16
La tristeza me acompañó todo el día. A tal punto que me preguntaste qué me pasaba.
Como acto de reflejo, respondí que no era nada. No deberías saberlo. No aún.
Seguiste insistiendo. Tu rostro reflejaba preocupación.
Sentados ahí, en ese espacio reservado para las bicicletas, me preguntaste si deberías creerme.
Te respondí que sí. Acto seguido, desapareciste de mi campo de visión.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top