greek god

Jeon Jungkook o como lo conocen en la universidad: Dios griego. Yo le doy un apodo diferente en mi cabeza: Maldito Dios imbécil griego. Es un poco largo pero resume las dos cosas principales que siento por el chico de 23 años que está sentado en las mesas del comedor con su comidilla de amigos idiotas y acaba de clavar su mirada en mí para darme una de esas sonrisas socarronas que tanto detesto a veces y en muy pocas oportunidades me gusta.

Todavía no puedo creer que ambos estudiemos lo mismo.

— ¡Park Jimin! —mi mejor amigo Kim Taehyung me sacó de mis oscuros y rencorosos pensamientos cuando golpeó la mesa con su libro de historia del arte tan fuerte que me hizo dar un leve respingo.

Pude ver por el rabillo del ojo que el idiota de Jeon rió por lo bajo y luego volvió a la conversación animada que tenía con Jung Hoseok, su mejor amigo y principal molestia cuando se trata de hacerme la vida de cuadritos.

— ¿Por qué tienes que provocarme un infarto a mis 25, Tae? —dije llevándome una mano al pecho dramáticamente. La verdad el problema no era mi corazón, era mi ego ahora que sabía que Jungkook había mirado mi reacción y se había reído.

Como si fuera algo nuevo.

Desde que entré a la universidad hace dos años para estudiar diseño de moda un mundo de posibilidades se había levantado frente a mí cuando crucé la hermosa puerta de roble y acabado de porcelana de mi querida facultad. Siempre había soñado con ese momento y en medio de ello también había fantaseado con conocer a un chico que valiera la pena el riesgo de cualquier cosa. Así fue como, a mitad del primer mes de clases , lo vi. 

Jeon Jungkook era totalmente el tipo de chico con el que había soñado toda mi vida: Alto, piel semi bronceada, cabello negro largo que caía en pequeñas ondas, mandíbula recta, labios en forma de corazón, ojos de ciervo inocente y... más. Era todo y más. 

En ese momento, la perfección de su apariencia me había empujado a empezar a observarlo de forma que pudiera ingeniármelas para acercarme a él y conocerlo más allá de esa cara bonita. Si así era su rostro, un placer para deleitar mis castañas pupilas, entonces imaginaba que su alma sería aún más hermosa. Era perfecto.

Hasta que abrió su boca por primera vez contra mí y supe que no era lo que yo buscaba.

Aquel chico que bromeaba en clases y era diligente con al parecer todo lo que hacía, era nada más y nada menos que un maldito cretino homofóbico.

Lo supe cuando de pronto nuestras miradas se encontraron durante uno de los proyectos que habían asignado en el aula. Esa tarde me había quedado en uno de los salones porque prefería hacer mi trabajo en la universidad que llevármelo a casa y al parecer, él tuvo la misma idea. Así que cuando por primera vez estuvimos a solas tuve el coraje de presentarme.

— ¿Eres Jeon Jungkook, no? 

Levantó su mirada y me escaneó por completo, lo que, hasta ese momento, me hizo creer que era bastante gay como para quedarse unos segundos metido en mis labios. 

Asintió con la cabeza, suspiró cansado y siguió con lo suyo.

Totalmente maleducado pero hasta me pareció ardiente con el cabello recogido en una coleta y su suéter negro recogido hasta los codos. 

Siempre he sido un chico con confianza, no soy excesivamente guapo pero más de una vez he hecho que las personas se giren a verme cuando camino. Además, he estado con un total de tres chicos y he logrado meterme en sus corazones por mis "encantos" como dice mi mejor amigo, así que, si debía poner a trabajar esas virtudes, este era el momento.

Definitivamente quería conquistar a Jeon Dios griego Jungkook.

— Yo soy Park Jimin. Es una placer trabajar contigo —dije intentando sonar lo más neutro posible pero no sé que tecla tocó los nervios de Jungkook ese día que fue el comienzo de la tortuosa relación (si se puede llamar así) que hemos tenido durante dos años.

Él levantó la mirada de su trabajo nuevamente y me miró, esta vez con el ceño fruncido. 

Y escupió su veneno.

— No soy un marica, Park blandengue Jimin. Te he visto desde que nos encontramos en el pasillo al comienzo del semestre y veo como me miras. Si te puedes concentrar en tu trabajo y sacar tus ojos de mi culo te lo agradecería y si no, avísame justo ahora para poder irme y no ver tu cara de idiota cuando me miras hasta desgastarme. 

Supe que era un idiota. Lo supe con todo mi corazón cuando acabó de machacarme sin siquiera darme una oportunidad de explicar todas las razones por las cuales su discurso estaba mal. Así que, como no soy masoquista en cuanto amor se refiere, con mis ojos amenazando en hundirse en un mar de lágrimas asentí suavemente y tomé mis cosas de regreso para volver a mi casa. 

Más nunca crucé una mirada ese semestre con Jeon, no me dediqué a observar su presencia más de lo que cualquier persona lo haría. Simplemente sabía que él existía. Siempre andaba rodeado de sus cuestionables amigos y un montón de chicas, era un alumno diligente mejor que el promedio y por supuesto no era gay.

Con toda esa información bastante bien procesada en mi cerebro continué con mi vida como si no me molestara para nada que él fuera una perfecta obra de arte por fuera pero un asco de persona hasta donde podía ver. 

Como la esencia de vainilla seguramente Jeon olía divino, no había dudas, pero una vez que lo probabas te daban arcadas. 

Junto con mi pensamiento de que más nunca debía cruzarme en su camino sobreviví hasta este nuevo semestre y siempre creí que era mejor mantenernos alejados pues no podía siquiera pensar en ser amigo de alguien que había sido tan hiriente aún sin conocerme. Sin embargo, las cosas empezaron a tornarse un poco molestas cuando hace unos meses justo para empezar el semestre me lo volví a cruzar en un ala nueva que usábamos para pintar bocetos y seleccionar lista de materiales.

Allí estaba él, tan inmaculado y podrido a la vez.

Mi presencia lo tensó de inmediato, como si acercarme a él hubiese hecho que cada vena de su cuerpo se pusiera en alerta. Puse los ojos en blanco ante la reacción. 

Yo no era el mismo chico que insultó aquella vez, claro que no. 

Era el mejor de la clase. Era el chico que muchos habían invitado a salir, quien se llevaba bien con sus compañeros y tenía un mejor amigo entrañable en otra facultad pero que me defendería si era necesario de Jeon y sus idiotas amigos que siempre se burlaban de todo lo que les pareciera gracioso incluso si había cosas que no lo eran.

Jungkook, Hoseok y Yugyeom me ponían los nervios de punta cada vez que reían de estupideces que se comparaban a intereses de niñatos de secundaria. 

¿Qué demonios tenían en la cabeza? Un maní con hormigas, seguramente.

— Si no quieres respirar el mismo oxígeno que yo te sugiero que vayas abriendo las ventanas y te lances, Jeon —dije colocando mi bolso sobre mi acostumbrado escritorio con aire de suficiencia. Ya sus miradas no surtían efecto en mí (o al menos no en la misma  medida de antes) y no tenía miedo de mandarlo a la mierda si se ponía quejumbroso. 

Por primera vez Jungkook no me devolvió el comentario con uno de los suyos mordaz y simplemente se quedó mirando como yo arreglaba mis cosas meticulosamente. Sentía su penetrante mirada sobre mi rostro y di gracias porque me había arreglado un poco esa mañana. Tenía puesto un pantalón negro ceñido, una camisa blanca holgada y mi cabello rubio peinado hacia atrás.

Podría ser la perdición de cualquiera menos de Jeon Jungkook pero aún así me sentí orgulloso.

¿Se te escaparon las pocas neuronas que te quedan y piensas que se vinieron a vivir conmigo? Deja de mirarme —protesté mientras le devolvía la mirada. 

Jungkook espabiló y frunció el ceño.

Ups, quizás me pasé de la raya.

Aún así no dijo nada, sólo siguió escrutándome con esos hermosos ojos castaños que estaban a punto de hacerme decir una imprudencia. 

Ok, eso era incómodo. No totalmente pero sí para mis pantalones. 

— ¿Te puedo hacer una pregunta? —fue lo único que dijo para retirar su mirada y clavarla de nuevo en su trabajo.

Vaya, Jeon Jungkook pidiendo permiso para algo —dije con cinismo mientras me reía —Así que la universidad sí educa.

Maldita sea —masculló mientras golpeaba la tabla de su escritorio y volvía su gélida mirada hacia mí para luego levantarse y caminar hasta donde yo estaba —¿Puedes simplemente responderme?

La distancia entre Jungkook y yo era peligrosa, tanto que si estiraba mi mano podía tocar fácilmente su pecho y si él estiraba la suya podría golpear mi rostro. Ojalá no se le ocurriera lo último.

Entonces habla, te escucho —me rendí. Quizás estaba siendo igual de cretino que él y yo definitivamente no era ese tipo de persona —Hazlo rápido porque ambos tenemos mucho trabajo que hacer —desvié la mirada y Jungkook soltó un suspiro.

Era la primera vez que no lo veía con su típica máscara de chico maleante. Es más, parecía tranquilo y su semblante era el de un chico bueno.

Justo como me hubiese gustado que fuera desde el principio.

Jungkook y sus hermosas pupilas seguían martillando mi rostro y por un momento me pregunté si esa mala costumbre de mis mejillas para sonrojarse notoriamente estaba floreciendo ahora mismo.

Bueno... —se rascó la nuca algo incómodo —El sábado por la noche me han dicho que estarán inaugurando una cafetería cuyo dueño es diseñador de moda. 

El aire era tan tenso que yo podría pasar mi mano y cortarlo en dos al igual que mi suspiro de sorpresa cuando mi cerebro descifró lo que Jungkook intentaba decirme. Me hice el duro. No iba a ceder tan rápido a lo que su retorcida mente estaba pensando.

— ¿Y eso que tiene que ver conmigo? —había sonado más duro de lo que quería pero ¿cómo no iba a serlo? Si Jeon Jungkook cacheteó mi rostro aquel día en el que dijo que no era un "marica" y me alejó de él durante casi dos años. 

Volteó a mirarme con una expresión de desconcierto, como queriendo decirme si de verdad no entendía lo que acababa de preguntarme.

Sé que eres el mejor de la clase y yo realmente... —Se mordió la mejilla por dentro —Bueno, no soy tan bueno como tú pero pensé que querías ir. 

¿Contigo? —me burlé. Oh Dios, claro que me burlé pero porque los nervios estaban desgarrando mi estómago.

Vete a la mierda, Park —dijo antes de que yo pudiera continuar pero me sorprendió el hecho de que no hizo ningún comentario homofóbico o me hubiese empujado por la insinuación. Se giró sobre si mismo para volver a su escritorio. Pero yo continué, infantilmente quería herirlo.

— No iría contigo ni a la esquina del estadio universitario. ¿Para qué?, ¿Para que tus amiguitos vengan a decirte lo gay que te ves caminando conmigo? —todo lo que me había guardado durante esos semestres empezó a aflorar como un cerillo sobre aceite de autos —Tienes a varias conquistas en este mismo salón, puedes ir con una de ellas y joderla sobre el capó de tu carro. A mí no me jodas, ni siquiera preguntaré por qué me estás invitado a salir pero sinceramente no me interesa. Viniendo de ti no debe ser nada bueno. 

Y esa fue la gota que derramó el vaso. Jungkook dio zancadas hasta mi sitio y me tomó por el cuello de mi franela.

Esto iba a ponerse feo si golpeaba mi rostro. 

— No sabes de lo que estás hablando, así que cállate. 

Oh sí sé, eres un maldito homofóbico. Me lo dejaste claro aquella tarde —perforé sus pupilas con las mías y pude notar su vacilación. Estaba de alguna forma entrando en la coraza de Jeon Jungkook y no sabía por qué.

Él se mordió el labio inferior y apretó más el cuello de mi camisa pero no dijo nada. Sólo estábamos ahí sosteniendo el mismo aire pesado que obligaba con ahogarme.

— No soy homofóbico —dijo finalmente para soltarme y una mirada de arrepentimiento por mi tela arrugada cruzó su mirada —Sólo es... complicado —admitió cabizbajo.

Como si eso fuera a hacer que olvidara sus palabras y la imagen que había armado en mi cerebro sobre él durante los últimos años. Era un cretino y punto.

— No me importa que tan complicado sea, aunque estuvieses herido por algo eso no te da derecho a que luego sea tu turno de herir a los demás, ¿sabes? Se llama empatía —escupí recogiendo mis cosas. Tenía que salir de ahí o de verdad Jungkook iba a golpear mi cara. 

Jungkook me miraba con esa expresión que aún no lograba descifrar, sus hombros caídos y sus pupilas suplicantes querían decirme algo pero no quería escucharlo.

Es un maldito cretino.

Así que disfruta de la cafetería, tu insistencia en que las cosas son complicadas y de las chicas sobre tu capó el sábado. Estoy fuera de eso, es más estoy lejos de ser siquiera un conocido para ti —puse mi morral en el hombro y finalmente le dediqué una mirada cínica antes de acercarme a la puerta —Pero sobre todo, disfruta de ese clóset en el que estás.

Sabía desde el primer día que no iba a engañarme, Jungkook definitivamente era gay o bisexual pero su instinto de macho alfa, los idiotas que lo rodeaban y quizás un trasfondo familiar complicado lo habían convertido en el cretino que era.

Aunque mi corazón de alguna forma se aferró a una mínima esperanza de que quizás ahora él había empezado a recapacitar pero aún así ese no era el momento en el que yo iba a perdonarlo o sentarme a consolarlo. Ese día no. 

Ahora entiendo muchas cosas —continué. 

Abrió los labios para intentar protestar pero no se atrevió.

Había dado en el maldito clavo.

— De hecho eres un total marica, ¿no, Jeon?. Sólo que no te has atrevido a salir de tu imagen de macho alfa —tensó su mandíbula y supe que esta vez yo había ganado —Lidia con tu mierda. Nos vemos. 

Lo dejé con las palabras atragantadas en su garganta, probablemente herido pero yo tampoco estaba libre de pesar. Definitivamente le hubiese dicho que sí a su invitación sino hubiese sido porque mi orgullo de que el chico del que me estuve enamorando lenta y masoquistamente durante los últimos dos años me había herido profundamente cuando tan sólo dije mi nombre.

Y Park Jimin no era muy bueno lidiando con su corazón roto, los recuerdos de las chicas a su alrededor, de Hoseok susurrándole cosas al oído cuando yo pasaba cerca, de sus sonrisas socarronas a la distancia... 

No. 

No podía tan sólo decir "sí quiero ir" y dejar a un lado todo eso de golpe. O quizás sí podía, si él intentaba ser más sensato, por supuesto.

Pero no sería hoy. Definitivamente no.

***

Desde aquel encuentro habían pasado dos meses. Jungkook no intentó invitarme a ningún otro lado y yo seguí tan fuera de su camino como siempre. Sólo que al igual los últimos sesenta días cada vez que tenía la oportunidad clavaba sus oscuros ojos en mí o parecía intervenir de alguna forma en mis cosas de forma indirecta.

Como esta mañana cuando me asusté gracias a Tae. 

Sabía que lo hacía por molestarme debido a que lo había rechazado y por todas las cosas horribles que le dije pero eso no cambiaba nada el hecho de que aunque estuviese loco por él aún lo repelía como a la sarna. 

Estaba todavía en el ala de los bocetos a la que acostumbro ir durante las tardes, terminaba un proyecto muy importante para el semestre y no me había dado cuenta lo tarde que era. La noche se filtraba por la ventana y ya no sentía mi espalda. Así que me estiré, miré por última vez lo que estaba encima de mi escritorio y cerré los ojos durante unos segundos.

Estaba agotado.

Si no hubiese sido por la vibración de mi telefóno en el bolsillo trasero de mi jeans quizás me hubiese quedado dormido sobre el escritorio como tantas otras veces. 

de: taetae.

hoy es la reunión en casa de Yoongi, que no se te olvide.

Oh mierda, la reunión.

Yoongi es el primo de Taehyung. Estudia en otra facultad pero conoce a casi todo el mundo. 

Me apresuré en recoger mis cosas y poner mi teléfono otra vez en el bolsillo. Si me perdía de esa reunión Taehyung iba a crucificarme y probablemente prohibirme ver a su perrito Tan el próximo mes. Casi corrí hasta la puerta del salón, tenía exactamente 35 minutos para llegar a casa y otra media hora para llegar a donde Yoongi. 

Todos los cálculos en mis cabeza estaban reproduciéndose bastante bien sino fuera porque justo cuando iba a deslizar la puerta del salón, esta se deslizó primero.

¡Maldito infierno! —di un paso hacia atrás dejando caer todas mis cosas —¿Qué mierda estás haciendo aquí? Casi me matas de un infarto.

Jeon Jungkook estaba de pie en la puerta vistiendo tan despreocupadamente como siempre pero a la luz de la noche lucía como una invitación a pecar. Llevaba el cabello más corto que esta mañana cuando se rió de mí en la cafetería y esa camisa a cuadros negros con rayas blancas destilaba un suave olor a perfume.

— Sí, puedo ver que morirás un día de estos porque una ramita tocó tu hombro —se burló mientras me escrutaba con la mirada. Él era más alto por lo menos media cabeza y desde allí me sentí intimidado. Al contrario de él yo sólo tenía un jean azul desteñido y un suéter verde oliva desgastado, tenía el cabello echado hacia atrás con un cintillo negro y seguramente las bolsas bajo mis ojos no eran nada sensuales —Dejé el cargador de mi teléfono ayer por aquí o eso creo —dijo paseando la mirada por los escritorios para luego volver a mí —¿Lo has visto de casualidad? Dado que duermes más aquí que en tu casa...

— No he visto nada, búscalo tú —dije rápidamente mientras le hacía señas de que se quitara del medio —Ahora muévete que estoy apurado.

Jungkook suspiró pero se quitó de mi camino, no sin antes sentir que tiraba suavemente mi hombro antes de que yo pudiera salir de allí.

— Si te esperas un momento, ¿quieres que te lleve a tu casa? Traje mi auto.

Oh. Por. Dios.

¿De verdad estaba preocupado por llevarme a casa? Desde nuestro último encuentro y gracias a sus sonrisas cínicas a la distancia pensé que lo primero que haría cuando volviéramos a hablar era aclararme que no era gay, que iba a sacar mis dientes si decía algo e iba a matarme para luego desaparecer mi cadáver. Pero al contrario de eso, su mirada era suave y estaba siendo amable conmigo.

¿Era el tipo de chicos que sólo necesitaba que lo regañaran una vez para que cambiara esa actitud de mierda? 

Uh, un fetiche ahí.

Miré mi reloj. Quería rechazar su oferta pero definitivamente no iba a llegar a tiempo en autobús.

— Definitivamente no, buenas noches Jeon —dije contrario a todo lo que me gritaba mi cuerpo que en general era que saltara sobre él y le diera un beso.

¿Qué clase de mierda romántica estás pensando, Park?

— Eres tan jodidamente difícil... —lo escuché murmurar antes de irme tan rápido como mis piernas me permitían. Pero la verdadera carrera la tenía mi corazón que estaba a punto de salirse por mi boca y entregarse voluntariamente a Jeon Jungkook.

Vo-lun-ta-ria-men-te.

***

Si Taehyung no fuera mi mejor amigo ahora mismo no estuviese frente a la gran casa de Min Yoongi con un jean negro y una camisa negra transparente a la espalda donde casi se me podían ver las alas de demonio que me traía porque estaba seguro que me iba a ir al infierno cuando muriera. 

Suspiré cansadamente porque a pesar de que me encantan las fiestas nunca me gusta asistir a ellas luego de un largo día de trabajo. Prefiero estar descansado para consumir todo el alcohol posible y bailar hasta que me sangren los talones. Pero ahí estaba, tocando el timbre mientras la música retumbaba las paredes.

— ¡Jimin, llegaste! —gritó mi amigo con un trago en la mano que casi me echa encima —Casi estuve a punto de mandarte a buscar con un escolta para que no te escaparas de esto.

Mi corazón se giró en alguna posición rara que me provocó un dolor diminuto en el pecho cuando me di cuenta de una cosa muy simple pero que prometía arruinar mi noche.

— Lo del escolta es exagerado —balbuceé mirando por encima de su hombro hacia el patio delante y fruncí el ceño —¿Qué mierda hace Jeon aquí?

Taehyung miró por encima de su hombro y allí estaba con la misma ropa de hacía una hora y el cabello un poco desalineado. Tenía un trago en la mano mientras hablaba animadamente con Jung Hoseok y reían al ver que uno de sus amigos perdía en el pool contra otro chico.

— Hoseok está saliendo con Yoongi desde hace unos días, ¿es necesario explicar por qué Jeon está aquí?

En los años que llevaba conociendo a Taehyung nunca le había contado lo de Jungkook, ni el flechazo el primer día que lo vi, ni el enamoramiento unidireccional. Mucho menos nuestras discuciones. Tae sabía que el tipo me caía mal porque alegaba que era un cretino engrenido pero más nada. Así que mi pregunta quizás sonó un poco exagerada para él.

Pero mi reacción con la reciente información sobre la relación de Jung y Min no.

— ¿¡Qué acabas de decir!? —grité. Llamé la atención de las personas que estaban cerca de la puerta incluyendo la de Jeon Jungkook que pareció dejar su mandíbula en el suelo cuando me vio.

— Jimin pasa primero y luego te pongo al tanto —dijo invitándome a entrar.

Inmediatamente la mirada de Jungkook se posó sobre mí y quise haber cambiado mi franela en ese momento porque o yo estaba loco o juraría que me tragó con la mirada.

— Vamos a saludar a Yoongi primero —Tae pasó un brazo por encima de su hombro y me llevó dentro de la casa donde había alrededor de veinte personas.

Vi por el rabillo del ojo que Jungkook nos siguió con la mirada. Aún tenía ese trago en la mano.

— ¿Que no era Hoseok bastante homofóbico hasta ayer? —pregunté a mi amigo casi rozando su oreja en un intento por mantener mi pregunta en secreto de los curiosos.

— Nunca ha dicho nada como eso, creo que tu odio por Jeon te ha cegado en ver que Hoseok es bastante bisexual. 

Me resbalé un poco por el caminar errante de mi mejor amigo y tomé su trasero sin querer para sostenerme.

— ¡Eh Park, si comerte a Kim delante de todos! —gritó uno de mis compañeros de facultad.

Sobre eso. Muchas personas habían pensado que entre Taehyug y yo ocurría algo más que una amistad y de hecho, había un rumor constante del que nunca pudimos safarnos acerca de ser amigos con beneficios pero la verdad es que eso nunca había ocurrido.

Me sonrojé por la verguenza. Tae rió escandalosamente.

— Por eso me lo estoy llevando al cuarto de arriba.

— Voy a golpearte si sigues con eso —dije a su oído nuevamente —Nunca vamos a dejar de dar esa imagen si haces esos comentarios.

— ¿Y cuál es el problema? —bromeó —Además tienes tu mano en mi culo por lo que tú eres el que está alimentando los rumores —ahora era él quien rozaba mi oreja —Y creo que es mi borrachera o me juego las bolas a que una vez más Jeon está mirándome como si quisiera borrarme de la Tierra.

— ¿Qué? —giré. Y en ese momento confirmé lo que decía mi amigo. 

Jungkook estaba del otro lado cerca de la mesa de tragos con sus oscuros ojos perforando cada milímetro de mi piel.

— Estás alucinando. 

— No, tú estás ignorando desde hace dos años al mismo tipo que siempre que te ve cuchuchea y que está a punto de saltar sobre mí sólo para tenerte —Taehyung se encogió de brazos. 

Mi cerebro hizo corto circuito.

¿Taehyung sabía algo que yo no?

No, era imposible.

Se detuvo sobre la mesa de comida y me dejó a un lado mientras yo le devolvía la mirada a Jungkook que seguía exactamente de la misma forma. Mi cuerpo se tensó y mi pecho se infló de un valor nunca antes visto para acercarme a él y finalmente saludarlo.

— Si hubiese sabido que estabas aquí mejor me ahorraba el viaje —dije con ironía mientras fingía tomar un vaso con vodka ya servido.

— Toma este, es mío y no tiene ninguna droga en él —dijo quitándome el vaso. Fruncí el ceño.

— ¿Por qué me miras como si quisieras acabarme ahora mismo? —pregunté tomando un trago —Hace un momento temí por mi integridad y empiezas a asustarme, Jeon.

Jungkook sonrió cínicamente y admito que me encantó. Más que eso, quería borrarle esa sonrisa con un beso. Manchar sus perfectos dientes blancos con mi saliva.

Se inclinó hacia mí colocando sus labios muy cerca de mi oído y un escalofrío casi me partió a la mitad cuando su lengua lamió sutilmente el lóbulo de mi oreja.

— Oh, claro que quiero acabarte Park —lo grave de su tono y el sentimiento contenido en él hizo que me agarrara de su cintura cuando me sentí desfallecer —Pero no como tú piensas.

— No hay forma de que jodas mis nervios, Jeon —quise convencerme de eso pero era tarde. 

Y en ese momento la poca cordura que me quedaba, la idea de Jungkook acabándome y la habitación de Yoongi en el segundo piso parecían una excelente idea.

La mejor que tuve en dos años. 

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