17
Estuvimos juntos en todos los recreos y hasta en la hora del almuerzo.
A la salida, te llamé tocándote el hombro. Centraste toda tu atención en mi.
Te dije que al día siguiente te diría algo. Agregué también que seguramente ya lo sabías, porque era muy obvio.
No dijiste una palabra, por lo que supe que sospechabas qué pasaba.
Caminamos un par de metros. Como despedida recibí un "no podré dormir en toda la noche", acompañado de un pequeño puchero.
Sólo te sonreí nerviosamente, me despedí con la mano y seguí con mi camino.
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