Visiones de una vida alternativa
Después de los exámenes, Amanda y yo caminamos al campo mientras le actualizaba sobre lo ocurrido con Katherine. Ella sonrió como no lo había hecho en un buen tiempo y estiró los brazos al cielo:
—Ahora que tendrás tanto tiempo libre podrás dedicarte a el plan para ver el exterior. Encima mamá no se preocupara por donde estas. ¡Que buena noticia! —me miró— ¡Estoy tan feliz que podía abrazarte!
Yo siempre había odiado el contacto corporal, así que la rechacé con un sutil movimiento de cabeza. En retrospectiva, debí aceptarlo.
—Amanda, piensa un poco más allá de los beneficios.
Su rostro pasó de la alegría a la severidad. Se llevó un mechón de cabello detrás de la oreja y yo dejé que se diera cuenta por sí misma. Tardó un poco.
—Tiene que ser una trampa, es verdad. Para empezar, mamá sabe que hay un par de niños que saben la verdad y los está buscando. ¿Por qué rayos haría algo como esto que claramente da ventaja?
—Yo supongo que quiere pruebas. Por ejemplo, si encuentra las cuerdas que estamos haciendo, automáticamente estaremos fuera. O si nos descubre pasando la cerca.
—Pero, ¿pruebas para qué?
—Puede ser que para ella misma o para sus «superiores». Y supongo que para...
—Eliminarnos.
—Exacto.
Amanda se detuvo en seco, y con un tono de voz decidido, me dijo:
—Si somos precavidos, esta trampa estará completamente a nuestro favor. Descubriremos cosas mientras ella no obtendrá nada.
—En cuanto terminemos la cuerda voy a escalar el muro.
—Puedes hacerlo el jueves, cuando mamá está leyendo cuentos a los más pequeños en la biblioteca.
—Bien. Entonces, este jueves será...
Nos dirijimos a la sombra de un gran árbol. Apoye la espalda en el tronco y Amanda se sentó en la hierba.
—Aidan.
—¿Qué?
—¿Qué pasará con nuestros hermanos? ¿Los dejaremos atrás como si nada?
Ciertamente, me tomó por sorpresa. Tanta sorpresa que me quedé sin pronunciar nada mientras ella me miraba directamente. La primera respuesta que cruzó por mi mente, fue: Es un sacrificio que tendremos que tomar si queremos vivir. Pero me pareció muy insensible y egoísta, aunque era la verdad. Mis siguientes posibles respuestas fueron parecidas, así que decidí mejor preguntar:
—¿Tú qué piensas?
—Qué abandonarlos sería dejarlos morir. Y que no me gustaría para nada. Podríamos intentar llevarnos a todos, o por lo menos incluir más al escape.
—Amanda, es inviable —dije.
—¿Tú viste lo mismo que yo? ¿Viste a Lucas con esa expresión de terror puro? No quiero que nadie tenga que pasar por eso si puedo evitarlo.
La pura mención de Lucas hizo que perdiera mi postura tranquila y que la rabia tomara su lugar. Sin rodeos, me incliné a ella y la tomé del cuello de la camisa. ¿Cómo podía ella dudar de mi dolor? ¿Cómo podía decir que lo ocurrido con Lucas no me importó? Sentí a mi cuerpo estremecerse. Vi sus ojos bien abiertos sin predecir que quería golpearla, porque nunca nadie había hecho tal cosa antes. Di una bocanada de aire y lentamente me senté delante de ella, la tomé de los hombros y cuando me tranqulicé, le dije:
—Amanda, ellos vivirán el resto de sus días en felicidad. Aquí nunca pasarán hambre, ni frío, ni miedo, ni nada. Solo tendrán días soleados eternos y...
—¡Y luego morirán! —me gritó en cólera.
Cerré los ojos, no había predecido esto.
—Y luego morirán, es verdad. Pero mírate a ti, mírame a mi. Éramos felices hasta que descubrimos la verdad. Hubiéramos muertos en esa alegría si no hubiéramos ido al túnel.
—¿Hubieras preferido morir en ignorancia, entonces? —me cuestionó con repulsión.
—Sí.
—¡No puedo creer lo que estoy escuchando!
—Ellos nunca sabrán nada de esto...
Amanda hizo una mueca de dolor. Apartó mis manos de sus hombros.
—Parece que piensas igual que Katherine —murmuró—. Eres un egoísta. Eres cruel. Eres horrible.
—Lo hago por ti. Alguien necesita ser el que pueda ver las cosas con claridad, seguir lo más lógico y sin entrometer los sentimientos.
Creo que lo que dije la lastimó más. Sus ojos se humedecieron y ella terminó por ponerse de pie:
—Entonces, si yo no hubiera ido contigo al túnel, me hubieras dejado morir, ¿no es así?
No respondí. La vi alejarse.
Me quedé solo, con la suave brisa otoñal y el silencio vagamente roto por risas muy lejanas. Mis manos se clavaron en la tierra y arranque un puñado de hierba sin motivo. A mi derecha, con solo el rabillo del ojo, pude ver un par de botas y el pantalón blanco. Alguien estaba de pie a mi lado. Lucas. Sabía que estaba alucinando por lo fuera de mi que me sentía.
Contra todo pronóstico, me entregué un poco a mi locura y le hablé a mi alucinación:
—Yo sé que tengo razón. Si tu estuvieras aquí en lugar de ella, me entenderías también... ¿O no? —tomé aire, todavía lo podía ver—. El mundo fue demasiado insensible como para dejarte vivir. El mundo es demasiado insensible como para que pueda salvarlos...
—¿Con quien hablas?
Me sobre salté, atrás de mi estaba una niñita de cabellos oscuros recogidos en dos trenzas. Por un segundo la miré con horror, pero luego pude calmar mi expresión. No creo ella que pudiera entender la naturaleza de lo que había dicho.
—Lucas —dije.
—¡Tanto leer te hizo un chiflado! —dijo ella y soltó una risa—. ¿Quieres jugar a la hora del té conmigo y Lizzie?
Intenté averiguar discretamente si Luke seguía de pie donde mismo, pero ya no estaba.
—Me parece bien —respondí.
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