my teacher and me.

Mi querido profesor despertaba mis más oscuros pensamientos, cada día era más difícil ocultar mi deseo por él, hasta que ese día en el salón de clases, mi profesor y yo quitamos nuestras máscaras y nos dejamos llevar por el momento.

Historia original: aarimy. Todos los créditos respectivo a la autora.

Felix.

Dos minutos antes de la hora de entrada, por suerte llegué antes que el profesor Bang, caminé despreocupado a mi asiento, ese que estaba hasta el fondo cerca de la ventana, y que también estaba lejos del escritorio de el guapo y atlético profesor. De ese modo me podía contener de no saltarle al señor Bang, cuál gato en celo y besuquearlo con morbo.

Dejé mi mochila a un lado de la mesita y me desplomé en la silla, joder amaba y odiaba los jueves, los odiaba porque ese día me tocaba limpiar el aula. Y los amaba porque esos días son los más largos para poder ver y admirar a mi querido y caliente profesor. Es mucho mayor que yo pero no importa, mientras su gran polla profane mi trasero la edad es lo de menos. Además esa aura misteriosa que emanaba de él, hacía que mi curiosidad aumentara y deseara saber más sobre el señor Bang.

El timbre sonó por todo el edificio y como si de ovejas se tratasen, mis compañeros entraron al aula con pasos apresurados. Todos nos quedamos quietos y rectos esperando por el mayor, el señor Bang era conocido como uno de los profesores más estrictos, además que poseía un nivel de disciplina que espantaba a cualquiera.

No pasaron ni dos minutos, para que sus zapatos hicieran eco por el salón, entró sin ver a nadie, ameno se sentó en su silla, podía jurar que todos los alumnos estaban aguantando la respiración para no hacer enojar al señor Bang, luego de unos momentos por fin se dignó a vernos y a hablarnos.

── Buen día, empecemos con la clase, hoy trataremos un tema que todos hemos llegado a preguntarnos...

Y dejé de escuchar todo lo que salía de esos preciosos y rosados labios, cuanto deseaba saborearlos, morderlos a mi antojo y delinearlos lentamente con mi lengua con tanta lentitud y sensualidad que me fue difícil sacar esa imagen erótica de mi mente. Así también deseaba que esos bellos labios estuvieran en otras partes de mi cuerpo, haciendo chupetones y besando mi tersa piel, tenía tantas opciones y pocas probabilidades de que sucedieran.

El traje que llevaba el profesor Bang se amoldaba perfectamente a su cuerpo atlético, el viejo estaba buenísimo para que negarlo, su camisa blanca se ajustaba a sus grandes brazos y bíceps, dios el hombre si que tenía con qué defenderse; entre sus largos dedos tenía un lapicero con el cual se entretenía acariciándolo, jamás le había tenido tanta envidia a un lapicero, joder y sus gigantes manos venosas hicieron que a mi mente, pensamientos guarros llegaran rápidamente como un rayo, y es que lo primero que desearía tener de esas deliciosas manos, es tener su marca rojiza en una de mis nalgas. Joder, de solo pensarlo me estaba exitando.

── Psshh, psshh. Lix.

El susurro de mi amigo Jeongin me sacó de mi privada y excitante burbuja. Parpadeé en su dirección esperando que hablase pero en cambio el eco de la voz del profesor sonó por todo el aula. Cómo si nadie más que solo el y yo estuviéramos presentes.

── Joven Lee, parece que nuevamente está distraído. Le hice una pregunta. Conteste.

Miré en su dirección y me crucé con sus dos luceros oscuros que no dejan de pasearse en mi mente. Incluso enojado es jodidamente sexy. Bajé la mirada avergonzado y no hablé por temor a hace el ridículo aunque ya lo estaba haciendo.

── Perfecto. Joven Lee espero su presencia al final de la clase.

Escuché como muchos se burlaban indiscretamente de mi; ignoré todo aquello para concentrarme en lo que de verdad importaba y es que quedarme a solas con el profesor no era buena idea, sobre todo porque sé que ya no podría contenerme de saltar y besar sus perfectos labios. Maldición estaba más que jodido.

Mientras, la clase se me hizo muy lenta que otras veces, supongo que es por la ansiedad de lo que pasará al terminar la clase, la noche nos envolvió con ese manto negro salpicado de luceros brillantes, el timbre sonó haciendo que brincara en mi lugar y mientras, vi como uno por uno de los chicos de mi clase salían riendo y jugando, olvidándose por completo de mi y cuando caí en cuenta estábamos el profesor Bang y yo, solo nosotros dos en el aula, que ahora parecía más grande de lo habitual. Me quedé estático en mi lugar sin saber que hacer o que decir. A decir verdad estaba nervioso, muy nervioso.

── Por favor Lee, tome asiento en la banca de enfrente. ──señaló con su mano la mesita de adelante sin siquiera verme.

Quise decirle que estaba bien en mi lugar y que no había la necesidad de moverme, pero me contuve e hice lo que me ordenó, después de todo es la autoridad. Me levanté de mi lugar y caminé con mi nerviosismo a dónde me indicó, me senté rígido y serio en la silla y aunque quise, me obligué a no ver a el señor Bang por su seguridad y por la mía.

Escuché como su silla chirrió cuando se levantó de su lugar y sus pasos se volvieron lejanos, de reojo vi como cerraba la puerta y entonces me día cuenta que la situación iba en serio. Vi como se acercaba hasta donde me encontraba, pero yo aún no reunía la valentía para levantar la cabeza.

── Lee, he notado que durante las clases estás muy distraído, soy tu profesor, pero también una persona, si algo te está atormentando puedes decirlo.

«Sí profesor, cada día me atormentan los pensamientos lujuriosos y pecaminosos que cruzan por mi mente, pues sueño día y noche, que usted me folla como nadie lo ha hecho.»

Si tan solo todo fuese fácil de decirlo.

Ví como colocó sus grandes manos, esas blancas y venosas manos con las que fantaseaba cada día, las puso en cada lateral de la mesilla en mi lugar. Reuniendo todo el valor, me atreví a mirarlo, sus luceros con los míos volvieron a colisionar y pude ver qué de cerca se veían más brillosos y bonitos, casi podía ver mi reflejo en ellos. Nos quedamos así por un tiempo, viéndonos como si no existiera un mañana y cuando no pude controlar más mis impulsos, me levanté de sopetón.

Tomé la camisa de mi profesor y estampé mis labios con los suyos, fue solo un roce de labios y por culpa de la mesilla entre nosotros, no pude acercar nuestros cuerpos como yo quería. Y cuando iba a hacer el primer movimiento, sentí como sus manos me tomaron por lo hombros para alejarme de él.

Eso fue un claro rechazo por parte de él, y eso en parte hirió mi orgullo, nadie me había rechazado antes y como era la primera vez no me gustó para nada. Solté la camisa de el señor Bang, no lo miré a la cara por vergüenzas y desvíe la mirada un poco molesto, reverencié y caminé a la salida dejando mis cosas y mi dignidad atrás, supongo que es buen momento para cambiar de hoja pero, yo no lo quise así. Intenté abrir la puerta pero el pestillo me lo impidió.

Iba a quitar el seguro cuando un gran brazo me tomó por la cintura y una mano cubrió la mía que estaba en el pomo, una cálida respiración se instaló en mi cuello dándome escalofríos. Joder acaso estaba imaginando cosas?.

── ¿Dónde cree que va jóven Lee? ¿Piensa comenzar algo, para después huir sin dejar hablar al contrario?

Su voz grave y ronca hizo que se me erizaran los bellos del cuerpo por lo dura y demandante que fue. Tiró de mi cintura y yo dejé tratarme como un muñeco de trapo. Caminé con un poco de dificultad por tener a semejante hombre detrás mío y por lo sorprendido que estaba.

Me empotró contra su escritorio y mi zona pélvica sufrió por lo rudo que fue incluso tuve que apoyarme del escritorio con mis manos, y tan solo pedía que lo que estaba viviendo no fuera una ilusión de mi retorcida mente. Brinqué en mi sitio cuando sentí una de sus manos tocarme con descaro desde el cuello, bajando por mi abdomen hasta llegar a mi ya despierto miembro, la sensación de mi polla ser apretujada y sumándole una ronca risa de parte del señor Bang, hizo que me excitara más de lo que ya estaba.

Mis sentidos estaban abandonándome por la excitación, hasta que escuché el sonido de la hebilla de mi cinturón y sus traviesos dedos desabotonar mi pantalón. Comencé a soltar suspiros bajitos y cuando mis pantalones fueron bajados junto con mis bóxer retuve la respiración por el inesperado aire frío que se coló en mi zona trasera. Y con un poco de dificultad me quité por completó las prendas.

El agarre en mi cintura desapareció y sentí sus callosos dedos pasar por todo mi trasero, delineó la separación de mis nalgas hasta llegar a mi orificio anal. Dejé salir todo el aire que estaba reteniendo y gemí cuando sentí como un dedo simulaba penetraciones.

Nuevamente escuché la hebilla de un cinturón pero está vez no era el mío sino del profesor y después oí el sonido de la cremallera de su pantalón, estando de espaldas no podía saber que hacía y sin previo aviso sentí su gran polla pasearse por toda la extensión de una de mis nalgas, hasta que decidió pasarlo de arriba a abajo en la zona de mi ano, mordí mi labio por el placer acumulado, dejó de frotarse contra mí y me atreví a voltear a verlo; se encontraba masajeando su gran polla erecta con dedicación, y dejó de hacerlo para escupir en la palma de su mano para así embadurnar todo su tronco con su propia saliva.

Nos miramos cómplices, sonrió de lado y con una habilidad impresionante, tomó mis dos muñecas y las aprisionó con su cinturón en mi espalda baja, como si me esposara para ir a la cárcel, las apretó tan fuertemente que no pude evitar soltar un gruñido por la brusquedad del agarre, aunque poco le importó mi gruñido pues su mano quisquillosa serpenteó por mi espalda hasta llegar a mi nuca y dejarla ahí posada; decidí mirar al frente cuando ví que se llevaba dos dígitos a su jodida boca, no era tonto, sabía que estaba por pasar y para no perder más el tiempo, traté de relajar mi cuerpo para hacer más fácil las cosas.

Jadeé en cuanto un primer dígito se introducía en mi nada virgen hoyo, con solo eso estaba que llegaba al orgasmo, parecía un crío virgen, y sin darme tregua, ni aviso, en seguida metió el otro haciéndome jadear de nuevo por lo rudo que fue eso, con sus dedos dentro de mi, hizo movientes de tijera bastante rápidos y bruscos y pude sentir mis paredes expandirse a la fuerza, apoyé mi cabeza en el escritorio, cerré los ojos con fuerza y mordí mi labio inferior, porque aunque me dolía era jodidamente excitante. Suspiré y jadeé cuando comenzó con un ritmo de mete y saca.

Mi polla estaba más que erecta y adolorida, por las sensaciones que estaba teniendo, jamás había estado tan duro antes como lo estaba, podía decir que estaba cerca de llegar al clímax, por unos simples y arrolladores dedos. Y antes de llegar, me sentí vacío cuando el señor Bang retiró sus dedos de mi culo. Iba a refutarle su poca empatía conmigo, cuando me giró para estar frente a frente, me tomó de los muslos y me sentó en su escritorio. Con sus callosas manos separó mis piernas, me observó y sonrió ladino.

── Mira lo duro que estas cariño.

Dijo antes de tomar mi adolorida polla y comenzar a masturbarme lentamente, con fascinación y con la boca entreabierta miré cada uno de sus movimientos, su gran mano envolvía mi tronco por completo y con movimientos lentos iba de arriba a abajo, abajo a arriba. Se sentía como el puto cielo, podía sentir como mi polla palpitaba esperando su liberación, pero yo no quería llevar de esa forma, yo estaba ansioso de que me enterrase su trozo de carne y me llevara a tocar el cielo estando en el puto infierno pecaminoso.

Y como si pudiera leer mi mente, soltó mi pene y el pre-semen resbalaba por todo mi tronco; el profesor me acomodó se tal forma para que abriera más mis piernas, era una posición un tanto difícil y mis manos atadas lo hacían aún más difícil; sin titubear y con furia metió de tajo su polla en mi pequeño hoyo. Mis paredes se expandieron de golpe y el grito que pegué por el dolor, se hubiera escuchado por todo el plantel pero gracias a la rápida acción del señor Bang no sucedió, pues una de sus manos tapaba mi boca y la otra entre nuestros sexos.

Esperó un poco antes de sacar un poco su polla de mi interior para después arremeter con fuerza, aún no estaba completamente listo y eso lo dejaba en claro mis gemidos de dolor, esos que eran amortiguados por su poderosas mano, admito que el dolor y ardor estaban presente en mi sistema, pero la lujuria y el placer dominaban cada vez más mi anatomía; cada penetración era ruda y seca, pero jodidamente placentera. Nadie me había dicho que el sexo rudo era jodidamente bueno y me alegraba que el profesor Bang fuera el primero en demostrármelo.

Mete, saca, mete, saca, joder que estaba viviendo el mejor momento de mi vida, una de sus manos delineó mi cadera y se deslizó por debajo de mi camisa subiéndola a su paso, hasta que sus dedos tocaron a uno de mis pezones, con dos dígitos pellizcó y tironeo de mi pezón hasta que sentí como se puso erecto al instante. Su otra mano abandonó mi boca y gracias a ello al instante comencé a jadear buscando un poco de aire.

Me acosté de lleno en el escritorio, cuando ya no aguanté mi peso, mi cabeza impactó contra unos papeles pero eso no me importó, solo podía pensar en lo jodidamente bueno que era ser penetrado por un hombre maduro y con experiencia como el profesor Bang. Volteé los ojos y abrí la boca cuando sentía cada vez más placer, mi pezón fue liberado y con esa misma mano traviesa tomó mi cuello, apretándolo con un poco de fuerza, ví al señor Bang con un poco de pánico, sin entender lo que hacía, sin verme a los ojos me sonrió ladino y solo eso me dió la confianza de aguantar ser ahorcado sexualmente. Cerré los ojos y gemí alto cuando las estocadas fueron más rápidas.

── Ah, Chan.. más. Más, rá..pido.

Se detuvo abruptamente, interrumpiendo todo, cuando estaba en un punto cúspide, su mano abandonó mi cuello, abrí los ojos un poco molesto, pero su mirada dura y sería me hizo temblar y ablandar mi mirada.

── Aún sigo siendo tu profesor jóven Lee, trátame con respeto.

Dicho eso, tomó con sus manos mi cadera y volvió a penetrarme con fuerza y velocidad, no supe cómo reaccionar pero a decir verdad me encantó que me tratara de esa manera. Tal vez era un puto masoquista y no lo sabía.

Mis manos tras mi espalda estaban doliéndome como los mil infiernos, con cada moviente el cuero maltrataba mis muñecas, pero podía soportarlo un poco más, solo hasta que me pudiera liberar.

Con curiosidad e incliné un poco para poder mirar abajo, y joder, lo caliente que ví sería difícil de olvidar, ví como la polla del señor Bang se enterraba con salvajismo y por completo en mi interior, dentro, fuera, ví como mis bolas y pene se movía al compás de las estocadas y por tal escena pornográfica solo podía gemir alto.

── Joder, que apretado estás Lee.

Me recosté nuevamente, y en esa posición me quedé observando el rostro del profesor, algunos mechones de su cabello castaño se pegaban a su sudorosa y brillosa frente, su ceño estaba fruncido, sus luceros no dejaban de ver nuestro lazo carnal con vehemencia; con su boca semi abierta soltaba gruñidos y maldiciones y de vez en cuando echaba su cabeza hacia atrás por el placer.

Con esa escena, quise darle lo mejor de mi, así que me abrí más de piernas para que tuviera mejor acceso a mi hoyito, para que el placer fuera más grande tanto para él como para mi, sus grandes manos se apoderaron de mi cintura y como si fuera posible aumentó el ritmo de las estocadas, sentía mis paredes contraerse y la polla del profesor enterrarse con más profundidad en mi.

── Ah.

Una estocada.

── Ah.

Otra estocada.

── Ah.

Y otra estocada

El sonido obsceno de nuestros cuerpos chocar me hacía llegar al éxtasis. Con una mano acarició una de mis nalgas, la sensación era liviana, todo lo contrario a los demás movimientos, cuando menos lo esperé me palmeó la nalga y el ardor me hizo pegar un grito, luego volvió a acariciar la zona casi como un gesto hipócrita. Podía jurar ver la lujuria pasearse en el aire, regocijándose por nuestro encuentro. Ya no podía soportarlo, me retorcía como un gusano puesto que el señor Bang encontró mi punto dulce y arremetió con más dureza y salvajismo. Gemí alto cuando mi orgasmo llegó, mi pene dió rebotes en mi pelvis cuando mi semen salió disparado, seguramente manchando el resto de mi uniforme. Mi cuerpo tembló y jadeé al sentir las últimas estocadas de mi profesor.

A pesar de haberme corrido dejé que el castaño me penetrara por más tiempo, yo sabía que esto era de dos, se disfrutaba de dos y dejaría mi cuerpo a su disposición hasta que el tuviera su orgasmo. Y cuando eso pasó, gruñó alto y apretujó con fuerza mis caderas, -seguro eso dejaría marca-; mordí mi labio sintiendo su polla, en lo más profundo de mi ser, llenándome por completo de su semilla.

Nuestras respiraciones estaban agitadas y no pude evitar sonreír por un pensamiento bastante infantil pero que me llenaba de orgullo pues logré que el hombre que me traía loco sexualmente, me haya follado de una manera inigualable.

Jadeé cuando sacó su polla de mi interior, sentí su semen resbalar con lentitud por mi trasero y solo entonces me permití dejar caer mis piernas, aún no podía recuperar el aliento y me quedé quieto sobre el escritorio, recuperando el aire que perdí. Pero no fue por mucho tiempo. El profesor me tomó por los hombros y me sentó en aquel firme escritorio, su polla aún seguía al aire pero eso no le importó y no le impidió que soltara mis muñecas. Miré con detenimiento su rostro a centímetros del mío y cuando sus luceros se encontraron con los míos por quinta vez en el día, no pudimos evitar el impulso de darnos un fogoso beso, su viperina lengua danzaba salvaje con la mía, nuestras babas se mezclaban con erotismo y un calor se instaló nuevamente en mi por tremendo beso. Pero toda esa calentura se fue al caño y me helé como si me hubieran echado un balde de agua fría, cuando escuchamos un ruido en el pasillo, muy cerca del salón. Mis alertas se encendieron pero el señor Bang parecía de lo más tranquilo.

El profesor Bang miró con seriedad su reloj y frunció el ceño confundido.

── Son pasadas las diez treinta, se supone que nadie debe de estar por aquí.

Dijo eso más para si mismo que para mí, aún estaba nervioso por lo que pasó pero todo ese miedo se esfumó cuando ví como el señor Bang tomó su blanca polla con tonos rosados en ciertas partes y la metió dentro de sus bóxer, subió sus pantalones, olvidándose de ponerse el cinturón y procedió a ayudarme a bajar del escritorio para después ponerme mis ropas en completo silencio. Tomé mis cosas y al agacharme sentí una leve punzada en mi hoyito, tal parece que no podría caminar bien en algunos días. Caminé a la salida acompañado del profesor, no sabía cómo se sentía el después de lo que pasó, así que me armé de valor y antes de marcharme me despedí del castaño plantándole un beso en los labios, en modo de agradecimiento por tremenda sesión de sexo. Quise correr pero estaba tan adolorido que mi huida fue un fiasco.

El suave agarre en mi muñeca de parte del profesor, me hizo sentir tímido y ansioso, me jaló hasta su auto negro, me hizo subir en él. Para luego él subir y prender la máquina, esperó sin decir nada y cuando reaccioné a lo que pedía en silencio, apresurado le dí mi dirección y brevemente salimos con rumbo a mi hogar. El silencio dentro del auto no era incómodo, solo bastante reconfortante, no me gustaba estar callado por mucho tiempo, pero no conocía del todo a mi profesor, ¿Y si le molestaba el escándalo... Corrijo y si le molestaba mi escandaloso ser?. Miré por la ventana viendo todo a nuestro paso, eliminando de mi mente esos pensamientos negativos, las casas de mis vecinos se adueñaron de gran parte de la vista y cuando llegamos el auto paró frente a mi casa. Abrí la puerta para bajar pero la voz grave y profunda del castaño, hizo que por un momento mi sistema nervioso colapsara en un chasquido de dedos.

── Quiero seguir con esto. ¿Tu quieres seguir con esto Lee? ──asentí embobado──. Pero no digas ni una palabra a nadie Lee.

Y antes de poder afirmarle que no diría nada, sus labios se estamparon con los míos. Aún en medio de la sorpresa correspondí con gusto.

Joder, que me había ganado la lotería.

Y así estuvimos por un mes y medio, los jueves follando y pecando cada vez más en el salón, cuando nadie más nos veía.

Y así como fue creciendo mi atracción por él, también fueron creciendo mis sentimientos, había descubierto que lo quería más de lo que debía. Y por eso fue doloroso ver como en el mismo salón donde me follaba a mi, se estaba follando a mi mejor amigo, pero lo que más me hizo daño, fue ver esa sonrisa altanera que me dió Jeongin cuando me vió espiándolos.

Joder, que patético me siento por pensar un futuro entre mi profesor y yo.

¡espero que les guste! <3

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