wish you were sober
Un año después de aquella noche en la casa de Yoongi y yo todavía no podía pasar más de medio minuto sin tener mis labios sobre los de Jungkook cuando tenía la mínima oportunidad de besarlo.
Tras aquel encuentro nada había sido igual y Dios me libre si hubiese habido otro final.
Entre besos furiosos, lenguas enredadas y unas cuantas maldiciones esa noche Jungkook terminó haciendo lo que yo quería: Jodiéndome. La cama se estrelló contra nosotros o nosotros contra ella, las paredes dejaron de retumbar y la voz de Taehyung era inexistente cuando nos descubrió media hora luego enredados y desnudos entre las sábanas luego de follar furiosamente.
Sabía que quizás había sido algo de momento pero nunca me imaginé que luego de aquella escena Jungkook simplemente se comportaría como el chico más dulce del planeta ayudándome a vestirme, pidiéndome que saliéramos de la fiesta y llevándome a cenar en un lugarcito hogareño que abría las 24 horas.
Seguidamente y sin pensarlo mucho me pidió que saliera con él.
Recuerdo que en aquel momento nada tenía sentido y cuando terminó de confesar que yo le gustaba desde el primer día en que nos chocamos yo todavía no podía creer ninguna de sus palabras. Aún así acepte.
— Quiero —fue lo único que alcancé a decir y supe que sus sentimientos eran sinceros cuando una sonrisa dulce se esparció por sus labios. Todavía tenía rasguños y chupetones en su cuello que eran diminutos pero la ferocidad con la que me había tomado ahora era reemplazada por la expresión más angelical que había visto en toda mi vida.
Me había enamorado de Jeon antes de siquiera darme cuenta o admitirlo para mí mismo. Se había metido en mi piel como lava ardiendo que me hacía sufrir pero al mismo tiempo quería más.
Luego de aceptar salir con él empezamos una cómoda rutina en la que todas las mañanas iba por mi en su Rover. A veces llegábamos tarde a clases porque estábamos ocupados besándonos en el asiento de atrás y otras veces porque las cosas se volvían más manuales. Veíamos clases, comíamos juntos, caminábamos de la mano y finalmente todo el mundo se dio cuenta que estábamos saliendo. No hizo falta que lo dijéramos, la forma en la que Jungkook me besaba cuando estaba desprevenido delante de quien sea, lo confirmaba.
Pronto descubrí que sus amigos no eran tan cretinos como yo pensaba y que eran chicos iguales que otros, hacían bromas entre ellos, veían chicas y chicos alardeando a cuantos podían conquistar y así sucesivamente. Hoseok de hecho fue el que mejor me cayó seguido de un chico que nunca antes había visto llamado Seokjin. Era terriblemente guapo y amable.
Poco a poco me fui metiendo en la vida de Kook y él en la mía. Por supuesto que él se adentró primero en mi corazón pero una noche admitió que yo estaba clavado en el suyo de una forma que nunca antes imaginó. Así que, esa misma noche lo enfrenté y hurgué un poco en mis heridas pasadas.
— ¿Por qué actuaste conmigo de esa forma aquel día? —pregunté reviviendo la herida, acostado entre sus brazos luego de hacer el amor en su apartamento que por suerte no compartía con nadie.
Ahora pasaba más noches en su cama que en la mía y la calidez de su cuerpo en las sábanas era la nueva sensación que más me gustaba. Incluso más que la arena de playa entre mis dedos.
— Es complicado —contestó derrumbando todas mis esperanzas de que quizás no confiaba a plenitud en mí y por eso no era capaz de decírmelo.
Me equivoqué.
Jungkook me abrió su corazón en medio de una triste sonrisa que acompañaba su mirada llena de dolor.
— Mi familia es un tremendo problema para mí desde que descubrieron que me gustan los chicos. Especialmente mi hermano, él se lo contó a mis padres y me dieron una paliza. Luego, casi el último año de secundaria me metieron en una academia militar y pasé un año allí para "redimirme". Todo acabó igual por supuesto, aún me gustan los chicos —Jungkook me regaló una sonrisa suave pero sabía que era su intento por no romperse en pedacitos. Me estrechó entre sus brazos y supe que me estaba abriendo su alma como un libro que tenía tiempo esperando a ser leído —Al final cuando cumplí la mayoría de edad me fui de casa. Mi tía materna me ayuda a pagar mis matrículas además de mi trabajo como diseñador de logotipos. Pensé que podía mantener mis sentimientos y preferencias a raya pero entré en la universidad y todo el mundo parecía gritar ser gay orgullosamente menos yo. Supe que no podía esconderme pero tampoco tenía el mismo valor.
— ¿Y todas esas chicas? —pregunté con temor a su respuesta. La piel de su pecho y la del mío estaban unidas con una suave tela de sudor entre ellas. Mi cabeza estaba escondida entre sus clavículas y su cuello. El olor de su cuerpo me encantaba y cerré los ojos dejándome invadir por las sensaciones.
— Nunca toqué a una Jimin. Los chicos siempre me alentaban pero sabían que algo pasaba conmigo. ¿Se me ofrecieron? Sí, chicas y chicos —hizo énfasis en esto último —Pero por supuesto no soy adepto a las vaginas y en cuanto te vi comenzando mi carrera las cosas terminaron para mí.
Sonreí vagamente sintiéndome aliviado de que las terribles ideas que tenía de él acerca de ser un chico malo que follaba mujeres sobre su Rover eran totalmente mis fantasías llenas de rencor.
— ¿Entonces por qué ese día... —Jungkook se sintió avergonzado de recordarlo. Escondió ahora él su rostro en mi cuello y sentí la humedad de una lágrima rozar mi mejilla. Le acaricié el cabello y le di tiempo para que hablara. Podría escuchar toda la noche así formara una sílaba por hora.
— Había vuelto a casa ese fin de semana pensando que las cosas con mis padres mejorarían pero otra vez había sido un iluso. Mi hermano hizo muchos comentarios horribles y sentí que ser lo que era estaba mal. Que todo yo estaba mal y que ellos tenían razón —admitió con profunda tristeza, casi castañeó los dientes cuando apretó la mandíbula —Entonces sabía de tu presencia, de tus miradas y de mi creciente deseo de tenerte. Pero esa tarde había peleado con ellos por teléfono y juré más nunca volver a casa... apareciste tú y fuiste blanco de todos mis comentarios hirientes.
Afianzó sus brazos alrededor de mí y sentí que estaba pidiendo que no lo dejara ir nunca.
Cuando Jungkook dijo en aquel momento que era complicado no quise escucharlo y ahora me sentía el ser más tonto del universo entero. Quizás hubiésemos sido más cercanos si yo no hubiese dejado que sus palabras mellaran tan profundo en mi pecho. Pero él no me culpaba.
Yo venía de una familia numerosa donde nadie nunca había cuestionado mi sexualidad y donde podía expresarme libremente. Él no. Para mí, la homofobia era algo que no se me pasaba por la cabeza hasta que lo vivía de nuevo en carne propia y me recordaba que aún luchábamos por derechos básicos y necesitábamos seguir alzando nuestra voz contra el mundo.
Por eso en ese momento no quise escucharlo, como si sólo se estuviese escondiendo tras aquello de "mi familia es homofóbica" y quise abofetearlo por no enfrentarse a ello pero era mucho pedir a personas como Kook que han sido fuertemente heridas por ese tipo de pensamientos.
— Siempre quise pedirte perdón. Incluso una vez lloré con Hoseok y le conté todo.
Su hermosa voz llenó cada parte de mi alma junto a la palabra "perdón", inhalé fuerte aspirando todo lo que estuviese impregnado de Jungkook en aquella habitación y subí mi rostro para encontrar sus labios. Di un profundo beso a esas dos almohadillas rosadas que deseaba saborear el resto de mi vida y pedí permiso para entrometerme en su boca con mi lengua. Él gimió bajo y yo sólo pude devolverle el gesto.
— Estoy tan malditamente enamorado de ti que nada del pasado me importa. Sólo tú, aquí y ahora —admití. Estaba enamorado de Jeon Jungkook hasta los cartílagos y nada iba a cambiar eso. Ni siquiera ese horrible trasfondo donde su familia lo aborrecía totalmente y lo había castigado en el pasado por amar.
Simplemente por amar. Hijos de puta.
— ¿Estás seguro de eso? —su mirada pedía a gritos que por favor estuviera con él hasta el fin de los tiempos y sólo me quedó asentir y abrazarlo. Rodé por encima de él hasta quedar acostado sobre su pecho y acuné su rostro entre mis manos.
— Más seguro de que me llamo Park Jimin y que Zeus me parta con un rayo si llego a decir lo contrario.
Sonrió y agradeció con un beso silencioso que de pronto fue interrumpido por el repique de la lluvia en nuestra ventana.
— Te amo Park Jimin. Nunca dudes de eso.
Nuestra promesa silenciosa de seguir amándonos hasta que nuestros sentidos existieran fue sellada nuevamente con un beso eterno que bien duró más que la lluvia y fue más tranquilizador que su sonido sobre nuestras cabezas.
Ahí éramos él y yo en un perfecto mundo de cuatro paredes donde nada podía destruirnos.
Desde ese momento nuestra relación se volvió más sólida. Obviamente a veces teníamos nuestras pequeñas discusiones como cualquier pareja pero éramos lo suficientemente maduros para arreglarlas conversando. Jungkook era sumamente receptivo y yo también era capaz de dar y recibir.
Fuera de la parte sexual donde también éramos bastantes versátiles.
Creo que luego de tanto sufrir en vano el cielo me había bendecido con darme exactamente al hombre que había imaginado la primera vez que lo vi y por eso agradecía en silencio por las noches cuando él ya estaba dormido.
Era mi todo y más. Cualquier cosa que imaginara o fantaseara Jungkook era capaz de mejorarlo un millón de veces. Como hoy que era nuestro aniversario y él había pensado que era buena idea ir hasta las afueras de la ciudad y pasar la noche en un risco mirando las estrellas mientras hacíamos un picnic improvisado en su camioneta.
No había sido una buena idea. Había sido una excelente idea.
Condujo durante unas dos horas hasta que finalmente llegamos y empezó a desempacar las cosas de la camioneta; frutas, bebidas, un pequeño pastel, unas lámparas de tela y otras cosas más que hicieron de mi noche magia concentrada en grandes proporciones.
Me bajé del auto mientras él desempacaba y me paré en el borde del risco que dejaba ver a lo lejos alguna ciudad que él sabría ubicar perfectamente. Me abracé a mí mismo dejando sentir el viento colarse a través de mis costillas y mi cabello golpeó mi rostro. Giré para ver que Jungkook había detenido su labor y me admiraba.
Se veía radiante en medio de la nada con su chaqueta amarilla, su hermoso y suave cabello galopando al son de la brisa y sus ojos de ciervo bebé clavados en mí mientras una sonrisa se dibujaba en mi lugar favorito de su cuerpo: Su boca.
— ¿Cómo encontraste este sitio? —alcancé a decir dejando salir un gemido bajo cuando su sonrisa se amplió más por alguna cosa que tenía en mente. Esperaba ser yo. Siempre amaba saber que cuando sonreía así yo era la causa.
— ¿Cómo fui capaz de encontrarte a ti?
Su respuesta me tomó por sorpresa y mis mejillas encendidas le dijeron que estaba sin palabras. Mordí mi labio inferior y él advirtió que no era momento para hacer cosas que lo provocaran antes de cenar.
— Ven a mi lado —pidió estirando su brazo. Terminó de colocar las cosas en la parte trasera de la camioneta para que pudiéramos sentarnos cómodamente y empezar a comer en compañía de una botella de champaña y uvas.
La estera bajo mi piel se sentía suave, Jungkook pensó en todo. Trajo dos almohadas y varios cojines para hacer que el metal de su camioneta fuera el menor de nuestros problemas cuando nos acostamos a ver las estrellas para hablar de todo y nada a la vez.
Hablamos de su sonrisa, de mis lunares, de su ansia de besarme, de mis ganas de tocar su nuca, de las clases, de lo lindo que es Hoseok con Yoongi, de los terribles chistes de Seokjin, de la nueva conquista de Tae, de la idea de pintarse el cabello de color cereza, de la forma en la que hacer el amor conmigo se volvió su adicción, del futuro. De nosotros.
Me acosté sobre sus piernas mientras él estaba semi sentado con algunos cojines detrás y hacía cariños en mi cabello mientras que de vez en cuando besaba mi frente. Desde ese sitio las estrellas se podían ver claramente y la música suave que Jungkook colocó en su celular hicieron del momento magia cristalizada. La única luz era la lámpara de aceite que colocó cerca de la camioneta para que pudieramos ver.
— ¿Crees que voy muy de prisa si te entrego un anillo esta noche? —preguntó sacándome de mi ensoñación. Cuando estaba con él su voz se volvía un eco hipnotizador que opacaba todo a mi alrededor y sentía que mi cuerpo flotaba entre escarcha líquida y tibia. Todo mi ser se sumergía en un profundo estado de relajación cuando las manos de Jungkook estaban sobre mi piel como ahora.
Pero su comentario hizo que me levantara de prisa y abriera los ojos sorprendido.
— No es para comprometernos, aún no podemos —rió por lo bajo mientras acunaba mi rostro —Es algo simbólico —dijo para ir hacia el bolsillo de su suéter color gris y sacar una caja sencilla que abrió con delicadeza y dejó ver dos anillos de metal plateado con una línea negra en el medio —Mandé a colocar tus iniciales en el mío y las mías en el tuyo.
No pude contener la emoción de lo que estaba pasando frente a mis ojos. La imagen de Jungkook sonriendo con suavidad, la sombra de la lámpara de aceite detrás de nosotros y I wanna be yours de Arctic Monkeys de fondo hicieron que las sensaciones se arremolinaran en mi pecho y florecieran en llanto.
— Voy a pedir tu dedo ahora, ¿está bien? —esa sonrisa mantenía brillante su rostro y sus ojos parecían reflejar a las mismísimas estrellas. Pasó el anillo a través de mi anular derecho y me dio un casto beso en la mano sellando su promesa de amarme.
Yo deslicé el anillo en el suyo.
— Hoy es nueve de junio, ¿sabes qué significa eso? —preguntó cuando por fin me perdí en su pecho y escuché su corazón latir con suavidad. Sus fuertes manos acariciaban mi espalda mientras ambos nos zambullíamos en la magia de nuestro momento, de nuestro espacio y nuestra promesa de amor —Es el día de las almas gemelas. Tú eres mi pedazo de alma, Jimin. Estoy totalmente enamorado de la idea y algún día deslizaré un anillo en tu dedo izquierdo como símbolo de amor eterno —dijo devoto y yo absorbí cada una de sus palabras como un pergamino sediento de tinta. Quería grabarme, tatuarme, cortar mi piel y dejar la cicatriz de sus palabras en ella.
Quería conservalo muy dentro de mí como parte de la luz que existe en mi corazón.
— Estoy convencido de lo mismo —dije en un intento por hacerle saber que sentía lo mismo que él.
Quizás yo me enamoré primero pero Jungkook amaba más intensamente.
Yo lo amaba de una forma desmedida que ni siquiera había logrado entender, estaba seguro que mi corazón aún no era capaz de comprender la inmensidad con la que inmaculaba a Jeon Jungkook pero por lo pronto quería hacerle entender con el lenguaje de mi cuerpo que él era y sería todo lo que una vez necesitaría en mi vida para estar completo.
— Jungkook —llamé suavemente mientras él sumergía su mirada en la mía como si pudiera traspasar mis ojos y llegar hasta mi alma para desnudarla. La gravedad de mi tono de voz debió hacerle entender lo que le estaba pidiendo porque enredó sus dedos en mi nuca. Aún así dije lo que necesitaba escuchar en ese momento —Te amo y te quiero ahora.
— Está bien —susurró y no supe si lo dijo para mí o para sí mismo. Tomó la iniciativa levantándome con mi ayuda para sentarme a horcajadas sobre él. El espacio de la camioneta sería suficiente si quisiéramos ponernos un poco creativos en lo que estábamos a punto de hacer pero ese no era el caso.
Sólo queríamos hacer el amor tradicionalmente porque muy dentro de mí sabía que Kook también sentía que hoy nos estábamos entregando el cuerpo y el alma. No es como si no lo hubiésemos hecho otras veces pero esta noche bajo las estrellas el aire pintaba diferente.
Habíamos materializado la idea de un futuro juntos con los anillos.
Perdí mi vocación a la vida cuando mis labios y los de Jungkook se encontraron, sabía que si había un momento perfecto en el que la muerte podía acecharme sería entre los labios del pelinegro que le había dado sentido a mi vida más allá de mi realización personal y todo lo demás que me hacía ser yo.
Una vez que probé el cielo nunca más fui capaz de caminar por la Tierra. Jungkook era mi cielo, sus labios mis estrellas. Lo demás, ¿qué más da?
Se lamió los labios al separarse por un segundo de mí y luego se volvió a apoderar de los míos. Pasó su lengua sobre ellos, los saboreó los hizo suyos y Oh bendito Dios si no fue lo mejor que sentí en toda mi vida. Arremetió contra toda mi sanidad cuando su cálida lengua se abrió paso entre mi boca y su aliento caliente rebotó dentro de mí llenando cada rincón.
Se detuvo sólo por un momento para observarme y supe que esa mirada de amor también estaba reflejada en mis ojos. Volvió a besarme esta vez tomando mi rostro en quejosa delicadeza.
— Quiero estar dentro de ti, ahora —casi fue una súplica cuando lo pidió con sus ojos sobre los míos, su nariz tocando la mía y el viento llevándose nuestra ropa. Sentía la presión de su pantalón contra el mío y el delicioso roce empezaba a hacer estragos en mi sanidad.
— Lo quiero —gruñí sobre sus labios —Todo de ti. A ti, Jungkook.
Su mano encontró mi mandíbula y aplastó sus labios contra los míos esta vez un poco más demandante. Sus manos se pasearon por debajo de mi franela de algodón y encontraron mi piel caliente que lloraba a gritos que la tocaran. Trazó largas líneas con sus dedos en mis costados y pude disolverme como azúcar bajo ellos si no fuera porque la anticipación por lo que ocurriría me tenía tan caliente que si no me quitaba los pantalones iba a explotar.
Deslizó mi franela por encima de mi cabeza y mi torso desnudo lo hizo oscurecer su mirada por el sinfín de pensamientos que se atropellaron en su imaginación, unos con otros. Lo supe porque yo sentí lo mismo cuando quité con algo de dificultad su suéter y mis labios fueron a aterrizar a sus castaños pezones que se irguieron con sólo un roce de mi lengua.
— Mierda —gimió ronco y aspero. Su mano se levantó y cogió mi nuca nuevamente para llevar mis labios hacia los suyos sin vacilación —Estás portándote mal, amor —sonrió con malicia.
Sus manos eran autoritarias al igual que la demanda en su boca. La excitación por lo que anticipábamos se dibujó en su rostro y me entregué a ella cuando delinió mi cuello con una zarda de besos que dejaron marcas. Cuando había explorado cada parte de su cuello dejando pequeñas constelaciones y sus labios se saciaron de mi pecho entonces lo ayudé a levantarme para deshacerme de mis pantalones. Él se deshizo de los suyos y yo me arrodillé frente a él.
Pero me detuvo, se dejó caer hacia atrás y yo caí de nuevo a horcajadas sobre él no sin antes hacer desaparecer nuestros bóxers. Así que cada centímetro de su piel estaba conectado al mío y ambos soltamos un gemido gracias al contacto suave pero doloroso de nuestros miembros.
— ¿Está bien si te pido que sólo hagamos esto a mi manera por hoy? —preguntó tímidamente mientras trazaba círculos con sus dedos en mi espalda.
— Soy tuyo hoy —dije —Maldición, Kook —sonrió con malicia contra mi boca y perdí la cabeza.
Ambos estábamos limpios por lo que hacer el amor sin condón era un tema que habíamos resuelto unos ocho meses atrás. Éramos del otro y nada más.
Me levanté un poco de sus piernas para que él metiera sus dedos ya ensalivados en mi entrada para prepararme. Hoy sería yo quien gustoso recibiría y estaba más que excitado contra su abdomen cuando él comenzó a estirar dentro de mí con la intención de acomodar el espacio donde pronto entraría.
— Ah, joder... —gemí casi en un lloriqueo y podía ver que él estaba tan ansioso como yo pero aún así se tomó su tiempo mientras yo subía y bajaba sobre sus resbaladizos dedos y me deshacía entre gemidos cortos.
Jungkook admiraba mi anatomía pero más que eso se tragaba mis gemidos en su garganta.
— Creo que estás listo —logró decir soltando un pesado suspiro mientras las aletas de su nariz se ensanchaban. Entonces, yo estaba acabado.
Alineó su miembro palpitante en mi entrada y el leve toque de su punta me hizo casi rogar por más. En cuestión de segundos yo estaba montándolo lenta y tortuosamente para acostumbrar mi interior a su anchura y extensión. Quería abrazarlo con mis paredes, asbsorber cada mínimo toque que nuestros cuerpos se estaban regalando.
Jungkook echó la cabeza hacia atrás con la boca semiabierta, los ojos cerrados y un gruñido salió de su garganta. Era una obra divina, el Dios griego del que me había enamorado justo en ese momento.
Cuando se acomodó dentro de mí fue que empecé a subir y a bajar para enterrarme en él de la forma más íntima posible. Sostuvo mis caderas con sus manos y yo hice mi trabajo en poseerlo y que me poseyera mientras nuestros gemidos se chocaban y se mezclaban, así como nuestras lenguas.
— Juro que te amo, Jimin —dijo en medio de nuestro acto cuando sentía que el placer dentro de mí se hinchaba como una bomba de agua. Mi miembro apuntaba hacia su abdomen y él empezó a trabajarlo con su mano derecha mientras yo seguía apoderándome de cada centímetro del suyo dentro de mí.
— Juro que te amo hasta la muerte —conseguí decir entre jadeos junto a sus labios. Seguí con el ritmo, marqué cuanto duraba cada cabalgaje, me deleité con cada una de sus expresiones y él con las mías. Lo tomé. Nos bebimos sedientos de todo: amor, sexo, placer, cualquier cosa.
Se vino fuerte, caliente y gloriosamente abundante dentro de mí con un gemido largo y ronco junto a mi oído. Lo abracé mientras él tocaba la cima del cielo que hoy le había regalado y seguidamente los empujes de su mano sobre mí hicieron que me corriera sobre él con un gemido agudo que ahogué detrás de sus labios.
Mi perfecta noche no había podido ser más perfecta que en ese momento cuando después de hacer el amor los ojos de Jungkook me volvieron a desarmar por completo y me entregó todo su ser con un "te amo" silencioso. Se lo devolví, se lo regresé en forma de beso y me quedé unido a él un largo rato en el que sólo pensaba que Dios, el cielo y la noche habían sido testigos del lazo rojo que nuestros corazones habían tejido para unirnos hasta la eternidad.
Lo amaba y Jungkook, por Dios que es sabio, me amaba de vuelta.
***
Pasó otro año y sólo faltaba uno más para que Jungkook y yo termináramos nuestra carrera.
Las cosas entre él y yo habían escalado a un punto tan serio que ya se lo había presentado a mi familia y habíamos planeado comprometernos luego de la graduación.
Sí, hasta ese punto nos amábamos con locura.
Todo había sido tan perfecto como se podía hasta que unos dos meses atrás repentinamente y luego de una tortuosa llamada telefónica con su padre y un viaje repentino a su pueblo natal mi Jungkook se había ido desquebrajando y con él, los planes de un futuro y nuestra bonita relación basada en la comunicación y la confianza.
Casi no dormía en mi apartamento y cuando yo quería ir al suyo ponía excusas que al principio me parecieron razonables pero al final terminé dándome cuenta que algo estaba pasando. La forma en la que me sonreía tampoco era la misma, sus rehuidas cuando lo miraba me alertaban de una forma incesante y cuando empezó a salir a fiestas extrañas sin sus amigos tuve el valor de enfrentarlo.
Pero Jungkook no respondió, en su lugar estaba un chico que lucía exactamente como el hombre que había afirmado que se comprometería conmigo luego de la graduación pero que me miraba distante como si yo fuera un desconocido. Y había dolor en su mirada, dolor.
Al principio las salidas a las fiestas eran algo casual y creí que llevaba a Taehyung y Hoseok con él pero descubrí que simplemente se juntaba con personas que en nuestra vida habíamos visto. Cuando le pregunté no me respondió, sólo alegó que era estrés y que quería salir con gente nueva.
Mi Jungkook no diría algo así, me invitaría a un lugar tranquilo y diría que si yo no estoy en la fiesta él no tiene razón de ir.
Pero lo que más me dolió fue que empecé a notar que me rechazaba en la cama cuando intentaba ponerle un dedo encima. Un fuerte y contundente "no" brotaba de sus labios y yo sólo me rompía en mis pedazos. Lo hizo alrededor de siete veces y dejé de insistir en ello, por el contrario me concentré en meterme en su cabeza para saber qué estaba pasando allí pero tampoco me dejó.
Pidió que no me quedara en su apartamento por un tiempo porque había algo que estaba resolviendo y yo sabía que o Jungkook tenía algo que me estaba ocultando o estaba empezando a dejar de amarme. Lo segundo me destruyó.
Para ser sinceros lo que más dolió fue una noche apareció en mi casa pidiendo entrar y cuando me di cuenta que tenía ganas de acostarse conmigo, noté que estaba alcoholizado. Lo quise rechazar pero la necesidad de tenerlo conmigo me hizo perder la batalla y así como esas, las siguientes veces que se acostó conmigo Jungkook estaba muy borracho.
Supe que entonces su silencio, el alejarse de mí y esa reciente actitud significaban que algo estaba mal en su corazón y que yo no era lo que necesitaba aunque le estuviese rogando que me abriera paso en sus pensamientos y me dejara ayudarlo a arreglar lo que sea que estuviese mal.
No me dejó. Seguimos igual.
Hace poco, una noche Hoseok llamó diciéndome que Jungkook estaba muy borracho en un antro y que mejor lo buscara antes de que cometiera alguna imprudencia. Así que, en plena madrugada me paré lo más rápido que pude y fui a buscarlo sólo para encontrarlo hecho un desastre encima del bar.
Una chica me miraba horrorizada y me pidió que lo llevara a casa pues se había desmayado luego del décimo vaso de cerveza. La miré confuso, ¿quién era ella? Pero no había tiempo para eso. Metí a Jungkook en mi carro como pude y lo llevé hasta su apartamento.
Pasé la noche en vela. Me desvelé con el corazón en la mano hecho añicos luego de haberlo lavado con un pañuelo mojado, darle agua y algunas pastillas para que la resaca no fuera ta violenta la mañana siguiente. No sé a qué hora me quedé dormido pero a las siete y algo los lindos ojos de Jungkook me admiraban adoloridos desde la cama.
Parecía hundido.
— Lo siento, Jimin —fue lo que dijo.
Quise creer que con esa frase no volvería a los bares, no actuaría tan extrañamente y volveríamos a ser nosotros, sin embargo, la realidad me golpeó de lleno cuando el siguiente mes siguió haciendo exactamente lo mismo.
Tuve que ir a buscarlo al menos tres veces por semana desmayado y con alcohol hasta en el cerebro. Cada vez que estaba así intentaba follar conmigo o me decía las mismas cosas dulces que mi Jungkook sobrio diría. Pero no le creía, algo se estaba rompiendo dentro de mí que cada vez que lo rescataba me juraba que sería la última vez.
Hoy terminé saliendo casi obligado a las doce de la noche para recogerlo. Estaba despierto esta vez pero actuaba muy extraño, balbuceaba cosas que no lograba entender. Intentaba tocarme, besarme, hacer algo a lo que yo no estaba dispuesto y en un punto tuve que ponerme fuerte.
— Otra fiesta de mierda... —murmuré —No quiero que beses mis labios, y por favor no bebas tanta cerveza —pedí pero me ignoró el resto del camino a casa.
Cuando lo dejé en la puerta de su apartamento, intentó besarme nuevamente y tuve que apartarlo de golpe. Cada caricia alcoholizada estaba rompiendo mi corazón en pedazos sangriendos y delirantes pero ya no le pedía explicaciones. Sólo esperaba el día en que quisiera dármelas.
Me miró adolorido cuando lo rechacé y suspiró cansado intentando no caerse mientras se sostenía del marco de su puerta. Le supliqué en silencio que me hablara, que gritara pero que me dijera algo.
Me dio un beso torpe y yo lo volví a alejar.
—Me besas en tu puerta... acercándome, rogándome que me quede pero ya superé esta montaña rusa —dije más para mí que para él.
Volví a mirarlo suplicante pero sus labios permanecieron sellados.
Sólo logré obtener una declaración de amor que bajo los efectos del alcohol para mí no valía nada.
— Te amo tanto que me duele —dijo entrecortadamente.
Me dolió cada minúscula fracción de esa frase porque él no se había dado cuenta que me estaba matando.
— Eres muy dulce pero desearía que estuvieses sobrio, Jungkook —fue lo que alcancé a decir antes de huir.
Sus ojos se empañaron, su expresión destruida me destruyó.
No lo volví a ver por una semana entera.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top