🌠Si, siempre será si🌠

Para Hisirdoux, dormir cada noche al lado de Arabella, era la mejor parte del día. Porque habiendo estado separados por horas, casi sin verse las caras desde el momento en que se levantaron, irse juntos a la misma cama era el acto asegurado del día. Y nunca antes, estar a su lado le había dado tanta paz.

Ahora sabia que si se despertaba solo, era porque ella andaba rondando por alguna parte del departamento, y no se iría sin antes decirle, o tan solo dejar un suave beso de despedida.

Y esa mañana de sábado, previa a una fiesta en la noche, no era ninguna excepción a lo que venia viviendo en los últimos meses.

Como una costumbre adquirida, Arabella salió primero de la cama, y se interno en el baño. Hisirdoux podía oír como abría la ducha, o cantaba desentonando en cada nota. Que para él se había convertido en algo placentero, y gracioso de escuchar.

En lo que ella terminaba su ritual matutino, él siguió dormitando. Tenia mucho que hacer, aun debía ir por el traje, y a que lustren sus zapatos, pero prefirió seguir con los ojos cerrados. Hasta que termino por dormirse.

-Para ser un maestro hechicero evades demasiado tus responsabilidades -logro escuchar.

Al sentir como el colchón a penas se hundía a un costado suyo, lanzo un leve quejido. El aroma a ensueño o cuentos de hadas, según él, del shampoo de la rubia invadió su nariz, y una suave y fría caricia sobre la mejilla, lo obligo a salir del sueño, para adentrarse a otro.

-Elijo ser feliz -murmuro con voz rasposa.

Arabella sonrió, y se echo a un lado. Cruzando por encima de él las piernas descubiertas y a medio secar.

-Entonces hazme un lugar, también elijo ser feliz -dijo, acurrucándose.

-Es sábado, claro que es mejor ser feliz -dijo Hisirdoux-. Al menos por unos minutos mas.

Pronto el silencio se apodero de los dos, y lento fueron cayendo en un agradable sueño. No era como si la noche anterior hubieran hecho demasiado, pues apenas apoyaron las cabezas en las almohadas se quedaron dormidos. Habían decido dar una mano en la organización de la boda de sus amigos, mas que nada en la parte de llevar y traer cosas para la ceremonia y la fiesta.

-Como me gustaría ser feliz todo el día -murmuro la rubia-. Cancelaría los planes, y me quedaría aquí a tu lado.

Hisirdoux sintió aquello como la mejor idea, propuesta o lo que sea, que le pudo haber hecho en la vida. Nunca antes se hubiera imaginado en la forma que estaban ahora, sin querer matarse mutuamente. O querer pasar el resto de un día importante solo con ella, sin importar que después los puedan regañar en todos los colores, pese a que ellos eran mucho mas mayores de quienes se iban a casar.

Y la ilusión de sentir el calor de su novia por todo el día se desvaneció cuando esta quito las piernas de encima de su estomago. De verdad, que Arabella le sorprendía tomando la iniciativa de ser alguien responsable. Justo ella, quien fue que escapo de su propia boda el día de la misma, hasta con el vestido puesto.

-Vamos amor, podemos ser feliz fuera de la cama -hablo.

Abrió los ojos justo en el momento en que se saco la toalla de la cabeza, y su cabello rubio oscurecido por la humedad cubría parte de su espalda, e impregnaba el cuarto con el aroma de los sueños. Uno que se desvaneció cuando salió de la cama.

-¿Irás con Gal?

Salió de la cama, y fue en busca de alguna remera. Arabella fue detrás suyo, y lo abrazó por la espalda. Sus manos frías en el pecho lo tomaron por sorpresa, al igual que los besos que dejaba en la espalda. Sabía que era cariñosa por la ocasión y pronto, después de la boda, sería la de siempre.

-Puedes venir con nosotros -murmuro-. Vamos, tú sabes teñir el cabello, yo no.

-¿De verdad van hacer eso?

-Y almorzaremos.

Lo considero. Hacía una semana que no lo veía, y ya comenzaba a extrañarlo. Pero luego recordó el trato, que para él era ridículo, que hicieron.

-¿Vendrás? -insistió.

-Sabes que no puedo -dijo-. Galaga ha sido, siempre será la persona más caprichosa que conozca.

Arabella lo abrazó con más fuerza, e hizo un puchero. Lo soltó, y fue por su ropa, pero antes de llegar al armario cambio de trayecto.

-No se porque me sorprende -dijo ella-. Es tan inmaduro a veces.

-Es parte de su personalidad -dijo Hisirdoux-. Y siempre tiene con que sorprenderte.

Arabella se acercó al tocador que allí tenían, y busco sus aretes, unos verdes que usaba siempre, y ante su mirada, hacia juego con todo. Volteó y se sentó en el borde, mientras veía a Hisirdoux tratando de encontrar que ponerse.

-Tu remera azul está en el primer cajón -dijo-. Deberías decirle que deje de ser tan tonto. Aunque a esta altura, no hay vuelta atrás con eso.

Hisirdoux abandono su búsqueda, y giro para verla. Debía admitir que esa mañana la encontraba más linda que en otras. Y particularmente se veía rodeada con un aura que lo tenía hechizado. Su cabello rubio que caía como ondas, la piel que brillaba con la débil luz del sol, la cicatriz que decoraba con delicadeza su rostro.

Aún amargada por la actitud del mejor amigo que tenía en común, que la obligaba a fruncir el ceño, y hacía que le costará aún más ponerse el pendiente verde. Aún así, no dejaba de verse esplendorosa.

-¿Qué ocurre? -pregunto Arabella frente al silencio.

Todo le ocurría, quería decirle, pero solo le pudo sonreír.

Se acerco a ella, y puso las manos contra la mesa del tocador y así estar lo más cerca posible de su fragancia. Con delicadeza, paseo la punta de la nariz, por el largo de su cuello, provocándole una risilla, y que la piel se encrespara.

-¿Ya te he dicho lo muy enamorado que estoy? -murmuro, y beso su cuello.

Arabella sonrió. Lo sabía, o al menos no dudaba de eso. Lo tomo de las mejillas, y alzo su rostro con delicadeza.

-¿Enamorado de mí? -pregunto, y mordió su sonrisa al verlo.

A punto de responder, rompió la distancia con un beso, que siendo dulce, pronto se convirtió en algo más deseado. La forma en la que sus manos la tomaban con delicadeza, y la piel de su pecho le devolvía el calor que había perdido al salir de la cama, le estremecía y hacía delirar.

Y con Hisirdoux, podia perder todo con rapidez. Desde la lucidez, la cordura hasta la noción de la realidad, el tiempo, el espacio.

Qué lamentablemente, algo tan simple como un celular sonando hacía que todo volviera a lo que fue.

-Es de ti, siempre a sido de ti -murmuro Hisirdoux, entre jadeos.

-Solo contigo me siento afortunada de perder la cabeza -dijo Arabella-. Llámame loca, o demente, no me importa, porque es lo que provocas.

Hisirdoux sonrió. Estaba seguro que si a su amor le correspondería algún color, este sería oscuro. Porque aún siendo brillantes, algo les dotaba de una pasión que los conducía a lugares poéticos y oscuros.

-¿Será que hoy te extrañare todo el día? -pregunto Hisirdoux sin alejarse lo suficiente.

Sin dejar sus manos quietas, o darle espacio.

-Yo espero que si -sonrió, y dejo un corto y suave beso en sus labios-. Siempre espero que me extrañes. Porque yo lo hago.

Compartieron más besos, y risas, llenaron de luz el cuarto con sus juegos, y palabras encantadas. Entonces el maestro hechicero se dio cuenta, que su amor no era solo el color más oscuro, también era el más vibrante. Podía ser azul profundo, o rosa pastel. Quizás algo en el medio, o todos los colores, sus matices, y gamas.

Cuando ella se fue, Hisirdoux se puso a ver qué hacer. Debía ir por el traje, y no quería hacerlo solo. Tampoco almorzar solo, o simplemente estar solo.

La vez que supo experimentar la peor de las soledades, no creyó que se recuperaría de eso. Y aún no lo hacía, era un tema recurrente con la terapeuta.

A veces la soledad era su mejor compañía, y otras lo peor que le podía pasar. Ahora solo debía acostumbrarse a que algunas veces le tocaría estar solo.

Pero era ese día en que menos ganas tenía de comenzar con dicha costumbre. Llamo a Olivia , y organizaron para verse. Irían por el traje, y les alcanzaría el tiempo para almorzar.

Así fue.

Cuando la vio sonrió, como siempre. La joven bruja estaba por completo recupera, aunque aún sentía dolores extraños, o no podía terminar de cortarse el cabello.

-Papá -saludo al verlo.

Este se apuro, y la abrazó de inmediato.

-Luciernaga -dijo.

Se apartó y la vio de pie a cabeza. Se la veía tan linda y sana, que casi no podía creer aquello que vivió un año y medio atrás. No tenía más marcas visible, ni esa frágil delgadez de la muerte.

-Te ves bien -dijo.

-Ah, gracias -Olivia sonrió-. Tu también papá. Estas como más brillante ¿Que usas? Tu cabello se ve distinto.

-Ah, es que -rasco nervioso la nuca-. Yo ...

-Ay, Dios papá -exclamo, tratando de no sonar tan espantada como divertida.

-No, Livs -rio-. Use sin darme cuenta el shampoo de Arabella ¿Qué creíste?

Ella también rió, y hasta que sus ojos se llenaron de lágrimas por la diversión de tener que oírlo.

-Bueno, debes hacerlo más seguido -dijo ella, un poco más tranquila.

-Pffff, lo hacemos muy seguido -dijo, agitando una mano en el aire.

-Usar su shampoo papá.

Fueron por el traje y los zapatos. Las charlas abundaron como si hubiese pasado una década sin verse, pero tan solo fueron algunos días. Se cruzaban bastante seguido en el planeamiento de la boda de Clara y Jim, solo que con tantas tareas de por medio les era imposible entablar una charla.

Llegado al mediodía, quizás un poco más tarde, almorzaron allí en el centro. En un nuevo bar que abrieron, y según Jim tenían un excelente chef, él mismo. Solo que ese día no sería el día en que probarian algunos de sus tan famosos platos.

Cuando estaban sentados con el almuerzo en frente, Hisirdoux parecía bastante disperso. No sé podía comparar con la manera en que hablaron momentos atrás.

-Papá, ¿Qué ocurre? -pregunto Olivia.

Él la vio, y noto que pidió de más, y que estaba por comer el tercer bollo de pan, sabiendo lo poco que le gustaba el pan sin nada.

-¿Qué ocurre contigo? ¿Desde cuándo comes tanto? -pregunto alzando una ceja.

Ella sonrió nerviosa, y aclaro la garganta, tratando de no ahogarse con las migajas.

-Estoy bien, solo tengo hambre -dijo.

-Bien, come, te hará bien -le sonrió y tomo su mano-. Livs, no se que hacer.

Olivia le dio un sorbo a su agua saborizada, y cuando terminó de limpiar su boca, noto que además de disperso estaba preocupado.

-¿Con que papá? ¿Qué pasa? Por todos los cielos, no me preocupes, no estoy para más sorpresas -hablo apurada.

-No es nada malo -dijo.

Y a punto de mostrarle algo, lo volvió a guardar en su bolsillo.

-En realidad pasa que falta llegar una entrega en la tienda de música -dijo-. Entre eso, y las clases de magia, creo que me tienen muy distraído. O no me dejan hacerlo en paz.

-Vacaciones pa, si lo necesitas con Marius nos podemos hacer cargo de la tienda de música -dijo y le dio la sonrisa más comprensiva-. Lo mereces papá.

Aquello último quedó como un eco en su cabeza. Logro sonreír, nada más podia decir, y solo le queda tomar una decisión.

Aunque Arabella se negaba a retocarle el cabello a Galaga, con Hisirdoux no tuvo ningún inconveniente. Se lo acomodo hacía atrás, y dejo caer parte del fleco sobre el rostro. El disfrutaba cada caricia que le hacía, la suavidad con las que sus manos lo recorrían, y la dulzura de cada movimiento.

Era extrañamente dulce, y él no se podía sentir más encantado por eso.

-Vamos que se hace tarde -dijo Arabella y le sonrió.

El viaje hasta donde se llevaba a cabo la ceremonia fue silencio, disfrutaban el paisaje cálido que se pintaba frente a ellos, y la compañía del otro. Era la primera vez que iba a una boda con Arabella, y sentía nervios por eso. Pero más ansiaba compartir cientos de momentos como esos.

Quería compartir todo y más con ella.

La ceremonia estuvo muy emotiva, no se aguanto las lágrimas de emoción al ver a su mejor aprendiz decir el sí quiero con toda alegria. Disfruto cada momento junto con sus amigos, le ganó una discusión a Merlín, y Morgana lo vio con orgullo; y bailo cada pieza junto a su novia.

Le susurra ciento de palabras melosas que la hacían reír, por el solo hecho de querer escucharla reír. Porque cuando Arabella era feliz, para Hisirdoux, el mundo se tornaba más brillante, y acogedor.

Una vez más le dijo que la amaba, y otra vez ella le correspondió, con la paz que una boda, y enterarse que iba a ser abuelo le podría brindar.

Y ahora solo le quedaba a él, ver como continuar todo en esa noche.

Cuando la fiesta llegó a su fin, junto con Galaga Circe y Peggy fueron hasta el observatorio. Querían ver el amanecer, y seguir comiendo, seguros de que no habían comido lo suficiente.

-Una llamada -dijo, y saco el celular.

-¿A esta hora, en un domingo? -indago Arabella.

-Pueden ser proveedores de la tienda -dijo, entre una sonrisa-. Ya vuelvo, no te vayas sin mí preciosa.

Ella no le dijo nada, pero si le dio una jovial sonrisa. Cuando se apartó lo suficiente, Galaga supo que no se trataba de una llamada.

Fue detrás de él.

-¿Qué haces? La fiesta es allí -dijo Galaga, y le tocó el hombro.

-Ya se, solo necesito un poco de aire -respondio Hisirdoux.

El mago de traje rojo lo rodeó, y lo noto un poco preocupado.

-Vamos amigo, ¿Qué pasa? -pregunto-. Sabes que odio hacer el papel de amigo preocupado.

Hisirdoux vio por encima del hombro, y noto que las chicas estaban viendo al frente. Saco del bolsillo interno del saco una cajita de color rosa oscuro.

-Wuau, que locura, ¿Lo vas a intentar de nuevo? -pregunto sorprendido.

-No, me gusta llevar un anillo de compromiso a todos lados -respondio, y rodó los ojos-. ¿Qué crees, tonto?

-Creo que eres un cobarde, digo, se lo pudiste haber propuesta en varias ocasiones, y mira -dijo inclinándose sobre la caja-, esto junta polvo.

-No ayudas -dijo entre dientes.

-No necesitas ayuda, ella te ama, más de lo que podría amar a otra persona -dijo y le sonrió-. Solo se lo debes pedir, no te dirá otra cosa que si.

Cuando menos se lo esperaban Arabella se acercó a ellos, tomándolos por sorpresa.

-Amor de mis amores -canturreo.

-¿Qué ocurre? -preguntaron al unísono.

Hisirdoux vio a Galaga, y negó con la cabeza mientras alzaba los hombro, tratando de entenderlo.

-Lo siento, la costumbre -dijo, y dio una sonrisa socarrona-. Los dejo a solas, las chicas me esperan.

Lo vieron irse junto con Circe y Peggy, y en segundos volvieron la vista a ellos. Arabella le sonrió, y tomo una de sus manos. A lo que Hisirdoux la hizo girar sobre sus talones, y así apreciar la resistente belleza de ese vestido de colores, y su novia.

-Vamos, dime qué pasa -dijo, cuando se pegó a su pecho-. ¿Crees que no note que estuviste un poco disperso hoy?

-¿Un poco?

-Bueno, lo suficiente para que lo notara -dijo-. Tu conoces mis métodos para hacerte hablar. O hablas, o te hago hablar.

Él río al oírla, y no tardó en besarla. Fue hasta el momento el beso más corto y nervioso que se dieron en el día. Cuando Arabella lo noto, vio el amenazante brillo de sus lágrimas.

-Douxie, ¿Qué ocurre? -pregunto con deje de angustia en la voz.

-Lo que pasa es que -dijo, y sonrió nervioso-. Lo que pasa es que estoy feliz de pasar este día contigo. De verdad estoy muy feliz de poder disfrutar momentos a si a tu lado.

-Pensaba en que debemos insistir en que más gente se case, las bodas son tan lindas -dijo Arabella.

-Lo que digo es que, todos los momentos que hemos pasado en estos últimos años, meses, semanas, días y horas me hacen feliz. Estar contigo, compartir esta vida a tu lado, tu sonrisa en la mañana, los bostezos a media tarde, y tus ronquidos en la noche -dijo, y Arabella rió por eso-, el que batalles con algunas cosas simples, o solo estar en silencio en compañía tuya, me hace feliz.

Arabella parpadeó un par de veces, tratando de digerir lo que le decía tan rápido como el tardaba en hablar.

-Es una locura amor, al fin somos felices estando uno al lado de otro -dijo ella, con voz temblorosa.

Hisirdoux se apartó, y tomo sus manos para besarlas, y guardo silencio. Se podían oír la respiración nerviosa, y como una lágrima fina bajaba por uno de sus ojos.

-En está larga vida que llevamos persiguiendonos, te perdí tres veces. Es poco, pero cada vez que algo, o alguien te aparta así de mí lado, le arrebata un pedazo de sentido a mí corazón -dijo, y pensó que si seguía hablando de eso, la haría llorar frente a los malos recuerdos-. Pero ya no veo ese pasado oscuro que siempre parecía querer arrebatarnos lo bueno que hicimos. No, veo nuestro presenté brillante, y un futuro tan claro que lo quiero comenzar a vivir desde ya, a tu lado para siempre Arabella Pericles, ¿Quieres, tu, te gustaría ...?

Ella le soltó las manos con cuidado, y lo tomo, con esa misma delicadeza de su primer beso, de las mejillas. Lo beso con suavidad, como si estuviera llevando a cabo el ritual de magia más importante de su vida.

-Si, si me gustaría casarme contigo -susurro, y plantó otro beso en sus labios-. En todas las vidas que nos ha tocado, la respuesta es si. Siempre será si.

Hisirdoux suspiro alegre al oírla. La sonrisa nerviosa, la incapacidad de poder controlar el temblor y la adrenalina que azotaba su cuerpo, estaba seguro que iba a morir a sus pies, una vez más. La abrazo, para cerciorarse de que fuera real, que lo vivido hasta ese punto no sea un fragmento de la imaginación, y Arabella se aferró a él con fuerza, respirando tranquila su mismo aire.

—Por Merlín, creó que me voy a desmayar —susurro Hisirdoux.

Ella se apartó, y lo vio al rostro, tan lleno de paz y nervios que no lo creía posible. Paso los pulgares, con cuidado, bajo sus párpados para poder quitar las lágrimas que caían.

—Bueno, no es la primera vez que te pones nervioso al pedirme algo escandaloso —dijo, y le dio una sonrisa pícara—. Por cierto, por casualidad ¿Habrá anillo? No me importa que no lo haya pero . . .

—Si, en alguna parte del saco —dijo Hisirdoux tratando de contener la risa—. Solo que . . .

Arabella lo cayó en cuanto se puso a hurguetear en su traje hasta que se topó con la cajita en algún bolsillo.

—¿Me harías los honores, futuro esposo?

Él tomo la caja, y saco el anillo.

—Encantado, futura esposa —dijo, y le puso el anillo.

✨Bonus✨

Galaga se sentía ofendido porque las chicas, no dejaban de reír por algo que el mismo dijo, y que Peggy logro darlo vuelta con astucia.

—Son la peor compañía a esta hora —se quejó.

—Pobrecito —dijo Peggy—. Hay que dejar de reírnos de tu peinado.

—Si —dijo Circe con pena fingida—. Pero más tarde.

Y ambas continuaron con las risas producidas por las bromas. Hasta que un celular comenzó a sonar en algún bolso.

—Es el de . . . —dijo Peggy metiendo la mano en la bolsita verde— ¿Arabella?

La llamaron, y está volteó a verlo, dejando al descubierto una sonrisa radiante.

—Otra boda, que emocionante —dijo Circe con cierta pesadumbre.

—Te llaman —aviso Peggy ignorando a la pelirroja.

La rubia se acercó y tomo la llamada. En un principio no entendió de que se trataba por la hora, hasta que identifico a quien hablo del otro lado.

—Señorita Pericles, soy el hada personal de la difunta . . .

—¿Westwood?

—Exacto —dijo la mujer del otro lado—. Quiero decirle que su vestido de boda ya está disponible.

La llamada se cortó de inmediato, y pronto le llegó un correo con una dirección.

—Muy bien —dijo Arabella, asombrada—. Ya, ya tengo vestido.

★★★

Ahhhhh *grito de fangirl* ¿Cómo les va mis soles?

Dios, esto es demasiado bello para mí *sigue gritando*

Esto comenzó siendo como un capítulo desde la visión de Douxie, y después releyendo Destinados, me dije, y si, vamos.

Además que tenía una ganas de escribir algo bien romántico como esto y lo que viene.

Lo que viene es que seguro en septiembre vamos a tener Destinos, es como Crónicas de una Bruja, pero más dark, porque está versión de Arabella es la que da miedo (en su pasado al menos)

Lo próximo que sabremos de este momento es la historia de lejanos oeste, que si, estará ciertamente enganchado a una boda 👀 si, nada está librado al azar, o no tanto.

La invitada de honor como corresponde es la Peggy, y como le dije a fanfictioner67 se va a incluir a Galaga en la fotos con Circe 😎

En fin sin más que decir ✨ besitos besitos, chau chau ✨

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