Capítulo Final.
Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, créditos a sus respectivos creadores.
—Por qué la rabia de antes no me hizo preocupar y ahora esta forma de actuar lo ha hecho? —se preguntó el hakaishin al ver esos ojos plata señalarle y ese cabello negro mecerse con las secas brisas del viento. —Es cómo ese día... — bills pensó, intimidado por esa apariencia ¿y cómo no impresionarse? pues alcanzar tal estado era algo que muy seguramente iba más allá de su entendimiento, ser capaz de cortar todo lazo de esta manera era simplemente aterrador y luego de ello el golpe vino, tan repentino y poderoso que por vagar en sus pensamientos no lo pudo esquivar y con ello Cus comprendió el error de los dioses, porque no se enfrentaban a un mal de un pasado remoto, se enfrentaban a la calamidad que ahora se había emergido de un grotesco dolor causado.
—¿Cómo es posible que pueda despojarse de todas las emociones de odio que debieron haberlo consumido? —Cus se cuestionó, tal apariencia podía recordarla de aquel lejano torneo que se presentó, pero ni de lejos se trataba de aquella técnica con la cual los ángeles nacen, era más bien una versión retorcida de lo que antes vio, porque la energía maligna continuaba invadiendo ese cuerpo, pero la inexpresión con la cual la manejaba, era tal que podría decirse se había convertido en una marioneta.
Bills se levantó de los escombros un tanto aturdido y por ello mismo posó su mano en la mejilla que había recibido el impacto. —Es muy fuerte... —susurró y levantó la mirada. —Pero no debería preocuparme, si fuera el de aquella vez sí que debería considerarlo, esto es algo que puedo manejar por mi cuenta. —concluyó y comenzó a elevarse por los aires.
—Veo que eres fuerte, debí imaginarlo, los dioses son fuertes, en verdad son fuertes ¿no es así?... —exclamó el menor apuntando a bills con su dedo, pero ahora ni siquiera sus ojos señalaban a la deidad, más bien se perdían en cualquier otro sitio, eran ciegos aunque pudiese ver.
—Ya basta, ¡es hora de irte a dormir! —bills habló y disparó un ataque que impactó contra el cuerpo de Gokú, uno tan potente que no pudo esquivar y el joven terminó por yacer en un gran cráter, pues estaba yendo contra un poder superior que ni él sería capaz de imaginar, pero aún con ello, a pesar de estar siendo atormentado por el dolor, el árbol continuó ignorando al joven y nunca acercó una de sus raíces a ese cuerpo y poco tiempo después el chico volvió a ponerse de pie.
—Es muy poderoso... necesito más fuerza —susurró e inclinó su cuello, un gesto que dejaba ver la poca cordura que tenía, y su petición fue accedida, porque ante los ojos atónitos de las deidades, el árbol le concedió más de aquella energía que ha albergado en lo profundo de su árbol, todo el poder que debería pertenecerle desde un inicio.
—¡Esto es imposible! —exclamó bills ante el inesperado evento y Cus también se impresionó dejándolo ver en un pequeño gesto, pues a través de sus sentidos podía percibir claramente cómo ese cuerpo se abastecía y desprendía más y más poder, era completamente irreal.
Pronto, nuevamente se dirigió a bills y voló hacía el hakaishin que mostró un seño de molestia, pero a pesar de verse más poderoso, estaba claro que alcanzar a la deidad se le encontraba lejos, porque no importaba cuantos golpes o ataques lanzase, eran inferiores en todo aspecto y una y otra vez terminaba derrotado, sin embargo el miedo de bills crecía y crecía y su cuerpo temblaba cada vez más a tal punto que retrocedía cada vez que goku se levantaba lastimado como si no quedase inconsciente o sufriese por los ataques, en realidad no sabía contra lo que luchaba.
—A este punto terminaré por matarlo... —susurró no pudiendo contener la preocupación que se le escapaba de sus gestos en sudor frío que se estrellaba contra el suelo, atragantándose con su aliento.
—Necesito más poder... necesito matarle —continuaba murmurando el joven que sin siquiera levantar la mirada se preparaba para atacar una vez más.
—¡Mírate en lo que te has convertido! — habló el hakaishin ante esos comentarios. —¡¿Has renunciado a tú humanidad por un capricho como este?! —demandó saber y el chico se levantó mientras la sangre se escurría de su boca. —¡¿Por qué no aceptas que ese no era tu destino?! ¡¿por qué no aceptar que no puedes ir en contra de la voluntad de los dioses?! ¡¿por qué no?! —le exclamó bills con fuertes gritos e inesperadamente el saiyajin se recompuso.
—Yo no siento nada... —susurró él limpiando la comisura de sus labios y regresando su mirada al suelo. —No tengo miedo, ni siento enojo, solo siento placer, cada golpe que logro acertarte me llena de vida, tratar de matarte es lo único que causa una especie de sensación en mí... —exclamó y apretó sus puños con fuerza, llenando su cuerpo de más poder, del poder que el árbol le otorga y de repente tosió sangre que manchó con su rojo color el suelo, —Nos has quitado todo... entonces no soy nada, solo quieres atarnos de regreso al tronco ¿verdad? —continuó, abasteciéndose de más y más poder y por ende haciéndose más daño.
—¡¿Qué es lo que pretendes?! —alteradamente observó esa escena y demandó saber una respuesta.
—Par vencerte necesito más poder, el árbol tiene mucho, tiene mucho más — respondió el saiyajin y sus pasos se reanudaron contra el hakaishin.
—¡Estás loco, ese cuerpo no es apto para soportar tanto poder! ¡¿acaso quieres morirte?! —cuestionó la deidad, pero para su sorpresa, el otro levantó su mirada y mientras le detallaba, inclinaba su cuello de un lado al otro.
—Mientras consiga matarte... morir no me importa —respondió y la sangre comenzó a escaparse de sus párpados, manchando su blanca esclerótica en ambos orbes y ese mismo líquido se escurrió por su piel, dándole una imágen más tétrica a su rostro frío. —Mi poder no es suficiente, entonces, si sacrificar mi cuerpo es lo que debo hacer para obtener más, simplemente debo hacerlo... —Continuó sin mostrarse preocupado.
—¡No podrás!, ¡no podrás tener contigo todo el poder del árbol, no seas idiota y para! —vociferó la deidad y se acercó evadiendo un potente golpe que rozó su mejilla, y luego impactó en el cuerpo del niño una y otra vez, fuerte con la intención de inmovilizarle, pero a pesar de sus golpes y su inconmensurable fuerza, el cuerpo del chico nunca quedó inconsciente y aunque se estrellase una y otra vez contra el suelo, siempre se volvería a levantar. Aunque sus heridas le ordenasen ceder, gokú siempre se recompondría.
—¿Y crees que la muerte me asusta? —mientras se levantaba del destruido suelo, una vez más lanzó esa cuestión. —Has matado a todos, si muero podré ir con ellos, si muero podremos descansar de todo esto, la muerte es uno más de nuestros deseos, es el camino que todos recorren y podría estar en paz, tal vez pueda recorrer mi propio camino después de eso... — en un momento de calma esas palabras nacían y aunque se dirigía a la deidad pareció convertirse en un pensamiento propio, incluso notaron que los ojos se le tornaron negros momentáneamente, pero luego se abalanzó hacía Bills que se preparó para continuar, pero un bastón le ganó el golpe y Cus arremetió con fuerza en el cuello del saiyajin y le tumbó, tal vez su técnica sea efectiva y haya terminado con esto, pero la realidad fue otra cuando la voluntad del chico le levantó una vez más.
—Esto es malo, en verdad está impulsado por ese imparable deseo, no hay forma de pararle, el poder terminará por matarle y ya no es un humano, está completamente vacío... —Cus exclamó al ver el deplorable estado del saiyajin que continuaba, derramando la sangre de su boca observando cómo la piel se abría dejando ver la carne y huesos que derramaba más y más líquido, detallando esos ojos que deslumbraban bajo la sombra de su ya irreconocible rostro.
Esta situación solo mostraba un camino sin salida, pues aunque bills no hiciese algo, él terminaría por morir.
—¡Deja de hacer esto idiota!, ¡lo que los dioses te hicieron era por tu bien! —vociferó el hakaishin, pero ello no causó que el lento caminar del saiyajin se detuviese. —No necesitas nada de esto solo debes dejar que el árbol te purifique, todo volverá a la normalidad! —exclamó la deidad mientras esquivaba los golpes que aquel lanzaba, con grises retinas rodeados de un rojo como la sangre que se derrama de ese cuerpo.
—¿Por mi bien?— preguntó inexpresivamente —pero me arrebataste todo... —susurró exhausto y aquella espesa aura comenzó a hacerse visible que dejaba notar el poder que aún permanece latente en él. —¿Iba a casarme sabes? — le comentó y esa declaración hizo abrir los ojos del destructor.—tenía amigos, tenía a kaguya, tenía un motivo de vivir, e incluso íbamos a morir satisfechos, me arrebataste incluso eso... —continuó y luego extendió su mano hacía el horizonte y un objeto navegó por el aire hasta posarse en sus ensangrentadas manos. —lo único que nos queda, es este báculo... ¿nos lo arrebatarás también? —preguntó en un tono quebrado y nuevamente su mirada descendió al suelo, los lábios se le fruncieron pareciendo que soltaría un llanto y bills continuó paralizado. —Me arrebataste a mi familia... —esa última frase fue repentina y se apagó cuando una fría brisa la opacó, pero fue perceptible para todos.
—Gokú... — susurró el destructor, sin verse capaz de dar otra respuesta.
—Ustedes los dioses son quienes me condenaron a esto, ustedes son quienes me arrebatan todo lo que quiero, incluso mi humanidad y me torturan de esta forma, siempre los he despreciado, siempre los he querido conocer para matarlos, pero en especial quiero matarte a tí, es algo que me impulsa a levantarme, corre por mi sangre, es como si esta no fuese la primera vez que me haces todo esto.
Ante esas declaraciones, el sudor de bills recorrió por todo su rostro y luego miró a la hermana mayor de whis.
—¡Haz algo! —le exigió, pero la dama negó con su cabeza, porque era el poder del árbol el que le daba fuerzas y le controla, no es algo que se pueda manejar y ni ella puede ir en contra del poder que su padre impuso sobre esas tierras en aquel lejano pasado, solicitar ayuda sería tardado sea como sea, el chico moriría por el poder que le consume hasta que la ayuda llegue si es que su padre está en camino ya, pero bills debería saber todo esto, debería estar consciente de que todo terminó, aunque, si lo pensaba parecía haber una forma de detener todo esto y era evidente.
Momentos después el único sonido presente en el lugar era el que generaban los pesados pasos del chico sobre la tierra, de no ser por ello el silencio sería más profundo un ambiente frío que se extendía mientras la piel del joven se desvanecía y los músculos se el desgarraban, un deterioro que no podría detenerse, por ello mismo era fácil intuir que el final le llegaría a ese joven.
—Supongo que esto es todo —comentó el hakaishin con su grave voz y comenzó a avanzar hacía el que una vez fue el dios super saiyajin que tanto buscó. —Por favor, dile a tu padre que si hay un deseo para gokú, considere lo que de verdad pudo haber sido lo correcto, dile que me disculpe por no dejar un sucesor y por lo irresponsable que fui —continuó a medida que se alejó dejando atrás al ángel con apariencia de niña un poco confusa.
—Qué es lo que hará señor bills? —preguntó ella.
—Solo le ayudaré a cumplir con sus objetivos, tal vez eso ayude— respondió y levantó la mano para agitarla levemente. —Despídete de whis por mi —fue las últimas palabras que le dirigió, fue entonces que el ángel supo a lo que se refería y comprendió el razonar de esa deidad, muy posiblemente habría encontrado el único camino y le sorprendió que ya lo estuviese considerando, solo pudo desearle buena suerte.
—Si, yo fui quien te condenó a todo esto! —exclamó bills a las declaraciones del saiyajin mientras sus pasos le acercaban rápidamente al chico. —soy el causante de todo lo malo que te ha ocurrido y si has decidido matarme, entonces hazlo, mátame y termina con esto, ¡veamos si puedes lograrlo! —vociferó, siempre con la risa marcada en su rostro, y luego de ello un potente golpe acertó en su abdomen ante las provocaciones que lanzaba. Ahí mismo un potente ataque de esa extraña energía que gokú desprendía se desató y le mandó a volar, y el saiyajin no se detuvo lanzó golpe, tras golpe, tras golpe, impactando con potencia los ataques, que le causaban sufrimiento incluso a él, pero bills poca resistencia mostraba.
Tal vez en el fondo no quería pelear, tal vez su único motivo de vivir también se iría con este momento, con la muerte que tanto ha deseado tener en manos del guerrero que por su culpa fue apresado en tanta tortura, tal vez debió ser así, porque sus pecados en realidad nunca serían juzgados por alguien ni tampoco se le permitiría morir, simplemente en un punto creyó esta sería la mejor solución porque comprendía que aquel odio que una vez se le dirigió nunca desaparecería, seguiría tan presente como la cicatriz que permanecería después de una profunda herida ni tampoco lo haría con su muerte, la existencia del ser con el que ahora batalla es clara prueba de ello, pero solo así, solo así todo lo que conformaba al antiguo gokú desaparecería por completo y la razón es que no todos podemos ser la misma persona de ayer y ese era el error que los dioses habían cometido, una mente humana puede ser tan frágil que incluso ellos no la comprenden a la perfección y por ello mismo la luz volvió a nacer fuertemente una vez más y el dolor se desvaneció y la luz de sus ojos se apagó.
El cuerpo de bills yacía a los pies de gokú, que con su mirada muerta se dejó caer de rodillas en el destrozado suelo, sus manos tan rojas brillaban con el soleado día que se alzaba sobre su cabeza, el jadeo era constante y el temblor de sus dedos se había presentado, pero pronto el cansancio pareció desaparecer y se quedó inmóvil como una estatua siendo el viento el único que mecía su negro cabello.
—¿Esto es lo que querías? —preguntó el ángel, pero el chico no respondió, no desprendió algún sonido. Se limitó a observar el cuerpo del hakaishin y el ángel se preguntó qué era lo que podría ocurrir en esa cabeza y era fácil saber lo que podría pasar, si era un ser carente de emociones era obvio que no ocurriría nada, ni el árbol podría ahora tocarle, pero se equivocaba y lo supo cuando se acercó y observó ese rostro que derramaba lágrimas que se mezclaban con la roja sangre que se escapaba de sus ojos.
—Esta muerte, es lo único que no se me ha arrebatado —él comentó con débil voz. —Pero... en mi corazón solo hay tristeza ahora, solo quiero morir... —exclamó y las raíces se aproximaron a él lentamente, aprisionándole porque las amargas lágrimas muestran el vago sentimiento por el pasado que no puede recuperar.
—Morirás con todo lo que te causa daño, morirás cuando no tengas recuerdos que te hagan sufrir, sólo entonces podrás ser feliz —ella le explicó y luego, esos rojos orbes se levantaron con una mirada que le confrontaron.
—Pero eso solo será lo que los dioses quieren, solo soy presa de sus deseos ¿No es así? —le preguntó y poco a poco él fue atraído al tronco del árbol que debía encontrarse en algún lugar del planeta.
Sin red alguna que le permita propagarse a mayor magnitud todo regresaría a como era antes, volviendo a atarle de nueva cuenta al tronco en el cual siempre debió estar, sin embargo algo le dejó claro a ángel en ese momento y es que no se puede dirigir el curso que una persona tomará a lo largo de su vida y gokú era una clara prueba de ello, a partir de este punto y en realidad, nunca podrían corregir los errores de los dioses, ni aunque regresasen el tiempo a tal punto en que todo ocurrió, comprendió entonces que condenarle a olvidar era el peor castigo, de ahí que solo se aplique a las almas que están destinadas a reencarnar, porque de eso se trata renacer.
Pronto todo estuvo inundado en silencio y los pasos de Cus se dirigían lentamente al tronco del árbol en dónde notó aquel par de cuerpos atados a su corteza, siendo presa del olvido eterno y detalló a la perfección ambos rostros, dos personas que son la misma de alguna u otra forma y tres consciencia que comparten un mismo destino y que muy probablemente se vuelvan a unificar para cuándo aquellos ojos se abran nuevamente, en ese punto ni ella podría saber en verdad cuál sería el próximo movimiento de los dioses, pero en el fondo deseó que las vidas que fueron negadas pudiesen serle regresadas.
De pronto, un destello deslumbró sus ojos, una luz que provino de un objeto que descendía lentamente reflejando la luz del sol y que navegó por el aire hasta posarse en sus manos, una rosa de origami que empujada por la brisa llegó a su posición de alguna manera, era una Blanca flor que ahora solo forma parte de un trágico y feliz pasado, de alguna manera podía sentirse el olor de la lluvia.
Goku y el mundo ninja - capítulo Final.
Las aves cantaban melodiosamente en todo lugar, los rayos de luz se colaban por la gran arboleda y el día era frío, nublado y gris.
Unos rápidos pasos se estrellaban en la hojarasca que teñía el suelo de un tono rojizo, pues el otoño se hacía próximo y con ello el invierno le seguiría, tal vez por eso mismo el aire era tan molesto.
—Debe ser por aquí... — susurró una voz un tanto angustiada por el entorno, había caminado mucho y para un niño le sería difícil. —No debiste practicar el jutsu de invocación sin un contrato, si que eres tonta... —se maldecía y refunfuñaba. Luego de ello simplemente continuó, hasta que la luz se hizo más intensa metros más adelante, pues era el sitio en donde un pequeño claro nacía.
Sí podría recordarlo por algo, sería por el inusual color de las hojas que aquel árbol tenía, pues eran tan rojas que parecía no eran causadas por la estación presente, aún con ello las mismas se esparcían sobre la suave hierba que crecía en los alrededores, descendiendo una a una dejando al desnudo poco a poco las secas ramas del madero.
Admiró el lugar y se asombró, inmediatamente se tumbó sobre la hierba y comenzó a rodar, bastante emocionada por encontrar el sitio, pero para su mala suerte, no parecía estar sola.
—¿Quién eres? —repentinamente una voz preguntó y la niña se exaltó ante el chico que apareció un par de metros más allá, mirándola con detenimiento, de repente la brisa sopló cálidamente mientras los pares de ojos se encontraron y no se separaron entre sí, de alguna manera parecía ser hipnotizante.
—Lo siento. —contestó ella. —Es que este es un bello lugar, me recuerda algo, aunque no he estado aquí nunca —continuó y sonrió al ver la negra cabellera que era mecida por el viento que provenía desde algún lugar remoto, extraña y puntiaguda que de alguna manera le cautivó.
—Eso es raro, he estado aquí y no he visto a nadie más — Contestó el chico pelinegro mientras observó el rostro de la joven y soltó una risita mientras cerraba sus ojos, parecía emocionado por conocer a alguien más.
—¿Entonces estás solo? —la chica cuestionó mientras se sentó relajadamente en el pasto que parecía estar algo seco. —¿También te perdiste? —.
—Así es. —contestó él.—Debí golpearme la cabeza, porque no recuerdo cómo llegué aquí —continuó diciendo y rascó su cabeza a medida que se reía. —Mi nombre es gokú.
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