Teorías y estrategias
Después regresamos al orfanato, decidimos que lo mejor era mantenernos distanciados para que Katherine no se hiciera sospechas de nada. Me senté bajo la sombra de un gran árbol, abrí el libro «Humanidad y la máquina». Mientras pasaba páginas sin leer realmente, me preguntaba sobre la naturaleza del mundo. Es decir, había leído tantos libros sobre invenciones humanas y libros supuestamente escritos y hasta protagonizados por humanos que me parecía difícil de creer que el mundo no esté dominado por ellos. Cabía la posibilidad de que todo fuera mentira, pero no lo creía. Era demasiado. ¿Por qué los monstruos perderían tanto tiempo escribiendo libros falsos sólo para hacernos creer más la mentira? Aquello implicaría que todos los libros de la biblioteca fueran falsos, lo que sería poco rentable y extraño. Pero entonces, ¿cuál era la verdad de mi realidad?
Sé que las granjas implican una dominación de una especie sobre otra. Como la de las vacas, los cerdos y las gallinas debajo de los humanos. ¿Los monstruos podrían dominar a los humanos y aún así los humanos poderse desarrollar como especie? ¿Sería una especie de co-dominancia pacífica donde ambas especies existen? ¿Podrían los humanos permitirse el sacrificio de otros humanos ante tal situación?
¿O qué tal si el mundo no siempre fue así, con monstruos? ¿Y ellos aparecieron en algún punto de la historia humana para dominarlos? La co-dominancia y esta última teoría eran las más probables.
Pero podrían marcar una gran diferencia cuando Amanda y yo escaparamos. Si la sociedad del exterior está compuesta por humanos y monstruos en vivencia pacífica, nosotros podríamos unirnos a la sociedad humana sin problemas. Pero por si lo contrario, los humanos eran dominados, afuera no encontraríamos más que un mundo hostil hacia nosotros.
Comencé a ponerme nervioso. Cerré los ojos y el libro, eche la cabeza para atrás y tomé un poco de aire. Hace apenas unos días yo era otro huérfano de Glory Bell House jugando entre la hierba, y ahora soy un producto de Glory Bell Farm pensando en escapar.
Al volver a abrir los ojos pude ver a Katherine con una fila de niños pequeños tomados de la mano, seguramente participando todos en algún juego. Katherine. ¿Por qué ella participaba en todo esto de la granja? Dudo mucho que un humano en una sociedad humana normal decidiera dedicar toda una vida a un trabajo tan demandante sin tener oportunidad de salir nunca del terreno de la granja. Seguramente estaba obligada a esto, pensé en ese momento. Seguramente, era una persona horrible que fue condenada por otros humanos a pagar su deuda de esta manera, si la sociedad humana existiera.
O quizás los monstruos tomaban personas al azar y las obligaban. O quizás... Comencé a sentirme mal de verdad.
El resto de ese largo primer día tuve que ayudar a Will y Amanda a tender los montones de ropa. Ellos dos hablaban entre sí ruidosamente, y a decir verdad Amanda disimulaba muy bien. Mientras colgaba una camiseta, misma que se movía contra mí rostro por culpa del fuerte viento, juro que por un instante vi del otro lado a la silueta de Lucas, como si estuviera de pie, esperando... Solo estaba ahí. Pero di un grito que sobresaltó a mis otros dos compañeros. Cuando me preguntaron que me pasaba, yo no sentía más que el corazón en la boca y quite la camisa de mi vista para verificar que del otro lado no había nadie.
Supongo que sería mi primera alucinación evidente.
Fue al día siguiente cuando entramos al almacén y verificamos las sábanas de repuesto. Tomamos las necesarias para que Katherine no pudiera notarlo. Decidimos que las esconderíamos en el pequeño espacio que dejaba un gran librero de la biblioteca entre su superficie de madera y la pared. Costó mucho meterlos ahí, pero llegamos al acuerdo de que primero investigaríamos un poco más antes de ir a ver el muro del otro lado, por lo que no valía la pena hacer cuerdas y dejar la evidencia del plan todavía.
Al salir de la biblioteca, Katherine paseaba por ese pasillo. Sonreía, con una mano en un bolsillo del mantel. Amanda me tomó del brazo para detenerme, y dijo:
—Hola mamá, ¿pasa algo?
—Alguien me contó que un par de niños salieron al túnel la otra noche.
Perdí el aire, pero Amanda pudo seguir sonriendo como si nada:
—¿De verdad? ¿Quienes salieron?
—Es lo que intento averiguar. ¿De casualidad no fueron ustedes?
—No —Amanda negó—. Eso va contra las reglas.
Me tomó del brazo tan fuerte que me hizo daño. Era para decirme que hablara.
—Pero podemos ayudarte a buscar —solté.
—Me parece bien, mis niños. Si averiguan algo me lo pueden decir —sonrió como pocas veces y pasó de largo.
Amanda me miró con seriedad y me hizo caminar hasta que estuvimos en el área de juegos de la casa. Entre tantos gritos y risas seguramente nadie podía escuchar nuestras voces.
—Alguien nos vio, Aidan. Estamos en problemas. Mamá está alerta.
—Supuestamente todavía no sabe que fuimos nosotros.
—¿Cómo es que alguien puede saber que un par de niños rompió las reglas pero no puede saber sus rostros ni voces?
—Por eso dije que supuestamente. Aunque es posible, ¿qué tal si ese alguien solo nos miró por la ventana del segundo piso? Estaba todo oscuro, no podría haber visto nada —dije.
—Todo lo que es seguro es que mamá está alerta. Pero es raro que no nos diéramos cuenta de que estaba investigando hasta ahora, ¿no?
—Amanda... Espera. ¿Por qué se habrá puesto a preguntarnos directamente? Eso solo sirve para dejarnos en claro que está en alerta máxima y que debemos ser más precavidos. Es decir, podría investigar sin dejar en claro sus intenciones.
—Ya inició el verdadero peligro. Es todo.
Después de aquello fui al calendario de los dormitorios. Conté los días que faltaban para mí «adopción», que aunque no había sido anunciada todavía, era seguro que llegaría por mera probabilidad y deducción. En menos de dos meses. Exactamente el veintisiete de noviembre. Una semana antes de mi cumpleaños. Me senté en mi cama, miré la de Lucas.
¿Qué necesitaba para el escape? Averiguar qué hay del otro lado del muro, elaborar mochilas con provisiones, averiguar qué clase de medidas de seguridad aplicaban ellos sobre nosotros. Estaba seguro de que existía algo que usaban para vigilarnos y que todavía no notaba. Es decir, ¿por qué confiarías en que una única persona adulta podría vigilar y al mismo tiempo cuidar casi de cuarenta niños? Debía de haber algo, algo que no implicaba la cercanía de los monstruos, ¿cámaras? Nunca había visto una. ¿Micrófonos? Suena poco práctico. ¿Alarmas si cruzamos algún límite? Hubieran sonado cuando Amanda y yo estábamos en el túnel.
Me hacía falta una pista, una mínima pista.
Somos de alta calidad y nos codician, tiene que haber mucha seguridad. Algo.
¿Habrá algo del otro lado del muro como vigilantes o algo así? No escuchamos nada cuando estuvimos ahí, pero no por eso dejaba de ser una posibilidad.
Por estas preguntas es que decidí priorizar ver el otro lado del muro, y que ese sería el primer movimiento.
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