| [ G l o b o A z u l ] |

Viernes.

Una fecha muy especial para algunos y repetitivo para otros. Sin embargo, la clausura del año escolar no era lo interesante.

Aquella fecha es la más ansiada de la temporada de últimos días de clases. ¿La razón? Toda persona enamorada confesaba sus sentimientos a su ''amor platónico'' en ese día. Una especie de tradición entre los estudiantes.

Así como todos los compañeros de su clase, cierta muchacha pensaba lo mismo repetidas veces en su mente: Confesarse al chico que le gusta.

Aunque este no desconocía por completo el afecto que la chica le tenía.

Resumiendo, él ya sabía que era del 'agrado' de esa persona más imperativa y alegre del aula.

Y no era algo que aceptara totalmente.

Un enorme grupo personas, tanto estudiantes como profesores, se encontraban reunidos en un amplio coliseo para sellar el presente año escolar. Dos largas horas. Sólo dos horas restantes para que la chica expresara abiertamente sus pensamientos.

Los minutos transcurrían como rayos. 

...Como la cifra de reprobados en el curso de Comunicación.

Dos minutos; y ya se encontraban en el aula para su 'destino final': Las libretas escolares.

Afortunadamente, ambos aprobaron el año, librándolos de la tortura del 'vacacional' encontrándose notas aceptables en aquel importante trozo de papel.

Bien, ya no tenía de que preocuparse. Pero...

Ningún reto acaba hasta que decidas cumplirlo.

La maestra les hizo entrega de un simple pero valioso objeto a cada uno de los estudiantes: Un globo azul.

Gustoza, aceptó aquel elemento con plenitud. Desvió su mirada hacía aquel chico, presenciando un gesto de felicidad en su rostro. Él sonrió. Ella sonrió; y devolvió su vista en el azulino globo.

La profesora iba construyendo poco a poco una pequeña fiesta al entregar los globos.

A la conocida música; se le unieron cantos y gritos de parte de todos los presentes.

Infortunadamente, el globo de color azul del chico explotó al chocar contra la filuda astilla de una repisa de madera. Un estruendoso sonido se hizo presente, además de los gritos desesperados de los alumnos.

Llegó la hora: La salida. Todos recogieron sus pertenencias y se despidieron entre ellos con dulces y longevos abrazos.

Ella lo encontró. Le pidió un momento a solas.

Le confesó todo. Todo lo que se reservaba hace ya mucho tiempo. Lo que no deseaba contárselo a nadie al no estar segura de sus emociones. Pero ahora, sí estaba segura.

Como ella esperaba, su respuesta no fue positiva.

Él no sentía lo mismo.

Las lágrimas se retenían en sus ojos.

Le otorgó su propio globo, en señal de su nula amistad que apenas estaba floreciendo.

Sus manos se rozaron por pocos segundos para darle el objeto.

Él quedó sorprendido y le regaló una sonrisa. Continuó con su camino hacia la salida de la escuela.

La dejó sola, mientras miraba como sus pasos lo alejaban de ella. Repitió la acción y volteó, dirigiéndose a otra puerta de salida.

Aquel globo azul fue lo último que le entregó.

Antes de olvidar lo que sintió por él.

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