~♦Gloria: Capítulo Único♦~

Aquel día en que el Detective Edward Gould, el Sheriff Thompson y la Guardiana ____ lo salvaron aún estaba en su mente tan tenaz como se vivió.

Los tres lo salvaron con gloria. Apenas esos bandidos fueron derrotados y él fue liberado, fue abrazado por la muchedumbre y las bellas mujeres que no tenían vergüenza en querer tocarlo.

Claro que él también fue agradecido(para hacerse ver un buen príncipe) hacia sus salvadores.

Ya había pasado unos 4 meses de aquello. El suceso que lo había marcado.

Irónicamente, y como una burla del destino, se hizo amigo de la plebeya.

Muy gracioso. Así como la historia.

En realidad, la segunda vez de su reencuentro no estuvo interesado en saber de ella, simplemente fue un encuentro casual mientras él paseaba en 'El Jardín Real' detrás del castillo. De alguna forma, mientras realizaba su trabajo aterrizó inconscientemente en el Jardín Real, aunque él la perdonó a la primera, exclamó que no debería estar ahí. Ya que los plebeyos deben estar en su ambiente.

Inesperadamente, esa misma noche los mismos bandidos volvieron luego de escapar de prisión, parando directamente en la 'Sala del Trono'(Lugar donde las Realezas y superiores se reunían y se hacia una fiesta como todo los últimos Sábados del mes) para usar como rehén al príncipe.

En esa noche, pobre del príncipe que echó al guardián que bien que le pudo ayudar.

Oh espera, lo hizo. Esta vez, no fueron el rey y la reina los que la llamaron.

"¿De nuevo a las andadas, vándalos?. Pues ahora tendrán una lección real." No faltó mucho para ver cómo la mujer sujetaba firmemente una cuerda gruesa para acto seguido, tirar hacia la dirección de los violadores de la paz. Claro, los tuvo con la guardia baja, por lo que apenas estaban dentro el lazo de la cuerdo, sus cuerpos fueron apretados cuando ella estiró.

Los superiores y expectante aplaudieron y vitorearon alegres ante lo que sus ojos veían. Ninguno de ellos sabía la posición de la mujer y es mejor que no lo sepan. Ya que a pesar de su buena acción habría disconformidad. Era impresionante como su ignorancia les provocaba felicidad.

Desde ese momento, el rey y la reina requirieron de ella y la nombraron como 'La guardiana y Maestra del Príncipe'. Preocupados de que posiblemente aquellos vándalos vuelvan, querían que su heroína proteja e instruya al príncipe hacia su camino. Como por ejemplo, enseñarle a disparar un arma.

...¿Se imaginan eso?.

Bueno, el príncipe no esta y no estará jamás interesado en aprender a disparar. Eso es una perdida de tiempo. Es lo que piensa.

Injustamente para él, deberá hacerlo.

Su guardiana e instructora lo seguía en algunas partes,obviamente, le brindaba por derecho su privacidad. Tiempos que a su vez hacía que el Príncipe y la Plebeya socialicen, descubriendo una pequeña amistad donde fácilmente acudían consejos filosóficos. Mientras que otras veces, tres días a la semana la mujer lo entrenaba con un arma de fuego. Era muy torpe e insoportablemente tonto en su utilización, tanto que daba pena ajena. Y lo peor es que sin su interés, el trabajo se dificultaba.

Grrrr!, ¡¿por qué no atina?!." El típico puchero, quejido y desesperación de un principesco eran presentes en estás situaciones. Las balas caían al piso, mientras él estando literalmente cara a cara(10cm) frente las botellas... Aún no le atinaba. Por cada disparo que daba las joyas de sus ropajes, sus aretes y sus anillos(tan costosos y con buenos quilates de oro) hacían un débil sonido ante el movimiento un tanto brusco.

En las últimas semanas y por milagro, ____ era paciente con él, incluso en el error más tonto.

"Majestad, apunte más arriba." De alguna forma, el hecho de estar aquí era tranquilo. Prefería estar aquí que atrapando maleantes. Suspiró. "Majestad, detente." No pasaron ni 5 segundos y descansó de la posición que portaba, mientras una expresión de alivio y felicidad se instauró en su cara. "Bien, escuche. que a usted no le agrada hacer esto, pero cuando sepas dar blanco, podrás estar más tranquilo. Así que, si lo logra ya no volverá a esto." Negoció. En realidad debería enseñarle por más tiempo pero terminó compadeciéndose. La idea encendió ganas en la realeza, que luego de meditarlo, asintió suspirando y apunto de nuevo el arma en la botella.

Frunciendo el ceño(no tanto pata evitar arrugas en su impecable y hermoso rostro pecoso) cerró un ojo y apretó finalmente el gatillo. Provocando que la bala perfore la botella. Al ver su logro, sonrió brillante y competitivo, estirando sus brazos en el aire a modo de festejo. Provocando que su ya apretado atuendo se pegue aún más en su cuerpo.

"¡Lo hice!, ¡lo logré!." Su entusiasmo y el hecho de que ya no hará estas fastidiosas lecciones fue motivo de alegría. Su cabello perfectamente peinado ondeó gracias al viento sereno. Ante la escena, ____ sonrió cálidamente.

"Así es, majestad." Su sonrisa muy pronto cayó en una línea recta. "Supongo que puedo irme ya, estás preparado con lo esencial..." Su acento extranjero, era latino pero el Príncipe jamás pudo identificar cual, retumbó en el oído del majestad. Ella comenzó a juntar las armas y municiones en su mochila de cuero marrón.

Su expresión y sentimiento de alegría fue remplazada de confusión. "¿Qué?, ¿ya?. Pero..." Buscó en su memoria, recordando que; aquella guardiana había aceptado la oferta de los reyes sin interés a la recompensa de hecho lo rechazo, fue amable con él, fue comprensiva, tolerable y transparente en su ser, nunca le importó comer, charlar o aceptar riquezas que las realezas le ofrecían, simplemente se quedaba alejada pero en guardia, como un perro de guerra, ella era ella y eso no se cambiaba. Comprendiendo al instante, que hizo una amiga que no estaba interesada en su estatus.

Tal vez podría quedarse más.

Los días fueron semanas, luego meses y finalmente llegó un año.

No pudo haberse arrepentido.

No recordaba cuando fue que empezó a reír, su forma fresca de expresar hacía que el príncipe sonriera más a menudo, se sentía torpe en su actuar ya que no había experimentado algo así, un sentimiento cognoscible y peliaguda de argumentar. Inexorablemente, debe seguir las pautas de alguien de su clase, mas eso fue descendiendo tenazmente cuando descubrió mas enigmas en el nuevo área abstracto.

Olvidó desinteresado cuando eran los días para salir a las calles y saludar a las personas, especialmente a las mujeres bonitas. Olvidó desinteresado algunas de sus elegantes costumbres, ideales o imágenes de su entorno original. Todo por probar que se sentía una amistad, incluso si ambos conservaban algunas visiones opuestas gracias a sus realidades, terminó siendo el comienzo de ambos. Las meriendas con tazas de acompañado de los exquisitos dulces mas tiernos de los mejores panaderos del palacio terminaban ensuciando el techo y la pared. Las noches se volvían noches con juego de mesas, aquellos tan clásicos y divertidos. Los desayunos y almuerzos eran charlas con la boca llena, asqueroso, pero divertido.

A pesar de que el Principe Matthew había hecho contacto físico con mujeres, no podía evitar pasar las yemas de sus dedos en sus mejillas que raramente para él, se tornaban rojas en su contacto. O el poder tomar sus manos y acariciarlos, eran tan agradables y cómodos en el tacto.

Las joyas del Pncipe impresionaba a la mujer debido a lo hiperbólico y celsitud que era. Por lo que existieron escenas donde el Príncipe ofrecía joyas diferentes a los de él, pero siempre fue negado. Demostrando una ves más que la plebeya no se acostumbra en el rango de la realeza.

Una vez más su sencillez y cierta aversión por la cultura de la realeza lo dejó atónito. Registrando que debería olvidar dejar de intentar meterla en dichoso rango.

La rebosante alma del Príncipe era contraria a la de su amiga, tan serena. Ella se veía tan impecable a pesar de su nivel social, tan limpia que parecía un marinero del cual su orgullosa madre humilde había planchado de sus blancuzcos ropajes. En muchas ocasiones, aceptaba que ella no se veía como las otras mujeres. Su estilo en sí era vetusto¹(muy antiguo*), ordenado y con aires humildemente celestiales.

Con el pasar del tiempo; volvió la semana que se aproximaba el Baile en el Salón Real.

Como el rey y la reina deseaban que el Príncipe, futuro heredero de la corona, debía bailar ya con pareja, buscaron entre las más adineradas del pueblo a una mujer digna de su mano.

El Príncipe ante la noticia, y para su sorpresa, es cegado por la confusión. Por alguna razón la idea de estar con otra mujer no le agradaba. Pero, ¿por qué?. Siendo que es el más suspirado por las mujeres. ¿Por qué no aceptar a una?. Simplemente no podía y no le era cognoscible su actitud tenaz.

Por supuesto, no tardó en comentar a la Guardiana...

Ella se veía sorprendida, y a la vez triste, ya que miles de escenarios del Príncipe con otra persona no le gustaba, extrañamente. Por lo que con un suspiro sereno, colocó su mano en el alto de sangre real y confirmó que lo ayudaría.

Los días pasaban y el Príncipe tenía una visión más grande: Él no quería una mujer desconocida.

Los empleados del castillo observaban con asombro cómo el Príncipe se volvía más cercano a la Guardiana. Aveces reían y tenían cercanías de brazo a brazo, aveces abrazos más duraderos, el Príncipe rodeando su brazo en sus hombros para acercarla más, los dedos de la mujer pasando por las mejillas lleno de pecas del Narcisista Príncipe, entre otras... Es como si un extraño sentimiento por parte ambos estaba siendo contenido para que no salga a luz. Revelando una pasión muy férrea. Esto parecía intensificarse cuando se veían a los ojos, que sin que se den cuenta terminaban en otras direcciones.

Los días pasaban muy rápido y el día del baile llegó. Cada estatus alto estaba presentado con sus más relucientes joyas.

Anillos, aretes, collares... Hasta los sujeta-pelos de las damas y señoras estaban decorados con quilates de diamantes, otros con zafiros y otros con rubíes.

La 'pareja' del Príncipe vino, arrastrando la larga cola de su violeta vestido a modo de combinar con el tono de su Príncipe, su maquillaje era tan notorio que resaltaba sus pómulos y por supuesto, sus ojos color avellana que era enriquecido por el color dorado de la luz del castillo. Siendo más brillante de lo que es, superó la expectativa de los perfeccionistas del lugar, por lo que la llamaron como: 'Más brillante que el blanco'. Irónicamente, su interior no era nada brillante. Sus finos ropajes y joyas la cegaron a alguien ególatra y avara. 

La guardiana cumplió el protocólogo de vigilancia y se instaló cerca de los reyes. Para su disgusto... Observaba todo. La noche avanzaba y las parejas y compañeros se ponían melosos, algunos bajo el efecto a alcohol. Como era de esperar, la doncella real se apegó sin consentimiento del principe. Quien mantenía una sonrisa incómoda y una mirada desilucionada no vista por los reyes. 

____ solo arrugaba sus labios. No era tonta, en ese momento, reunió las piezas de su consciencia y descibrió su enamoramiento hacia aquel principe narcisista. Sus pensamientos fueron irrumpidos al ver a dos de los vandidos, esta vez se olvidarón de traer al más pequeño e indefenso. Ambos estaban mirando a través de una de las ventanas más altas del palacio, pero el castaño era el que apuntaba al príncipe con una sonrisa maliciosa.

La Guardiana no lo pensó dos veces y bajó las escaleras con temor, empujando a todos los que se cruzaban en su camino. El alto escuchando unos pasos apresurados, soltó a su acompañante y miró tras suyo. Grande fue su sorpresa cuando vio a su fiel seguidora empujarlo.

Todo fue en cámara lenta.

Lo siguiente que oyó fue un balazo y segundos después un cuerpo caer cerca de sus piernas.

La música y los movimientos de los invitados pararon alertados ante el cambio de escenario.

Matthew levantó su torso aturdido y dolido. Pero espantado y con un color pálido descubrió lo peor. Prácticamente el cuerpo de su amiga estaba desangrándose a su costado. Un horrible agujero pequeño yacía en su espalda. Con sangre manchando su camisa a bordados. 

El pelirojo la tomó en sus brazos con urgencia, sin importar que se mancharía con el color escarlata de su sangre. Al tenerla en sus brazos completamente, las lágrimas empezarón a bajar de sus mejillas con pecas. No podía creer que en un parpadeo había perdido algo valioso.

Sus labios temblaban: dejando todo su poder y vanidad de lado, presionó sus labios suaves a los de ____. Con tanta desesperación como pasión. Confirmando ante la perdida, que amaba a la plebeya. Apenas sentía su calidez y ya sintió extasis por lo persuasivo que era.

Tanto la doncella indiganda como los invitados de la fría fiesta, jadearon sorprendidos por el hecho de que el príncipe había besado a una plebeya. Y los reyes ni qué decir.

Un gruñido frustrado se oyó a lo lejos y de nuevo, otro balazo. Esta vez, llegó con precisión al corazón del príncipe Matthew.

Su cuerpo real y elegante cayó al piso, con una mancha roja creciendo en su pecho y aún así, con su amada en brazos.

Una pena. Ninguno pudo confesar su desenfrenado amor y atracción que se ocultaban mútuamente.

...





"Diablos, eso fue muy intenso... ¿Qué dices, Matt?."

Aguardando una risa, se volteó hacia su pareja. A diferencia de ella, su novio estaba con el ceño fruncido y ni qué decir de sus labios. Al parecer, logró sacar una reacción emotiva en él aquella narración que se encontraba plasmada en el viejo y polvoriento libro que sujetaba su novia.

"Santos cielos. ¡____, fue una historia romántica con un final muy agrio!. Definitivamente, te echo la culpa de todo, ahora me siento mal... ¿Por qué robaste ese libro de todos modos?."

"Ay, Matt, Matt, Matt... No sé de qué te quejas. Tú eres un maltio cleptómano y me señalas por robar un libro." Como si fuera poco, la extranjera rueda los ojos. Y divertida, cierra el libro para acto seguido, dejarlo en la mesita de noche que ni Matt sabía que existía hasta que ella había limpiado el ático (su habitación) hace meses. Aveces se jactaba por limpiar el basurero municipal que el pelirojo o rubio fresa había provocado.

"Hey... Uh, bueno, no sé de qué hablas." Sus mejillas salpicadas con pecas se enrojecieron de vergüenza. Claro que lo sabía, pero no lo iba a admitir. Suspirando, rodea sus manos por el vientre de su pareja para atraerla a él y acomodarla. "De todas formas, que descanses, amor." Cambiando de tema, la abraza estilo cucharita con una sonrisa triunfante.

Como siempre, no quería perder. Maldito narcisista.

"Tch, infantil... Buenas noches, Matt." Fingiendo enojo se deja seducir por su calidez. Pero en el fondo, se divertía por tener un novio así. Tal vez sea narcisista, pero era la contradicción en persona la cual amaba.

Fin.

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Es el primer OneShot que he hecho con Matt, espero que sea de su agrado. Si tiene algún error de ortografía o de expresión, pueden avisar para ayudarme en la riqueza de vocabularios.

Documentos-OneShots entregados y en proceso:

*Gloria (Matt + Lector): entregado.

*Muerte (Tomatoredd x Lector): en proceso

*???(Futuro Edd x Lector): en proceso.

*Revivir (Hellucard + Lector): en proceso.


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