Capítulo 80 - Recuerdos.

Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, créditos a sus respectivos creadores.

Un destello se vio nacer desde el occidente, no hubo temor en cada mirada que detallaron, ni el par de rinnegan de su contraparte, ni en ningún otro shinobi que le acompañase, pero eso no era lo que le molestaba, pues el fastidio provenía de esa sonrisa que intentaba burlarse de él con cada segundo que permanecía abierta.

—Bien, esto será sencillo —exclamó el Son al resto del equipo restante. —Yo iré por el más fuerte, ustedes encárguense de madara e intenten impedir que efectué el tsukuyomi —explicó el pelinegro.

—La única manera de hacerlo sería arrebatando el rinnegan de madara, con el poder del diez colas será complicado, no lo hagas sonar tan fácil —dijo obito.

—Pues si estás opinando significa que estás con nosotros ¿no es así? —contestó el saiyajin y el hombre chasqueó su lengua, tal vez solo lo hacía por conveniencia, después de todo fue utilizado y tirado como basura por sus aliados. —serán todo un escuadrón en contra de madara, yo iré solo y no me estoy quejando —continuó el pelinegro.

—lo dices como si nosotros tuviésemos que hacer todo el trabajo, que no puedes encargarte de eso y venir a ayudarnos después?! —le reclamó naruto con algo de molestia.

—La verdad ganarle no es una opción para mí —respondió gokú—. En realidad, no soy tan fuerte y ya me derrotó una vez, aunque tenga estos ojos estoy en desventaja, así que no esperen mucho de mí —terminó de contestar, dejando en claro su posición en este lugar.

—Mientras apartes a ese monstruo del campo, ya nos las apañaremos —dijo el primer hokage estirando su cuello, preparado para el combate que se aproximaba.

—Contamos con su fuerza — dijo minato y el pelinegro asintió, preparó sus armas y señaló al otro que claramente no estaba de acuerdo con esta posición.

un momento de silencio se presentó otra vez, el equipo siete, los kages resucitados, el equipo Guy y obito se prepararon para lo que sea podría venir y el enemigo les miró arrogantemente, pero si había alguien que no se intimidase, ese era el saiyajin pelinegro que con toda si despreocupación se burló del enemigo.

—¡¿Qué esperas!?, si te quedas parado no podrás ver a kaguya! —exclamó, una declaración que colmó la paciencia del pelirrojo que con todo lo que dispuso voló hasta donde el enemigo y trató de golpearle y lo habría conseguido de no ser por que el otro logró cubrirse con su báculo a duras penas.

—Ciertamente puedo verlo de mejor forma... —pensó el pelinegro analizando la situación. — también mi resistencia ha aumentado— continuó y predijo de mejor manera el siguiente ataque del joven pelirrojo, una habilidad significante que no es que le pusiese en ventaja, pero sí era una gran ayuda.

Aprovechando su nueva fuerza lanzó su guadaña en un  repentino movimiento que casi toma sorpresivamente al otro, quien se detuvo inmediatamente antes de que el filo del arma asestase en la parte superior de su rostro, comprendió entonces lo que antes sospechaba.

—Veamos ahora qué tal nos va! —vociferó animadamente y ahora las raíces también se sumaron a la batalla, elevándose por las alturas y descendiendo con fuerza como poderosas lanzas, el menor se vio obligado a retroceder, pero entonces comprendió a lo que ahora se enfrentaba, porque repentinamente el chico se posó a sus espaldas y le golpeó fuertemente con su abanico.

—¡Estos ojos son impresionantes! —dijo el mayor por el nuevo jutsu ocular que sus escleróticas le proporcionaban, porque pudo sustituirse al lugar que quisiera con tan solo señalarlo y mucho más instantáneo que cualquier jutsu normal, aprovechando la situación trató de golpear al otro en esa pequeña abertura que proporcionó, pero claro, no todo podría ser así de sencillo, pues el pelirrojo se reincorporó y regresó un fuerte golpe que impactó con efectividad en el rostro del mayor.

—No te creas tanto por ser un poco más fuerte! —Exclamó su enemigo, sin embargo su boca se silenció al sentir el golpe que en sus costillas acertó fuertemente, pues una patada ahí se incrustó y le hizo retroceder.

—No solo soy un poco más fuerte! —el otro contestó apartando la sangre de sus fosas nasales—. Yo también peleo por las personas que amo, pero lo más gracioso es que tú causaste esto —continuó, el abanico se estampó fuertemente en el suelo agrietando el escenario y levantando varios obstáculos que impidieron la visión para ambos.

—Es claro que solo buscas una razón para continuar apegándote a este mundo —replicó el menor algo abrumado por el ataque constante de las raíces que buscan someterle. —Díme, ¿en realidad cada una de esas personas haría lo mismo por tí? —le interrogó agachándose y evitando ser golpeado por la hoz del mayor que en un momento utilizó su poder ocular y se transportó al frente del pelirrojo confrontándole con la mirada, entonces trató de golpearle con su abanico, sin embargo lo único que golpeó fue una imagen que se desvaneció.

—No eres más que un farsante, tomas el lugar del otro cuando nada de lo que haya conseguido te corresponde —continuó diciendo mientras descendió fuertemente y le golpeó a sus espaldas enterrándole en el suelo. —Usas su nombre, usas mi cara y usas sus recuerdos para convencerte de que tienes que hacer esto, pero la realidad es que solo eres alguien que necesita de mí para continuar viviendo! —le aclaró y esas palabras hicieron abrir los ojos del mayor quien se desconcentró y fue golpeado duramente en su rostro e impulsado por la molestia hacia el pelinegro continuó con su ataque.

—¿Entonces qué es es Son Gokú? — le preguntó el mayor apareciendo repentinamente frente al portador del ki  y utilizando la materialización instantánea del susanoo creó entre las extremidades del guardián un arco que preparó un gran ataque.

—¿eres tú?, ¿o el anterior antes de que su memoria fuera borrada? ¿o el anterior antes de él? —continuó preguntando, sorprendiendo a su enemigo y abrumándole por la colosal fuerza que este ser ahora mostraba, siendo ahora más completo y perfecto en el sentido de la técnica, poniendo en aprietos al enemigo.

—¿o es aquel que tomó tu lugar y continuó creyendo que él era son gokú? —interrogó el, de inmediato tanto las raíces como el poder ocular del mayor buscaron al pelirrojo.

— en cualquiera de los casos, tú eres el que no tiene alguna clase de motivación, eres alguien vacío de no ser por mí, solo eres un espectador que interfiere en una vida que no le pertenece, no eres nadie! — vociferó el pelirrojo mientras con toda su fuerza destrozó la barrera uchiha, dejando alzar sus palabras ante cualquier acto del otro y fue entonces que el otro se quedó en un ciclo de confusión ¿quién era él?.

—No, yo quiero a konan! — se dijo así mismo reconstruyendo al gigante uchiha y golpeando a su enemigo. —Y no me creas un idiota, sé que ella o las demás no me verán a mí nunca, ellas deben tener esa misma idea de mí, solo soy un impostor —contestó y creando una poderosa lanza se abalanzó hacía su enemigo ataque que asestó efectivamente. —No me importa que sea una mentira, las quiero igual o mucho más que tu otra herramienta! —continuó diciendo, pronto la figura del pelirrojo se elevó por los aires y lanzando ráfagas de ki trató de hacer frente al colosal gigante. —Las personas que he conocido son todo lo que tengo y proteger el legado que tú quieres desaparecer es mi única motivación! —continuó diciendo. —tal vez solo soy alguien que ha mirado a través de esos ojos tuyos, pero no soy un cobarde, no envío a otros a la batalla solo porque tienes miedo de ser apresado por estas cosas, siempre temes, pero mírame a mí, no te tengo miedo, no tengo miedo a nada! —vociferó con fuerza, transfiriendo más chakra a las violetas retinas y ordenando a las raíces a atacar de muchos lados, ahora más que nunca debería dar todo de sí.


Aparecieron en aquel lugar que algunas ya conocían, sin embargo karin o hanabi podría decirse que era la primera vez que observaron el madero que frente a ellas se encontraba, frondoso y hermoso al ser bañado por la plateada luz de la luna, no bastó de mucho para que las raíces nacieran del suelo y tomaran prisionero al ex jinchuriki del ocho colas, pues gokú pareció ya haber planeado esta situación.

—¿Y ahora qué? —preguntó karin sin entender muy bien la situación, pero entonces el escenario le respondió, porque de entre el pasto muchas raíces se alzaron, pequeñas que rodearon el tronco, amenazantes aparentemente como lo es el jutsu de gokú, pero algo les dijo que esto no era así.

—Tal vez deberíamos acercarnos... —dijo konan y sin esperar a que el resto lo hicieran ella dio el primer paso sin alguna clase de miedo, dispuesta a correr riesgos si así lo quería la situación, sin embargo las cosas no podrían ser así de simples, porque unos ojos naranjas emergieron de entre la tierra con enojo y furia, sus filosos dientes dejaban ver un seño de enojo, porque claro, el tercer hijo de kaguya no permitiría que todo lo que hizo sea destrozado.

—Ustedes no harán nada —el dijo y a sus espaldas más figuras nacieron, setsus blancos que le habían acompañado, porque encontrar este lugar ya no era complicado para él y comenzaría por contraatacar desde un punto un tanto más estratégico.

—Nosotras nos encargaremos de esto, usted debe ir-konan-san —dijo hanabi tomando un kunai y el resto de sus compañeras hicieron lo mismo, confiaban en ella después de sujerir esto así que solo deberían apoyarla.

—saben, no me ha molestado conocerlas, pero solo quiero decirles que yo tendré al hijo de Son-kun — dijo karin antes de correr hacía las criaturas siendo seguida por las tres restantes y konan avanzó hacía las raíces que le enrollaron, compartiendo el vínculo que conecta hacía el centro del tronco del árbol.


Ahí fue cuándo todo se tornó blanco, tan blanco que creyó por un instante no habría nada en el sitio, nada más que ella, perdida en un infinito espacio en donde solo la nada se encontraba, pero no era así, pues en poco tiempo esa brillante luz desapareció y su mirada se tornó clara.

Las hojas descendían lentamente como si el otoño hubiese recaído en un bosque de cerezos, la hierba que crecía era suave y aunque parecía estaba en el mismo lugar de antes entendió que no estaba ni cerca de la realidad, pues todo se tornaba tan extraño y silencioso, el día había llegado muy diferente a la desastrosa noche que debería tener el mundo shinobi.

—¿Qué es esto? — dijo konan ante el escenario presentado y no era para más, porque un extraño sentimiento de melancolía le invadía, pero no era tiempo de pensar en esas cosas, rápidamente corrió y recorrió todo el lugar, por el campo descubierto y por los alrededores del tronco, pero no pudo encontrar una figura conocida, no encontró al joven y se cuestionó si lo que buscaba aún podría existir y rogó en sus interiores por dar con su paradero, pero terminó cansada antes de poder encontrar aquella cabellera en puntas.

—aunque sea verano, el aire se siente muy frío... —ella comentó, dejándose desplomar el la hierva del lugar sin una pizca de esperanza, tal vez esto sea inútil o tal vez ya sea tarde, en cualquiera de los casos la angustia le consumió, pero inesperadamente una voz respondió a sus palabras.

—Solía ser cálido, pero cada vez siento el lugar más frío, tal vez el invierno llegue pronto, aunque nunca he visto uno —la voz que dijo aquello fue muy conocida, inmediatamente konan regresó la mirada hacía el tronco del árbol y le pudo mirar, tranquilo y sereno como el primer día en que le conoció.

—Tú... — susurró konan al verle, él se giró y se encontró con la mujer, le ofreció una cálida sonrisa.

—Usted es la señorita del otro día... — comentó él recordando ese rostro, debió mirarlo en algún lugar, aunque no recuera muy bien cuándo debió ser. —En ese entonces, había flores, había muchas flores y gracias a su cabello he podido recordar cómo eran —continuó diciendo.

—soy konan, ¡¿no me recuerdas?! —ella preguntó un poco confusa por como actuaba el chico.

—Konan... —susurró él y se mostró un tanto intrigado, pero luego simplemente sonrió —Mucho gusto, siempre quise saber cómo se llamaba la señorita — Continuó diciendo, dejando en claro que desconocía por completo a la kunoichi de amegakure. 


—Vaya, parece que konan ya ha llegado —el mayor susurró deteniendo todo ataque y descendiendo al campo de batalla, las raíces se ocultaron bajo tierra también inesperadamente. —. No puedo controlar las raíces allá y acá, en especial cuando están tan lejos... —pensó, una gota de sudor descendió por su frente al saber que ya no puede contar con esa habilidad.

—¿No recurrirás a la ayuda del árbol?, ese era una de tus armas más poderosas si no es que la única —comentó el menor ante la retirada de las raíces, por su parte el otro solo se bufó.

—Simplemente va a ser como tiene que ser —contestó y sus armas cortaron y golpearon el aire amenazantemente. —¡Tú y yo frente a frente! —concluyó y sus pasos se dirigieron a su enemigo.

—Sabes que no podrás derrotarme de esa manera, qué es entonces lo que pretendes? —cuestionó él. —. Por largo tiempo solo nos tuvimos el uno al otro, de no ser por kaguya habríamos perecido en el olvido — continuó.

—así es, pero cuando ella llegó me apartaste, te aprovechaste de mí y me obligaste a involucrarme en tus planes, nunca pensaste en cómo podría sentirme, me apartaste del mundo y me aprisionaste solo para tu propio beneficio —respondió el mayor. —Me obligaste a amar a kaguya, me obligaste a sufrir era tras era y detesto cuando dices que necesito de tí para vivir, porque la realidad es que con las penas y dolor he deseado morir y librarme de todo esta tortura, pero ahora tengo una nueva razón para vivir y ya no te necesito! —riéndose comenzó a aumentar la velocidad de sus pasos.

—Sabes que era necesario, se lo debíamos a kaguya —respondió el menor.

—No, ¡tú se lo debías! —exclamó el otro con inconformidad. —Pero a fin de cuentas eso ya no me importa! —aclaró el mayor.

—Si así lo quieres, pues terminemos con esto —murmuró y correspondió de la misma manera, se acercó rápido y lanzó un golpe bastante fuerte que apenas si pudo ser detenido por el abanico, entonces lanzó el siguiente tajo con su otra arma, no obstante el otro detuvo el filo con sus manos al desnudo y lanzó una patada que fue evadida cuando el mayor saltó hacía atrás.

Claro que ahora sin las raíces a su disposición las cosas daban un giro total, los golpes del menor eran tan certeros y fuertes que le ponían en aprietos, muchas veces los esquivó con la ayuda de su poder ocular otorgado, siendo este uno de los tantos sobre esfuerzos que le llevó al agotamiento de esa retina, pero aún así él continuó, expresó su máximo poder con todo lo que tuvo, con la barrera uchiha que con sus espadas, lanzas o flechas trataba de contraatacar, pero el estar solo ante tal poderosa fuerza sería lo que le llevaría a la perdición, porque no importa cuantos golpes acertase, cuanto poder desbordara de su ser, al final era como él lo había predecido, no podría ganar nunca.


—debemos irnos, debes regresar, tu otro yo está en problemas! —exclamó la mujer sujetando la mano del chico e incitándole a irse con ella.

—¿irnos? ¿por qué habría de irme? —él contestó sin ceder ante los intentos de ser llevado por la kunoichi de amegakure. —además no hay nadie más aquí, solo estoy yo, no hay problemas, todo está muy tranquilo y aburrido —respondió y quitó la mirada de los castaños ojos de konan, porque demostró que no estaba interesado en ir con ella y cómo hacerlo? si es claro que no recuerda nada.

Ella retrocedió, tal vez anonadada o simplemente triste, era como el pelinegro lo había dicho, él se marchó sin saber qué o quién era y ahora lo comprobaba, sin más que hacer se dio media vuelta decidida a marcharse y ayudar de otra forma porque los problemas están por todos lados, sin embargo la voz le impidió irse cuando fue escuchada.

—Siempre he querido ver qué hay más allá, atravesar el bosque, pero me sentiría triste si dejo este lugar —él comentó y los pasos de konan se detuvieron. —Su nombre, por alguna razón me recuerda a la lluvia, una lluvia muy triste y un día muy gris —continuó diciendo y entonces llevó su mirada hacía la arboleda que se extendía sobre él. —Nunca he visto una lluvia aquí, pero la recuerdo de alguna u otra forma —continuó divagando y la mujer se volvió.

—¿Odias esa lluvia? —preguntó konan ante esa declaración y el chico se silenció por un momento.

—No lo sé, creo que no me gusta estar triste —fue lo único que respondió en voz baja, apagada ante lo que parecía pensar.

—¿hay algo que te haga feliz? —ella preguntó en un tono cálido y se arrodilló para estar a la altura del chico quien asintió.

—las luces... —contestó, una respuesta simple que para konan no le encontró alguna clase de sentido. —recuerdo las luces explotar en un cielo oscuro, a veces pienso en ellas, porque aquí siempre es de día, no se podrían ver en la lluvia tampoco ¿es triste por eso no crees? —continuó y sus manos de pronto temblaron. —la noche nunca ha caído tampoco, aún así he visto las estrellas ¿Usted también lo ha sentido señorita konan? —preguntó él inclinando su cabeza buscando una respuesta por parte de la bella mujer.

—No, pero algo es seguro —ella dijo y acarició el cabello rojizo y sedoso del joven. —Hay mucho allá afuera, no esperes a que el mundo venga a este aburrido sitio —dijo y lentamente se acercó. —Te diré algo que me dijo un amigo una vez y me hizo ver las cosas de distinta manera —continuó tomando la mejilla del joven, obligándole a verla. —Puede que la lluvia sea gris y opaque todo a su alrededor, puede inspirar la tristeza más amarga, pero cuando las nubes se apartan deben mostrar el cielo más hermoso que pueda existir — aquella frase cálida y tranquila despertó un cierto brillo en los ojos del chico, reconociendo esa frase y el día apagado que la precipitación trae, entonces supo que no siempre la lluvia es triste, porque ahora como aquellas palabras; le transmite nostalgia.

—Amegakure... —susurró gokú, recordando vagamente el nombre de aquella ciudad industrializada y con ello solo podía venir la imagen de una sola mujer, una que ahora tiene frente a él, y la siguiente vez que pronunciaría su nombre le reconocería en su totalidad.

fin del capítulo 80.

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