08. Desde lo más Bajo...

El alba rayo los cielo. Uno podría levantarse y pensar que sería un día pacífico y hermoso. Mas para el resto es sólo otro día por la supervivencia. Si te descuidas, mueres. Ya sea macho, hembra, cria, adulto o anciano; la naturaleza no perdona ningún fallo.

Por otro lado, un corazón algúna vez bondadoso, tenía un cáncer terrible creciendo en su interior: ira. La ira progresivamente crecía con tan sólo pensar en todos aquellos a quién tuvo que entretener al asesinar, mas no sentía ninguna lástima por sus víctimas.

Su madre murió hace horas. Nadie fue a ayudarla y él sólo se quedo mirando, se sintió Inútil, junto a un gran resentimiento hacía casi todo el mundo. Godzilla no era idiota, sabía, o al menos tenía la esperanza de que aún existían kaijus buenos. Quizá pocos, pero su sentido común le hacía creer estar en lo cierto.

Methuselah: Ya hemos llegado... -habló derrepente ya más relajado-

Ambos tomaron rumbo al suroeste, específicamente sobre un páramo desértico, desprovista de la fauna o algo que los amenace. Allá a lo lejos se podía visualizar el aparente e infinito océano, casi cubierto por colinas desde la perspectiva de ambos. Mirando atrás, la formación geográfica estaba de tal modo que Methuselah simulaba montaña más.

Godzilla: ¿En... dónde estamos? -preguntó mirando a su al rededor. Todo le seguía siendo desconocido y desconfiaba-

Methuselah: Aquí es en dónde yo vivo -respondió- Nos quedaremos aqui por un tiempo hasta que las cosas mejoren para ti

¿Mejoren? Ha Godzilla le era imposible creer eso. Tuvo el peor día de su vida y apenas tenía tiempo para asimilar su situación actúal, el estrés ligados a los traumas atacaron su mente sin piedad.

El kaiju lo notó afligido y no le reprochó nada. Presenciar la muerte de frente fue un punto y aparte en su vida. Peor aún, le quedaba una larga vida por delante y ni siquiera era un adulto. Sin embargo, tener paz era imposible mientras Gojira gobierne. Alguien tiene que detenerlo, y esa responsabilidad solo puede recaer en sus descendientes.

Methuselah: Escucha, Godzilla... Ayer has vivido el infierno en carne propia, pero créeme... Eso no es lo peor que te va a pasar, y debes estar preparado -le habló firme, pero comprensible-

Godzilla: ¡Ya estoy preparado! -explotó, liberando sus emociones con un nudo en la garganta- Ya he peleado para esos... ¡Esos mounstruos! ¡Me obligaron a hacerlo y casi me volví uno más! Yo sólo anhelaba volver a casa...

Methuselah: Está bien... Está no es la vida que ni tú ni yo elegimos, pero... es la que nos toco vivir. Lo mejor que puedes hacer es volverte más fuerte si quieres sobrevivir contra esos mounstruos

Godzilla: -le tomo tiempo responder- Soy fuerte. Mi padre... ¡Es decir! Gojira me hizo fuerte... -dijo menospreciando ese nombre. Le enferma compartir su sangre-

Methuselah: Jamás he dudado de tu fuerza -volvió a ser firme en sus palabras- Si todos fueran consciente de sus capacidades al unirse, Gojira habría muerto hace mucho

Godzilla: ¡¿Y por qué nadie lo han hecho?! Todos tuvieron esa oportunidad, ¡mi madre se las dio a todos y nadie hizo nada!

Methuselah: Todo tiene un por qué, y yo te lo diré: Es el miedo. El miedo hace vuelve susceptible hasta el más fuerte. El miedos advierte a tus instintos sobre el peligro. Si un kaiju mata a un alfa, todos le temen y prefieren arrodillarse ante él en vez de unirse en su contra

La explicación que Methuselah le dio al jóven lo hizo pensar bastante. Usar el miedo igual que Gojira sería caer bajo, muy bajo. Eso sí, no pudo evitar considerarlo un poco, pero jamás se perdonaría ser igual a él.

Justo ahí, una chispa brillo con gran voluntad en su interior y recordo la frase: "Si todos fueran consciente de sus capacidades al unirse, Gojira habría muerto hace mucho." Y una idea llena de esperanzas llego: ¿Y si una manada de Kaijus se une para matar al rey?.

Godzilla: Ya lo tengo... -Habló, y el coraje crecio en él- Lo que has dicho hace un momento, lo de unirse contra Gojira. ¡Deberíamos encontrar a kaijus que no le teman y formar una manada!

Lo vio impresionado por sus palabras. En esos ojos, Methuselah observo los ojos de alguien deseoso por vengar a su madre, pero también capto el espíritu de un alfa nato determinado a esforzarse en lograr cualquier cosa. Su rostro formo algo similar a una sonrisa.

Methuselah: Me gusta tu entusiasmo, chico -le dijo simpático- Pero no eres el único a quién se le ocurrió esa idea

Godzilla: ¿Eh? ¿Qué quieres decir? -preguntó incrédulo hasta darse cuenta-

"¡Oh, ya veo! Quizá a él se le ocurrió también mucho antes que yo. Me pregunto si soy el primero o si ya tiene unos cuántos. Gojira... tus días están contados. Usaré la fuerza de mis compañeros para matarte." Penso Godzilla.

Dio medía vuelta, elevó el mentón y emitió un rugido profundo, ligeramente ronca. Ese rugido, más temprano que tarde, recibió no una, sino dos respuestas, dos rugidos muy a lo lejos.

Instintivamente, Godzilla se puso en guardia, pues dos figuras se asomaron tras una cordillera a medio kilómetro de ambos.

Aquellas figuras de aproximaron a gran velocidad, y mientras más de acercaban, mejor se lograban apreciar a esos extraños. El primero era un kaiju volador; su cuerpo alargado estaba decorado por plumas casi en su totalidad, mientras tres pares de alas sobresalian a los lados con las cuáles volaba y planeaba. La serpiente voladora presumía de unos 100 metros de largo y 45 de circunferencia. Sus escamas tenían un bello rojo carmesí, cubiertas por plumas doradas.

El segundo era distinto: arrastraba la tierra tras de si gracias a su largado cuerpo escamosa. Su velocidad al desplazarse era mayor, pues usaba unas extremidades delanteras similares a brazos para impulsarse hacía adelante. Su longitud era el mismo a su contrario, pero su circunferencia es más delgada, casi la mitad.

Al estar lo suficientemente cerca, Methuselah se colocó en el espacio entre Godzilla y ambos Kaijus que detuvieron su paso frente a él, como si le reconocieran respeto o como si le temiesen.

Kukul: Oye anciano -habló el Kaiju que se arrastraba. Es una hembra- Tardaste demasiado fuera. ¿Qué? ¿Te quedaste dormido a medio camino? -termino echando unas carcajadas-

Kan: No digas tonterías, hermana -Dijo la serpiente alada mientras descendía al suelo. Es macho y parecía verse muy tranquilo- Seguramente tuvo alguna complicación. ¿Encontro lo que buscaba, señor Methuselah?

Ambos parecían ser dos polos opuestos; mientras una aparentemente era grosera e impaciente, el otro era modesto y amable. Nada de eso le importo a Godzilla, pues aún sentía cierta desconfianza como para bajar la guardia por un segundo, aún viendo que ellos conocían a Methuselah y nadie atacaba.

Godzilla: ¿Quiénes son ustedes? ¿Y cómo conocen a Methuselah?

Kukul: ¿Eh? -apenas noto su presencia- ¿Y ese quién es? No me digas que volviste a sentir lástima por otro inadaptado. Si eso es cierto... ¡Qué bien, otro igual a nosotros! -su actitud ácida cambió a otra de emoción-

Methuselah: No. Su nombre es Godzilla y estará con nosotros a partir de ahora -Fue directo al grano. Se volvió a Godzilla- Estos dos Kaijus son los hermanos Kan y Kukul. Son lo mejor que tenemos hasta ahora, pero confío en lograr encontrar a otros que estén en contra de Gojira

Estuvo escéptico al echarles un vistazo. Estos no eran kaijus suficientes para vencer a uno que equivaldría el quintuple. Incluso si se trata de un ataque sorpresa sería inútil y por ello estuvo inconforme al respecto.

Godzilla: Pero... ¿Y si no encontramos a nadie? ¿Y si los primeros kaijus que encontramos nos atacan? Acabaríamos muertos -dijo pesimista-

Methuselah: Entonces tendrán que caer bajo y usar el miedo a su favor. -dijo con cierta molestia- Tal vez sea poco ortodoxo, pero por ahora es lo que hay...

Carcajadas mofandose de sus palabras lo interrumpieron y todos miraron a Kukul.

Kukul: Hablen por ustedes. ¡Acabaré con quiénes se metan en mi camino hasta hacerlos fácil de digerir!

Kan: Ignorando a mi hermana, le doy la razón a... Godzilla -dijo apenas recordando su nombre- Si saben que vamos por Gojira, nos van a atacar sin dudar. Probablemente estemos solos en esto. Con un poco de suerte uno o dos se unirán a nosotros. Seguro Godzilla será una gran ayuda al ser un Gojirasaurus, pero en general tenemos poca experiencia en combate. -explicó analizando el estado actúal del grupo.-

Tanto Methuselah como Kan pensaban lo mismo: ir contra Gojira ahora mismo sería un suicidio. Tuvieron que recurrir a un segundo plan.

Methuselah: En ese caso sólo tenemos una solución. -volvió a explicar-

Por muy lejos que el grupo se mantenga fuera de la vista del tirano, hasta el pedazo de tierra más insignificante es suyo. No obstante él no consciente de que sucede al otro lado del mundo, razón por la cuál tiene a varios Kaijus que controlan cada área y mantienen el orden según como Gojira desee. Se rumorea que son 5 Kaijus quiénes Gojira realmente confía.

Sabiendo esto, Godzilla fue el primero en concluir que, para volverse más fuertes y así ganarse la confianza del resto, primero deben encargarse de esos Kaijus para debilitar el control de Gojira sobre el mundo entero. La idea más sensata era comenzar por el más "débil" a falta de una palabra mejor.

Al final todos estuvieron de acuerdos ante la idea. Todo le parecía ir demasiado apresurado para Godzilla, le costaba procesar y digerir tantas cosas en tan poco tiempo. Pronto tendría tiempo de sobra para eso.

...

Las tierras fueron sacudidas, por cada paso o una acometida violenta a cualquier cosa provocaban terremotos ante sus malestares.

Gojira rugia adolorido mientras se sujetaba la cabeza. Intentando controlarse. Intentando controlarlo. Rugidos imposibles, ya sea agudos, dobles, chillidos y erráticos. Sus cuerpo era deformado por los violentos e involuntarios tirones de los músculos empujados por su estructura ósea.

Gojira: Hmm... Rozan... -maldijo su nombre entre gruñidos- Ese maldito golpe con el cuál apareciste. ¡L-lo has arruinado todo! Debo reconocer esa convicción y coraje por iniciar una pelea ya perdida...

Frustración era decir poco para describir sus sentimientos; apretaba los dientes con tanta agresividad que le rechinaba, le daba el escalofriante presentimiento a uno que en cualquier momentos se les iba a reventar hasta volverlos en una patética parodia de lo que algúna vez fueron una distribución perfecta de colmillos que atravesarían hasta la piel más resistente que pudiese existir, a ser reemplazados por venosos vidrios rotos, dejando al descubierto las venas en sus encías que provocarian una terrible irritación y dificultades para masticar la carne fresca.

El control en él se debilitaba progresivamente haata temer perderlo por completo.

No... este es su favorito y todavía no era hora... un cambio prematuro sería demasiado arriesgado y Dagon no estaba listo.

Sin más opción por la cuál recurrir, tomo una medida tosca, pero eficaz no sólo para él... sino para todos. Sólo los Kaijus con potencial de ser los alfas o, como suelen decir, reyes, puedes usar distintos rugidos que dependiendo de la intensidad, la frecuencia y patrones, los Kaijus quiénes lo acepten como su líder pueden obedecer. Sin embargo... él hizo algo que contradecia lo anterior dicho.

Expandiendo su pecho al inhalar una asombrosa cantidad de aire hasta llenarse, su mandíbula se abrió en un ángulo agudo de setenta y cinco grados del cuál exhalo un poderoso rugido comparado a la explosión de un super volcán en erupción con una altura superior a los ciento treinta metros.

El rugido provocó una poderosa honda y a su vez, iniciando un cataclismo ensordecedor que se llevo consigo las docenas de hectáreas en su alrededor. Toda la fauna y flora murió con excepción de su hijo mayor, el cuál sufrió los efecto esperados por el rugido del padre.

Su voz rodeó todo su territorio, más de cuatro mil ochocientos kilómetros. Sus hondas de choques rodearon el planeta no solo una vez... fueron un par de veces de hecho e hizo vibrarlo todo.

Los miles de Kaijus existentes fueron afectados sin ninguna excepción por la orden de su Rey:

"Nuestro profundo letargo ha llegado. Abandonen sus instintos. Abandonen el siquiera pensar. Adandonen sus cuerpos. Abandonen toda ápice de vida y mueran por mi. Mueran a mi lado. Mueran hasta permitirles vivir. No vacilen, no muestren resistencia. Aquellos quiénes lo contradigan jamás despertaran cuando raya el alba."

Y así todos cayeron uno por uno. Quiénes hacían una acción previó a la orden entraron en un trance dónde interrumpieron lo que hacían y automáticamente caían al suelo. Es una lástima que los más grandes cayeran  sobre los más pequeños.

Los gigantes detuvieron su destrucción a dónde quiera que iban. Sin sus depredadores apex, los animales naturales del planeta siguieron con la cadena alimenticia que les fue arrebatado por millones de años. Ahora el mundo les pertenecía otra vez.

Y el mundo se sumió en la belleza.

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