Capítulo 76 - Mi sueño.
Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, los créditos son para sus respectivos creadores.
Desde las alturas le vieron llegar, como un ser que trasciende lo que creyeron no sería posible, como aquel chico que a pesar de su mirada desborda más poder que nunca, cómo su destino sería decidido por esa inesperada presencia.
La alianza shinobi retrocedió y se exaltó cuando le notaron y su preocupación no se redujo cuando le reconocieron, pues Son gokú se suspendía en el aire un raro acontecimiento que intimidó y la presión que les invadió fue tal que se convirtió en un mal presagio.
—E-está volando! —exclamaban algunos shinobis y la impresión era la misma en todo lugar, porque aquellos que le conocían sintieron que no era el gokú que habían visto con anterioridad, pues aunque los ojos de ino, hinata, hanabi y karin le señalasen anonadadas, él no pareció reconocerle, no andaba bien.
—¡Son kun! —karin Gritó, su rostro mostraba felicidad absoluta por ver a su amado, pero aquel aunque le correspondió con la mirada, no compartió el sentimiento.
—Dime criatura, ¿qué es lo que ocurre en este lugar? —la voz de gokú se escuchó y el setsu se deslizó por su espalda y divisó el pasaje bajo ellos.
—Es una guerra —contestó el setsu—. quieren impedir que nuestro plan se cumpla, toda esta escoria se interpone en nuestro camino —continuó explicando y los ojos de gokú señalaron a una dirección en concreto, en donde una enorme figura se le hizo bastante conocida, pues no podría olvidar nunca aquella sensación que le une a él y el setsu también percibió esa curiosidad que desprendió el brillo de su retina—. En efecto, ese es el Diez colas —comentó la criatura.
—Solo existe un poder que unió a mi madre y a ti y ese poder podrá conectar la esencia que dejó en mí y con la que fue sellada hace tiempo, si concluimos todo, ella despertará —setsu se escuchó muy convincente, pero supo que a pesar de que las cosas hubiesen mejorado seguirían igual de completadas, pues todo indicaba que muchos se opondrían a esa idea, tan claro como el agua al ver la presencia de la dama del origami.
—¡Gokú! —exclamó ella posicionándose al frente, su rostro disgustado se dirigió a él pero el chico ni siquiera ofreció una mirada, tal vez konan seguía creyendo en el fondo que este era su Gokú aunque el otro le hubiese dicho que desistiera de continuar, porque al verle no miraba a nadie más que no fuese el ninja del báculo, pero pronto dejaría de pensar de esa forma.
—Puedo sentir parte de mi poder en gran cantidad, recuperarlo no debería ser difícil —habló el chico, sin despegar los ojos de la alianza shinobi. —aunque deberíamos quitar las molestias antes que nada —dijo y extendió su brazo hacía el ejército y sin pensarlo dos veces lanzó una pequeña esfera de energía, una que ofrecía un cálido brillo, pero en cuanto se estrelló con la tierra desencadenó una de las catástrofes más grandes que pudo darse, porque la explosión y el calor liberados destrozaron todo a su paso, todo incluido los shinobis que peleaban en contra de akatsuki.
—¡¿Qué has hecho?! —exclamó Konan anonadada por esa acción, sin poder creer que algo así causase tanto daño y ese poder animó al setsu a querer ver más.
al final cuando aquella enorme explosión mostró los estragos, konan fue testigo de todo el poder que albergó dentro de gokú todo este tiempo, no solo ella, si no karin, ino y las hermanas hyuga lo hicieron de la misma manera, pues todo en aquella dirección se redujo a nada, todo aquel escuadrón que recibió la explosión murió definitivamente.
De un momento a otro konan también se paralizó cuando aquella misma mano que ejecutó el ataque le señaló a ella, y a todo lo que se encontraba en esa dirección, incluido los más cercanos a él, o los que al menos debieron serlo en una época y con ello supieron que estaba decidido a ver a su amada otra vez, y que no era quien conocían, porque no sintió remordimiento cuando disparó el ataque.
Konan cerró los ojos con fuerza al igual que el ejército restante, esperando el final porque las paredes de tierra, barreras de viento y fuego, y ni las inmensas olas de agua detendrían su poder, moriría en manos de un desconocido total y eso sería lo peor, porque aquel que amó sería su verdugo, aquel que estuvo destinado a compartir el resto de su vida sería quien le mataría.
La nueva explosión se sintió más abrumadora, porque fue más grande que antes, sin embargo a pesar de que sintieron el mundo estremecerse agresivamente, no hubo dolor ni alguna clase de otro sufrimiento, konan llegó a pensar que había muerto cuando no percibió más que oscuridad y silencio, sin embargo no había dejado este mundo, al menos no aún.
De pronto la oscuridad se rompió y dejó filtrar la luz plateada de la luna, las raíces se retiraron lentamente y el ejército restante sintió la misma sensación de confusión, pues inesperadamente seguían vivos y no supieron cómo, pero karin y el resto lo supieron de inmediato, porque solo hay alguien que puede controlar tal jutsu.
—¿Qué es lo que quieres ahora? —preguntó gokú con su mirada aburrida desde las alturas, señalando a konan que no entendió del todo esa pregunta y con toda razón, pues no se dirigía a ella si no a aquel que había llegado al campo de batalla.
—No quiero nada, pero no puedes lastimar a estas personas —respondió la voz, konan le reconoció de inmediato y le buscó con la mirada, pronto encontrando el capullo que mantiene de prisionero a su otro enemigo.
—Ese es tu problema —respondió gokú fríamente y cargó un ataque más en la palma de su mano, desafiante a las palabras de aquel pelinegro que sumiso en su prisión le confrontaba, sin poder hacer más que observar cómo ese poder se descargó una vez más en el mundo shinobi.
Una vez más la oscuridad de las raíces protegió a konan, a aquellas cinco que comprendieron la razón de haber sido apartadas de la batalla, a aquellos que conoció desde un principio, a todos a quienes sus memorias le obligarán a proteger pase lo que pase.
Para cuando los ojos de todos se abrieron notaron la destrucción total, los cadáveres que en el suelo se esparcía, la sangre que se derramaba y la muerte que invadía el lugar, muchos se anonadaron por lo que había pasado en apenas unos instantes, tanta muerte y destrucción provenir de un solo ser.
—Eres un maldito, te dije que no intentes hacerles daño! —reclamó el pelinegro con ira, pues apenas pudo proteger a las chicas que estaban cerca.
—Crees que me importa?, no necesito nada de esto, lo único que me importa es kaguya —respondió el saiyajin de cabellera rojiza inexpresivamente—. Solo la necesito a ella y no me importa el mundo que se encuentre en las afueras, porque ese mundo fue el que la apartó de mi lado y cuando la tenga conmigo, solo seremos los dos, ya deberías saberlo —explicó, aclarando una vez más las intenciones que parecía traer encima. —Has hecho un buen trabajo, así que disfruta esto mientras puedas, pero no olvides que no tienes palabra frente a mí —terminó, causando una cierta molestia, porque le aclaró aquello que siempre se ha dicho.
y entonces para cuándo le volvieron a ver, notaron que lo que no creyeron nunca sucedería pasó, una mirada completamente distinta a la que cualquiera habría visto, una retina que aunque del mismo color parecían de alguien completamente diferente, sin piedad, sin sentimientos, sin recuerdos, sin empatía, era alguien que aunque mirase al que fue su mayor amor, su mejor compañía y la que debía ser su esposa, no parecía distinguirla de alguien más que matar, una enemiga, un obstáculo que junto a la alianza shinobi perecerían a sus pies.
—Gokú!.— le gritó, con fuerte voz en un fallido intento de que quitase ese rostro muerto, que más que inexpresivo la señalaba como una desconocida, porque en realidad así es como él la ve, si le preguntasen por konan o por cualquier nombre que no fuese el suyo o el de su amada no contestaría, porque quien en lo más alto ahora se encontraba no era nada más ni menos que el verdadero gokú, aquel que junto al árbol que se extiende bajo sus pies fueron considerados una deidad, una que de ahora en adelante daría a conocer el verdadero significado del sueño eterno.
—te lo dije konan.— la voz se escuchó emerger a sus espaldas, seca y fría, pero más repulsiva que nunca, si alguna vez creyó odiar a ese ser, ahora más que nunca lo despreciaba, lo detestaba con toda su alma. —él no fue más que una herramienta... —de pronto el tono se tornó rasgado, lleno de culpa y casi apagado, como si la dificultad para expresarse fuese la misma que tuvo en el pasado que supuestamente quedaría atrás.
—...al igual que yo. — concluyó. entonces, cuando la mirada miel de la chica al fin se dignó a verle, no pudo soportarlo más, no pudo creer que sentiría más repulsión por aquel sharingan que le señalaba, que por el que una vez madara usó contra ella, si lo que se decía era verdad, solo significaba una cosa y tal vez aquellas palabras que se le fueron dadas junto a su dueño se habrían marchado para siempre, no habría manera de recuperarlo y este que ahora era un hombre no tenía propósito alguno, se desvanecía como el rojo de esa reina que se apaga lentamente.
—En verdad eres sorprendente —comentó el setsu ante la masacre que se dio—. EL edo tensei se ha desvanecido hace poco, aún tenemos que recuperar los dos rinnegan y capturar el poder restante —continuó explicando y el pelirrojo asintió, en un instante se encontró en la cúspide de la estatua que una vez conformó al diez colas y la batalla que se estaba librando ahí.
—No puede ser, es Son Gokú —una voz conocida reconoció su presencia, pues ahí se encontraba su maestro y algunos de sus compañeros, pero no solo era eso, habían muchas más personas, entre aquellos aquel que robó el rinnegan de nagato, cuyo nombre también ahora era irrelevante, también podría destacarse la presencia de tsunade y del resto de kages, que parecieron alegrarse con la llegada del joven, pero esa emoción se marcharía pronto.
—Parece que Madara está luchando con alguien más, sería un buen momento de actuar —comentó el setsu de forma convincente mientras dirigió la mirada hacía aquel uchiha portador del kamui, gokú hizo lo mismo.
—ese ojo... —susurró al ver la ondulada retina del hombre que le correspondió de la misma manera.
—Así que has venido, no sabía por qué tardabas —respondió obito a la llegada de gokú que le miró fijamente, aunque notó algo raro, pues el setsu se encontraba también, mirándole con burla total.
—Mátalo —ordenó la criatura y el joven asintió, apuntando enteramente con su dedo al uchiha que en un destello sintió un enorme dolor en su cuerpo, pues en su pecho no quedaba más que un gran agujero, mismo que de la manera tan repentina no permitió a ninguno de los anteriores intervenir ni hacer algo al respecto, y tan solo con estirar su mano atrajo el cuerpo de Tobi, entonces como la gran oportunidad esperada la criatura oscura se escabulló por los escombros y tomó el control de tobi en un instante, aprovechando el fatal estado del hombre.
—Qué ha hecho?! —interrogaron todos ante el repentino ataque y se posicionaron por si recibían la misma técnica, pero no había cuidado, porque no había el mas mínimo interés en aquellos que no suponían un problema, todos excepto aquellos que aún deben entregar su poder.
—Ese tipo... —una voz le habló a naruto con preocupación en sus interiores, lo dejó en evidente al notar la presión que le amenazaba—. Ten cuidado naruto, ese tipo es muy peligroso —vociferó el ser que en su interior de su cuerpo, aquel debería ser el kyubi del que tanto hablaban.
—¿Go-gokú? —una voz se escuchó en sus espaldas, y él no pudo girarse pero la reconoció fácilmente, también reconoció a quienes habían llegado.
—Cuando ellas me atraparon debieron alterar el poder del genjutsu... —susurró el gokú mayor riéndose por aquello. —de no haberme dado cuenta ustedes cinco pudieron haber muerto —exclamó el joven de cabellera oscura que borró su sonrisa. —¡Idiotas! —exclamó en un fuerte grito que se dirigía a Karin y compañía—. ¡Por qué tuvieron que venir! hice todo esto para alejarlas del peligro ¿Por qué no pueden entenderlo! —exclamó el chico con fuerte voz y las chicas retrocedieron, pero pronto dejaron de hacerlo, porque reconocieron el cabello que se dejaba mostrar de entre el cúmulo de raíces y poco a poco todas y cada una de esas mujeres se acercaron al chico.
—¿Qué es esto? —Dijo hanabi al ver ese rostro inexpresivo que le señalaba, ella podría ser la que más confusa se muestre, pues nunca miró al joven de esa manera, pero aquellas otras no necesitaron de mucho para reconocerle, claro que se impresionaron por verlo, pues quién no lo haría?, aún así, solo con mirarle no lo desconocieron como al otro que causó tales actos destructivos.
—¿Eres tú verdad? —preguntó hinata con la poca seguridad que tenía, además no tenían alguna clase de explicación para todo esto que ocurrían, pues primero fueron secuestradas y en tanto llegaron al campo de batalla las desgracias no dejaron de presentarse, ni mucho menos estos inesperados eventos.
—U-un momento, por qué hay dos Gokú? —la voz alterada de karín se escuchó fuerte mientras señalaba al joven y luego ajustó sus lentes mientras se acercó al chico e ino se hizo la misma cuestión.
—Porque él se ha separado —Contestó Konan a las dudas de las mujeres—. Supondré que las conoces si te empeñaste en protegerlas, también las engañaste a ellas? —cuestionó konan enfadada.
—No engañé a nadie —respondió el joven—. Al menos podría decirse, que toda palabra que le dije a karin, Hinata e Ino fue cierta ¿No es así?— exclamó bufándose en sus declaraciones—. Solo te engañé a tí, porque sabía que continuarías con el camino que Pain escogió, al final habrías muerto, todas ustedes habrían muerto y yo no quiero eso! —gokú informó—. Se suponía que para cuando yo ya no estuviera, al menos podría darles una oportunidad y alejarlas de todo esto, pero veo que no puedo conseguir lo que quiero ¡nunca puedo hacerlo! —cada vez, su estado parecía deteriorarse, las raíces le apretaron con fuerza soltó un quejido de dolor.
—¿Por qué insistes en protegerme, por qué insistes en intervenir en mi camino? —Le reclamó konan al Gokú que permanecía preso en la prisión de sus raíces, el resto de chicas se acercaron preocupadas por cómo él parecía sufrir, comprendiendo un poco más la situación.
—No puedo hacer mucho por mi, pero lo que menos quiero es verte morir Konan, no quiero verlas morir a ustedes, porque estoy condenado a verlas a través de ojos que las aprecian —respondió . —No hay forma de detener esto, no hay manera en que yo pueda intervenir, solo quiero alejarlas de lo que pueda pasar —contestó seriamente y luego regresó la mirada allá donde sentía el poder de su similar, sintiendo como tsunade y demás shinobis batallaban, se preocupó también.
—Él es imparable, está por encima de todos, no comparto esa capacidad para cambiar las cosas a mi favor, la guerra ninja tendrá un final y con ese final yo me perderé otra vez para siempre así como el otro se perdió en el olvido —respondió, observando como la colosal figura del kyubi se alzaba entre los más alto, así como el buey de ocho colas desataba su poder al máximo, personas que daban todo de sí por alargar una muerte inevitable.
—¡Naruto-kun! —exclamó hinata ante el acontecimiento y pensó en ir, pero una raíz le detuvo, detuvo a ino y a konan que pensaron en irse, tal vez por eso comprendió que no podría detenerlas nunca, en sus adentros el destino que tienen los shinobis se aplicaría en las personas que más ama y morirían peleando por sus ideales, por proteger lo que más quieren, con ello significa que todas las personas tienen un deseo en lo más profundo de sí, entonces, acaso él moriría sin encontrar el suyo?.
—¡Qué es lo que haces! —exclamó ino forcejeando, pero el chico no respondió y se limitó a ver el feroz enfrentamiento que debía darse, aún pensando, aún cuestionándose su razón de vivir y entonces surgió una pequeña luz, una muy pequeña que aclaró sus dudas.
—Tienen razón —habló el chico después de suspirar—. Nunca tuve un deseo propio, porque siempre he vivido buscando la muerte, siempre he deseado desaparecer, sin embargo no podría irme tranquilo, porque tal vez fallé en lo que me propuse, pero no tengo miedo, porque jiraiya dijo que todo se reduce al momento en que mueres y si el mío llegará pronto, quiero ser yo, quiero creer que podría haber sido capaz de proteger lo que más quiero —continuó y su tono se animó un poco, la sonrisa apareció en sus labios acompañando sus palabras.
—Yo sé que no tengo el derecho de soñar o desear algo, siempre he vivido con ese pensamiento —respondió el joven señalando con sus ojos apagados divisando una batalla que se veía perdida.—. Pero aún así, es inevitable querer a cada una de ustedes, aunque yo no sea la persona que ustedes desearían ver —respondió y nuevamente se volvió hacía las chicas—. Ustedes formaron parte de mi vida, así como kaguya lo es para él, no puedo casarme con hinata y hanabi, no puedo corresponder a karin como quisiera, no puedo prometer un futuro para Ino y no puedo soñar con una vida junto a Konan, pero lo único que puedo ofrecerles es lo que soy ahora —respondió una declaración que asombró a todas aquellas mujeres que frente a él se encontraban.
—Siempre he querido divertirme por mi cuenta, he querido desbordar las ansias que viven en mi interior, he querido desagotar mi ira y he deseado desatar todo de mí, soy quien sonríe y llora, soy un egoísta que el día de hoy dará todo lo que es para defender lo que más quiere, yo soy aquel que es libre a partir de hoy —declaró y esa determinación hizo brillar sus oscuros ojos, mismos que desprendieron su color rojo y despertaron las aspas que pertenecen a un legado casi ya extinto y esas ansias se convirtieron en su último aliento, un último esfuerzo que le liberó lentamente de la prisión que le consumió.
—Mi único deseo es pelear, quiero pelear contra él, quiero hacerlo por mí mismo, sin el nombre de Son Gokú, sin ser un shinobi, sin ser una herramienta —declaró y sus pasos le dirigieron lentamente hacia el frente, sintiendo como su corazón se exaltaba, le animaba así como cuando peleó anteriormente y sus palabras parecieron convertirse en una verdad y extendiendo sus manos llamó a las armas que utilizó para confrontar a su contraparte.
—Si al final moriré, lo haré, pero mientras respire obligaré a este cuerpo, a mi cuerpo a dar todo sí y no me rendiré, porque mis deseos de pelear son muy grandes, no me arrepiento de nada ni tampoco tengo el derecho —continuó y el abanico junto con aquella hoz se posaron en sus manos, los ojos caleidoscópicos se mostraron con sus patrones distintos y regresó la mirada una última vez.
—Aprovechen el tiempo que pueda conseguirles, no les aseguro que será mucho, pero tampoco cederé fácilmente —añadió y su primer paso se dio, no obstante sus pasos fueron detenidos cuando algo le tomó de su ropa.
—Gokú-kun — La voz de hinata se escuchó. —no importa cuales, sean, mis recuerdos con él y contigo, son mis favoritos, ya sea bajo la lluvia o apartada del mundo contigo, no los cambiaría por nada —ella le dijo y los ojos del chico se abrieron de par en par, recordando aquella tarde en que él y ella estuvieron juntos, sintiéndola por su propia cuenta, siendo él mismo con la hyuga, apartándose en el regocijo que la mujer provocaba en su corazón, fortaleciendo ese sentimiento que se ha cultivado en él.
—Son-kun... —Hanabi susurró su nombre, sin comprender bien lo que sucedía, tampoco podría culpársele, porque es la primera vez que le mira.
—Siempre dudé de los caminos y decisiones que tomaste —le dijo ino—. pero eso no significa que no lloraría por tí o estaría intranquila, tú también sufres y lo ví el día en que akatsuki atacó konoha —ella exclamó cabizbaja. —Dijiste que no te corresponde tomar una decisión cuándo se trataba de mí, pero me hiciste feliz cuando prestaste tu fuerza a konoha —Continuó diciendo, y el joven no evitó recordarla aquél día, en dónde ella le declaró sus sentimientos, pero claro, cada palabra que Ino le dijo en ese entonces no era para él, pero el día de hoy se sintió distinto, La Yamanaka debió entender que el chico de mirada plateada era distinto al que ella conoció y hoy podía verlo en todo su esplendor.
—No haré nada que te haga llorar ino, no haré nada que les haga llorar de ahora en adelante —aclaró y luego sintió un peso extra en su espalda, supuso que aquella era karin y así fue.
—Me hace feliz que digas que me quieres, porque no finges como antes y puedo creerte cuando dices que te importo —ella habló y se frotó contra el chico, claramente era la que menos preocupada estaba, pues esto de la guerra no le interesaba mientras estuviese con gokú. —No me importa que hayas tomado su lugar, te amaría, te amaría de la misma manera, porque tú también eres gokú y ¿siempre me has mirado no? ¿también me amas no es así? —ella preguntó y el chico contuvo su llanto al no poder responder, pero no sería necesario, porque ya había una respuesta pronto observó a konan que tocó sus mejillas y sintió la calidez de la chica.
—No pido ser feliz, solo pido tener esperanza —ella le dijo, desde ese momento sería él como había dicho, pero y no solo era las ansias de pelear hasta la muerte lo que le impulsaría, porque en cada golpe que lanzaría, sabría que no solo sería para concluir con la etapa final de su vida, de alguna manera, sería una oportunidad para borrar la sonrisa que ha fingido durante años, porque afligirse no es una opción, no ahora mientras tenga algo qué proteger.
fin del capítulo 76.
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