Capítulo VIII - Bienvenidos a Gloom



"Que el sonido de las aves les de la bienvenida

A aquellos que encuentran el camino a casa

La hospitalidad de un pueblo que abraza

Y sus habitantes rebozando de alegría

Sin anticipar las consecuencias

Que aquella noche a la puerta tocaría."

Lado sur del Bosque Reeves, 4:40 P.M.

Michael sintió un fuerte dolor en su pecho regresando a su asiento después de golpear contra el volante de la camioneta, Nora golpeó sus brazos contra la guantera para evitar golpear su rostro, pero Frasier llevó la peor parte al estar descuidado impactó su rostro contra la parte trasera del asiento del copiloto provocando una herida sangrante en su frente.

— ¡Ah! —gritó con dolor desde el asiento trasero después de sentir el impacto y llevar ambas manos a su frente—. ¡Maldito ciervo! —expresó con furia, al mirar al animal inmóvil frente a la camioneta.

—¿Están bien? —preguntó Michael con cierta dificultad al respirar. 

—¡No! ¡No lo estoy! ¿Porqué no te lo llevaste por el medio? —cuestionó molesto mientras buscaba una camisa es su mochila para cubrir su herida.

—No soy como tú —respondió Michael al mirar a su mejor amiga—. Nora ¿le pasó algo a tus manos?

Nora se mantuvo en silencio con la mirada pérdida en dirección en a sus brazos, sin ningún gesto en su mirada.

—Me rompí los brazos, ¿verdad? —preguntó con su voz al borde del pánico.

—No, tus brazos están bien... Solo están golpeados —aseguró Michael acercándose a ella para intentar calmarla, dejando de lado el propio dolor que sentía—. Estas bien —aseguró.

Frasier se preocupaba por él cuando de momento apareció una niebla que cubrió la camioneta, la parte de afuera no podía verse, tanto las luces frontales como las internas comenzaron a parpadear por algunos momentos hasta que repentinamente se camioneta.

Michael sacó de su bolsillo su teléfono tan pronto como pudo para alumbrar a Nora, pero este duro unos pocos minutos encendido, Frasier también quiso utilizar el suyo y cuando estuvo por encender el flash de su cámara se le resbaló entre las manos y calló al piso de la camioneta.

Michael intentó volver a encender su teléfono, pero sus esfuerzos eras en vano.
—¡Enciende, Maldición! —exclamó irritado antes de recordar que el teléfono de Nora estaba cargándose por un USB instalado al reproductor.

Al momento de tomarlo en reacción inmediata lo lanzó a un lado después de sentir lo caliente que se encontraba el teléfono que al poco tiempo dejaría de funcionar. La niebla comenzó a ceder y pocos segundos después la visibilidad se había vuelto mayor, se podía apreciar con claridad el camino que ya no era interrumpido por el ciervo.

—Suficiente, nos regresamos —dijo Michael intentando encender la camioneta, la cual daba indicios de querer encender.

—No, no, no —intervino Nora, tomando lucidez—. No podemos irnos, no sin antes saber si es cierto lo del pueblo o no.

—Estoy contigo, mi amor —mencionó Frasier aunque ya le parecía una estupidez seguir en el bosque en lugar de prepararse para disfrutar una noche en la ciudad.

Nora asintió a las palabras de su novio.

—Michael, si quieres regresar eres libre de hacerlo, pero yo seguiré hasta el puente con o sin ustedes.

— Espera, espera —mencionó, pasando seguro a las puertas cuando su mejor amiga intentaba salir–. Vamos a calmarnos y busquemos la solución —propuso—. No sabemos que tan peligroso pueda ser estar en el bosque.

—¿Irás al puente? —Le cuestionó Nora después de soltar la manilla de la puerta a lo que su mejor amigo dio una rápida afirmación al momento en el que encendía su auto.

Michael aceleró al iter, estar en ése bosque era algo que ya no quería hacer, pero era peor la idea de dejar sola a Nora con Frasier. Al llegar, la niebla parecía haber cedido por completo, el repentino aleteo de un cuervo llamo la atención de Nora que miraba con expectativas mientras se acercaban y aun más cuando después de chillar desapareció al entrar al puente.

Michael miró como la fila de árboles de "La estancia" frente a él desapareció junto al cuervo en una estela de niebla blanca—. Si después de cruzar no encontramos indicios de que este un pueblo cerca, regresado de inmediato. Todos —mencionó mientras entraba al puente.

—Esta bien —respondió a su mejor amigo después de sacar de entre su camisa un collar que había hecho la noche anterior para llevar con ella la piedra de su familia—. La hora de la verdad.

—La hora de la verdad —repitió a medio camino, cuando la camioneta era cubierta por una niebla blanca que en cuestión de segundos empañó los vidrios del auto. —¿Digan qué esto no les parece extraño? —Preguntó Michael al mirar el aspecto del vidrio y el frío repentino que se había calado al interior del auto.

Nora no dio una respuesta y tan solo se limitó a mantener su mirada al frente.

Al llegar al otro lado del puente Michael tomó un pañuelo para deshacerse la humedad del parabrisas y diviso lo impensado, una carretera comarcal que se extendía hasta donde no le daba la vista. Aquella no era nada parecido a las descripciones que había visto en sus investigaciones y mucho menos a lo que había visto antes de pasar por aquella extraña niebla.

—Esto es... Es imposible. Se supone que solo habían arboles —mencionó con duda, al no saber lo que acababa de suceder.

Nora limpió su costado del parabrisas, sabia que lo que estaba ocurriendo no era normal, pero su deseo de continuar sobrepasaba cualquier duda.

— ¡Miren, miren! —repitió con entusiasmo apuntando al costado de la carretera cuando pudo quitar la humedad del cristal.

Cuando ambos chicos colocaron su atención en el lugar pudieron apreciar una placa grabada en ella; "Gloom — 1.0 km"

—¡Les dije que si existía! —mencionó contenta.

Michael tomó un tiempo para mirar el retrovisor y con detenimiento observó el puente.

<< Creo que es mejor volver, esto no me parece bien por ningún lado.>> pensó antes de cambiar su atención a Nora.

—¿Éstas segura de continuar?

—Ya sabes mi respuesta.

Michael no dijo nada más y solo aceleró hasta un tramo donde pudieron apreciar a un lado de la carretera otra placa que decía: Bienvenidos a nuestro pueblo Gloom. Todos dirigieron su atención a la placa, pero omitieron todos de mirar al otro lado.

Una bandada de cuervos que descansaba en las ramas secas de un árbol podrido emprendieron su vuelo, formando un manto oscuro en el cielo que se dirigió al pueblo.

— ¡Que hermosa bienvenida! Parece que comenzara una historia de terror —Frasier bromeó con sarcasmo al mirar la escena que se divisaba en frente.

Nora miró a Frasier al escuchar aquel comentario que no le había parecido divertido y a simple vista se podía notar por lo que se limitó a lazar los brazos en modo de disculpa.

Al pasar la placa pudieron apreciar las primeras construcciones del pueblo, un tanto curiosas en su aspecto, una arquitectónico excepcional que parecía de la Época Colonial, la iglesia en medio del pueblo y sus casas, construidas con ese acabado que hasta la fecha se mantenían intacta

—¿Aquí viven personas? —preguntó Frasier al notar la apariencia de pueblo abandonado que tenia aquel lugar.

—La carta de mi abuela lo dice y tengo confianza en su palabra como en las de mi abuelo —respondió Nora.

Frasier le miró por un instante sin dejar mostrar lo ingenua que le parecían aquellas palabras, pero al final si el la había engañado por tanto tiempo no era imposible que algún familiar lo hiciera.

Los cuervos se mantenían chillando desde el techos de las casas de forma repentina que obligaban a los chicos a dirigir su atención a esos lugares, aquellos chillidos parecían que alertaban que algo extraño estaba sucediendo, pero apartando ese sonido no se apreciaba ningún otro.

¿Dónde estaban las personas?

Después de recorrer casi por completo el pueblo comenzaron a pensar que solo transitaban un pueblo fantasma.

— Este lugar esta abandonados —Señaló Michael mientras conducía por aquellas calles desiertas luego de que tocaran en varias puertas y no obtuvieran respuesta. —Será mejor irnos pronto y salir de bosques antes de que se haga de noche.

Nora afirmó con decepción en su voz ya que tenía ansias de encontrar a su abuela con vida y que pudiera contarle más acerca de su abuelo, ya que después de lo sucedido con el libro cuando sólo contaba con doce años la información que le había dado su padre fue escasa y repetitiva.

Michael giró en la última calle y el chillido de los cuervos se hizo notar con mayor intensidad mientras aguardaba sobre el techo de una casa de la cual salía humo de lo que parecía ser una chimenea.

Detuvo la camioneta frente a la casa para observarla detenidamente hasta confirmar que desde el interior podían oírse lo que parecían ser voces humanas.

— ¡Mira a un lado de la puerta! —Alertó Nora, emocionada, agitando el hombro de su mejor amigo después de mirar por el cristal de la ventanilla.

Michael posó su mirada en la dirección que Nora le había indicado al igual que lo hizo Frasier en deseo de saber a que se debía tan repentino ataque de emoción.

— Duisternis —mencionó Michael después de mirar un grabado a un lado la puerta con el apellido de su mejor amiga.

— Sí, si... Es aquí... ¡Es la casa de mi abuela! —afirmó emocionada.

— Hey... —alarmó Frasier con aires de desconfianza—. No esta mal que te emociones como lo estas ahora, pero por tanto que ha sucedido hoy ni siquiera sabemos si las personas dentro de esa casa son amables.

— ¿Estas desconfiando de mi? —le cuestionó Nora al momento.

— No, a ti te conozco. No pasa lo mismo con quién sabe que tipo de persona estén allí dentro —respondió sin vacilar en sus palabras —. Amor, las personas son malas.

Michael miró a Frasier con repulsión, su teléfono se había dañado y con el las fotos que había tomado frente al hotel y sin sus herramientas era imposible repararlo al momento, pero cierta parte de sus palabras tenían razón; con todo lo que había sucedido para llegar al pueblo y el presentimiento de fatalidad que le acompañaba desde que había cruzado el puente no estaba mal un toque de desconfianza.

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