03
Diana y Steve llevan un día de viaje en el bote, la princesa curiosa por el mundo nuevo que está por conocer no deja de hacerle preguntas al capitán.
Steve le habla de los diversos avances que ha tenido el mundo como la radio, la televisión, la música, el cine, entre otros más.
Diana se asombra al escuchar que las personas han luchado por tener derechos, ya que en Themyscira, no existe esa clase de problemas.
La princesa le cuenta que sus conocimientos del mundo de los hombres viene de las historias que su madre le contaba de pequeña. Y ella le narra un poco de cómo las Amazonas llegaron al mundo, y como Zeus creo su hogar.
Steve le cuenta que las mujeres en su mundo aún siguen luchando contra varios de esos problemas que pasaron sus hermanas amazonas, lo cual deja pasmada a Diana, ya que ella creía que esos problemas ya no existían.
El capitán decide cambiar de tema – ¿Y cómo naciste? Espero no sonar como un entrometido pero como vi que Themyscira es una isla exclusiva de solo las mujeres.
– Mi madre me esculpió en arcilla, y Zeus me dio la vida.
– Interesante – murmura él confundido.
– ¿Dónde embarcaremos?
– En la Bahía de Ha-Long, de ahí caminaremos unos 750 kilómetro, para llegar a un campamento base que instalo mi país en un pueblo que está cerca del frente central.
– ¿Ahí es donde el combate es más intenso?
– No, es más al norte, pero debemos dar la información que tengo para que nos ayuden.
Diana asiente – Debes llevarme allí, seguro que encontraré a Ares.
Steve la ve confundido ante lo último – ¿Ares? ¿El dios de la guerra?
– Si, él es nuestra responsabilidad.
– ¿De las amazonas? – Diana asiente – ¿Por qué?
– Solo puede ser vencido por una de nosotras, usando la Mata dioses
– ¿La mata qué?
Diana le muestra la espada – Fue creada con el último aliento de Zeus, y cuando me enfrente a él, y lo derrote, la guerra terminara.
– Diana, agradezco tu entusiasmo, pero esta guerra es un embrollo enorme.
– Por eso vine a ayudar – dice ella con un tono de obviedad.
– Pero no creo que tú espada logre hacer mucho al respecto – Ella hace una mueca ofendida ante el comentario del capitán – Al llegar buscaremos a los hombres que si pueden.
La princesa niega – Yo soy la única que puede, Steve, y cuando destruya a Ares los vietnamitas se liberaran de su influencia. – La voz de ella suena convencida de su plan – Y volverán a ser buenos, y el mundo estará mejor.
Steve no puede evitar sonreír por el optimismo de ella – Bien.
– Lo verás, Steve Trevor.
El nombrado se ríe – Sera mejor que descansemos, falta mucho camino que recorrer antes de llegar.
Diana asiente acostándose en la proa del bote, y Steve se quedó sentado en la popa navegando la ruta.
Lo cual le llama la atención a la princesa – ¿Por qué no me dejas navegar esta noche? – Él niega – Y en la mañana será tú turno.
– Es mejor que duermas, Diana.
– ¿Y tú? ¿No vas a dormir? – Ella lo observa con curiosidad – ¿Los hombres no duermen en la noche?
Steve se ríe – Si, dormimos... Pero no dormimos con...
– ¿No duermen con mujeres? ¿Aún se continúan con las viejas costumbres de Atenas?
– ¿Qué? – se sonroja el capitán – No, es decir, si duermo con mujeres pero es mal visto hacerlo fuera del matrimonio.
– ¿Matrimonio? ¿Qué es eso?
Steve piensa en como contestar esa pregunta de forma sencilla – El matrimonio es una unión entre dos personas enamoradas, las cuales van con un juez, y prometen jurarse que se amaran y respetaran hasta que la muerte los separe.
– Como lo hicieron Alejandro Magno y Diógenes – sonríe Diana – ¿Y lo cumplen? – La princesa se sienta viendo con gran atención al capitán – ¿Se aman hasta la muerte?
– En algunos casos, no.
– ¿Por qué lo hacen? Los juramentos son sagrados.
– No tengo idea – murmura Steve.
– Entonces no puedes dormir conmigo sin eso.
– Diana – El capitán se vuelve a sonrojar – Dormiré a tú lado.
– Bien, tenemos mucho espacio en el bote.
[⚔️]
Han pasado dos días y medio del viaje, y Steve se da cuenta que están por llegar al mar del este, lo que significa que están a unos 15 kilómetros de llegar a la Bahía.
– En unas cinco horas comenzaremos a ver tierra – Informa el capitán a Diana.
– Entonces debo cambiarme al taje que me entrego mi madre – Diana se comienza a desnudar pero el grito de Steve la detiene de continuar – ¿Qué sucede?
– En el mundo de los hombres, no hacemos eso frente a otros, Diana – La nombrada lo ve confundida – La desnudez es algo intimo...voy a voltearme para que continúes, y avísame cuando termines.
[⚔️]
Cuando por fin llegan a la playa de la Bahía, Diana se maravilla con el lugar. Ella nunca había visto un lugar así antes ni siquiera en los libros que Mala le ha llegado a prestar.
Ambos bajan del bote, Diana coloca el escudo y espada en su espalda, y el lazo lo coloca en su cintura.
Por su parte Steve agarra la bolsa con las pocas provisiones que aún les quedan.
– Espero que tengas una buena condición, este lugar no es un paseo por el parque.
– ¿Un paseo por el parque?
– Es una expresión, Diana.
[⚔️]
Cuando llegan a unos metros de la base que había mencionado el capitán, Diana se sorprende por el aspecto del lugar ya que en su mente era algo completamente diferente a como su tía le había hablado de sus años en batalla.
Ella ve que los soldados que se encuentran cuidando el lugar tienen rostros tristeza, serios e incluso malhumorados. Ella creí que luchar por una causa justa era motivo de alegría pero para esas personas parece ser lo contrario.
– Espérame aquí, debo avisarles de nuestra llegada ya que tal vez de seguro me reportaron por desaparecido o muerto.
– ¿Y no fueron a buscarte?
– En este momento es más importante vencer a los rebeldes, y si me ven llegando contigo tal vez piensen otra cosa.
– ¿Otra cosa? – Diana lo ve confundía – ¿Creerán que soy de los rebeldes? – Steve asiente de manera dudosa.
[⚔️]
Steve camina con las manos arriba para acercarse hasta uno de los soldados rasos que está vigilando la entrada de la base – Soy el capitán Steve Trevor, mi número de soldado es 8411912. Necesito hablar con el teniente o coronel a cargo de la base.
El soldado asiente, y le pide a Steve que espere aquí en tanto va a mandar a otro de sus compañeros por el Teniente Crawford.
Luego de veinte minutos regresa el soldado que mandaron junto con un hombre mayor de aspecto osco.
– ¿Capitán Trevor? – El nombrado asiente – Lo habían reportado como desaparecido en acción.
– Una mujer me rescato, y me ayudo a llegar hasta aquí.
– ¿Y donde esta esa mujer que lo ayudo? – pregunta el Teniente viendo a hacia atrás de Steve
– Está esperándome cerca de aquí, vine a solicitar que me ayude a comunicarme con el Teniente Jackman.
– ¿Sobre qué asunto?
– Antes de que lograran derribarnos vimos a un grupo de cuarenta personas en camino a Hanói.
El Teniente Crawford asiente – Vaya por esa mujer que lo ayudo, no quiero que nadie este merodeando alrededor de la base.
Steve regresa por Diana, y le informa de lo sucedido con el Teniente Crawford. Y cuanto están a unos pasos de llegar el capitán de da cuenta de que el traje de amazonas que lleva puesto la princesa llamara la atención innecesaria de los solados del lugar.
Por lo que él se quita su camisa para dársela a ella – Sera mejor que te pongas esto – Y él se queda con la playera que lleva puesta abajo.
– ¿Por qué? Llevo puesta ropa.
– Lo sé, Diana – Steve se rasca la cabeza nervioso – Pero algunos hombres te darán atención que te incomodara y no quiero eso para ti.
Ella asiente poniéndose la camisa del capitán la cual le queda algo grande, y logra cubrir casi todo su traje excepto tus botas.
Cuando ingresan a la base, varios soldados empiezan a silbarle e incluso a gritarle comentarios obscenos a la princesa.
– ¡Señores, basta de mirar! – Les grita Steve en tanto empuja a Diana para que apresure su paso – Muchas gracias.
– ¿Por qué hacen eso?
– Probablemente porque están desesperados de atención femenina.
– ¿Atención femenina?
– Es algo relacionado con el sexo – murmura apenado Steve – Vamos, caminamos hacia allá.
– ¡A la guerra!
Steve niega – En realidad iremos primero a otra cosa.
– ¿A dónde vamos?
– Iremos con el teniente Crawford quien reunirá a otros hombres los cuales deben estar también a cargo en el lugar, a ellos les debo explicar a detalle lo sucedió y luego de eso ellos van a decidir si la información debe ser enviada a mi superior.
Diana deja de caminar por lo que Steve se detiene – Yo te libere, y prometiste llevarme con Ares – ella lo apunta con enojada – Hicimos un trato, Steve Trevor.
– Sí.
– Y un trato es una promesa, y las promesas se cumplen.
– Maldita sea – murmura el capitán – Bien, pero primero debo reportar los hechos, y luego iremos a la guerra.
Diana sonríe ante la respuesta de él – ¡Vamos!
Steve ve como los soldados dejan de hacer sus tareas por voltear a ver a la princesa de manera lujuriosa – Diana, espera no llevas puesta ropa normal.
– ¿Y que usan las mujeres para la batalla?
– Las mujeres no... van a la batalla.
– ¿No van a la guerra?
– No, si van pero como voluntarias para el área de en enfermería.
– ¿Son como las curanderas de Themyscira?
Steve asiente – Algo por el estilo –Diana sonríe al comprender mejor el mundo de los hombres – Ahora vayamos a conseguirte unos pantalones o algo más apropiado.
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