Capitulo 3: La Búsqueda de la Unidad
En las profundidades de un universo oculto, Erythos, el enigmático Dios de la Destrucción, observaba con una sonrisa maliciosa el holograma de Goku convocando a los dioses para un entrenamiento. Sus ojos, tan oscuros como un agujero negro, destellaban con una intensidad ominosa.
- El ingenuo Saiyajín piensa que puede unir a los universos solo con palabras. ¡Qué iluso!- murmuró mientras acariciaba una esfera de cristal que flotaba ante él.
Alrededor suyo, una cohorte de seres oscuros y retorcidos, sus incondicionales seguidores, escuchaba con atención. Entre ellos se encontraba Zog, una criatura escamosa y viscosa, maestro del engaño y la manipulación.
- Zog, quiero que te infiltes en el grupo de Goku. Sembrarás la discordia entre ellos, provocarás que se enfrenten unos a otros. Y tú, Malicia- dijo, dirigiéndose a una mujer de belleza enigmática, con ojos que parecían abismos- utilizarás tus encantos para seducir a uno de los guerreros más poderosos y convertirlo en nuestra marioneta.
Zog, mostrando una sonrisa repulsiva, respondió- Con gusto, mi señor. Ya tengo un plan en mente. Esparciré rumores y mentiras, crearé pruebas falsas. Pronto, la confianza entre ellos se desintegrará.
Malicia, con voz suave y seductora, añadió- Y yo, mi señor, haré que uno de esos guerreros se enamore perdidamente de mí. Una vez que conquiste su corazón, también dominaré su mente.
Erythos asintió con satisfacción- Excelente. Y tú, Destructor- se dirigió a un colosal ser de piedra y metal- estarás listo para atacar cuando llegue el momento. Destruirás su lugar de entrenamiento y generarás el caos.
El Destructor rugió en respuesta, sus ojos brillando con una luz rojiza.
Mientras tanto Goku, acompañado de Bills y Wiss, se preparaba para su viaje al Universo 1. La tensión era palpable; sabían que la misión de unir a los dioses sería compleja.
- Wiss, ¿crees que los demás dioses estén dispuestos a escucharme? -preguntó Goku, con una pizca de incertidumbre.
Wiss, con su habitual serenidad, respondió- Goku, cada universo tiene sus propias dinámicas. Algunos estarán abiertos a tu propuesta, otros no. Lo importante es que mantengas la esperanza y la fe en tus palabras.
Bills, bostezando de manera exagerada, añadió- Solo espero que no me hagan esperar demasiado. Tengo hambre.
Después de un breve teletransporte, los tres llegaron al Universo 1. Un mundo vibrante y lleno de vida los recibió. Iwen, el Dios de la Destrucción, un ser imponente con cuernos y garras, los aguardaba en un templo flotante.
- Bienvenido, Goku- dijo Iwen con voz profunda- he oído mucho sobre ti. Pero, ¿qué te trae por aquí?
Goku expuso su misión, la necesidad de unir a los dioses para enfrentar un futuro incierto. Iwen escuchó con atención, pero su expresión era impasible.
- Unir a los dioses... suena como una tarea imposible- comentó Iwen- cada uno de nosotros tiene sus propios objetivos y ambiciones. ¿Crees que simplemente dejaremos de lado nuestras diferencias por el bien de la galaxia?
- Sé que no será fácil, Iwen- respondió Goku con su característica sonrisa- pero creo que si trabajamos juntos, podemos superar cualquier obstáculo. Todos los universos están interconectados; si uno sufre, todos sufren. ¿No crees que es hora de dejar de lado nuestras diferencias y unir nuestras fuerzas?
Iwen frunció el ceño, pensativo. La propuesta de Goku resonaba en él de algún modo, pero su orgullo como Dios de la Destrucción le impedía admitirlo.
- Está bien, Saiyajín. Te daré una oportunidad, pero si fallas, no me culpes.
Goku sonrió al escuchar la respuesta de Iwen- ¡Gracias, Iwen! No te arrepentirás.
Bills, bostezando de nuevo, rascándose la cabeza, comentó- Bueno, ya es hora de irnos. ¿A dónde vamos ahora?
- Al Universo 2, Bills. Allí está Jerez, la Diosa de la Destrucción. Espero que sea más receptiva que Iwen- respondió Goku, entusiasta.
Wiss, con su habitual calma, activó su bastón y abrió un portal dimensional- Síganme, caballeros.
Al otro lado del portal, un universo de colores vibrantes y formas extrañas se extendía ante ellos. Jerez, una mujer de belleza exótica y ojos penetrantes, los esperaba en un jardín flotante.
- Así que tú eres Goku, el Saiyajín que quiere unir a todos los dioses- dijo Jerez con una sonrisa enigmática- una idea interesante, pero ¿por qué debería unirme a ti?
Goku comenzó a explicar sus razones, enfatizando la importancia de la unidad y la necesidad de proteger todos los universos. Jerez escuchó atentamente y, al final, asintió con la cabeza.
- Bien, Goku. Te daré una oportunidad, pero si descubro que me has mentido, ¡te arrepentirás!
La misión de unir a los dioses se tornaba cada vez más complicada, pero Goku no se rendiría. Era consciente de que el futuro de todos los universos dependía de él.
Con Jerez en su equipo, la nave de Bills surcó los vastos espacios interdimensionales, rumbo al Universo 3. Goku, con determinación, se preparaba para el próximo desafío. Al llegar, fueron recibidos por un panorama completamente distinto al de los universos anteriores. El Universo 3 era un mundo dominado por la tecnología y la ingeniería, con enormes estructuras metálicas que se elevaban hacia el cielo.
- ¡Increíble!- exclamó Goku, maravillado- nunca había visto un universo así.
Wiss, con una sonrisa enigmática, respondió- El Universo 3 es conocido por su avanzada tecnología y su obsesión por la perfección mecánica.
Finalmente, llegaron a la fortaleza de Mosco, el Dios de la Destrucción de este universo. La estructura era una colosal máquina de guerra, con cañones láser y misiles apuntando en todas direcciones. Mosco, un ser pequeño y delgado pero con una mirada penetrante, los esperaba en una sala de control.
- Así que tú eres Goku, el Saiyajín que quiere unir a todos los dioses- dijo Mosco con voz metálica- una idea ridícula, por lo que veo. Los dioses de la destrucción están destinados a destruir, no a unirse.
Goku, inmutable, volvió a exponer su visión- Mosco, todos los universos están conectados. Si uno es destruido, todos sufriremos las consecuencias. Debemos trabajar juntos para proteger el multiverso.
Mosco soltó una risa metálica-Eres ingenuo, Saiyajín. La fuerza es la única ley que se respeta en este universo. Y yo soy el más fuerte.
La tensión en la sala era palpable. Goku sabía que tendría que utilizar toda su capacidad persuasiva para convencer a Mosco.
- Mosco- comenzó Goku, su voz resonando con sinceridad- sé que eres un poderoso guerrero y que valoras la fuerza por encima de todo. Pero te aseguro que la verdadera fuerza no reside en la destrucción, sino en la unión. Imaginemos un universo donde todos los dioses trabajen juntos, protegiendo sus respectivos universos y colaborando por un bien común. ¿No sería eso digno de admiración?
Mosco se burló- Un sueño de niño, Saiyajín. La realidad es cruel y despiadada. Los débiles son aplastados y los fuertes reinan.
- Es por eso que necesitamos unir fuerzas. Juntos, podemos crear un futuro mejor para todos los seres vivos- argumentó Goku, sin inmutarse.
Mosco seguía dudando. Goku, viendo su vacilación, decidió cambiar de táctica- Mosco, ¿qué te motiva a ser un Dios de la Destrucción? ¿Es realmente la destrucción lo que te brinda satisfacción?
Mosco se quedó pensativo por un momento- La fuerza... el poder... eso es lo que me importa.
- Pero ¿y la creación?- inquirió Goku- ¿No desearías experimentar la satisfacción de construir algo, en vez de destruirlo constantemente?
Mosco permaneció en silencio. Goku sabía que tenía que llegar a su corazón- Imagina un universo donde no haya más guerras, donde todos puedan vivir en paz y armonía. ¿No sería ese un legado del cual sentirte orgulloso?
Mosco, con un gesto de resignación, aceptó- Está bien, Saiyajín. Te concederé esta oportunidad, pero no esperes que sea fácil. Sin embargo, si juntos logramos lo que propones, podría ser interesante.
Con la inclusión de Mosco, la alianza de Goku se expandía, pero la verdadera prueba sería unir a todos los dioses. Sabían que el camino sería largo y difícil, repleto de obstáculos y traiciones. Sin embargo, con cada nuevo aliado, su determinación se fortalecía, y la esperanza de un futuro mejor para el multiverso emergía con más claridad.
Goku y su equipo se preparaban para afrontar un nuevo reto: convencer a Quitela, el enigmático y astuto Dios de la Destrucción del universo 4, de unirse a su causa.
El Universo 4 era un lugar extraño y exótico, lleno de criaturas extraordinarias y paisajes surrealistas. Al llegar a su destino, fueron recibidos por un exuberante jardín flotante, donde Quitela, con su apariencia de ratón antropomorfo y una sonrisa burlona, los aguardaba.
- Así que tú eres Goku, el Saiyajín que quiere unir a todos los dioses- dijo Quitela con voz aguda- una idea muy... interesante. Pero dime, ¿qué te hace pensar que yo me uniría a una causa tan ridícula?
Goku, manteniendo su habitual sonrisa, respondió- Quitela, todos los universos están conectados. Si uno sufre, todos sufrimos. ¿No crees que es hora de dejar de lado nuestras diferencias y trabajar juntos?
Quitela se cruzó de brazos- Yo solo me preocupo por mi universo. Y mi universo está muy bien así.
La conversación se tornó tensa. Bills, impaciente, intervino- No te hagas el difícil, Quitela. Goku tiene razón. Si no unimos nuestras fuerzas, todos los universos estarán en peligro.
Quitela soltó una carcajada- Peligro, dices. ¿Y qué peligro podría haber más grande que un Saiyajín rebelde y un grupo de dioses de la destrucción que no saben qué hacer con su tiempo?
La discusión se prolongó por horas, pero Goku y sus aliados no se rindieron. Utilizaron todos sus argumentos, desde la lógica hasta la emoción, para convencer a Quitela. Finalmente, tras una larga y agotadora negociación, Quitela cedió.
- Está bien- dijo Quitela con una sonrisa- me uno a ustedes, pero bajo mis propias condiciones.
Goku y los demás se miraron entre sí, sorprendidos. Habían logrado lo imposible. Con la incorporación de Quitela, su alianza se fortalecía aún más.
La nave se dirigió hacia el Universo 5. El Dios de la Destrucción de este universo, Arak, era conocido por su naturaleza impredecible y su amor por el caos. Goku sabía que esta negociación sería complicada.
Al llegar al Universo 5, se encontraron con un paisaje surrealista, poblado de criaturas extrañas y fenómenos inexplicables. Arak los esperaba en un laberinto de espejos, donde la realidad se distorsionaba constantemente.
- Así que ustedes son los que desean unir a todos los dioses- dijo Arak con voz burlona- una idea muy... interesante. Pero, ¿qué les hace pensar que yo voy a participar en sus jueguitos?
Goku, con una sonrisa, respondió- Arak, sabemos que eres poderoso y valoras la libertad. Pero también sabemos que eres inteligente. Si trabajamos juntos, podemos construir un futuro mejor para todos los universos.
Arak se rió a carcajadas- ¿Un futuro mejor, dices? ¿Y qué me ofrece ese futuro mejor a mí? ¿Más caos? ¿Más destrucción?
Bills, arrogante como siempre, espetó- Deja de perder el tiempo, Arak. Somos dioses y sabemos lo que es la verdadera fuerza. Si no te unes a nosotros, te aplastaremos.
Arak se burló- ¿Aplastarme me dices? ¡Qué divertido! Pero tú y tus amigos no tienen idea de lo que les espera. Soy el maestro del caos, y el caos siempre triunfa. ¿O acaso lo olvidaron, Bills?
La negociación con Arak fue la más difícil hasta el momento. El Dios de la Destrucción del Universo 5 era un experto en manipulación y confusión. Pero Goku y sus aliados no se dieron por vencidos, utilizando todos los recursos a su alcance para convencerlo de unirse a su causa.
Finalmente, tras una larga y agotadora batalla psicológica, Arak aceptó- Está bien- dijo con una sonrisa- me uno a ustedes... por ahora.
Con Arak en su equipo, la alianza de Goku estaba casi completa. Solo faltaban unos pocos dioses más por convencer. Pero Goku y sus aliados sabían que se acercaban a su objetivo. Sin embargo, desconocían que estaban siendo observados.
En un planeta misterioso, envuelto en una densa niebla púrpura, Erythos observaba a través de una esfera cristalina. Junto a él, sus tres secuaces, Zog, Malicia y Destructor, seguían atentamente cada movimiento de Goku y su creciente alianza.
Erythos, con su característica sonrisa siniestra, murmuró- Así que creen que están cerca de su objetivo. ¡Qué ingenuos! No permitiré que destruyan mi obra maestra.
Zog, el más fuerte de los secuaces, gruñó- Debemos detenerlos, señor, antes de que sea demasiado tarde.
Malicia, ágil y astuta, añadió- Pero, ¿cómo? Sus poderes combinados son inmensos.
Destructor, el más pequeño y astuto de los tres, propuso- Podríamos infiltrar a uno de nosotros en su grupo. Sembrar la discordia y destruirlos desde dentro.
Erythos asintió- Buena idea, Destructor. Malicia, tú serás la que se infiltre. Adoptarás la apariencia de una nueva aliada y ganarás su confianza.
Malicia sonrió- Con gusto, señor.
Con la amenaza de Erythos y sus secuaces acechando en las sombras, la nave de Bills se dirigió hacia el Universo 6. Goku y los demás dioses se preparaban para una nueva negociación, esta vez con Champa, el hermano gemelo de Bills y Dios de la Destrucción del Universo 6.
Al llegar al Universo 6, se encontraron con un paisaje completamente diferente al del Universo 7. En lugar de los exuberantes bosques y montañas de su hogar, el Universo 6 era un mundo dominado por vastos océanos e islas flotantes. Champa los aguardaba en una de esas islas, rodeado de montañas de comida.
- ¡Ah, Bills!- exclamó Champa con una sonrisa- qué sorpresa tenerte aquí. ¿Y a quién traes contigo? ¿A todos los perdedores de tu universo?
Bills respondió con frialdad- He venido a solicitar tu ayuda, Champa. Necesitamos unir nuestras fuerzas para enfrentar una amenaza común.
Champa se encogió de hombros- Una amenaza común, dices. Bueno, siempre y cuando me prometas que me darás la mitad de tu comida, podría considerar tu propuesta.
Goku, impaciente, intervino- Champa, esto es más importante que la comida. Se trata del futuro de todos los universos.
Champa lo miró con desdén- El futuro, ¿eh? Bueno, yo solo me preocupo por mi presente. Mi presente es muy feliz, gracias a toda esta deliciosa comida.
La negociación con Champa resultó ser aún más difícil que con los otros dioses. Su obsesión por la comida y su naturaleza perezosa dificultaban cualquier tipo de acuerdo. Sin embargo, Goku y los demás no se rindieron. Usaron todos sus argumentos, desde la lógica hasta la emoción, para convencer a Champa de unirse a ellos.
Con Champa finalmente convencido (aunque a regañadientes) de unirse, se dirigieron al Universo 8. Goku y los demás dioses se preparaban para enfrentar a Liquir, el zorro antropomórfico de pelaje color ámbar.
Al llegar al Universo 8, se encontraron con un paisaje surrealista y caótico. Gigantescas estructuras flotantes, criaturas extrañas y mutaciones genéticas eran comunes en este universo. Liquir los esperaba en una torre flotante, rodeado de sus creaciones más extrañas.
- Ah, así que han venido a visitarme- dijo Liquir, su voz distorsionada y robótica- no esperaba compañía tan pronto.
Bills con seriedad- venimos a solicitar tu ayuda, Liquir. Necesitamos unir fuerzas para enfrentar una amenaza que está afectando los universos.
Liquir soltó una carcajada metálica- Una amenaza, dices. ¿Y cuál sería esa amenaza? ¿Soy yo el peligro?
Goku, impaciente, intervino- Hay una fuerza mucho más oscura que amenaza a todos los universos. Necesitamos unirnos para enfrentarlo.
Liquir se acercó a Goku, examinando lo con sus ojos rojos brillantes- Interesante... muy interesante. Me gusta la idea de una amenaza común. Pero antes de unirme a ustedes, necesito una prueba. Demuéstrenme que son dignos de mi alianza.
Y así, Goku y los demás se enfrentaron a los guardianes de Liquir en una batalla épica. Con cada victoria, se acercaban más a convencer al enigmático Dios de la Destrucción.
La nave de Bills surcó el espacio, rumbo al Universo 9. Goku, con la esperanza aún encendida, se preparaba para convencer a Sidra, el Dios de la Destrucción de este universo. Sabía que Sidra era conocido por su arrogancia y su gusto por el lujo, pero también por su astucia y poderío.
El Universo 9 se presentaba como un mundo de opulencia y belleza, un palacio dorado se alzaba majestuoso, rodeado de jardines florecientes y ríos de chocolate. Sidra los recibió en un salón de banquetes, rodeado de sirvientes y manjares exóticos.
- ¡Bills!- exclamó Sidra con una sonrisa irónica- ¡Qué agradable sorpresa! ¿Qué te trae por aquí? ¿Acaso has venido a pedirme algo?
Bills respondió con su habitual frialdad- Sidra. Necesitamos tu ayuda para unir fuerzas y enfrentar una amenaza común.
Sidra se burló- Una amenaza común, dices. ¿Y cuál sería esa amenaza? ¿Acaso eres tú el peligro?
- una fuerza mucho oscura que amenaza a todos los universos. Necesitamos unirnos para enfrentarla- Comento Goku.
Sidra se inclinó hacia adelante, sus ojos rojos brillando con interés- Una fuerza oscura, dices. Me gusta la idea. Pero antes de unirme a tu causa, necesito una muestra de tu poder.
Goku, con una sonrisa, aceptó- Muy bien, Sidra. Demostraremos nuestro poderío.
La batalla que se desató fue épica. Goku, Bills y los demás dioses de la destrucción demostraron su poder, superando cada desafío que Sidra les presentó. Finalmente, Sidra, gesticulando en señal de reconocimiento, aceptó unirse a ellos.
Con la incorporación de Sidra, la alianza de Goku estaba casi completa. Solo quedaban tres dioses de la Destrucción por convencer.
La nave de Goku surcó el vacío del espacio, dejando atrás el vibrante universo 9 y dirigiéndose hacia el universo 10, el hogar de Rumoosh, el Dios de la Destrucción.
Goku, sin embargo, irradiaba una confianza inusual. Sabía que el destino de los multiversos dependía de él y de su capacidad para convencer a los dioses restantes.
Al llegar al universo 10, el paisaje fue cautivador. Un cielo turquesa salpicado de estrellas plateadas contrastaba con una tierra verde esmeralda, donde ríos de cristal serpenteaban entre valles de jade. Una energía serena impregnaba el lugar, algo que contrastaba con la energía turbulenta del universo 7.
Una vez en el universo 10, fueron recibidos por Rumoosh, un elefante imponente que emanaba una aura de calma y poder. Su apariencia era majestuosa: de piel rosa y ojos que reflejaban la sabiduría de los siglos. Rumoosh les observó con interés mientras se acercaban, sus movimientos eran fluidos y dignos.
- Bienvenidos, viajeros- dijo Rumoosh con voz profunda y resonante- He escuchado rumores sobre su intento de reunir a los dioses de la destrucción. ¿Qué les trae a mi hogar?
Goku, sin perder tiempo, expuso su misión- Rumoosh, venimos a solicitar tu ayuda para unirnos y enfrentar una amenaza que acecha a todos los universos. Si trabajamos juntos, podremos proteger a aquellos a quienes tenemos la responsabilidad de cuidar.
Rumoosh frunció el ceño, su expresión algo pensativa- Interesante... Pero antes de responder, necesito entender el significado de esta unión. ¿Por qué debería involucrarme en los asuntos de otros dioses?
Bills, con su postureo habitual, intervino- ¡Es simple, Rumoosh! Si permitimos que una amenaza destruyera un universo, la ola de destrucción probablemente alcanzaría al resto. No se trata solo de su universo; se trata de la supervivencia de todos.
Goku asintió- Es cierto. Los universos están interconectados. Debemos reconocer que nuestra responsabilidad no es solo la destrucción, sino también la protección de todas las vidas.
Rumoosh los observó detenidamente, evaluando sus palabras. Sus ojos dorados brillaban con sabiduría- Es posible que tengas razón. La creación y la destrucción son dos caras de la misma moneda. Sin embargo, ¿qué pruebas puedes ofrecerme para demostrar que realmente comprendes esa dualidad?
Goku sonrió, confiado- Estoy dispuesto a demostrarlo en una batalla amistosa. Permíteme probar que soy digno de estar a tu lado.
El dios de la destrucción asentó lentamente- Muy bien. Te otorgaré esta oportunidad. Pero recuerda, la fuerza no lo es todo. La sabiduría y el conocimiento son igualmente poderosos.
Ambos se retiraron a un área despejada donde podrían luchar sin interferencias. La lucha prometía ser épica, y los demás dioses de la destrucción se alinearon para observar, algunos con escepticismo y otros con intriga.
La batalla comenzó con Goku desatando su energía. Se lanzó hacia Rumoosh con una rapidez asombrosa, pero el dios de la destrucción lo esquivó con gracia. Los dos intercambiaron golpes, cada uno midiendo las habilidades del otro. Rumoosh mostró su sapiencia, utilizando su agilidad y control para evadir los ataques de Goku, además de contrarrestar con técnicas cuidadosamente pensadas.
Goku, sorprendido por la destreza de su oponente, empezó a usar también su intelecto, buscando oportunidades en medio del bullicio de la batalla. En un momento culminante, realizó una combinación de movimientos que desvaneció la distancia entre ellos, llevando a Rumoosh al límite.
El dios, sintiendo la energía cada vez más intensa, decidió permitir que Goku alcanzara su límite. En ese momento, el poder de Goku brilló con toda su fuerza mientras se transformaba en Super Saiyajin Blue, intentando demostrarle a Rumoosh la magnitud de su determinación y la fuerza de su espíritu.
Rumoosh, sintiendo la presión del ataque, utilizó una técnica ancestral que combinaba poder y conocimiento, desactivando la energía de Goku solo lo justo para igualar el combate. Pero cuando Goku parecía estar a punto de caer, el Saiyajín reveló su verdadero potencial.
Ambos guerreros, exhaustos pero llenos de determinación, se dieron cuenta de que la lucha no era solo un ejercicio de fuerza. Con cada ataque paró o esquivado, Goku aprendía más sobre el equilibrio entre ambos aspectos: la destrucción que Rumoosh representaba y la energía de vida vibrante que él mismo emanaba.
Al final, ambos se detuvieron, agotados pero llenos de respeto mutuo. Rumoosh se dio cuenta de la sabiduría del Saiyajín.
- Has demostrado ser un luchador formidable, Goku. Entiendo ahora que tu lucha no es solo por el poder, sino también por un ideal más grande- dijo Rumoosh, su voz resonando con aprobación- Aceptaré unirme a tu causa, no solo como un dios de la destrucción, sino como un guardián de la existencia misma.
Con un nuevo aliado en su equipo, Goku se sintió cada vez más cerca de su objetivo. Solo restaban dos dioses de la destrucción por convencer.
La nave de Bills partió hacia el Universo 11. Goku sabía que enfrentaría un desafío singular ante Vermoud, el guerrero imbatible conocido por su fuerza abrumadora y su férrea determinación. Este universo, lleno de luz brillante y tonos dorados, parecía ser el hogar de luchadores disciplinados y guerreros casi perfectos.
Al llegar a la imponente fortaleza de Vermoud, se encontraron con un ambiente lleno de vitalidad y fuerza. Allí, en la cima de una montaña resplandeciente, aguardaba Jiren, de pie con su característica expresión seria.
- He oído sobre ustedes, y sus ideales de unidad. Pero en este universo, la fuerza es todo lo que importa.¿Por qué debería unirme a ustedes?, ¿acaso pienso que funcionan solo con palabras?
Goku, manteniendo la calma, le respondió- No solo se trata de palabras, Vermoud. También se trata de acción. La verdadera fuerza radica en la capacidad de proteger a quienes amamos, y eso solo se logra al unir nuestras fuerzas.
Vermoud observó a Goku, su mirada desafiante y fría- Quizás, pero la experiencia me ha enseñado que la debilidad es un lastre. No encuentro razones para unirme a una causa que es, en su esencia, frágil.
Bill, interrumpiendo la conversación, insistió- Vermoud, entiende que estamos lidiando con una amenaza que trasciende nuestra individualidad. Si no enfrentamos esta oscuridad juntos, la debilidad será un lujo que no podremos permitirnos.
La tensión aumentó mientras Vermoud consideraba sus palabras. Finalmente, la chispa de interés en su mirada reveló que comenzaba a entender el punto que trataban de transmitir. Pero Jiren no se unía a la lucha sin antes tener una prueba de su fuerza y determinación.
- Demuestra tu fuerza- dijo Vermoud, desafiándolo- solo puedo medir tus palabras a través de tus acciones. Solo entonces decidiré si tengo interés en ser parte de tu causa.
Sin dudarlo, Goku se preparó para la batalla. Con su corazón ardiente y su espíritu dispuesto, se apresuró hacia Vermoud, dispuesto a demostrarle que hay más en el poder que solo fuerza bruta. El combate fue titánico, ambos guerreros presionando hasta el límite, Goku se convirtió en Super Saiyajin Blue una vez más, asegurando cada movimiento.
Mientras la batalla continuaba, Vermoud comenzó a ver la determinación en los ojos de Goku y la verdad detrás de sus palabras. La lucha no solo se trataba de poder, sino de un propósito, algo que resonó profundamente en Vermoud.
Y cuando finalmente, ambos exhaustos cayeron de rodillas, Vermoud asintió con respeto- Has demostrado tu valor, Goku. Te concederé mi apoyo. No me decepciones.
Con la incorporacion de Vermoud la alianza de Goku se fortalecía exponencialmente, pero aún quedaba un último dios por convencer: Geen, el enigmático y astuto Dios de la Destrucción del Universo 12, conocido por su naturaleza caprichosa y su amor por el entretenimiento.
Con determinación y coraje, Goku se apresuró a encontrar a Geen, sabiendo que sería el último eslabón que necesitaban para crear una fuerza poderosa que podría contrarrestar la inminente amenaza de Erythos. No obstante, ni Goku ni sus aliados podían imaginar que el dios de la destrucción que encontraran no sería sólo un enemigo, sino un verdadero desafío para demostrar el valor del verdadero trabajo en equipo.
En su nave, Goku miró a sus nuevos aliados- No sé qué nos espera, pero estoy seguro de que juntos lo enfrentaremos. ¡Estamos más cerca que nunca de lograr nuestro propósito!
Mientras avanzaban hacia el universo 12, las sombras de Erythos y sus secuaces se volvían cada vez más cercanas, listos para infligir caos y destrucción. Pero para Goku y su equipo, un nuevo amanecer se asomaba en el horizonte, una oportunidad de construir, unir y luchar por todos los universos existentes. La batalla por el futuro no había hecho más que comenzar.
Con Vermoud en la lista de aliados, solo quedaba un dios más: el enigmático y formidable Geen.
Al llegar al universo 12, los recibió un paisaje etéreo, donde el tiempo y el espacio parecían distorsionarse. Geen, un ser de sombras y luz intercaladas, aguardaba en una torre de cristal.
- Finalmente, han llegado- dijo Geen, sus ojos reflejando la vastedad del cosmos- ¿Qué desean de mí?
Goku, lleno de energía, expuso su misión y la necesidad de unir fuerzas para enfrentar la amenaza.
Geen lo observó, su expresión enigmática indescifrable- ¿Y qué tipo de unión imaginas? Los dioses de la destrucción nunca han trabajado unidos.
- Cierto, pero este es el momento de cambiar eso- Goku hizo una pausa, con determinación- El futuro de todos los universos depende de nosotros.
La tensión era palpable. Geen contempló- Entiendo el riesgo que conlleva, y quiero ver el alcance de su voluntad. Propondré una prueba: traigan hasta mí el artefacto de un universo próximo, uno que se especula que puede manipular el tiempo.
Goku y su equipo, sin dudarlo, se embarcaron en la búsqueda del artefacto. Después de enfrentarse a varios peligros y desafíos en un mundo hostil, combinaron sus habilidades y, con valentía, lograron recuperar lo que buscaban.
Cuando regresaron, Geen los recibió con una sonrisa y un brillo de respeto en sus ojos- Muy bien, han demostrado que trabajan juntos. Acepto unirme a su causa.
Con todos los dioses de la destrucción reunidos, Goku sintió que la esperanza iluminaba su camino. Sin embargo, aún ignoraban que Erythos seguía al acecho, dispuesto a desatar la destrucción sobre ellos.
Mientras Goku y sus aliados se preparaban para enfrentar la oscuridad, el Dios de la Destrucción se recluía en su refugio, urdiendo planes y tramando su venganza.
El enfrentamiento final entre la luz y la oscuridad se acercaba, y sólo el tiempo diría qué desenlace esperaba a los universos. La unión de los dioses de la destrucción era solo el principio de una batalla épica, un desafío eterno que pondría a prueba su determinación, fuerza, y la esencia misma de lo que significaba ser un dios.
Continuará
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