—No está permitido el sostener una batalla en las zonas seguras... —adelantó un paso a su amiga, el joven de negro. Aunque no tenía idea de quienes eran esas personas, le molestaba demasiado que la trataran con esa familiaridad vulgar.
—Vaya... Hasta que habló el señor... pensé que todo el tiempo te la ibas a pasar detrás de su falda. ¿Dónde está la Berserker Healer eh? ¿O te pareció más rico este durazno? —Al escucharlo... fue como si algo se encendiera en su interior... no quería oírlo... no iba a hacerlo. No notó el instante en que su brazo brilló en un destello verde, que acto seguido golpeó al salamander, mandándolo a rodar algunos metros.
—¡Ahh! ¡Bastardo! —se levantó, en medio del polvo. —¿No eras tú el que dijo que aquí no se permitían las peleas? ¡Aunque me golpees, mi HP no bajará idiota!
El sonido del impacto de una presencia que cayó del cielo, seguida de otra con menos estruendo, desequilibró a todos los presentes, que cayeron al suelo, sentados.
—Ya saben las reglas... las batallas dentro de la zona segura, están prohibidas y son deshonor... —la voz masculina, bajo aquella túnica negra, llamó la atención de todos los presentes. Aunque su cabello estuviera cubierto por la tela, los orbes dorados se distinguían con la fuerza que su mirada caracterizaba, mientras la cola de espeso pelaje negro se movía tras sus piernas.
Aunque no tenían idea de quien fuera, lo miraron con respeto y tomando vuelo, los salamanders se alejaron.
Cuando el encapuchado se volteó para ver a los restantes, se encontró con su amada, hundida en lágrimas, agachada en el suelo.
—¡As... Erika! —corrió a su lado y doblando las rodillas, le colocó las manos en los hombros.
—Estaba... ¡Estaba ahí! —señaló con ambos brazos el lugar, donde segundos antes yacían Kirito y la Fire Princess.
—No sé que estaba pasando... pero si se estaban defendiendo en la zona segura... es porque tenían miedo... fue un instante... pero yo también lo vi... —cerró los ojos al recordar el segundo en que al sobrevolar la zona, con su vista aumentada gracias a su raza, pudo notar al Starlight parado en medio de la plaza, junto a la chica Salamander de larga trenza.
Aunque sus facciones no fueran exactamente iguales, se parecía muchísimo a él.
—Necesito verlo más... Necesito hablar con él... Kirito-kun.... —se abalanzó contra el pecho de su marido, quien la acogió. No tenía idea de lo duro que sería... verlo... así...
Las palabras de Yui eran ciertas... su pequeño... su Kazu-chan ya no existía... era un jovencito no mayor que el mismo Kirito al encontrarse dentro de SAO. ¿Por qué?... ¡¿Por qué siempre la vida en la virtualidad tenía que cobrarles saldos tan costosos?!
—Sigamos buscándolo... —le sugirió al oído, a lo que ella asintió, despegándose de él, pero al buscar en su mapa de rastreo, notó que se había desconectado, por lo que sus ojos se aguaron nuevamente.
—No está en ALO... —informó, llevándose ambas manos a cubrir el rostro. La gente que pasaba los veía, extrañados por tal pareja, con apariencia poderosa y lastimera a la vez.
—Nosotros igual... deberíamos irnos... —la ayudó a pararse.
—No quiero... quiero estar aquí, para cuando Kazu-chan y su amiguita vuelvan a conectarse... —explicó tratando de soportar la impotencia.
—Está bien... —le sonrió. Estaba dispuesto a ser su apoyo, era algo demasiado importante para los dos. —¿Quieres ir a la cabaña?... —la miró dulce, a lo que limpiándose las lágrimas asintió.
Resultaba extraño... El propósito de esos avatares siempre había sido pasar desapercibidos y juntos... disfrutar de su romance secreto para el mundo, sin ser asediados por su poder, ser simplemente ellos... una vez más... Mientras las demostraciones del amor entre sus almas y cuerpos se materializaban, en aquella cabaña, que desde siempre fue su refugio.
Pero esta vez... la unión entre sus almas era el dolor... y entre sus cuerpos, el consuelo...
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Era de esperarse... tras el sin fin de emociones y tensiones de ese día, se había quedado dormida, minutos después de haber llegado a la cabaña.
Se había acostumbrado a la apariencia de Erika, por lo que el espadachín pasó su mano suavemente bajo el mechón de cabello que le caía sobre la frente. Odiaba verla sufrir... pero ambos debían entender que lo que estaba pasando era real.
Observar el rostro de su esposa le trajo recuerdos pasajeros de cómo inició todo, que le llevaba a preguntarse si realmente fue lo correcto...
—Liz... está embarazada... y no sabes cuánto me alegra la noticia, pero... eso hace que me pregunte por qué... nosotros no podemos... ¿Hay algo tan mal en mí?...
—No había nada mal... Asuna... —apoyó su cabeza sobre la almohada y continuó mirándola.
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En la misma posición en que se había quedado mirándola, abrió los ojos despacio, sorprendido al notar que se había quedado dormido. Atraído de vuelta al sentir el toque de las manos de su esposa sobre su cola gatuna.
—¿Qué haces?... —aún adormilado se dio la vuelta, para quedar completamente tumbado sobre la cama.
—La advertencia de código anti crimen se desplegó cuando intenté tocarte... —respondió, con el tono de voz un tanto molesto. —¿Por qué?
—Mm... —se frotó los ojos con una mano. —Perdona... —se sentó, mientras ella esperaba una explicación. Le parecía de lo más raro, cuando comúnmente hasta sus códigos de ética yacían pinchados para no molestarse en activarlos.
—Me olvidé de desactivarlo... es que sabes... estoy cansado de que todo el mundo me quiera tocar la cola. —Tomó la mencionada entre sus manos. —Realmente es una molestia, por eso opté por repeler, no era mi intención que pasara contigo... —hablando y corrigiendo a la vez, pinchó en liberar de supresión.
—¿Y qué querías tocar? —preguntó, para luego bostezar.
—¡Bakaa! —tomó una almohada e iba a golpearlo con ella, pero se detuvo. —No puedo creer que con tantos años juntos... aún me pongas en esos aprietos... —bajó la mirada y sonrió de lado.
—Es porque tu ternura jamás te abandonó... —colocó su mano sobre la mejilla para elevar su rostro y que lo viera.
—Está bien eso de activar la protección para que nadie más te toque... —dijo seria. —Me encanta ser yo la única que pueda —sonrió.
—Por supuesto... —esperó el momento en que ella se acercó lo suficiente para besarlo y le correspondió. Pero tuvo que retroceder en su acercamiento de manera nerviosa, al sentir esa característica extraña, que recorría por su columna cuando le apretaban la cola.
—Asuna... —la miró preocupado, de pensar que estaba malinterpretando las cosas... pero si empezaba a provocarlo...
—Kirito-kun... ¿Estamos unidos en esto no?... —lo soltó. —Me da miedo pensar... que las demostraciones del amor, estén sujetas a momento y lugar... cuando en realidad... mientras más unida a ti me siento... me hace más fuerte... más tranquila...
—Somos uno... Asuna... —respondió con la misma convicción, —siempre lo hemos sido... —sonrió, al igual que ella.
Respaldando momentos después su profesión de amor una vez más, despojados de sus vestimentas, abrazados y saboreando sus labios entre sí, mientras ella yacía sentada sobre él, apoyando las rodillas y piernas sobre la cama.
Al abrazarlo y sentir su espalda entre las manos, entrecerró los ojos, con lo que sin pretenderlo, notó como se le habían erizado los vellos de la cola, por lo que sin intenciones más allá de observarla más de cerca, la tomó en la mano.
—¡AHHgh...!
El grito ahogado, secundado por el cese de movimientos la preocupó, pero al sentirlo jadear sobre su hombro, comprendió.
—¿Eso, se siente bien?... —hundió sus labios en la clavícula de su amado.
—...De muchas formas —logró articular. —Pero... ya no lo hagas...
Al escucharlo sonrió y empezó a frotar la cola con su mano.
—¡AHHHHHGH!
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Mundo alternativo—Proyecto Magnus Medicuboid.
Tras haberse desconectado de ALO junto a Reika, Kazuto, había regresado a la integridad y seguridad de su habitación y yacía recostado sobre la cama, aún sin ponerse sus anteojos, por lo que el techo se observaba levemente borroso.
El teléfono, como siempre, era la única interrupción. Al tanteo sobre la mesa a su lado, lo tomó.
—Reika —dijo al instante, sin esperar a escuchar si realmente se trataba de ella.
—Kazu-chan —y efectivamente lo era. —¿Cómo estás?...
—Estoy bien... aún un poco sorprendido por todo lo que sucedió... —miró su brazo, recordando el momento en que el avatar de Kirito, brillo en resplandor verde, para darle la fuerza necesaria para golpear al contrincante.
Pero sobre todo... el rostro de la mujer Syph, que lo miró... como nadie lo había hecho jamás. No sabía como internalizarlo... ¿Qué era esa expresión de necesidad y felicidad en su rostro?
—¿Kazu-chan?...
—Creo... que necesito dormir un poco... —cerró los ojos despacio y sin colgar la llamada, quedó dormido sobre la cama.
—¿Kazu-chan?...
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Realidad —Hospital Central de Yokohama.
El pequeño de cabellos negros, conectado al programa, recibía el medicamento inyectado, a través de la vena, mientras sus hermanas lo veían por el cristal.
—¿Qué le están poniendo a Kazu-chan?... —preguntó preocupada Hime.
—El médico me dijo que iban a sedarlo... porque su presión estaba... —su tío que había llegado a cubrir turno, suspiró, al ver el rostro de las niñas, que no parecían comprender. —Para que duerma mejor.
—Oh... —apoyó las manos en el cristal Yuuki. —¿Y cuándo va a despertar mi hermanito?...
Kazuki se sentía cada vez más acorralado, la verdad es que no tenía idea... nadie la tenía, pero sabía que Kazuto y Asuna, harían lo que fuera para traerlo de vuelta a esta realidad.
—Pronto... —Y en verdad era algo que deseaba... el solo hecho de pensar en que el pequeño pasara más tiempo de su vida así era devastador. Había vivido una experiencia parecida en carne propia y de ninguna manera se la deseaba a nadie, las marcas en sus muñecas se lo recordaban todo el tiempo y a la vez... le hacían dar gracias a la vida por poder seguir... día a día una vez más.
—¿Tío salsa nos compras helado? —preguntó la pelinegra, siendo apoyada por su hermana que sonrió de oreja a oreja.
—¿No creen que ya están grandes para decirme así?... el chiste ya pasó hace mucho... —se levantó junto a su ceja.
—¡No seas malo, Kazuki! —lo tomó una de cada mano y lo llevaron por su pedido.
—¿Qué? ¿Y ahora me llaman por mi nombre?
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Continuará...
SAO, GOLD Butterfly, Capítulo 7 "El resplandor del oro"
Ok... 50 millones de años luz después... pero aquí estamos.
Jaja yo tuve que volver a leer todo lo que iba de la historia para poder continuarla xD
Aunque nadie lo lea, esto es un logro personal )? xDDD
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