𝐧𝐢𝐧𝐞𝐭𝐞𝐞𝐧: 𝐭𝐡𝐞 𝐫𝐞𝐚𝐥 𝐯𝐢𝐫𝐠𝐢𝐧𝐢𝐚 𝐭𝐡𝐨𝐫𝐧𝐭𝐨𝐧
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─¿Qué demonios? ─se queja Audrey al ver cómo más agua comienza a llegar a su lado─ ¡Chicos, el agua!
─¡Salgan de ahí ahora! ─grita Pope.
─Mierda ─maldice Kiara mientras el agua la empuja.
─No tenemos tiempo ─dice la morena con evidente preocupación─ ¡Chicos!
─¡Sujétate! ─exclama Audrey, aferrándose a una escalera de metal en el interior del desagüe─ ¡No sueltes el arma, Kie!
─¡Chicos! ─grita la rubia al ver cómo el agua empieza a subir rápidamente.
─¡Chicas! ─gritan los chicos mientras corren por la calle buscando el desagüe.
─¡El agua está subiendo! ─grita Kiara, sosteniendo la pistola con fuerza.
─¡Chicos! ─vuelve a gritar Audrey al verlos finalmente sobre ellas.
─Mierda ─se queja la morena mientras el agua le llega al cuello.
─Tranquilas, vamos a sacarlas ─promete Pope, forcejeando con la rejilla.
─El arma... ─murmura Kiara cuando esta resbala de sus manos.
─¡Pope! ─grita Kiara asustada, con el agua cubriéndole casi toda la cabeza.
Audrey, asqueada pero decidida, se sumerge sin dudar en el agua turbia y comienza a buscar la pistola, moviendo sus manos frenéticamente.
─La tengo ─anuncia ella, justo antes de que el agua la cubra por completo.
─¡Audrey! ─grita Kiara, alarmada, mientras sostiene el brazo de su amiga.
La rubia cierra los ojos y trata de contener la respiración, aunque el agua la golpea con fuerza y amenaza con arrancarla de la escalera. Desesperada, intenta mantener su agarre mientras los chicos tiran con todas sus fuerzas de la rejilla. Finalmente, la abren.
Kiara sale rápidamente a la calle, sujetando el brazo de Audrey con firmeza.
─¿Dónde está Audrey? ─pregunta JJ, preocupado, mientras ayuda a Kiara a salir.
Audrey sale del agua tosiendo bruscamente. JJ se apresura a sostenerla y la ayuda a salir del desagüe. Una vez fuera, la rubia se deja caer al suelo, luchando por recuperar el aliento.
─¿Estás bien? ─pregunta JJ, inclinándose hacia ella e intentando abrazarla.
─JJ, no ─lo detiene suavemente, todavía tosiendo por el agua que se le metió en la nariz─ Necesito un momento.
─¿Quieres algo? ─pregunta Pope, visiblemente preocupado─ ¿Te sientes bien?
─Nunca me he sentido mejor ─responde Audrey con una sonrisa débil mientras recupera el aliento.
─Dime que tienes el arma ─insiste Kiara al ponerse de pie.
─¿Dejaste caer el arma? ─pregunta JJ, incrédulo, mientras Pope la mira preocupado.
─¡Ustedes no estaban ahí! ─se defiende Kiara, aún mirando a Audrey.
Sin decir nada, Audrey se arrodilla y saca la pistola de debajo de su camiseta empapada.
─La tengo ─anuncia con una leve sonrisa.
JJ la ayuda a ponerse de pie, sujetándola al notar que se tambalea.
─Lo lograste ─dice el ojiazul emocionado, tomando el arma y abrazándola con fuerza.
─Lo hicieron, chicas ─agrega Pope, mucho más tranquilo.
─¡Vamos a atrapar a ese maldito! ─asegura JJ con una sonrisa.
─Llevémosela a Shoupe ─indica Pope, ofreciéndole su brazo a Kiara.
─¡Sí, tenemos que dársela! ─asiente JJ mientras pasa un brazo por la cintura de Audrey para ayudarla a caminar.
Aunque Audrey sigue tosiendo levemente, no puede evitar sonreír. Puede que haya estado a punto de morir ahogada en un desagüe, pero había valido la pena. Tenía el arma. Finalmente, harían justicia por Peterkin y en especial, por sus amigos.
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─¿Entonces me están diciendo que esta es el arma con la que Rafe Cameron mató a Peterkin? ─pregunta Shoupe, observándola detenidamente.
─Exactamente, Shoupe ─confirma JJ.
─Y también es la misma arma que Ward intentó quitarle a Gavin, y con la que finalmente Virginia le disparó ─agrega Pope, cruzando los brazos.
─¿Y dónde está el cadáver? ─cuestiona el oficial, levantando una ceja.
─¿No lo buscó? ─pregunta Kiara, incrédula.
─Revisé en el hospital y también pasé por su casa. No estaba ─responde Shoupe, encogiéndose de hombros.
─¿No estaba? ─replica Audrey con un tono burlón.
─Eso es obvio, Shoupe, porque él está muerto ─señala JJ, como si fuera lo más evidente del mundo.
─El hecho de que no esté en su casa no significa que sea víctima de un homicidio ─aclara el oficial con una sonrisa falsa.
─Te lo dije, esto iba a pasar ─se queja JJ, frustrado, mirando a Pope─ ¡Tiene que ser una broma!
─Al menos envíela a balística ─pide la rubia, frunciendo el ceño molesta.
─¿Realmente se va a quedar sentado sin hacer nada? ─insiste la morena con indignación.
─Seguro se quedará aquí, depilándose ese bigote inútil ─espeta el Maybank, haciendo que Shoupe se ponga de pie con el ceño fruncido─ ¿Acaso es real?
─¡Cállate, JJ! ─le pide Pope, tirando de su brazo para calmarlo, mientras el oficial se dirige hacia la puerta.
─Oh, lo siento, ¿herí sus sentimientos? ─continúa el rubio, con una sonrisa falsa.
─¡Fuera! ─ordena Shoupe, abriendo la puerta de la oficina con brusquedad.
─¿Es en serio? ─pregunta Audrey, incrédula ante la actitud del oficial.
─Tengo trabajo que hacer, y ustedes, con su olor, están contaminando mi oficina ─responde Shoupe con desdén.
─Ward lo sobornó, esto no tiene sentido ─dice Kiara, sacudiendo la cabeza mientras sale.
─No va a hacer nada ─espeta JJ, saliendo detrás de su amiga con evidente enojo.
Audrey se pone de pie y espera a que Pope, que parece visiblemente molesto, se acerque al oficial una última vez.
─Le trajimos el arma homicida. No hay una razón lógica para que no la analice ─dice Pope, tratando de controlar su frustración.
─Vete con tus amigos ─responde Shoupe sin siquiera mirarlo.
─Vámonos, Pope ─interviene Audrey, colocando suavemente una mano en el brazo de su amigo, tratando de calmarlo.
─Espero que cuando se dé cuenta del error que está cometiendo, no sea demasiado tarde. Y también espero que recuerde que nosotros tratamos de advertírselo ─dice Audrey dándole una última mirada, antes de salir junto a Pope.
Luego de la comisaría, Audrey se dirigió apresuradamente a casa. Se suponía que debía estar ahí temprano; después de todo, su madre quería hablar con ella. Su cabeza giraba en pensamientos conflictivos. Acababa de entregar el arma a Shoupe. Básicamente, había traicionado y entregado a su madre. ¿Cómo se suponía que debía mirarla a los ojos como si nada hubiera ocurrido?
─Creo que tú y yo tenemos definiciones bastante diferentes de lo que significa temprano ─comentó Virginia desde el sofá de la sala, mirándola fijamente.
Audrey se detuvo en seco al escucharla. Apenas pudo levantar la mirada hacia su madre, que estaba sentada, con una taza de café en mano y un aspecto cansado, incluso preocupado.
─Se me hizo tarde, no me di cuenta de la hora ─respondió la rubia rápidamente, intentando sonar casual─ Creo que iré a darme una ducha.
─Espera. Quiero hablar contigo ─la detuvo Virginia, su tono algo más suave.
Audrey tragó saliva. Finalmente, obligó a sus pies a avanzar y se sentó lentamente frente a su madre. No puede evitar fruncir el ceño con confusión y pensar que su madre finalmente está sintiendo culpa, finalmente se está dando cuenta de lo que hizo. Tal vez tardó en entender el efecto de sus acciones, pero al menos era un progreso.
─Papá dijo que no estabas bien. ¿Quieres hablar de eso? ─preguntó la adolescente finalmente.
Virginia soltó una risa breve, sarcástica, antes de responder:
─No hace falta que finjas, Audrey. Sé que no te importa. Piensas que soy un monstruo, al lado de tu padre ─.
La adolescente apretó los labios, incapaz de negar lo asumido. Ese pensamiento había cruzado su mente en más de una ocasión, pero, por alguna razón, ahora la llenaba de una culpable tristeza que no sabía exactamente cómo explicar.
─No digas eso ─pidió Audrey, con una mueca─ Me importas… eres mi mamá.
Virginia bajó la mirada hacia su taza por un momento antes de hablar:
─Te ves nerviosa, ¿hay algo que te preocupe? ─.
El corazón de Audrey se detuvo por un segundo. ¿Era posible que su madre sospechará que ella había entregado el arma? La rubia intentó mantener la calma y respondió con aparente tranquilidad.
─Creo que yo debería preguntar eso ─Audrey desvía el tema sutilmente─ Quiero saber por qué estás así. ¿Hay algo que hiciste que te preocupa?
─¿Qué clase de pregunta es esa? ─la abogada la miró fijamente─ Tú sabes lo que hice.
Virginia soltó una carcajada falsa:
─Por supuesto que lo sabes. Después de todo, estuviste allí… ─
─En la pista de aterrizaje, con ese chico ─agrega la abogada con algo de resentimiento al pensar en John B.
La adolescente frunció el ceño, confundida.
─Pensé que no sentías arrepentimiento por lo que pasó esa tarde ─.
─Y no lo siento ─admitió Virginia sin dudar─ Pero quiero explicarte por qué lo hice.
Audrey parpadeó, incapaz de creer lo que estaba escuchando. ¿Acaso existía una explicación lógica para ello?.
─¿Por qué la ambición por el dinero te cegó? ─supuso la rubia.
─¿Ambición? ─repitió Virginia con una sonrisa sarcástica─ Tú no tienes idea de lo que significa luchar por algo. Y eso es gracias a mí. Me he asegurado de que nunca te falte nada.
─A veces las personas debemos tomar el control ─continuó la abogada, con una amarga mueca─ Necesitamos priorizar nuestras necesidades, incluso si eso lastima a otros en el camino.
─No entiendo ─negó Audrey, con el ceño fruncido─ Tenemos dinero más que suficiente y ese oro no era tuyo.
─Te equivocas. Ese oro sí me pertenece. Y nunca es suficiente dinero, Audrey. Algún día lo entenderás ─responde la abogada.
─Lo dudo mucho, ─replicó la rubia, con desapruebo.
Virginia se inclinó hacia adelante, mirándola desafiante.
─Solo piénsalo Audrey, ¿Porqué conformarte con esto... ─cuestiona su madre señalando a su alrededor─ Cuando puedes tener más.
─Porque no lo necesito ─afirmó Audrey, con obviedad─ Porque querer más significa quitarle algo a alguien que tal vez lo necesita más.
─¡Yo no robé nada! ─exclamó Virginia, alzando la voz por primera vez─ Big John jamás habría encontrado nada sin Ward y sin mí.
─¿Estás escuchándote? ─Audrey se levantó, indignada.
─Gracias a mis inversiones lo encontró, así que una parte me pertenecía ─asegura su madre comenzando a perder la paciencia.
─Eso no lo convierte en tuyo, ─señaló Audrey con obviedad─ Él dedicó más de veinte años de su vida a esa búsqueda. ¿Cómo puedes decir que tienes derecho a algo por lo que apenas trabajaste un año?
─Porque esos veinte años fueron inútiles hasta que nosotros llegamos ─se defendió Virginia─ ¿Y quieres saber qué? De no ser por mí, probablemente habría tardado otros veinte años… si es que llegaba a encontrar algo.
Audrey sintió que su estómago se revolvía. Su madre hablaba con tal indiferencia que no podía soportarlo.
─Tal vez… pero al menos estaría vivo, ─dijo la rubia con su voz quebrándose levemente.
Virginia se quedó en silencio por un momento antes de sonreír con amargura.
─¿Y quieres que me sienta culpable por eso? Yo no lo maté ─.
Audrey negó con la cabeza, sintiendo impotencia.
─No lo mataste, pero fuiste cómplice, ─respondió, conteniendo las lágrimas─ Y también…
Virginia arqueó una ceja, con visible curiosidad.
─¿Y de qué más me acusas, Audrey? ─preguntó la abogada mirándola atentamente.
─De la muerte de Peterkin ─miente Audrey, ya que realmente quería mencionar a Gavin.
Virginia negó con la cabeza, como si la mención del tema fuera ridícula.
─¿De nuevo con ese asunto? Eso fue un trágico accidente, y tú lo sabes ─.
─Un trágico accidente, que no hubiese pasado sí tú imprudente amigo no se hubiese presentado ahí ─señala la abogada con obviedad.
─Él está muerto, ¿cómo puedes hablar así de él? ─cuestiona Audrey sin creerlo.
─Cómo te decía, sí él no hubiese estado ahí, nada de ésto estaría pasando ─asegura Virginia con una sonrisa tranquila.
Audrey no sentía más que pura decepción. Su madre estaba tan atrapada en su propia visión que parecía incapaz de comprender el daño que había causado.
─¿Realmente no te importa? ¿No sientes ningún tipo de culpa o arrepentimiento por las personas que ya no están presentes? ─preguntó la adolescente, con una lágrima resbalando por su mejilla.
Virginia guardó silencio. Era consciente que asesinar a alguien no fue para nada correcto, pero no estaba segura de sí exactamente sentía culpa.
─¿Debería hacerlo? ─inquiere Virginia mirándola con incredulidad.
─¿Acaso a alguien le importó el infierno por el que yo tuve que pasar? ─cuestionó la abogada.
Virginia llevaba tantos años sintiendo resentimiento, que las demás emociones parecían confusas.
Audrey la miró fijamente, frunciendo el ceño con confusión.
─¿De qué estás hablando? ¿Qué es eso tan terrible que tuviste que pasar? ─preguntó, con incredulidad y algo de frustración.
Virginia soltó un largo suspiro, dejando la taza de café sobre la mesa con un gesto lento. Sus brazos se cruzaron mientras bajaba la mirada, como si pesara mil veces lo que estaba a punto de decir.
─Nunca pensé que tendría que volver a hablar de esto, pero considerando que tienes tantas preguntas… tal vez sea hora de que lo sepas ─dijo, haciendo una pausa que parecía interminable.
Virginia levantó la cabeza, enfrentando los ojos de su hija, resignada a hablar.
─Yo era una pogue ─confesó la abogada finalmente, su voz parecía reflejar algo de tristeza y vergüenza.
Audrey mira a su madre con sorpresa e incluso con algo de desconfiada, ¿acaso era cierto lo que ella le acababa de confesar? ¿La gran y exitosa, abogada y madre Virginia Thornton no era más que otra pogue que se había vuelto rica?.
Virginia deja de mirar a su hija y vuelve a tomar otro trago de su amargo café. Era consciente de que lo que acaba de confesar abriría nuevamente la historia de su pasado, pero estaba dispuesta a contarsela a su hija.
Tal vez de esa manera podría tener algo de comprensión por sus acciones o incluso podría salvarla de terminar exactamente con la vida que ella solía tener a su edad.
¿Qué pensamos de la confesión de Virginia, lo veían venir?
Voten y comenten que les pareció esté capítulo, ya que me motiva mucho a actualizar 🤍 ✨
No se olviden de seguirme en tiktok: petrovaswift.wp donde suelo estar bastante activa, adelantar escenas y responder sus preguntas respecto a la historias mías.
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