better than sex.

- Sólo sexo, nada más, ¿cierto?

El pelinegro asintió desabrochando su camisa con apuro.

Felix le apostó un última vez al amor, a pesar de que la única regla era no incluir sentimientos.

Historia original: yoongismile-. Todos los créditos respectivo a la autora.

Su cuerpo subía y bajaba, sus manos estaban apoyadas en el pecho ajeno mientras lo arañaba con sus uñas. Los gemidos se esparcían por toda la habitación, melodiosa música para el chico pelinegro, quien disfrutaba de la vista desde abajo, acostado en la cama. Las expresiones de placer en la cara del rubio lo exitaban más, la manera en cómo mordía el abultado labio inferior con fuerza para después pronunciar su nombre en un gemido, y que decir de sus caderas moviéndose cómo si no existiera una espina dorsal, junto con el obsceno sonido de su trasero golpeándole sus muslos haciendo la situación aún más erotica.

Llevaban un ritmo rápido y desesperado, poco les importaba si los vecinos escuchaban la cama golpear la pared o los gemidos frenéticos de Felix, ambos estaban inmersos en una burbuja de lujuria y deseo para importarles si los escuchaban.

El mayor lo tomó por la cintura, tirándolo duramente sobre la cama y posicionándose ahora encima. No dudo ni dos segundos en entrar de nuevo, Felix gimió alto y abrió más sus piernas para darle más comodidad a los movimientos, y a partir de ahí sólo comenzó a deleitarse de las embestidas bruscas y profundas, y de la dulce boca de Bang Chan comiendo su cuello.

── Oh... Dios mío... Chris.

No recuerdan cuantas veces lo habían hecho, sólo saben que cuando llegaron al apartamento del mayor todavía era de día. Ronda tras ronda con pequeños descansos para recuperarse de energías y el pelinegro fumara un cigarrillo.

Christopher Bang estaba fascinado con aquel chico y su insaciable deseo de sexo. Sus grandes y pálidas manos recorrían el esbelto cuerpo, su boca dejaba marcas la piel canela y sus besos callaban gemidos. Como le encantaba Felix.

── Mmh... Felix ──gimió roncamente sobre sus labios cuando el rubio envolvió sus piernas en sus caderas y lo atrajo aún más a él.

El pelinegro aumentó las velocidades de las embestidas, haciendo que Felix aferrara los brazos a su espalda, arañándole y dejado marcas rojas en su cuello. Chan con su mano derecha empezó a bombardear rápidamente su miembro del chico, aumentando sus gemidos. Varios minutos de duras embestidas por parte de Chan, roses incesantes sobre el miembro del menor y besos que esparcía por todo su pecho hicieron que Felix se viniera entre los dedos largos. Los sonidos de placer en escapaban sin control y pocos segundos después Chan también llegó al orgasmo con ayuda de un movimiento de caderas por parte del rubio y la satisfacción de verlo correrse en sus dedos. Y al final ambos se encontraron extasiados en aquella inmensa sensación. El mayor soltó un gruñido en el cuello de Felix, escondiendo su cara ahí mientras se regulaba la respiración. Felix sólo se mantenía aferrado a su espalda, disfrutando aún de los estragos de aquel glorioso orgasmo que sólo el pelinegro sabía cómo darle.

── Mierda... eso estuvo bien. ──Besó castamente los labios rojos, para después salir de él. Se levantó de la cama y caminó hasta el baño encerrándose ahí, esa era la señal de Felix, era momento de irse. Recogió toda su ropa que se encontraba esparcida por la habitación, se vistió con lentitud porque sus piernas aún tenían espasmos. Tomó su bolso y su celular, revisó que no había dejado nada y salió del apartamento.

Habían pasado varios meses de la misma manera. Uno de los dos llamaba, proponían un lugar, tenían sexo varías veces y después se marchaban, algunas veces hasta sin despedirse. Todo era seco y conciso, a lo que iban, sólo sexo. Se conocían muy poco, sabían sus nombres y que tenían un par de amigos en común, pero eso era todo, no necesitaban más.

La primera vez que Chan lo vio fue en un bar del centro, cuando Han Jisung, uno de sus mejores amigos, lo había invitado a una fiesta de cumpleaños de alguien que ni siquiera conocía. Cuando recién había entrado al lugar le fue imposible no dirigir su vista al rubio que se encontraba en la barra bebiendo de una cerveza. Le cautivó su jocosa y dulce risa y la sensualidad que desprendía al mismo tiempo al posar sus labios en aquella botella.

Bang Chan había pasado varios meses, años tal vez, sin salir con alguien. La verdad no es como si hubiese salido con mucha gente, nunca había sido partidario de relaciones amorosas é inclusive de hacer amigos. Era muy vago y desinteresado al entablar una conversación con alguien y su fachada inicial era algo fría y distante para algunas personas. Sin embargo cuando le apetecía tener sexo y encontraba alguien que llamara su atención, iba por ello.

Entonces sin perder más tiempo se acercó a él, dijo un saludo simple y se presentó, lo que no esperó fue lo genuino y carismático que era aquel chico. Ambos coquetearon por algunos minutos, donde Felix hablaba sin parar y Bang Chan sólo soltaba una que otra frase y asentían distraído viendo los redondos labios. La química brotó al instante y dejó crecer una fuerte tensión sexual entre ambos. Tensión que fue descargada horas después en el baño de aquel bar, en el auto del pelinegro antes de salir rumbo a su apartamento y en el sofá de su sala, para culminar en su cama.

Al terminar, minutos antes de que el sol saliera, Felix se vistió, tomó sus cosas y dejó una nota en la habitación del pelinegro, con su número de teléfono y un "llámame", para después salir de aquel lugar viendo el cuerpo desnudo de Chan dormir.

Y así comenzó todo.

── Oye... por cierto, ¿dónde estabas ayer? Te estuve llamando, quería que me acompañaras a cenar ──Hizo un mohín──. Eres un mal amigo ¿sabes? ──acusó el castaño haciéndose el enojado.

Felix se encontraba en una de las mesas del campus de la universidad. Estaba en receso por lo que aprovechó para terminar algunos detalles de su proyecto para la siguiente clase, pero se estaba viendo interrumpido por su mejor amigo y compañero de algunas clases, Seungmin.

── Lo lamento Seung, ayer... estuve ocupado, tenía unos asuntos que resolver. ──su vista estaba fija en su portátil escribiendo rápidamente en el teclado.

Seugmin se mantuvo en silencio por unos momentos viendo rigurosamente a su amigo mientras mordía la pajillita de su té frío. Tenía la sospecha que esos asuntos tenían un nombre. Él conocía de sobra la relación extraña que tenía con aquel chico de cabello azabache, al cual había visto sólo un par de veces.

── Estuviste con él, ¿verdad? ──miró acusador. Felix dejó de teclear y subió su miraba pero no contestó, era más que obvio. El mayor alzó las cejas──. No pensé que sugieras en contacto con él.

── Amm... dejamos de hablar por un tiempo... ──Aclaró simple para volver a la pantalla. Era verdad, la universidad de Felix había ocupado mucho de su tiempo, entre exámenes, correcciones de proyectos y más exámenes hicieron que las cosas con el pelinegro quedaran en segundo plano por un tiempo. Sabía que Chan también había estado ocupado pero este no le dio mucha explicación.

── Ya veo... ¿están saliendo?

Una sonrisa juguetona salió de la cara del castaño. Le emocionaba una posible relación entre su amigo y el pelinegro ese. Deseaba mucho que su mejor amigo volviera a las relaciones después de tanto tiempo, y que entablará una de una vez por todas.

Conocía su trágica historia con el amor y parejas, lo habían herido muchas veces. Aún recuerda todas las veces que fue a su apartamento para encontrarlo en pleno llanto con el corazón destrozado. Y al parecer el temor de volver a ser lastimado lo cegó y decidió no volver a confiar en el amor, desde ese momento el chico no fue le mismo, ya no había ese brillito en sus ojos y no era el chico dulce que siempre andaba revoloteando por todas partes, repartiendo amor a todos. Y la verdad a Seungmin le dolía verlo de esa manera, tan desconfiado y frágil.

── No Min, no estamos saliendo, sabes como funcionan las cosas entre nosotros dos.

El castaño bufó.

── Sí lo sé, ¡es asqueroso! ──puso mala cara y sorbió de su té──. Pero no te has puesto a pensar que si fueran algo más también podría hacer esas mismas cosas y además lo tendrías sólo para ti. Tendrías más privilegios y podrías cuidar de él, abrazarlo, molestarlo, obligarlo a ir compras, consentirlo y- ──habló enamoradizo volviendo a morder la pajilla.

Hubo un silencio en la mesa antes de que el rubio le diera una mirada neutral a su amigo.

── Min, estás básicamente describiendo tu relación con Changbin-hyung ──rodó los ojos. Cerró su portátil, se levantó y empezó a guardar sus cosas en su mochila──. Sabes bien que no estoy para una relación que no sea más que sólo sexo. Ah... y por favor deja de hacerme citas con cada chico que ves por ahí, he rechazado a cuatro sólo en esta semana... ──suspiró poniendo una mano en el hombro del menor──, sé tus intenciones Min, gracias por intentar, pero por favor detente, ¿si? Nos vemos más tarde.

El castaño viendo a su amigo irse y perderse por el campus.

«meses después».

El cuerpo de Felix se estampó contra la pared con fuerza, la boca de Chan subía de su cuello a su boca. Las pequeñas manos de Felix se colaban por la camisa del pelinegro, tocando toda la extensión de su espalda hasta llegar a su trasero. Fueron quitándose la ropa con desespero. No se tomaron ni la molestia de ir a la habitación, el pelinegro lo tomó en el sofá sin más, con el sol de la tarde traspasando las ventanas, calentado sus cuerpos y creando sombras que imitaban el placer que corría por sus cuerpos.

Cuando habían acabado, Felix aún se encontraba a horcajadas sobre él, el pelinegro le acariciaba suave los muslos desnudos con sus yemas y mientras Felix tenía la cabeza apoyada en su hombro mientras calmaba su respiración, fue ahí donde percibió ese peculiar olor; perfume de mujer.

Acercó su nariz más cerca del cuello y olfateó curioso causándole un leve cosquilleo al mayor.

── ¿Qué haces? ──preguntó con una sonrisa juguetona.

── Hueles dulce... ──lo miró──, a chica.

Chan frunció el ceño por un momento confundido para después aclarar su cara en entendimiento.

── Oh... estuve en el estudio con una chica hace unas horas y...

Ahora fue el rubio quién frunció el ceño.

── Yo... no sabía que te gustaran las mujeres... ──puso ambas manos en los hombros del pelinegro para tomar impulso y levantarse de su regazo, para después empezar a vestirse.

── Bueno... yo n-...

Un sentimiento absurdo se alojó en el pecho de Felix. No sabía porque le molestaba imaginar al pelinegro con la dueña del perfume. Imaginarla besando su boca tal y como él lo hacía, tocando su piel, sintiendo sus caricias. Le molestaba saber que no era el único que tocaba su cuerpo. Pero lo que más le enojaba era que le molestase eso, no tenía porqué, ellos sólo tenían sexo y ya, no tenía que importarle si se acostaba con más personas. Ellos no eran nada. Fue en ese momento donde sintió que algo no iba bien.

── Hyung... umh... yo... yo me tengo que ir...

── ¿Qué? ──expresó confuso──. Espera... ¿no quieres hacerlo otra vez?

Felix negó.

── No, hyung. Estoy algo cansado, nos vemos luego.

"No te tiene que importar"

Se repetía constantemente esa frase en su cabeza mientras caminaba por los pasillos de la universidad. Le estaba tomando mucha importancia aquella situación y no debía ser así. Porque aún recuerda sus propias palabras prometiendo no crear ningún tipo de lazo entre ambos.

"Esto sólo será sexo ¿cierto? "

Mierda. Mierda.

Eso era. Eso tal vez justificaba el porqué no quería salir con otros chicos, el porqué durante todo esos meses sólo había tenido sexo con él, las ansias a la espera de su llamada y la necesidad inconsciente de estar con él, de verlo y tocarlo. Esos celos espontáneos los cuales no quería reconocer le estaban dando una señal clara de sentimientos. Lo estaba arruinado, estaba involucrado sentimientos que no debían ser.

"No Felix, no."

Se sentó en la primera banca del campus que vio, puso sus codos apoyados en sus rodillas y escondió su cara entre las manos. Él siempre había sido una persona muy sentimental, se dejaba ir muy rápido con los actos y palabras que lo hacían sentir bien, confiando a ciegas y entregando su corazón fácilmente.

Siempre había sido bueno con todos, Felix era la definición de amabilidad y lindura, lo fue desde pequeño y fue por eso que siempre sufrió tanto, no sólo con relaciones amorosas sino también en amistades, la gente se aprovechaba de su manera de ser y lo herían, por eso su corazón se volvió tan vulnerable y al no querer sufrir más, decidió guardar todos aquellos sentimientos bellos y tomar todo de la manera más tosca y fría.

Por eso se recuerda del día en que vio a Chan en esa fiesta, parecía tan decidido a lo quería, buscando sexo, sólo por el disfrute. Y cuando los encuentros se frecuentaron, Felix pensó que era una buena idea, tener a alguien con el cual podía acostarse sin involucrar nada de por medio, nadie saldría herido. Él estaría soltero, no corría el riesgo de tener que sufrir por alguien otra vez y a la vez no se perdería del buen sexo que tanto le gustaba. Y es que, todo iba de maravilla, pero ahora lo estaba mandado todo a la mierda con esa sensación en su pecho, un burbujeó que crecía cada vez que vía a los ojos al pelinegro. ¿Se había enamorando de Bang Chan? ¿Así de repente o era algo que venía de tiempo atrás? No lo sabía, sólo tenía algo en claro, estaba jodido.

── Yah... ¿Qué te pasa, Lixie? ──Seungmin lo encontró en aquella misma posición.

── Lo he arruinado Min... ──jaló sus cabellos fuerte.

El chico alto lo miró confundido al ver su desesperación.

── ¿Qué has arruinado? ¿Un trabajo? ──el rubio guardo silencio. Seungmin al ver que la situación era más complicada que un trabajo de la universidad se sentó a su lado, preocupado──. ¿Qué está pasando, Felix?

No te atrevas asustarme... ¿Qué es lo que te tiene así?

Felix se volvió hacia el castaño y lo miró con ojos acuosos.

── Min-ah, creo que estoy... ¡agh no!... siento algo por Chris ──hizo una mueca──, aish... no lo sé.

Y después se echó a llorar sobre su hombro. Min comprendió y pasó sus brazos sobre él consolándolo.

── Tengo miedo, hyung. Yo no... yo no quiero sufrir más... ──sollozó.

── ¿Quién dice que vas a sufrir esta vez? No le temas más al amor, Lixie.

── Pero si él...

── Arriésgate una última vez ──Levantó al rubio de su hombro para que lo mirase y le dio una mirada esperanzadora──. No te estoy diciendo que le confieses tus sentimientos ahora mismo... sólo déjalo estar, si las cosas se quieren dar lo harán por si solas. ──acarició su cabello tiernamente.

── Pero Min... ──volvió a sollozar como un bebé. Felix realmente estaba aterrado de a volver a dar su corazón roto.

Muy pocas veces se había encontrado con el pelinegro aparte de su apartamento. Vivían en Seúl, compartían algunos amigos y hasta asistían a la misma universidad, sin embargo, era muy raro cuando se encontraban, y cuando lo hacían resultaba muy incómodo, o al menos para Felix.

Igual que ese día. Su cafetería favorita para estudiar estaba cerrada por algún motivo, así que tuvo que recurrir a ir a otra cercana de allí. Cuando cruzó la entrada lo vio en una de las mesas del fondo.

Tomaba un café y leía un libro. Llevaba un una vestimenta totalmente negra que contrastaba con su piel pálida y hacía juego con su cabello, y además usaba unos lentes de marco redondo, que lo hacía verse muy bien, muy misterioso e intelectual.

Cuando recibió su pedido, que consistía de un café moka y un bagel integral, se debatió entre si sentarse en otra mesa del lugar o si sentarse junto al pelinegro. Es decir, eran conocidos... o algo así. Se le hacía de mala educación estar en un sitio sabiendo que él también estaba allí, era cómo si se encontrara de casualidad con Min y se fuera a sentar a otro lugar sin siquiera hablar con él. La única diferencia entre Bang Chan y su amigo es que probablemente este último se lo traería de las orejas si lo lograrse ver haciendo eso.

Estando aún de pie en el medio de la cafetería con su pedido en las manos, miró hacia la mesa del mayor y con el nerviosismo saltando hasta en sus mejillas se acercó recordando las palabras de Seungmin.

Cuando estaba de pie frente a mesa esperó hasta que el mayor notara su presencia para hacerse presentar, y así fue, el pelinegro alzó su mirada seria del libro para llevarla aquella persona que se encontraba plantada frente él, sorprendiéndose un poco al encontrase al rubio que tenía una pequeña sonrisa tímida en su cara.

── Hola... Hyung. ──su voz sonó cohibida, muy diferente a las demás veces que el pelinegro lo había escuchado.

── Ah... hola...

── Amm... yo... ¿puedo sentarme? ──señaló el asiento vacío frente a él.

── Sí, claro. Eh... ¿qué haces aquí? Nunca te había visto en este lugar.

── Oh... bueno, mi cafetería favorita estaba cerrada y necesito un lugar tranquilo para estudiar ──El pelinegro asintió comprendiendo. Felix tomó asiento y dejó su pedido aún lado de la mesa, quitó su mochila y la puso en sus regazos. Dirigió su vista de nuevo al frente, donde Chan lo había estado observado curioso mientras acomodaba sus cosas──, ¿no te molesta que esté aquí, cierto?

Chan frunció levemente el seño y negó.

── Para nada. Haré silencio para que puedas estudiar.

Felix le dedicó una sonrisa agradecida. No iba a mentir, su corazón nunca había ido tan rápido, más lo ignoró y en lugar se puso a sacar los libros y utensilios para estudiar.

Los minutos comenzaron a pasar y la mesa se mantenía en total silencio, ambos centrados en la lectura. Aunque en algún momento la vista del rubio abandonó las letras de su libro de diseño arquitectónico y se enfocó en el hombre frente a él.

Lo observó a detalle y notó varias cosas; la manera en cómo mojaba sus labios con su lengua de vez en cuando dándoles aspecto brilloso y suave, cómo bebía de su café con parsimonia y acomodaba sus lentes cuando se resbalaban por el puente de su nariz. Se fijó en su piel tan clara, en sus pequeños ojos oscuros y recordó como nunca había conocido alguien con los ojos así de rasgados. Bajó a las manos que sostenían firme el libro, admiró los dedos largos y huesudos que eran tan diferentes a los suyos, vio las venas que se resaltaban de la piel dando un aspecto más varonil, rememorando como esas mismas manos masculinas habían tocado todo su cuerpo haciéndolo sentirse tan bien, y al instante sus mejillas se encendieron por aquellas imágenes que pasaban por su cabeza. Desvió su vista de nuevo a su libro pero aún conservando miradas rápidas sobre el pelinegro.

Chan había estado haciendo lo mismo, observándolo minutos antes, embelesado por la delicadeza que podía emanar Felix al estar concentrado en sus textos. Con su mano derecha era apoyada en su mejilla abultándola y haciendo más notable sus cachetes, las manos pequeñitas que subrayaban oraciones y pasaban de página, cómo tomaba café y dejaba espuma en su labios que retiraba con su lengua en un movimiento que no sabía si calificarlo como sensual o tierno. Lo estuvo mirando tanto que cuando se dio cuenta de lo que hacía se reprendió mentalmente.

── Lixie... ──llamó y este volvió a verlo rápido, sonrojándose al escuchar cómo lo había llamado──, me tengo que ir... te llamo después, ¿si?- guiñó un ojo y chasqueó su boca para después levantarse para irse.

── Ah... sí claro, adiós, hyung.

Felix lo vio partir, su corazón aún se encontraba acelerado, sus mejillas estaban acaloradas y tenía imágenes frescas del mayor en su cabeza.

"Felix, deja de ponerte así." Palmeó sus mejillas calientes y volvió a ponerse a estudiar para evitar pensar en más cosas.

"Demonios Bang, contrólate." Salió de la cafetería con apuro.

El otoño se acercaba dejando atrás el caluroso verano. No se habían visto mucho en ese último tiempo y para Felix ya no era cuestión de estudios, su razón para no verlo tan seguido era esos sentimientos que florecían cada vez más.

Estaba entrando en pánico. Las última vez que había tenido sexo con el pelinegro lo disfrutó de una manera diferente, le pidió que fuera un poco más lento para así sentirlo más cerca y disfrutar más sus caricias. Chan no protestó y lo tomó con más suavidad que otras veces, lo besó lento, sus manos le cincelaron el cuerpo con delicadeza y le ronroneó en su cuello.

Fue por esas acciones románticas que decidió parar por un tiempo sus visitas. Pensaba que así podía poner claro sus emociones y mermarlas por completo; sin embargo todo se iba a la basura cuando recordaba esa tierna sonrisa que el pelinegro le daba cuando abría la puerta de su apartamento.

Le había prometido a Min que tomaría otra oportunidad, que lo dejaría estar, pero su temor le decía que cortara todo lazo con el pelinegro. Por una parte deseaba con toda su alma hacerlo, apártese del mayor para siempre y matar esos sentimientos de una sola vez, pero por otro lado no podía, quería seguir viéndolo, escuchar su voz floja, ver ese estado de seriedad que siempre lo acompañaba, anhelaba abrazarlo y basarlo suave, pero sobre todo deseaba poder algún día despertar junto con él, abrazados, desnudos, compartiendo calor.

Estaba jodido, había caído completamente por él, su corazón torpe lo había hecho otra vez.

Una suave lluvia otoñal caía sobre la cuidad, haciendo frías las calles. Felix se encontraba en una de las salas de estudios de la universidad adelantando trabajos para que no se le acumularan. Distrayéndose al ver las gotas golpear las ventanas, olvidando por completo sus libros. Sentía una melancolía rodeándolo, no había visto al chico de cabellos negros por mucho tiempo, casi un mes.

Había estado muy cabizbajo y Seungmin se lo reclamaba porque ya casi ni hablaba con él. ¿Qué era lo que le sucedía? Simple, estaba reprimiendo a su corazón, no quería dejarlo ganar, no quería enamorarse. Todos los sentimientos por el mayor se estaba acumulando en su ser, oprimidos sin poder salir a la luz, sentía que en cualquier instante iba a estallar.

Nunca pensó en los contras de tener una relación de sólo sexo. Jamás imaginó que un acto tan carnal y desesperado iba a dejar crecer algo más pasional y romántico. Pero así pasó y ahora se encontraba sentado viendo la lluvia pensando en cómo sería tener al chico pelinegro en sus brazos.

"A la mierda todo" pensó.

No podía más, iba a tomar el riesgo, lo iba a llamar y le iba a decir lo mucho que le gustaba. Si su corazón se empeñaba a volver a sufrir por amor le iba a dar el gusto, para así poder aprender de una vez por todas.

Su teléfono sonó estruendosamente. Con la pesadez que llevaba sacó su mano derecha de las matas que lo cubrían hasta la cabeza y la estiró hasta alcanzar su celular que se encontraba en la mesita a la par de su cama. Contestó la llamada sin ver el identificador y llevó el aparato a su ojera.

── Diga... ──su voz sonó áspera y más grave de lo normal. Sentía su garganta doler cada que habla, por lo que arrugó su cara cuando volvió a hablar al no escuchar respuesta──. ¡Diga! ──alzó la voz con enojo.

── Chris... ──la suave voz sonó en el auricular──. ¿Puedo ir a tu apartamento? Tengo algo que... ──el pelinegro lo interrumpió con su tos rasposa. Una expresión de preocupación cruzó por la cara del rubio al escucharlo──. ¿Te encuentras bien? ──la respuesta fue un ataque de tos y un quejido al final──. Chris... Bang Chan...

── Estoy bien... yo... n-no creo que puedas venir hoy Felix, lo dejamos... ──tosió──, para la otra semana, ¿bien?

── No ──vociferó de pronto serio──. Estas enfermo. ¿Has tomado algo para calmar la tos? ¿Hace cuánto estás así? Debe ser por el cambio de estación ¿Tienes fiebre? ¿Has comido algo ya? ──habló rápido.

Bang Chan rodó sus ojos al escuchar el cuestionario del rubio alarmado.

── No, no he tomado nada, me empecé a sentir mal ayer, no, no creo que tenga fiebre... la verdad no lo sé, y me da pereza levantarme a cocinar algo. No más preguntas, no quiero hablar. ──cambió su posición de cómo estaba acostado, quedando ahora con vista hacia la ventana de su habitación y se acurrucó más a las sabanas titiritando de frío──. De todos modos, no debería importarte mucho cómo me encuentro... ──escuchó del otro lado línea como una puerta se cerraba seguido de pasos rápidos.

── Cierra la boca. Voy saliendo a tu casa, llegó en unos quince minutos. No muevas tu culo de la cama.

El pelinegro volvió a rodar sus ojos.

── No lo planeaba hacerlo de todos modos, pero Felix no vengas, en serio, no es necesa-...

── Cállate. Ya voy para allá. ──Cortó.

Cuando entró al apartamento, gracias a que sabía de memoria la clave de la puerta, encontró todas las luces apagadas. Fue a la cocina y dejó las cosas que había comprado en el supermercado antes de llegar al edificio del pelinegro; ingredientes para sopa, algunas medicinas contra la tos y una bebidas energéticas. Caminó hacia la habitación que ya conocía de sobra, cuando abrió la puerta se lo encontró de la manera en que se lo había imaginado, echo bolita en la cama, sonrió tiernamente. Caminó hasta la cama y se sentó a su lado, destapó su cara de las sabanas y con su mano derecha tocó su mejilla sintiéndola muy caliente.

── Por Dios... Chris ──jadeó──, estás hirviendo.

El pelinegro abrió sus ojos al escuchó su voz.

── Te dije que no vinieras ──gruñó ronco.

── Mhm... si no lo hubiera hecho te encontraría muerto la próxima vez que viniese ──exageró──. ¿Por qué no has tomado nada? Eres un descuidado, hyung. ──tomó las tres sabanas que lo cubrían y lo destapó de un jalón, a lo que el pelinegro rechistó.

── No, ¿qué haces?

── Te va a entrar más fiebre de este modo. Vamos a darte un baño, además apestas. ──rió.

Felix alistó la bañera con agua un poco fría y colocó una bomba de baño, cuando estuvo listo fue de nuevo a la habitación, Bang Chan se aún encontraba tirado en la cama dormitando y tosiendo de vez en cuando. Lo levantó y lo llevó hasta la tina. Entre quejidos, lo desvistió y una vez en el agua, limpió su piel con lentitud, sintiendo la suavidad de la tez pálida bajo el tacto. Con las manos húmedas recorrió su cara, sus pulgares pasaron por debajo de los ojos cerrados del pelinegro y peinó algunos cabellos mojados que caían por su frente, sintiendo aún esa fiebre que provocaba el color rojizo en sus mejillas y nariz, dándole un aspecto demasiado tierno.

Felix miró la escena, al chico frente a él y notó un cambio. Ese no era el hombre que le hacía sentir mil un sensaciones en la cama, ni el que dejaba marcas en su cuello, era una versión muy diferente, veía a un chico lindo y tierno, que le hacía recordar a un gatito malhumorado, con sus ojitos cansados y su pequeña boca en puchero. Felix sintió la presión en su pecho porque amó a ese Christopher Bang.

── ¿Puedo salir ya? ──Habló de pronto, asustando a Felix que respingo leve.

── No. Quédate aquí hasta que te sientas fresco. Voy a preparar sopa para que después tomes unos medicamentos.

── Pero quiero salir ya. ──Susurró malhumorado, parecía un niño pequeño.

── No, Chris, quédate un rato más.

Comportándose refunfuñón se hundió en el agua dejando sólo sus ojos en la superficie. Felix soltó una risilla mientras salía del baño.

Probó un poco la sopa, saboreó por unos segundos y luego chasqueó su boca en modo de desaprobación, agregó una pizca de sal y volvió a probar, sonriendo esta vez, estaba rica. Puso la tapa sobre la olla dejando a que se calentara un poco más y se dispuso a lavar los utensilios usados para la elaboración.

Tarareaba una canción por lo bajo cuando sintió una presencia a su lado seguido de una cabeza apoyarse en su hombro y unas manos enrollarse en su cintura. Bang Chan ya había salido del baño. Vestía una pijamada que consistía en una camisa negra grande y unos pantalones a cuatros rojos.

── Listo. ──susurró cerca de su oreja provocando en el rubio un escalofrío.

── ¿Te sientes mejor? ──Él negó. El rubio suspiró y puso su mano en una de las mejillas del mayor──. Al menos la fiebre pareció bajar un poco... vuelve a la cama, voy a servir la sopa.

El pelinegro obedeció y con pasos cansados desapareció de la cocina.

Minutos después, entró de nuevo a la habitación con una bandeja, traía la sopa humeante, un vaso de agua y los medicamentos. Bang Chan se encontraba sentado en la cama viendo la televisión. Felix se acomodó en la cama y puso la bandeja en los regazos del mayor. Esperó a que él tomará la cuchara y comiera pero no lo hizo, siguió viendo la pantalla del televisor.

── Come. ──animó.

El mayor negó.

── Aliméntame.

── ¿Qué?

── Estás cuidándome, ¿no? ──habló repetidamente arrogante.

Felix entrecerró los ojos y suspiró, no le costaba nada comer solo, simplemente el pelinegro era muy vago y se estaba aprovechando de la situación. Con la cuchara corto un trozo de verdura y tomó un poco de caldo, sopló para enfriarlo y lo acercó su boca, Bang Chan masticó y asintió con sus ojos cerrados aprobando su sabor. Y así fue hasta que el plato quedó vacío. El menor tomó de los medicamentos con el agua y se los ofreció a Bang Chan, una vez que se los había tomó el rubio se dispuso a recoger todo y llevarlo a la cocina.

Mientras lavaba pensó en que a lo mejor no debía confesarle nada, dejar las cosas como están, tal vez era mejor seguir sufriendo por un amor oculto que por un corazón roto. Suspiró triste y volvió a la habitación para arropar al mayor con sabanas no tan calientes como las de antes y tomar de nuevo su temperatura.

── Bien... me voy, quédate en cama y duerme un poco.

El chico tomó sus cosas y se dispuso a retirarse pero la voz baja del pelinegro lo detuvo.

── No te vayas. Amm... es decir, ¿qué pasa si me enfermo más y... ──silenció y bajo la mirada──, sólo... quédate.

Felix se sorprendió, su pulso se aceleró mucho y sus mejilla se tiñeron. "No hyung, no le des mas ilusiones a mi corazón" pensó.

Tiró su mochila al suelo. Con el arrebato de sentimientos alocados al escuchar aquellas palabras y al verlo tan decaído se acercó hasta la cama, la rodeó y se metió entre las sábanas, acurrucándose tímido junto al pelinegro.

Bang Chan no protestó y Felix no dijo nada, sólo disfruto en secreto tener al mayor en sus brazos. Ambos abrazados sin decir una sola palabra, compartido su calor y enredando sus piernas.

"Sólo déjalo estar, Felix"

Despertó al salir el alba, su cara estaba escondida entre la tibia piel de el cuello del rubio, aspiró aquel suave aroma varonil que se mezclaba con el dulce olor de jabón de baño y su olor propio. Sus manos se aferraron más a la delgada cintura. Minutos en esa misma posición sin saber muy bien lo que estaba pasando, no sabía porque se había despertado tan temprano, a lo mejor fue por lo mucho que durmió el día anterior gracias la fiebre o tal vez por despertar con alguien a su lado por primera vez desde hace mucho. Sintió la respiración tranquila igual a cómo se encontraba la habitación; había una serena paz, un frío de mañana y primeros rayos del sol dando por su ventana. Se sentía realmente cómodo.

Cuando la luz iluminó más la habitación alzó su vista hacia el chico al cual estaba abrazando. Su cabello rubio estaba desordenado, tenía un leve puchero y su nariz se arrugaba tiernamente en ocasiones. Nunca había estado así de cerca del menor, cuan irónicamente cuando sí lo había estado muchas otras veces, sólo que a diferencia de antes nunca podía apreciarlo de esa manera tan íntima. Ver cada una de sus pestañas, poder notar algunas marchitas rojas en su cutis y algún que otro lunar muy pequeño. Admiró los cachetes esponjosos que tenía e instintivamente le dieron ganas de morderlos. Estaba demasiado absorto en el menor, tan cautivado por su linda cara, muy diferente a la que ponía cuando tenían sexo. Y se sorprendió dulcemente al sentirse tan a gusto con él entre sus brazos y piernas enroscadas.

Tenía que reconocer que después de tantos meses de ver y de tocar el cuerpo del menor, su mismo cuerpo se había acoplado al de él. Ya le era familiar el calor que emanaba su piel y se había acostumbrado lo tibias que podían ser sus manos. Su voz se había convertido totalmente reconocible para sus oídos y su risa era su melodía favorita después de sus gemidos. Pensó en lo asombroso que sería verlo reír más seguido, se imagino despertar todos los días y tenerlo acurrucado a él.

He inconscientemente sonrió a la idea de estar con Felix más que como un acompañante de placer, no le disgustó en absoluto. Tal vez podía intentar algo con el chico.

Su vista se dirigió a sus labios, tan carnosos. Lamió los suyos y sin pensar lo que hacía lo besó. Posó sus labios finos y se mantuvo ahí por unos segundos, disfrutando la sensación cálida en su pecho al besarlo, y cuando se iba a apartar pudo sentir inesperadamente los labios del contrario hacer presión en los suyos, seguido de un adormilado movimiento. Con la misma inconsciencia siguió aquellos movimientos formando un vaivén suave de sonidos húmedos, el agarre en su cintura se afianzó y lo atrajo hacia sí, pegando las pelvis y rosando sus partes bajas, lo que provocó un pequeño gemido en el menor, era de mañana y su zona estaba sensible. Bang Chan aprovechó aquel espacio abierto y atrapó con sus dientes el belfo inferior de Felix, el acto hizo que el chico se despabilara y abrirá sus ojos, encontrándose con los cerrados del mayor. Se separó de su boca rápida, sorprendido de despertar de aquella semejante forma.

── Hyung... ──susurró casi inaudible, con sus ojos abiertos de sorpresa y sus dedos tocando los labios previamente besados.

── Buenos días, Lixie.

Felix escuchó como una melodía la increíble voz ronca. Había despertado con los labios de Bang Chan y su corazón estaba apunto de salir corriendo, y eso mismo hizo él. Se levantó con velocidad de la cama, casi callándose cuando las sábanas se enredaron en sus pies, y corrió al baño. Golpeó su espalda con la puerta cerrada y se deslizó hasta caer al suelo. ¿Por qué un beso sencillo lo había puesto tan alterado?

Quince minutos después salió del cuarto de baño con las mejillas coloradas y la mirada gacha. Bang Chan no se encontraba en la habitación así que se dirigió a la cocina donde suponía que debía estar. Lo encontró preparando dos tazas de cereal, a un tazón le pico una banana y al otro fresas. El rubio se sentó en una de las sillas del desayunador, colocó las dos manos en su cara, aplastando sus mejillas e involuntariamente formando un puchero. Bang Chan agarró ambos desayunos y tomó asiento al otro lado de la isla, frente al rubio, deslizó el tazón con cereal y fresas, y Felix le lanzó una mirada rápida.

── ¿No te gustan las fresas, quieres cambiar? ──preguntó dubitativo.

── No, no, fresas está bien. ──dio una pequeña sonrisa para después tomar la cuchara y meter cereal hasta llenar sus mejillas.

Ambos comieron en silencio, sin nada que decir ni comentar de lo sucedido hace unos minutos.

── Perdona por el desayuno simple... yo, no he podido ir a comprar la comida... ──Decía torpe jugando con su comida.

── No te preocupes, hyung ──habló en cuanto terminó de masticar──. Por cierto... ¿cómo te sientes? Eres un descuidado con tu salud, Bang Chan ──regañó.

El pelinegro rodó los ojos e hizo una mueca con sus labios ante la cara de desaprobación que le dio Felix.

── Me siento mejor... pero de todas formas, nadie te pidió que vinieras. ──refunfuñó.

── ¡Hubieras muerto! ──alegó tirando la cuchara a la taza.

── Yah... no seas dramático, Lixie.

"Lixie"

El rubio expandió sus ojos con sorpresa y su corazón no espero en latir desenfrenado, sin embargo rápidamente disimulo su estado bajando su vista de nuevo a su desayuno, revolviendo la leche y el cereal.

── Sólo estaba preocupado por ti... ──susurró bajito.

── Lo sé... gracias.

Fue muy extraño todo.

El tiempo comenzó a pasar aprisa y sus sentimientos hacia el pelinegro salían a borbollones. De pronto el Felix deseoso por sexo y diversión, él que sólo le importaba pasar un buen rato y nada más había desaparecido, o al menos se encontraba muy escondido.

Ya no había sensualidad en los besos y caricias, el erotismo de sus gemidos obscenos se habían esfumado, remplazados por pequeño quejidos en el oído del mayor y susurros débiles de su nombre, los besos rápidos se convirtieron en suaves y lentos, disfrutando más de la textura y sin desesperación. También había comenzado a poner una excusas para quedarse en su apartamento después del sexo, por el simple hecho de tener de nuevo la oportunidad de dormir con los brazos del mayor rodeándolo y despertar a la mañana siguiente con sus quejidos roncos pidiéndole que aún no se levantara de la cama.

Inexcusablemente, Lee Felix había caído totalmente por Bang Chan. Ya no había vuelta atrás.

── Hyung, levántate ya. Se te va hacer tarde ──miró el reloj de la pared──. Te quedan 20 minutos ──canturreó mientras salía de la habitación en dirección a la cocina.

Había descubierto lo difícil que era sacar al mayor de la cama. Era como un oso pardo invernando. Hace memoria a cómo la semana pasada tuvo que literalmente saltar encima de él para que llegara a tiempo a su trabajo.

Que de paso, eso era algo más que había conocido de Bang Chan; trabaja medio tiempo en una cafetería temática de gatos en Gangnam.

Se había reído tanto cuando lo vio llevar aquel uniforme decorado con gatitos y una orejas felpudas negras saliendo entre sus cabellos. Se veía increíblemente adorable para Felix, por eso se lo repitió más de cincos veces mientras reía, a lo que el mayor sólo le proporcionó un zape en su frente diciéndole: deja de burlarte, mocoso y ve a jugar con los gatos.

Más sin embargo, también había conocido su faceta seria y profesional.

Trabajaba en un estudio discográfico como pasante y estaba en su cuarto año de ingeniería en sonido, sacando una especialidad en producción musical. Fue algo impresionante verlo trabajar en el pequeño y provisional estudio en un cuarto sobrante de su apartamento. Tan concentrado y dedicado en lo suyo, muy cautivador para Felix.

── Chan-ah, el desayuno está listo ──vociferó. Terminó de cortar las frutas para después mezclarlas en un bol y agregarle yogurt. Jugo de naranja, fruta, dos huevos fritos y café negro. Un desayuno algo occidental pero se sentía conforme──. Hyung, última vez...

── Yah, yah... aquí estoy ──bostezó, estirándose──. Se me hace tarde, ¿por qué no me has despertado antes, Felix? ──El rubio golpeó con sus puños la isla de la cocina y lo miró de costado con odio listo para reclamarle, sin embargo Bang Chan caminó a él mofándose y lo abrazó por la cintura, restregando su nariz en la mejilla del menor para luego dejar un suave beso en la misma── Gracias. ──susurró.

Mariposas. Eso sentía Felix, mariposas en una estampida.

En algún punto inexacto del frío invierno de ese año ambos se fueron comportando como una pareja normal.

El rubio había sido presentado casualmente con los amigos cercanos de Bang Chan, con su hermano mayor de quien no tenía idea de su existencia, e incluso con algunos profesores de la universidad. Porque se había convertido una rutina esperar a que el mayor saliera de sus clases para después ir a tomar un café juntos y caminar por el parque a pesar del viento congelado.

En un espacio pequeño en el armario de Bang Chan ya había algo de su ropa. Solía pasar los fines de semana en casa del pelinegro así que las pijamas y ropas de cambio se fueron acumulando. También lo hacían algunas otras pertenecías del rubio, como sus libros de universidad y su portátil, e incluso algo tan propio como su cepillo de dientes que ahora reposaba junto al de Bang Chan.

Los encuentros íntimos entre ambos era escasos pero más pasionales que otras veces. Ya no había la necesidad de buscar placer todo el tiempo, ahora bastaba con una sesión de besos húmedos antes de irse a dormir . Y cuando sí lo hacían, cuando necesitaban sentirse, se enfocaban más en conocer sus cuerpos y hacer sentir bien al contrario más que el placer propio.

Y a pesar de todo eso, Felix seguía escondiendo sus sentimientos por el mayor, tenía miedo de que al confesarse este se alejara al no querer compartir una relación estable junto a él, porque se suponía que ellos sólo eran folla-amigos, y nada más.

Se había estado conteniendo por demasiados meses, teniendo que esconder sus celos al ver al pelinegro con otros chicos compañeros de clase, incluso con esas chicas que estaba detrás de él, locas por su atractivo y su personalidad fría, siempre cuchicheando entre ellas sobre lo bien que le quedaba ser serio y misterioso, como todo chico malo. Una gran estupidez, pensaba Felix.

El mayor era todo menos frío, él simplemente tenía una personalidad reservada con personas desconocidas y un humor un tanto irónico algo complicado de captar. Él no era frío ni grosero, para Felix, él era dulce y mimoso. Creía que estar junto a él era pura simplicidad, podían hablar de cualquier tema y él siempre le daría un comentario coherente. Era sabio, como un anciano-solía molestarlo con eso-, él sabía dar buenos consejos y hacerlo sentir mejor cuando fallaba en algo o dudaba de su físico.

Felix estaba enamorado de todas las versiones de Bang Chan. Y ya no quería ocultarlo más. Por eso, fue ese día antes de Navidad en el que había decidido declarar y aclarar sus sentimientos.

Ambos quedaron después de sus obligaciones en un parque cercano a un centro comercial. El rubio le había pedido que lo acompañara a comprar algunos regalos para sus familiares y amigos, y a lo mejor uno en secreto para el pelinegro.

Así que ahí estaba Felix, corriendo por el parque en busca del mayor, llegando tarde por culpa de un accidente en el metro, emocionado con el corazón latiendo. Pero la vio. Vio cómo sus pies se ponía en puntillas para alcanzar su altura, y dolorosamente observó cómo sus labios pintados de rosa se posaban sobre los de él. No quiso estar ahí para cuando el pelinegro le devolviera el beso, a si que salió lo más rápido que pudo de aquel lugar, olvidado simplemente todo, sólo con el recuerdo tan vivo de ambos labios unidos.

Ojalá fuera tan fácil cómo decir adiós. Pero no. Era más complicado que eso.

Cómo decirle adiós a ese acompañante de cama que lo hizo sentir en el paraíso y lo dejo caer al infierno al mismo tiempo. Cómo despedirse de todos lo besos y caricias, cómo decirle hasta nunca a una persona que le confió secretamente su corazón roto y resquebrajado. No podía dejarlo ir, pero ahora es muy tarde.

Maldijo severamente tener esas botellas de licor en su casa. Porque ahora estaba tirado a los pies del sofá -se había caído al tratar de sentarse- con una botella de lo que creía que era vodka, su boca realmente ya no identificaba sabores por tanto alcohol fuerte que había ingerido. Veía tontamente la pantalla del televisor y reía estúpidamente con aquel programa navideño que pasaban a esas horas.

Y brindó para si mismo, por ese amor no correspondido, por entregarse a alguien que no lo quería más que por sólo por su cuerpo, brindó por ser tan idiota de confiar en el amor de nuevo. Él no servía para amar o ser amado. Daba demasiado, se entregaba demasiado y no recibía nada.

── Te lo dije, Felix ──hipó y se habló para él──. De nuevo pasó ──pegó su boca al pico de la botella y dio un trago abundante──, aprende de una buena vez. Seungmin tenía algo razón. Al final las cosas no sé tenían que dar... ──Y sin saber, empezó a llorar──, pero me enamoré tanto.

Tenía que admitir que estaba algo enojado. Felix no había llegado a su encuentro. Tampoco contestaba su celular. Odiaba que le cancelaran o que simplemente no llegarán a una cita.

Ya tenía suficiente con lo que le había costado deshacerse de Nayeon. La chica había estado intentado mucho en gustarle a pesar de dejarle claro que no estaba interesado en las chicas, y aún así tuvo la osadía de besarle de pico después de que se negó a ir por un café con ella. No quería ser rudo, sólo era una chiquilla después de todo, además de ser la hija de unos de sus jefes en el estudio discográfico, por eso debía comportarse sutil con ella.

Pero ahora la preocupación también le picaba en su pecho. Las preguntas corrían en su mente sobre si algo le había ocurrido al menor o sí simplemente se le había olvidado. Trató de llamarlo pero salía el buzón de voz. Así que, aún con el frío y la nieve, además de la pereza que cargaba, caminó hasta la casa del chico. Había estando muy pocas veces allí, pero aún recordaba cómo llegar.

Subió con extrema vagancia hasta el piso donde vivía el rubio y fue hasta su puerta. Tocó varias veces y nadie le abrió. Trató de llamarlo otra vez, pero la llamada no fue contestada, sin embargo, el sonido de timbre del celular resonó opaco tras la puerta. Ahora con mayor decisión, el pelinegro golpeó con palma abierta la madera y continuó llamado su nombre. Tenía temor de que algo le hubiera ocurrido, aunque también cabía la posibilidad de que el chico sólo estuviera durmiendo, pero aun así se sentía preocupado.

── Felix. Felix, abre la maldita puerta ──golpeó más duro──. ¡Lee! ¿Por qué no contestas mis llamadas? ¡Felix!

Pasaron algunos minutos de insistencia y su mano ya dolía. Dio dos pasos hacia tras y su ceño se frunció. Un inesperado enojo fluyó de Bang Chan, combinado con algo de resentimiento. Suspiró pesado y empezó a caminar fuera del lugar, pero fue el sonido de la puerta abrirse y un minúsculo "hyung" que lo hizo volverse rápidamente.

Felix estaba ebrio. Su cuerpo estaba apoyado en el marco de la puerta para evitar caerse y llevaba una botella licor en su mano derecha. Parecía haber estado llorando mucho, sus ojos se veían algo inflamados y su nariz estaba roja. El pelinegro se apresuró a llegar al él, lo agarró de los hombros y lo adentró al apartamento.

── ¿Pero qué demonios, Felix? ──lo arrastró hasta el sillón de la sala mientras el rubio iba soltando palabras incomprensibles. Cuando estuvo en el sillón, Bang Chan le quitó la botella de licor y se sentó en la mesilla de al frente. Tomó la cara caliente del chico y lo hizo mirarlo──. Felix, ¿qué pasó? ¿por qué estás ebrio?

El rubio lo miró fijo sin decir una palabra hasta segundos después cuando sus ojos se tornaron acuosos y empezó a llorar otra vez. Bang Chan no sabía qué hacer en ese momento, nunca se le había dado bien animar a personas llorando, pero diablos, le dolía en el pecho ver el chico así, no le gustaba ver esas lágrimas manchar sus mejillas ni verlo sollozar de aquella manera.

── Lixie, cálmate... por Dios, ya para de llorar ──habló desesperado, puso su mano en su cabeza y comenzó acariciar los cabellos rubios.

── Hyung... ──en un susurro roto──. Me enamoré... de verdad lo hice... tengo miedo. ──lloró aún más.

El rostro de Bang Chan perdió la expresión de angustia y se volvió serio. Incertidumbre y desconcierto empezó aparecer. De inmediato quitó su mano de la cabeza del rubio. ¿Felix se había enamorado de alguien? Algo se encogió en su pecho.

No podía ser.

── ¿Quién es? ──sorprendentemente su voz salió neutral, aunque estaba enojado, celoso y triste, muy triste.

Felix era suyo, maldición.

Porque después de todos esos meses Bang Chan descubrió que quería algo más que sólo sexo. Porque le encantó más hacerle el amor, amo sentirlo cerca y unido a él, porque quería más de sus suaves caricias, porque quería verlo cada mañana desnudo en su cama con la piernas enrolladas a las suyas, y escuchar sus risa linda y jocosa al ver caricaturas por las noches, y verlo usar las camisas viejas que le robaba para dormir. Porque simplemente quería a Felix a su lado. Él lo complementaba. Felix era todo lo que a Bang Chan le faltaba.

── Felix... ──tragó duro.

── No puedo decirlo... se acabará todo si lo hago.

── ¿Acabar qué?

Un silencio se extendió por unos largos segundos. Felix sorbió su nariz y su boca formó un puchero tembloroso, amenazando con romper en llanto en cualquier momento.

── Lo nuestro. Nuestra estúpida relación de sólo sexo ──gruñó y desesperado tomó su cabeza entre sus manos──, pero demonios Bang... estoy enamorado de ti, no sé cómo ni cuándo pero lo hago. Pero aun así ella te besó y yo sólo...

Bang Chan expandió los ojos en sorpresa y meditó las palabras dichas por un momento, para luego sonreír tontamente.

Se levantó de la mesilla para sentarse ahora en el sillón al lado del chico. Lo tomó del mentón y lo hizo mirarlo. Por sus ojos aún bajaban lágrimas y sus pestañas estaban húmedas y unidas, un color rosa acariciaba sus mejillas y mierda, ese bendito puchero le estaba rogando ser besado.8Y fue lo que hizo.

Bang Chan se acercó muy lentamente, cubriendo con ambas manos las mejillas suaves y mojadas, y con una dubitación extrema posó sus labios delicadamente sobre los del chico. Se mantuvieron de esa manera por largos segundos, los dos con los ojos de par en par, inseguros de lo que estaba ocurriendo. Porque sí, se habían besado muchas e incontables veces, incluso demasiadas partes del cuerpo también, pero en esa ocasión se sentía totalmente distinto, parecía como si fuera la primera vez que lo hacían, con timidez y temor de mover los labios, sin saber exactamente donde poner las manos. Fue Bang Chan quien después de un suspiro corto empezó a crear movimientos sobre sus labios quedamente, también cerró sus ojos con seguridad de lo que estaba haciendo y colocó un mano en la cintura del rubio para acercarlo.

El vaivén de sus cuerpos comenzó, las lenguas se encontraron y jugaron entre sí, el cuerpo de Felix cayó en el acolchado con el pelinegro encima. Y el resto fue historia.

Esa noche Bang Chan lo acurrucó y besó mucho, le habló bajo, explicándole la situación con NaYeon y dejándole claro que no habían nadie más, que él también había desarrollado sentimientos pero no puso cómo revelarlos. Además por su estado de ebriedad, no pasaron a más, pero ya todo estaba dicho. Algo dentro de Felix se sentía en libre. No más esconder sus sentimientos, no más fingir.

Felix iba a tomar ese beso tan dulce le había dado como la luz verde a su corazón, porque ya había estado enamorado muchas veces antes pero ninguna se sentía como ahora, había visto su amor crecer día con día atrapado en silencio. Y lo que empezó con acciones carnales y desesperadas por placer, terminó siendo lo que siempre había buscado.

Porque Bang Chan era el amor que había estado buscando.

Is this love that I'm feeling?

Is this the love that I've been searching for?

Is this love or am I dreaming?

This must be love.

Cos it's really got a hold on me,

A hold on me.

Su piel era suave y tersa, y bajo el tacto era tibia. Bang Chan pasaba muchos minutos de cada mañana tocando y admirando el cuerpo desnudo de su novio. En ese momento ambos se encontraban despiertos ya, pero aún era muy temprano para iniciar con sus rutinas, así que se mantenían escondidos bajo las sabanas en espera de que la alarma sonara.

Cada vez que los dos se despertaban juntos mantenían una conversación tranquila sobre sus estudios y trabajo, de los planes para el fin de semana o cotorreando chismes sobre sus amigos. Para Bang Chan, eso era algo enérgico, en algunos casos Felix actuaba como su motor para levantase de la cama, eliminar la pereza del sueño y empezar el día. Felix junto a un café negro era lo que necesitaba.

── ¿Lo que estás diciendo es que quieres que nos vayamos a vivir juntos? ──Alzó la cabeza para mirarlo con sorpresa.

El pelinegro se removió un poco a su lado, quitando las manos de su piel pero conservando la cercanía.

── Bueno... no sería muy diferente de lo que estamos haciendo ahora mismo, igual llevas semanas sin tocar tu casa. ──Bang Chan refutó con la mirada ida en la ventana observando algunos rayos del luz colándose entre las cortinas.

Ahora fue el menor quien se movió incómodo hasta incorporarse y sentarse como indio. Enredó los dedos en las sábanas nervioso, llamando la atención de Bang Chan, quien se irguió un poco sobre sus codos.

── Lo sé, hyung... pero ¿de verdad quieres vivir conmigo? Es decir...

Bang Chan frunció el ceño.

── ¿Qué clase de pregunta es esa, Felix? ¿Acaso tú no quieres vivir conmigo? ──su voz fue suave pero tenía un tono de incredulidad.

El rubio abrió sus ojos y volvió su cara rápidamente alarmado, asintiendo varias veces.

── ¡Sí! Sí quiero... por supuesto que sí ──mordió su labio inferior con fuerza, sintiendo pequeños meneos en sus manos. Sus miedos lo estaban golpeando fuerte en ese instante──. Es sólo que...

El mayor llevo una mano hasta su hombro. No le estaba gustando la actitud que estaba tomando el chico.

── ¿Lixie, qué pasa? ──suspiró──. Mira... nosotros ya hablamos de esto, sobre ser mas abiertos y sinceros entre ambos... entonces, dime qué pasa.

El menor recuerda cómo el día después de haber confesado sus sentimientos y de su estúpida borrachera, Bang Chan lo había sentado en una de las sillas del comedor, tal como padre hace con su hijo, mientras le daba un monólogo extenso acerca de las inseguridades y sobre expresar lo que siente. Por eso Felix suspiró derrotado y habló.

── Hyung... hace... hace unos meses teníamos sexo como si nada, nos conocimos gracias a eso, sólo por querer follar y no tener compromisos. Yo confesé mis sentimientos pero no estoy seguro de si... ──mordió su belfo con fuerza──, tú... tú de verdad quieres algo más que-...

── Tú... ──lo cortó──. Lee, cierra la boca. Sé que lo de nosotros empezó como sólo un juego y sé que no lo digo seguido pero yo... ──se movió hasta llegar a Felix y llevó un mano hasta la mejilla esponjosa para después empezar a apretarla con cariño──, pero lo que siento por ti es real y... y prefiero miles veces tenerte a mi lado siempre que sólo follarte y después decirte adiós. Yo... yo descubrí que amarte es mejor que sólo sexo.

Las mejillas se le pintaron de rosa y sus ojos se expandieron. Nunca había esperado esas palabras por parte de Bang Chan. Todo se sentía irreal en ese instante; el verlo con una expresión apenada y rubor suave en sus mejillas, jugando con el dobladillo de la sabana tratando de desviar la atención y su labio inferior resaltándose en un pequeño puchero. Felix sonrió y tomó de su barbilla y lo acercó a su boca, susurrando sobre sus labios:

── Sabes... a veces pues ser lo mas tierno qué hay. ──el pelinegro gruñó y Felix rió suave──. Hyung... te amo.

Bang Chan asintió cohibido, evitando la mirada.

── Si... yo... si...

Felix sonrió dulce y lo besó directo en la boca, acostándolo de nuevo a la cama, trepándose encima de sus caderas. Y tal vez harían el amor hasta llegar tarde a sus trabajos.

¡espero que les guste! <3

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