Capítulo 78-Dolor.
personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, créditos a sus respectivos creadores.
Sintió el cálido aire sobre sus mejillas, la suave hierba le reconfortó y la sombra rojiza de aquel árbol le protegió de la luz solar, era un día de verano y sintió que ya había percibido esta sensación, quiso estar en ese lugar y no moverse, pero pronto los recuerdos llegaron y alteradamente se levantó, pues en su cabeza; aquellos rojos ojos se mostraron inexpresivos y lúgubres que le causaron temor y con ello un dolor insoportable que juró sentir como real, pero tal vez solo haya sido un mal sueño, una ilusión que jamás consideraría en serio, porque ese chico le ama y ella está consciente de ello.
Al levantar su mirada se descargó con una respiración agitada, misma que después de un momento desapareció conforme detalló el lugar que le rodeaba, tranquilo y silencioso, transmitía paz y por ello mismo también pensó que todo lo que vivió se trataba de un sueño, porque aquel lugar era el escondite en donde gokú y ella comenzaron su aventura.
—¿Dónde se habrá metido? —en voz baja susurró y se puso en pie buscando al joven con su mirada y pronto lo encontró, le miró pero de alguna manera fue como el primer día que le conoció—. ¿Qué es lo que haces? —ella preguntó y el joven se giró un poco alterado, exaltado inocentemente por el pequeño susto, provocando que sus miradas se encontraran y pareció quedarse estupefacto, por ese encuentro, porque parpadeó un par de veces sin dejar de apreciarla en ningún momento, tal vez dudando si lo que veía era real o no.
—¿Sucede algo? —ella preguntó curiosa por esa reacción, además de que se intrigó por ver al pelirrojo apoyar su mano en el tronco del frondoso árbol, quieto y sereno.
—No es normal ver a alguien por este lugar —él contestó y agachó su mirada. —y no recuerdo haber conocido a otra persona —contestó y regresó su mirada hacía el frente, donde aquella dura corteza se encontraba.
—¿Por qué dices eso? —ella le preguntó levantando una ceja.
—Porque este lugar es solitario y aburrido —contestó.
—Me lo imagino... — ella dijo un poco confusa por cómo actuaba el joven, pero de cierta manera siempre ha sido raro, con ello un pequeño silencio se presentó.
—Su cabello... —él dijo con voz suave y cálida. —Su cabello es muy bonito —continuó, una declaración que se escuchó un poco rara, nunca le escuchó de esa manera.—No he visto algo similar excepto en las flores que crecen en este sitio — continuó y luego tomó una de esas flores que cerca de él crecían, no mentía, pues su color esa muy similar al que portan los sedosos hilos de konan.
—Siento que la he mirado antes, pero sé que no es así —él continuó diciendo y soltó los pétalos que fueron arrastrados por una oportuna brisa hacía lo más lejano del bosque, entonces konan comprendió que los ojos de Gokú no la reconocían y ella también lo hizo por un momento se desconoció a sí misma y todo lo que creía real, pero aún así continuó escuchando al joven que se giró una vez más y le ofreció una sonrisa—. ¿Puedo saber su nombre?—
Entonces konan abrió sus ojos otra vez, siendo recibida por el devastador escenario y la noche fría que invadía el campo de batalla, notó los rojos sharingan que desbordaban cristalinas lágrimas sobre ella.
—¡Konan! —habló y el joven acarició delicadamente su mejilla mientras sentía cómo aquellas raíces enrollaban su cuello y cuerpo, viéndose incapaz de moverse.
—Gokú... —ella susurró aún persistiendo aquella extraña sensación que invadió su ser, pensando en lo que recientemente había observado.
—No te muevas, estarás bien, no permitiré que te vuelvan a hacer daño —él le aclaró y apretó sus puños aliviado de haberla salvado a tiempo, para cuando encaró al menor pudo verse el odio desbordarse de su ser.
—Y cómo impedirás eso? —cuestionó el menor, que más allá se encontraba, cero arrepentido de sus acciones.
—Te mataré, te romperé el cuello! —respondió el mayor cuyas manos temblaban por la ira que se contenía dentro de sí, podía notarse en sus brillantes ojos.
—Cuidado con lo que deseas, recuerda que el odio es nuestra maldición —le comentó el menor al ver la expresión de molestia que traía encima. —el que seas un fenómeno que se ríe de sus desgracias, no quiere decir que seas superior a mi en ese aspecto, pero deberías agradecerme, gracias a eso sigues manteniéndote de pie —continuó sin expresar emoción alguna.
Inmediatamente en un feroz movimiento se movió al punto de asestar un gran puño en el rostro del pelirrojo, silenciando sus palabras y obligando a retroceder por el ataque, las raíces emergieron más bruscas de lo normal, tanto que apenas logró esquivar lo primeros ataques que se dirigieron a él.
—No me importa lo que pase, te golpearé tan fuerte que lo recordarás por el resto de tu vida — vociferó el mayor riéndose y con todo lo que su cuerpo ofreció corrió hacía el saiyajin que correspondiendo también se acercó, sin embargo se le complicó acercarse al pelinegro, pues parte del esqueleto del protector uchiha emergió sorprendiéndolo y le aprisionó fuertemente en una de sus manos que le lanzó fuertemente hacía unas montañas.
Como un fuego incandescente el chakra se desbordó de esos ojos y envolvió al azabache que estabilizando el mismo formó parte de la figura del samurai.
La sangre brotó de los caleidoscópicos ojos que con retina distinta se tornaba complicado emparejarles sin ser un uchiha, pero no es como si gokú necesitase formar de ese clan para utilizarlos, aunque ello signifique generar una gran presión en esos luceros.
—Reconozco ese poder —como si nada gokú se puso de pie sacudiendo su ropa. —Me alegra saber que podré destrozar una de las causas que apartó a kaguya de mí, debería agradecértelo — continuó, en sus memorias la técnica del sabio de los seis caminos debe seguir presente, tan clara como si fuese ayer.
—aún no es tan perfecto como el de madara... —pensó ante la poca experiencia que tenía con este jutsu. —Puedo seguir peleando con toda mi fuerza, ya no puedo destruir la estatua demoniaca, pero si me exijo mucho más en este estado no podré continuar —decía, pues antes había cedido a los golpes de su contraparte para encontrarle con la guardia baja e incendiar el cascarón del diez colas con el ojo restante que había robado, pero aún cuando ese era un pensamiento que abarcaba la realidad, parecía ya no importarle mucho, porque ahora debería dar todo lo que tenía.
Con ello ambos se acercaron rápidamente, el abanico y la guadaña prestaron su filo y resistencia ante el poder del pelirrojo que estaba decidido a terminar con esto.
Un fuerte golpe se dio, un cabezazo se pudo ver entre ambos contrincantes, uno tras otro que parecía ser soportado sin importar cuan doloroso sea, los golpes fueron uno a uno, estremeciendo la tierra, el campo de batalla y desatando su poder como dioses antiguos, guerreros de antaño que mostraban cuanto se alejaban los shinobis de ellos, pero claro que como todo inicio habrá una conclusión definitiva, una que poco a poco se acercaba.
—Tienes mucho más que dar, pero nada de lo que hagas cambiará el curso que yo elegí —comentó gokú que utilizando la fuerza que disponía evadió los múltiples ataques de aquel que no borra la sonrisa y superando el golpe del abanico o de las otras armas golpeó fuertemente el torso del mayor, pero aún así frenó en seco y regresó el golpe con la ayuda de sus armas obligando a ese cuerpo a soportar drenar más poder del que podía soportar, pero solo así, solo de esa manera podría intentar alcanzarle.
sus figuras desaparecieron del entorno, veloces que los ojos humanos que intentasen encontrarlos les perderían, las montañas cercanas explotaban, a veces la sangre se precipitaba desde las alturas como una lluvia que anuncia la muerte y no era para menos, pues los golpes que con mayor frecuencia acertaban eran los del menor, poderosos que apenas si eran soportados por el cuerpo del otro.
—qué pasa, no puedes curarte? —le preguntó el pelirrojo por cómo cada vez la batalla se inclinaba a su lado con creces y claro, pues sus ataques eran más rápidos y constantes, tan así que al final el otro se vio obligado a utilizar de nueva cuenta al protector uchiha para tener un momento de descanso y obligar a su cuerpo recuperarse y claro que lo hizo, aunque después de hacerlo se sintió extraño de alguna manera, pero no era momento de pensar porque la batalla le aguardaba.
Una espada se precipitó con su filo desde las alturas, no solo una, cuatro eran aquellas que buscaban asestar un golpe, si preguntasen por la escena cualquiera recordaría a madara y gokú luchando en el pasado en donde un gigante colosal y la fuerza imparable del Son se chocaban con fuerza.
Tal poder resultó en una ventaja, la protección del susanoo y los ataques que se lanzaban eran mucho más poderosos que cualquier otro y con ello continuó, pero a largo plazo, canalizar el chakra por dos ojos completamente distintos le resultaría caro en esa retina, no sería un poder que lograría mantener por mucho tiempo.
—¡Sí que eres obstinado! — vociferó el menor con algo de molestia, ya no bastaba con ser atacado con las raíces, si no que poco a poco era acorralado por el gigante que tampoco es que estuviese en la cúspide de su poder, aún así el poder que nacía de su enemigo era cada vez mayor y creer que sería superado no era una opción.
Impulsándose de un salto y acercándose al torso del susanoo dispuesto a destruirlo con un golpe y cuando estuvo a nada de impactarle sintió como su fuerza no encontró algo en qué descargarse pues el ser que proviene de los ojos uchihas se desvaneció y luego de ello el otro descendió de las alturas y golpeó al pelirrojo en su espalda enviándole contra el suelo, dando uno de los golpes más fuertes que alguien pudo provocarle.
—Pude verlo sin tanto esfuerzo... —pensó el mayor ante la mayor facilidad que tuvo al momento de contraatacar sin encontrar explicación para esa causa.
El impacto fue brutal, pero ni de lejos podría detenerle y en menos de lo esperado ambos se encontraban batallando mano a mano intentando matarse ataque tras ataque con el mismo estilo de pelea y en los mismos puntos vitales, todo con tal de alcanzar sus objetivos, pero pronto la fuerza comenzó a abandonar al mayor quien agotado comenzaba a sentir los estragos de la batalla en su cuerpo otra vez.
—Mis ojos arden, mis músculos duelen y no responden como deberían —en sus adentros analizaba la situación, abusar del poder le estaba pasando factura en todo sentido, a este punto las raíces eran sus únicas aliadas, pero pronto eso también le abandonaría, pues la presión y frustración recaían sobre él en mayor medida al saber que no podría continuar por mucho tiempo.
—Parece que has llegado a tu límite —comentó el otro apareciendo repentinamente frente al azabache que ni siquiera pudo predecirle, pues ya su vista le fallaba y su velocidad se había reducido, lo siguiente que sintió fue un brutal golpe en su abdomen que sacó hasta la última gota de aire en el cuerpo del mayor, incluso la sangre se disparó abruptamente de sus fauces, posteriormente fue azotado contra el suelo y pateado una vez más con un golpe que le elevó hacía las alturas.
—No negaré que me obligaste a utilizar toda mi fuerza en un momento, pero ya no vales la pena —continuó recibiéndole desde lo más alto, aguardando con un golpe de mazo que efectuó con éxito en el cuerpo de su rival, lo único que después pudo verse fue como la tierra se estremeció al recibir el impacto.
El silencio retornó, y el suelo se pintó de ese rojo que se extendía bajo el cuerpo inmóvil del saiyajin azabache. Era un escenario que dejaba ver al fin cual era el resultado de este enfrentamiento, pero a pesar de ello el mayor parecía no aceptar que este podría ser el final.
—Necesito recuperar mi cuerpo, ni siquiera con una estructura más adulta podría soportar más poder... —Susurraba jadeante mientras la sangre no dejaba de desbordarse de sus heridas que tardaban más en curar. —Pero... Ni aunque pudiera recuperarme podría continuar mucho tiempo más, estos ojos se están apagando... —pensó en el fondo del cráter, las raíces se incorporaron en él y aceleraron la recuperación, pero tal parecía que todo de sí le abandonaba, su fuerza, su espíritu y su deseo. —estoy muriendo, el estrés es demasiado, estoy perdiendo la consciencia —continuó, a este punto no sabía si la oscuridad se debía a la ceguera, o porque la vida se le marchaba.
—Parece que no se levantará una vez más —pensó el menor desde las alturas, observando los estragos de su fuerte batalla—. En cualquiera de los casos, no puedo matarlo aún, así que esto será todo —continuó murmurando y luego detalló sus manos temblar un poco por alguna razón.
—se supone que he perdido mucho poder, pero siento que me estoy volviendo más débil —razonó, sin embargo, una gota de ese líquido rojizo descendió y se chocó con la piel de sus palmas, ahí notó esa sensación de dolor que provenía de su rostro y luego frotó la comisura de sus lábios con la ayuda de su brazo, notando que la sangre provenía de una herida suya.
—No, no me vuelvo más débil... —Pensó con un poco de preocupación en sus palabras y apretó sus puños fuertemente—. Él se vuelve más fuerte —
—¿Estoy muerto? —se cuestionó cuando dejó de percibir su entorno y en su lugar no hubo más que silencio y comodidad, por ello mismo aquel pensamiento surgió, pues no había otra razón.
—No lo estás —una voz replicó y eso sí que fue una sorpresa, inmediatamente gokú levantó su torso y observó el lugar, uno muy obscuro por cierto del cual notó que había agua por todos lados.—¿Pero qué tan mal debes estar para que yo pueda encontrarme contigo? —continuó preguntado la voz, y el chico se encontró con algo muy conocido, pues frente a él un anciano se encontraba uno bastante extraño.
—Este chakra... —susurró el Son sin despegar su mirada del hombre, pues a pesar de todo le encontró muy familiar—. Eres uno de los malditos que apartó a kaguya de nuestro lado! —exclamó bastante enojado, no podría olvidar la esencia ni el brillo violeta de esos ojos que ese hombre porta.
—Por qué te enojas, qué no peleas para que eso se mantenga así? —le preguntó el anciano, y en chico levantó una ceja.
—Yo estoy peleando por mis chicas y amigos, pero crees que no me tortura saber que voy en contra de kaguya? —le preguntó mientras le apuntó con su dedo—. Yo te odio y eso no cambia, te odio a tí y a tu hermano —aclaró.
—Entiendo que sea así, pero la realidad es que no vez más allá de lo que el árbol u ojos ajenos te han mostrado —contestó. —he permanecido en este lugar, viendo el transcurrir del tiempo y observándote, deseando hablar contigo desde el día en que supe de tu existencia y de la relación que tuviste con mi madre— continuó tomando una de tantas esferas que se encontraban en los alrededores se dispuso a explicar desde otra perspectiva la situación.
—Parece que los problemas parecen haber concluido —comentó el Setsu cuando gokú llegó al lugar.
—No quiero perder más tiempo, ¿aún no terminas con esto? —dijo gokú no muy conforme con el panorama, pues la estatua demoniaca seguía sin revivir del todo.
—en realidad no falta mucho, Pero el kyubi y el hachibi se han opuesto increíblemente bien, pero el poder del rinnegan ya está a disposición de madara, solo es cuestión de tiempo para que todo esto termine —exclamó el setsu con su fea risa.
—No pienso quedarme a esperar a que tus subordinados hagan todo el trabajo, será mejor avanzar —habló y dirigió su mirada hacía abajo, en donde detalló al cascarón casi completo del diez colas.—Es hora de dar el paso final —susurró y entregando un poco de kí a la estatua hizo que esta se estremeciese, pero no de dolor, todo lo contrario, ahora podía sentirse como la criatura comenzó a moverse a pesar de no estar completa, porque la vida habría regresado a ese cascarón.
—es hora de ir por el resto de tu poder —ordenó el joven y la criatura soltó un rugido y sus múltiples ojos señalaron a la lejanía, en donde el chakra del kyubi y el hachibi se encontraban, podían sentir su objetivo estar muy cerca.
—Entonces, mi madre utilizó tu poder en contra de aquellos que lo aprovechaban para sustentar la vida, siempre habló de traer la paz a la tierra, pero la manera en que la consiguió y por como actuó nunca podría considerarse correcta—hagoromo le informó y el Azabache se mostró anonadado por esa revelación, no sabía que kaguya había hecho semejante cosa en ese lejano pasado.
—¿Kaguya pensaba matar a todos los humanos de esa manera? —preguntó el saiyajin, claro que dudaba de aquello, pero lo que había visto coincidía con lo que después aconteció, pues ese mismo poder fue el que posteriormente se convirtió en el diez colas y de ahí que necesiten a aquellas bestias para traerla.
—No estoy muy seguro, pero lo único que supe, era que debíamos detenerla, de lo contrario nada de lo que conoces y proteges a día de hoy existiría —explicó el anciano, entonces el saiyajin observó sus manos y recordó aquellos rostros que están ahora batallando.
—Tú sabes mejor que nadie lo que ocurrirá si mi madre regresa, aún desconozco las intenciones para actuar de esa forma a tus espaldas, pero estoy muy seguro que tú tienes una idea, si no es que tu compañero ya lo sabe —continuó diciendo y esta vez sí que se mostró preocupado.
—Debo detenerlo, debo impedirlo... —él dijo y se agachó mientras su frustración regresó.
—Así es, esa sería la mejor opción, una vez que su poder regrese, no habrá vuelta atrás —continuó diciendo y el joven apretó su cabeza sin saber qué hacer.
—No podré hacerlo, es muy poderoso, además he perdido mucha fuerza y estoy casi ciego... —continuó diciendo y aclarando la situación en la que se encontraba, pero rápidamente borró ese pensamiento de su cabeza y apretó sus puños decidido a no desistir. —No, prometí pelear hasta morir, si no continuó decepcionaré a konan —mostró determinación otra vez y su voz dejó de temblar—. llévame de regreso, estoy seguro que podré aguantar un poco más—exclamó, dirigiéndose a hagoromo que no contestó inmediatamente y le miró detenidamente.
—Qué pasa anciano, si tienes algo que decir, dilo —demandó el saiyajin y hagoromo suspiró.
—He visto el transcurrir del tiempo desde este sitio, mirando a mi descendencia pelear y pelear generación tras generación, pero definitivamente esto es algo que ha dejado de concernirme en mi totalidad, incluso se ha salido de control. —comentó el sabio de los seis caminos y se acercó al Son.
—Todos están arriesgando mucho ahora, pero puedo ver tu determinación y sé que en tu mirada has visto más allá de lo que existe en tu prisión, eres diferente de aquel que solo se rige por lo que su corazón cree hermoso —continuó hagoromo y el chico sonrió extrañamente.
—Kaguya es linda, así que cuida tus palabras —le contestó el azabache—. Pero konan me ha gustado desde el primer día en que la ví y simplemente no quiero que muera, ni las otras chicas que hemos conocido, ni nuestros amigos —
—¿Y crees que el otro sujeto piensa de esa forma? —cuestionó el Sabio dejando esa duda presente en el joven que no contestó. —En este momento entregar el poder a cualquiera no cambiaría nada, porque es tu destino el que concluirá con esto, el futuro del mundo shinobi está en tus manos, así que el chakra que une a las rivalidades debe colaborar en tu lucha —exclamó y llevó sus manos hacía los ojos del joven y luego de ello una luz le deslumbró, una tan blanca que para cuando recobró la mirada se encontraba en la realidad.
Fin del capítulo 78.
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