Vehículos (TL Fenrir LV)
Extracto de Historia:
El TL Fenrir nació de una necesidad, una necesidad que lo condenó. "Cantidad sobre calidad" fueron las palabras finales de Sigrun Valenholt en la reunión con el ERENOR e Industrias Grant. Todos en esa sala lo sabían: el Fenrir era un ataúd remachado con orugas, diseñado para soportar el fuego de ametralladoras pesadas, pero incapaz de resistir el impacto de los cañones desplegados en la Guerra Continental. Era un blindado de apoyo a la infantería, no un tanque de línea.
Lawrence lo sabía mejor que nadie. Su enfrentamiento con el 3er Escuadrón le había enseñado el precio de depender de un blindaje endeble. La munición cinética había dejado al Fenrir al borde de la destrucción. Necesitaban algo mejor, algo más fuerte. Con las cartas de su madre como guía, Lawrence se lanzó a modificar el tanque. Añadió blindaje soldado, mejoró el motor para alcanzar los 200 caballos de fuerza y derivó esa potencia extra hacia una nueva rotación hidráulica para la torreta. Soldó faldones, cada pieza nueva era una barrera más para proteger a su equipo.
No tenía permiso de la Academia para realizar esas modificaciones, pero poco le importaba. Sabía que el tanque debía ir al frente y que la infantería le seguiría detrás, protegida por su sombra de acero. Esa era su regla sagrada. No podía arriesgar a sus muchachos. Aunque sus superiores se hubieran opuesto, él había forjado al Fenrir en algo nuevo, un aliado que respondería a su llamado.
El día en que el Imperio atacó por sorpresa, fue el Fenrir, con sus adaptaciones, quien los mantuvo vivos. Su blindaje resistía, el cañón giraba y las orugas seguían firmes en su marcha, como si cada modificación de Lawrence hubiera sido una oración silenciosa que el tanque aceptaba. Era perfecto en su papel de apoyo, un escudo móvil que avanzaba sin temor. Pero un proyectil inesperado, disparado desde el flanco, lo ancló en la nieve en menos de un segundo.
El impacto fue brutal. Dentro del tanque, el sonido de la explosión llenó el aire, y por un instante, Lawrence sintió que el tiempo se detenía. Pero, a pesar de todo, el Fenrir había cumplido su promesa: seguían vivos. Su tripulación se arrastró fuera del tanque, sus cuerpos aún enteros gracias al blindaje extra. Con el Imperio cada vez más cerca, Lawrence ordenó la evacuación, y en un último acto de lealtad, activaron un improvisado mecanismo de autodestrucción.
El Fenrir los había protegido. Les había dado el tiempo necesario para escapar, y aunque quedara en la nieve como un monumento de su resistencia, les permitió vivir. De regreso en Eichernberg, Sigrun bautizó en secreto aquella versión modificada como TL Fenrir LV, un tributo a su hijo, el hombre que había transformado un simple ataúd de metal en una esperanza momentánea de supervivencia.
Características Estructurales del TL Fenrir LV:
Largo: 6 metros (sin contar el cañón)
Largo con cañón: 6.15 metros
Ancho: 2.90 metros
Altura: 2.70 metros
Peso: 16.5 toneladas
Impulsado por un motor de pistones a vapor, el Fenrir LV alcanzaba los 200 caballos de fuerza a 2300 revoluciones por minuto. Dos células de alta presión, alimentadas por una caldera interna y un tanque de 50 litros de agua, le permitían moverse a una velocidad de 42 kilómetros por hora en terreno favorable y 20 en condiciones adversas.
Cañón Principal: 40mm, montado en la torreta superior.
Ametralladora Coaxial: 7.8x42mm Kaido.
Sistema de Rotación Hidráulica de la Torreta y acople para una ametralladora en el rail circular de la cúpula.
El blindaje del Fenrir LV no era mucho, pero era suficiente. Su armadura soldada y remachada podía desviar balas y proteger contra pequeños proyectiles, con faldones laterales de 5mm para reforzar el punto más vulnerable.
Blindaje Frontal: 35 mm a 70º
Blindaje Lateral: 20 mm a 70º
Faldones Laterales: 5 mm a 90º
Blindaje Trasero: 20 mm a 65º
Blindaje Torreta: Mantelete curvo de 45mm y frontal de 40 mm a 80º
A pesar de todas sus limitaciones, el Fenrir LV era un símbolo de resistencia. Lawrence lo supo cuando salió de aquel campo de batalla: sin esas mejoras, sin esos faldones, ninguno de ellos habría sobrevivido. En su mente, el tanque quedó como un recordatorio de que la Federación debía aprender y adaptarse.
"El Fenrir no fue más que un intento, una armadura delgada en la que confiamos. Pero a mi hijo le dio el tiempo suficiente para escapar. Puede que no haya sido el escudo perfecto, pero fue el que tuvimos. Por eso, lo bauticé como el Fenrir LV, una bestia caída que, al menos por un instante, se alzó en defensa de los nuestros." — Extracto de las Memorias de Sigrun Valenholt.
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