09. El Letargo

La calidez de las tonalidades del alba se abrieron paso firmemente frente a los cálidos terrenos del paramo más vegetal, anunciando a todos que el amanecer de un nuevo día venía a tomar sus cielos; al mismo tiempo se abrió para simbolizar el inicio de una nueva era. Si esa nueva era sería oscura o próspera, eso dependería de aquel Kaiju que acababa de despertar justo a tiempo para ver el inició de un nuevo mundo.

Godzilla abrió los ojos sólo para darse cuenta que el cuerpo le pesaba demasiado. No entendía por qué despertó de un profundo sueño del cuál no recuerda haber tomado en primer lugar. Tampoco entendía por qué, al abrir los ojos y respirar profundamente, sentía que una montaña se fragmentada sobre él. Pronto se dio cuenta que eso era exactamente lo que estaba pasando. Comprobó si todavía seguía teniendo control sobre sus extremidades, así que movió brazos, patas y cola para lograr ubicarlas, aunque no pudo evitar tener la sensación de que se encontraba flotando en un oscuro y pesado abismo.

Al lograr tener control sobre su cuerpo entero, lentamente empezó a levantarse. El terremoto que había ocasionado su despertar destruyó la montaña en media formación que tenía alrededor suyo; los grandes escombros cayeron para provocar estruendosos retumbares mientras aquella reptil figura se levantó por encima de todo ese caos.

Con la cabeza dándole vueltas, junto a una vista borrosa y el cuerpo aturdido, Godzilla miró su entorno. Le confundió darse cuenta que el lugar en dónde estaba ahora, no se parecía nada en absoluto al lugar recordaba por última vez. Sin embargo, ese era el menor de sus problemas: le importaba saber donde estaban los demás. Kan, Kukul, Methuselah... Ninguno de ellos estaba ahí, o al menos no sabía si en realidad estaban junto a él.

Lo primero que se le ocurrió hacer ahora fue buscarlos. Sacudió la cabeza para despejar la mente antes de gritar sus nombres.

Godzilla: ¡M-Methuselah! -se detuvo para recuperar energías debido a la fatiga-

Antes de gritar el segundo nombre, a Godzilla se le había olvidado de los hermanos era cuál y también un poco sus nombres.

Godzilla: ¡Ku...! ...¿cuál era su nombre...? -susurro un poco- ¡¿Kan?! ¡¿Dónde están todos?!

"Mueran conmigo..."

"¿Qué fue eso?." Se preguntó Godzilla mientras volvía a mirar su entorno para hallar el origen de esa voz.

"...hasta permitirles vivir"

"Esa voz... La había oído antes... ¡Ah! ¡Fue él! ¡Fue Gojira!."

Por fín pudo ordenar las piezas en su cabeza y entender lo que sucedió: Recuerda que al ponerse de acuerdo en su plan para derrocar a Gojira, al poco rato sus cabezas fueron atravesadas y sacudidas por una orden del alfa que invadió sus cuerpos. A Godzilla le aterrorizo saber que estaba consciente; estaba consciente cuando el mismo se recostó en el suelo e inició con su letargo. Sin embargo, ninguna de esas acciones las hizo él realmente.

En otras palabras: la orden de Gojira, el Letargo, tomó control absoluto en el cuerpo de Godzilla y sus compañeros y los obligó a obedecer, conscientes de lo que harían pero sin poder objetar.

Si es cierto, le preocupaba que tan poderoso era su padre y abrió la imaginación para preguntarse que otro tipo de órdenes es capaz de dar.

En ese momento se percató del sonido que se asomaba entre los silbidos del viento y levantó el mentón ha esa dirección.

¡K..!

El sonido parecía originarse tras la larga muralla de una meseta semi desértica algo más grande que él. Lento, pero seguro, el jóven se movió agazapado a dicha dirección para averiguar de que se trataba, apoyando en sus patas delanteras para no caer. Ya sea si era un compañero u otro Kaiju le daba igual, mientras más pudiera saber por qué había despertado en un lugar aparentemente distinto, pero similar al que podía recordar, poco importaba con que se encontraría.

¡.....selah!

Volvió escuchar con mayor claridad. Y sin duda identificó esa voz femenina: es Kukul. Y había dicho "Methuselah". Le alegró saber eso e inmediatamente empezó a escalar la cordillera para ubicarla y reunirse con ella.

Él no fue el único con la misma idea.

Kukul: ¡HEY, YA TE VI!.

Godzilla: ¡Ahhhh!

Al asomar la cabeza en la cima, se topo cara a cara con la serpiente, esto lo tomo desprevenido y cayó varios metros al perder el equilibrio.

Kukul: Ah, eres el nuevo. -dijo indiferente ante lo sucedido, asomando su cabeza para verlo-

Godzilla: Ugh, ¿a ti que te pasa?. -preguntó adolorido y un tanto molesto, poniéndose en pie poco después-

Kukul: ¿Cómo que qué pasa? ¿Acaso eres idiota? Estoy buscando al sabelotodo de mi hermano y al viejo cenil. ¡Pero oye, al menos te encontré primero!.

Mientras ella hablaba, Godzilla volvió a escalar la meseta sin ningúna otra complicación, con Kukul apartándose un poco para darle vía libre. Una vez en la cima, el jóven cayó estupefacto por como el mundo que hace un día, desde su propia perspectiva, cambió. Quizá no tanto como se podría imaginar, pero sí que era un mundo más verde con agua más azul.

Ambos desconocían que aquellas formaciones de agua no eran lagos o ríos enormes como ellos creían; eran en realidad pedazos de territorio separándose que le ponían fin al super continente Pangea, obra hecha no por un Kaiju, sino por la propia naturaleza.

Godzilla: Vaya, el mundo... ¿Qué le ha pasado al mundo? Es tan... tan. -no pudo terminar por la incredulidad-

Kukul: ¿Lindo? Sí, supongo. -dijo siguiendo con su búsqueda- ¡Ja! Si me lo preguntas, yo me he echado un buen sueño.

Godzilla le respondió lanzando una mirada de total confusión. Parecía que Kukul permanecía ignorante o carente de interés al respecto. De repente, sus pensamientos fueron interrumpidos cuando ambos levantaron la cabeza en dirección a un estruendo que provenían no muy lejos de aquella meseta.

Kukul: ¡¿Qué demonios fue eso?!. -preguntó alarmada-

Godzilla: Deben ser Kan y Methuselah, ¡sígueme!.

Ambos jóvenes saltaron apresurados por averiguar de que se trataba. A ninguno le importó tomar las precauciones necesarias para confirmar si su próximo encuentro sería una amenaza o quienes ellos creían que eran.

Por otro lado, se libró una batalla entre un numerosos Kaijus apenas un kilómetro; dos de ellos parecían estar a la defensiva contra el resto, quienes aparentemente empezaron el enfrentamiento con el mismo objetivo: comérselos, aunque sea vivos. Un enjambre de Kaijus insectoides los habían rodeado; estos insectos gigantescos voladores podían fácilmente encararlos, volar, picar y esquivar al mismo tiempo, teniendo una aparente ventaja.

Kan: ¡Cuidado, señor Methuselah!. -gritó tratando de mantener la calma pese la gran presión que sentía-

Methuselah: No te preocupes por mi, estaré bien. -dijo agitando su cuerpo para ahuyentar a tantos como pudiera, siendo él con mayor desventaja-

Pese a sentirse agradecido por la preocupación de Kan, Methuselah podía soportar sin problemas casi cualquier tipo de daño gracias a su piel endurecida, tan duras como las gigantescas rocas que, al unirse, construían una formidable e inamovible montaña.

Mas las cosas no iban nada bien para Kan, quién apenas si lograba repeler a unos cuantos sin que estos huyan de sus ataques conformados en mordidas y usando hasta su propio cuerpo para cubrir sus puntos ciegos. De vez en cuando esos insectos, que apenas medían la mitad de él, lograban picarle en conjunto apenas tenían la oportunidad.

El estrés era evidente para ambos, con Methuselah incapaz de ayudar a su discípulo y Kan al no tener tiempo para idear un plan sin que antes fuera picado incluso en el rostro; esto último logró sacarle un fuerte rugido de dolor, provocando que por fín, perdiese la calma.

Kan: ¡Señor Methuselah, hágase a un lado! -advirtió, perservando todavía la cordura al no dejarse llevar por sus emociones-

No le importó esperar hasta que Methuselah enterrara sus patas en el suelo y se acostase, formando protegiéndose a si mismo. A continuación, Kan procedió en hacer uso de sus habilidades: el Control del Aire.

Soportando las picaduras infligidas, hasta incluso sentir como deliberadamente y sin miedo los insectos se posaron para comerse su carne, Kan empezó a volar sobre si mismo, formando un círculo sobre el terreno. No pasó mucho hasta que se desarrollo una corriente de aire descendente que, mientras más y más rápido Kan giraba, está se hacía más grande. La corriente de aire fue tan poderosa que no tomó mucho en crear una columna de aire delgada hecha de aire frío y otra caliente convergiendo en horizontal que van rotando de manera muy violenta y que se extiende desde el suelo hasta conectarse con las nubes atraídas por la ventisca.

En otras palabras, Kan creó su propio tornado para acabar con esas alimañas, y funcionó. Los pequeños Kaijus fueron absorbidos por los poderosos vientos hasta ser llevados uno por uno. Estas fueron destrozadas y cortados en pedazos casi de inmediato por el simple tacto del tornado. Pronto, ya no quedó ninguno y Kan dejó de volar, disipando el tornado poco después, mas dejando una gran nube de polvo y tierra.

Kan: ¡Ah...! Ah... -respiró agitado debido a las heridas sumado al esfuerzo que hizo- ¿Está bien?. -se dirigió a Methuselah, aterrizando frente a él-

Methuselah: Sí, estoy bien. -dijo mientras se levantaba. Aparentemente sin verse afectado por el tornado y con un tono orgulloso por el joven- Lo has hecho muy bien, Kan.

Kan: Gracias -sonrío halagado ante sus palabras- Opino que deberíamos buscar al resto ahora que no hay peligro

Fue entonces que esa idea no pudo haber sido puesto en práctica, pues las figuras de Godzilla y Kukul aparecieron repentinamente cuando el polvo levantado del tornado cayó.

Kukul: ¡Kan!

Antes de darse cuenta, su hermana ya se había lanzado sobre él para abrazarlo con todas sus fuerzas. Godzilla se acercó al resto, notando las heridas heridas Metí y Kan. Ahora el grupo estaba reunido.

Kan: ¡Ugh! -se quejo un poco- Kukul... Me da mucho gusto verte de nuevo, hermana.

Kukul: Oh, gran tonto... ¡¿Por qué no rugiste?! ¡Habría llegado en un santiamén para salvarte el trasero!.

Kan: Estoy bien, no te preocupes.

Mientras ellos compartían palabras, Godzilla se dirigió a Methuselah para conversar acerca de lo sucedido.

Methuselah: Godzilla... ¿Sabes qué ha ocurrido? Apenas si recuerdo algo.

Godzilla: Fue Gojira. Él causó todo esto. -dijo en un tono serio-

Inmediatamente todos miraron al jóven con sorpresa por su afirmación. Kukul quería decir que eso era una ridiculez, pero no tenía nada para contradecirlo, tampoco para apoyarlo.

Kan: ¿Cómo sabes eso? -se adelantó queriendo oír más-

Godzilla: Lo reconocí al instante antes de perder el conocimiento. No me cabe ningúna duda, era el rugido de Gojira.

Kan: Todos lo oímos. Es la primera vez que escucho a Gojira y, sin embargo, sé que hubo algo raro en su rugido. Difiere un poco a los de tu especie, Godzilla.

Godzilla: ¿Difiere? -pregunto confundido- ¿A qué te...?

Methuselah: ¡Eso no importa ahora! -interrumpió alzando la voz- Lo importante ahora es que estamos juntos de nuevo y que todos están bien. El por qué de lo ocurrido ya no importa, eso está en el pasado.

Los tres compartieron miradas por instantes antes de volverse a él.

Godzilla: Entonces... ¿Qué debemos hacer ahora?.

Methuselah: Seguir con el plan original. Le abriremos los ojos al mundo que ni Gojira ni sus más fieles seguidores son rivales para nosotros al enseñarles que hasta los más débiles, cuando están unidos y comparten sus fuerzas en un mismo objetivo, pueden lograr cualquier cosa.

No podía estar más de acuerdo. Godzilla siempre pensó así: que la fuerza de un grupo bien coordinado, incluso uno pequeño, podía superar a cualquier adversario. Tenía el grupo, pero dudaba de la coordinación, esperando ser partícipe del siguiente enfrentamiento para apoyar a sus nuevos aliados.

Kukul: ¡¿Y a qué estamos esperando?! -gritó emocionada e inspirada- Sugiero que comencemos antes de que esa escoria nos mande a dormir... Otra vez.

Kan: Estoy de acuerdo. Debemos actuar rápido.

Methuselah: ¡Ese es el espíritu! -asintió contento por el entusiasmo de los jóvenes- Sé muy bien por donde empezar. Doy por hecho que nosotros no fuimos los únicos afectados, así que aprovechemos la confusión de este nuevo mundo a nuestro favor. ¡En marcha!.

Y así fue como el viaje del grupo oficialmente comenzó. Los jóvenes siguieron a su líder, confiados en lograr cualquier cosa juntos. Los deseos de Godzilla por acabar con su padre nunca decayeron. Tenía un objetivo en mente y no permitiría que ninguno de sus nuevos compañeros ni sus cercanos cayesen ante nadie.

...

Se movieron hombro con hombro hacia su destino. Era la primera vez en milenios que todos volvían a estar reunidos. Por si mismos, ninguno habría querido verle la cara al otro, pero órdenes son órdenes y le hicieron saber de su llegada cuando todos rugieron simultáneamente, sin detener su avance.

La mirada de menos precio y repudio cayó ante ellos. Los veía, sabían que su mirada había caido sobre ellos antes que las de ellos a él... Como siempre.

Y allí estaban; una silueta se alzó ante todos y todo, no tuvieron de otra más que quedarse en lo más bajo y escuchar. Sin embargo, otra silueta también se hizo presente a casi la misma altura del primero.

Sólo él tenía permitido de ese privilegio. Sólo él tenía el permiso de estar a su nivel sin ser reducido a carne fácil de digerir. Sólo él tenía el privilegio de ser reconocido como igual.

Cómo padre e hijo.

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