SEVENTEEN

GIЯL STAЯK

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𝐍𝐀𝐑𝐑𝐀 𝐀𝐑𝐈𝐀

Al día siguiente tanto Ned como yo acompañamos a Peter al despacho de dirección manteniéndonos a la espera fuera mientras ambos hablaban.

Peter había puesto al corriente a Ned esa misma mañana cuando estábamos en nuestras taquillas. No iba a negar que estaba decaído, pero se le veía mejor de lo que pensaba.

-¿Te han expulsado?- le preguntó Ned a Peter en cuanto este último salió del despacho.- ¿Tienes que ir a ese instituto en el que el director lleva una ballesta?

-Es una leyendo urbana y no, no me han expulsado- su voz era más grave debido al bajón que tenía.

-Qué suerte tienes- añadió Ned justo cuando Peter conectó su mirada con la mía.

Intenté animarlo sonriéndole, pero él solo me devolvió una tímida sonrisa, pero sabía que intentaba que fuera lo más sincera posible.

Estuve observándolo detenidamente durante los siguientes días. Supe que no se había saltado ninguna detención gracias a Michelle quien me enseñó un dibujo que hizo de él durante una de ellas.

Me entristeció el dibujo, ya que consistía en la cara de Peter, pero deprimido y con una nube sobre su cabeza. No quería que ese fuera el sentimiento que trasmitía Peter.

También vi cómo se centraba más en sus estudios y se mostró participativo en la clase, pero de forma voluntaria no porque le preguntaran.

-A quien madruga Dios le ayuda- respondió después de alzar la mano.

-Un buen refrán Sr. Parker- le contestó el profesor a lo que él sonrió orgulloso.

Mientras yo me sentaba en una de las sillas, apartada de ellos, ya que sus cosas de Star Wars no me interesaban, vi como acaban de construir la estrella de la muerte, o al menos creo que se llama así.

Ned le cedió el honor de poner al muñeco lego en lo alto. Después de colocarlo hicieron su típico saludo mientras yo los observaba de reojo mientras hacía ver que estaba mirando mi móvil.

Podríamos decir que Peter pasó de ser el nerd con un secreto que lo distraía, pero por una buena causa, a pasar a ser un chico nerd normal y corriente, lo cual me gustaba y a la vez no.

Noté que había perdido su esencia, gran parte de su ser como era la empatía, la cual le hacía cada tarde salir a ayudar por el bien de los ciudadanos. Esa parte muy importante de él.

Me alegraba que las cosas de su verdadera identidad, la de Peter, estuvieran bien. Que las cosas que antes podía ser que estuvieran decayendo, pues ahora mejorarán. Pero lo que no me gustaba es que la otra parte se hubiese esfumado.

Ahora me encontraba en mi taquilla haciendo el último cambio de libros del día, justo cuando mi móvil vuelve a vibrar. Lo había dejado dentro de la taquilla mientras cogía un libro por lo que tenía una vista perfecta de la pantalla.

Era de nuevo mi tío intentando ponerse en contacto conmigo. Lo llevaba intentando desde lo ocurrido en el Ferry, una semana atrás, pero desistí a sus llamadas negándome completamente a saber de él.

No me había venido a visitar en meses y ni siquiera se molestaba en contestar mis llamadas ni en llamar aunque fuera una vez al mes. Y ahora quería volver a contactar conmigo como si nada hubiera pasado, y no le daría ese privilegio.

Corté la llamada siendo consciente de que en un futuro eso me podría traer consecuencias. En gran parte me daba igual, ya que no le había contestado ninguna de sus llamadas desde hace una semana y no había pasado nada al respecto.

Justo en el momento en el que el teléfono dejó de moverse, la taquilla a un par de la mía se abrió por una persona la cual reconocía. Durante estos días había intentado no sacar temas en referente a Spider-Man, Queens y mucho menos a mi tío, con tal de que él no estuviera peor.

Ni siquiera le conté sobre las llamadas de mi tío y mi afinación por ignorarlas. Quería alejarlo de Tony y que su mente se tranquilizase y no se torturase. No quería que se sintiera peor de lo que estaba intentando ocultar.

Me sorprendió mucho cuando no me comentó nada de la supuesta "chica Iron-Man" que lo ayudó en el Ferry, por lo que le decidí preguntar al ver algunas fotos en internet. Él simplemente me dijo que seguramente la envió mi tío para ayudarlo mientras él llegaba.

No quise darle más importancia al tema con tal de no delatarme, por lo que le di la razón y ahí finalizó la conversación sobre todo lo ocurrido en ese Ferry y en todo ese día en general.

-Hey, Pete- le llamé desde mi taquilla. Asomó la cabeza por detrás de la puerta antes de contestarme.

-Hola, Aria- me dijo con una leve sonrisa para después volver a la tarea de sacar libros.

Cerré mi taquilla y me acerqué a la suya. Conectó su mirada con la mía en cuanto cerró su taquilla. Le intenté trasmitir, con la mirada, que me tenía ahí para lo que fuera. Solo esperé que lo captara.

-¿Vamos?- me preguntó mientras empezaba a caminar por el pasillo.

-Sí- dije alcanzándolo.

Esa última clase la teníamos juntos por lo que al llegar nos sentamos uno al lado del otro. En otra ocasión Peter estaría deseando que la clase pasara a toda velocidad, sin prestar atención, y así salir a poder hacer su deber como Spider-Man. Pero esa vez no ocurrió.

Al acabar la clase volvimos a la taquilla a dejar y coger por última vez algún que otro libro. Mi móvil volvió a vibrar y no le di tiempo a que sonara ni dos segundos, cuando colgué.

Cuando acabamos ambos cerramos la taquilla y salimos juntos del instituto. El camino de regreso se volvió más silencioso, ya que antes podían ser tres escenas distintas a esta.

La primera era que Peter se fuera con su doble identidad y yo tuviera que encubrirle pasando rato en otro sitio. La segunda lo mismo, pero en vez de irme por algún lugar, me iba a casa. Y por último, que no se iba como Spider-Man, pero durante el camino me hablaba sobre lo que había hecho, lo cual escuchaba con atención.

Antes de salir de instituto, como costumbre, le puse volumen a mi teléfono. Fue más bien un hábito involuntario, lo que me jugó una mala pasada en ese regreso a casa.

Mi teléfono sonó una vez captando la atención de Peter, pero colgué rápidamente con la excusa de que era un número desconocido, seguramente de alguna compañía. Mi mentira se fue al traste cuando sonó dos veces más.

-Cógelo, a lo mejor no es de una compañía y es importante- me dijo a lo que yo negué con la cabeza.

-No, no lo creo- dije mientras cortaba la llamada intentando que él no viera el nombre en la pantalla.

-¿Por qué me da a mí que no es un número desconocido?- me miró detenidamente como si me estuviera presionando, pero no lo estaba haciendo. Solté un suspiro antes de contestar.

-Es mi tío- mi respuesta hizo que Peter se sorprendiera un poco a la vez que se ponía nervioso, pero intentó mantener la compostura.

-¿Y por qué no se lo coges?

-No ha estado pendiente de mí en meses, ahora no tiene el derecho de buscarme- le dije recordando todos esos momentos en los que intenté contactar con él.

-A lo mejor es importante- dijo cuando estábamos llegando al edificio.

-Lo dudo. Si fuera importante hubiera mandado alguien a buscarme.

-O a lo mejor solo quieres hablar contigo- añadió mientras sacaba las llaves del apartamento.

-Pues si no me hizo caso en los meses que yo lo busqué, ahora no tiene ninguna razón para hacerlo- con mi comentario se finalizó la conversación.

Subimos en ascensor en silencio y caminamos hacia la puerta. Peter fue quien la abrió, ya que él había sacado las llaves y yo no. Me dejó pasar a mí primero y después pasó él.

Ambos dejamos las mochilas en la entrada antes de adentrarnos al salón a través de la cocina. Al llegar a dicha sala paré en seco al igual que Peter a mi lado.

No pude ver su expresión al verlo ahí, ya que mis ojos estaban clavados en el hombre, pero sí conseguí oír su nuez en cuanto trago con pesadez.

¿Qué coño hacía aquí? Bueno la respuesta era más que obvia. Se había cansado de llamarme y que no le contestara por lo que vino a buscarme. Eso sí, no se lo pondría tan fácil.

-¿Qué haces aquí?- le pregunté seca y directa.

-Ni siquiera me saludas, qué sobrina más cariñosa me ha tocado- dijo en su típico tono irónico.

-Pues lo igual de cariñoso que eres tú- contraataqué.

-Aria, el Sr. Stark me ha dicho que ha intentado hablar contigo, pero que no respondías sus llamadas- me explicó tía May poniéndose de pie, ya que era la única que estaba sentada.

-Eso me resulta familiar- dije para después hacer una mueca pensativa.- ¿A ti no, Tony?- le dije mostrando mi enfado.

Vi como su mirada se oscurecía y es que odiaba que yo lo llamara por su nombre a secas cuando siempre le llamaba tío o a lo mucho tío Tony.

-Tenemos que hablar- dijo serio ignorando mi pregunta por la cual sonreí al ver su reacción.

-Pues mira tú que ahora no quiero- dije mientras comenzaba a caminar hacia mi habitación.

-¡Aria Stark!- gritó mi tío lo que me hizo parar en seco. Tomé una respiración profunda antes de girarme.- Quiero hablar contigo.

-Y yo lo he querido durante meses- le dije manteniendo mi cara firme y neutra aunque por dentro tenía ganas de gritar.- A veces no se consigue lo que uno quiere.

Me di media vuelta y entré en mi habitación cerrando de un portazo y poniendo el pestillo. Me tiré sobre la cama boca abajo hundiendo mi cara en la almohada para ahogar un grito en ella.

Me sentía mal porque tía May y Peter hubieran tenido que presenciar esa escena, pero no iba a ceder fácilmente. No cuando no se lo merecía.

Unos golpes en la puerta me hicieron sacar la cabeza de la almohada y rodar para quedar boca arriba. Por lo débiles que habían sido los golpes supuse que no había sido mi tío, quien, en ese caso, hubiera aporreado la puerta.

-No sé quién eres, pero vete- dije molesta, elevando la voz.

-Soy Peter, déjame pasar- dijo este desde detrás.

Estaba demasiado mosqueada como para abrirle, básicamente porque no quería pagar con él el enfado con Tony.

-Va, Aria, abre- insistió con voz calmada, pero yo me mantuve en silencio.- Anda, deja entrar a Spidey, por fa.

Utilizó un tono de voz más cursi que seguro que pensó que no funcionaría. Lo que él no sabía es que muchos de sus actos me hacían perder el control de mis sentimientos, y con ello sucumbir.

Me levanté a regañadientes mientras me insultaba a mí misma por perder el control por él. Quité el pestillo, el cual provocó un ruido, y volví a tirarme boca abajo en la cama.

Él entendió el sonido como un permiso para entrar por lo que no tardó mucho en aparecer, aunque no lo veía. Escuché cómo cerró la puerta, pero no le volvió a poner el pestillo por lo que intervine.

-Ponle el pestillo- dije como pude, ya que mi cara estaba hundida en la almohada.

-Aria- dijo en desacuerdo.

-Hazlo o nuestra conversación se acaba aquí- mentí.

Sabía que aunque no lo hiciera él continuaría hablando y yo, que cada vez perdía más el control a su lado, no podría ignorarlo y acabaría cediendo a su conversación.

En el momento en el que escuché el pestillo me alegré de que creyera que la conversación no sucedería si no lo hacía, porque significaba que no se había dado cuenta de lo que produce en mí.

-Deberías hablar con él- me dijo después de sentir la cama hundirse a mi lado, por lo que supe que se sentó.

-¿Y darle el gusto? No, gracias- le dije mientras me daba la vuelta para que me escuchara mejor.

-Aria- me recriminó a lo que yo bufé.- Solo quiere hablar contigo.

-Y yo he querido lo mismo desde hace meses y no me ha hecho ni puto caso- dije sentándome y mirándola enfadada.

-Pero...

-¡Pero nada, joder!

Ahí estábamos, Peter sentado en la cama y yo de pie descargando mi enfado en él como no quería que pasara y que al final sucedió.

-Lo siento- dije mientras me volvía a sentar a su lado.- No quiero pagarla contigo.

-Lo sé.

-No puedo concederle el placer de conseguir lo que quiere- le comencé a decir.- Sería darle pie a que lo vuelva a hacer. A que vuelva a no hacerme caso y que después venga y yo le haga caso como si no pasara nada porque no me hiciera caso en meses.

Peter no dijo nada solo me miró y me escuchó mientras dejaba que desahogara todo el enfado pero no en él, sino al aire y con palabras.

-Lo que más me jode es que te llamara dos veces y una de ellas además fuera contigo. Que lo estuviera de verdad, no solo la armadura- continúe.

Peter me había explicado todo lo que ocurrió el día que le quitó el traje incluyendo la llamada y su conversación en lo alto del edificio.

-Pero después para mí no está disponible ni para una llamada- concluí.

-Lo ha estado todos estos días que te ha llamado- dijo después de unos segundos en silencio.

-Después de ignorarme.

Desvió la mirada y yo hice lo mismo centrándola en el suelo delante de mí. Nos envolvió un silencio, pero no era incómodo.

-Es la única familia que te queda Aria- murmuró captando mi mirada, pero la suya seguía perdida.- No malgasté el tiempo porque no sabrás cuando ese tiempo se acabe.

Dijo todo eso con un deje de nostalgia y sabía perfectamente en quien, o mejor dicho en quienes, estaba pensando. Eso me hizo pensar en los míos y que si hubiese sabido que el tiempo se acabaría pronto lo hubiera aprovechado más.

-Aunque sea hazlo por mí- añadió levantando, por fin, su mirada y conectándola con la mía.

Lo observé durante unos segundos a esos precisos ojos castaños que reflejaban nostalgia y súplica. Solté un suspiro pesado antes de hablar.

-Está bien- murmuré apartando la mirada.

-Gracias.

Sin decir una palabra más nos levantamos y él quitó el pestillo para posteriormente abrir la puerta y dejarme pasar a mi primero.

Al llegar a la sala captamos la mirada de los dos adultos. La mirada de May era confusa, pero intentaba transmitirme seguridad. En cambio, la mirada de mi tío reflejaba todo su enfado.

Le devolví la mirada esperando que notara la frialdad de mis actos. Estuvimos unos segundos conectando los ojos hasta al fin hablé.

-Está bien, hablemos- le dije firme mientras me dirigía a las escaleras de incendios.

No le dejé decir nada cuando ya me encontraba subiendo las escaleras hasta llegar a la azotea. Aunque no dijese nada sabía que me había seguido.

Al llegar arriba no me di la vuelta, pero supe que había llegado en cuanto escuché sus últimos pasos. Mi rostro reflejaba mi enfado y no iba a intentar ocultarlo.

-¿De qué coñ...?- me callé, ya que sabía que si decía esa palabra me reprendería.- ¿De qué quieres hablar?- reformulé mientras me giraba.

-Cambia ese tono ahora mismo, jovencita- me dijo firme a lo que yo puse los ojos en blanco.

-Te mereces este tono.

-Aria- dijo con firmeza.

-¿Me vas a decir de qué quieres hablar o me largo?- le pregunté ignorando su advertencia.

-Solo quería hablar contigo.

-Y yo lo he querido desde hace tiempo, pero estabas demasiado ocupado- le dije con tono irónico en las dos últimas palabras.

-Lo estaba.

-No para llamar dos veces a Peter y acudir cuando tenía un problema, pero sí para coger la llamada de tu sobrina- le recriminé.

-Eso no significa que no me haya preocupado por ti también- me dijo serio.

-Ya, ya lo sé. Sé que me tienes controlada, pero no de la forma que deberías- le comenté e hice una pequeña pausa.- Sé que May te escribe una vez a la semana, o mínimo una vez al mes para explicarte como estoy.*

*Sé que tienes un rastreador en mi móvil y a saber que más. Pero no deberías saber de mí de esa forma. Así no es como un tío se preocupa por una sobrina.*

-Tienes razón, pero he estado demasiado ocupado.

-No creo que tanto como para no contestar una de los millones de llamadas que te he hecho- dije con decepción.

Mi semblante se aflojó y el suyo también. Aún estaba molesta con él, pero ahora estaba más decepcionada que enfadada.

-Intentaré llamarte una vez al mes- me dijo.

-Eso dijiste cuando me dejaste aquí.

-Esta vez te lo prometo.

-No hagas promesas que no puedes cumplir- ataqué.

Ambos nos quedamos en silencio analizando las palabras que nos acabábamos de dirigir y el rencor, decepción y enfado que había en ellas. Más por mi parte que por la suya.

-No venía solo por eso- añadió de repente cambiando de tema, lo cual agradecí.

-¿Para qué más?- le pregunté mientras volvía a hacer contacto visual con él.

De su bolsillo de la chaqueta del traje sacó una clase de tarjeta electrónica la cual puso encima del borde del edificio. De esta salió reflejada la imagen de mi armadura en el Ferry de la semana pasada.

-Eres Iron-Girl- afirmó.

No lo estaba preguntado, lo estaba afirmando. Me acerqué a dicha imagen, por ende me estaba acercando a él también.

-¿Iron-Girl?- pregunté haciéndome la desentendida.- Ni siquiera sabía que se llamaba así. Peter me dijo que era una armadura enviada por ti.

-Sabes que no es una armadura de hombre- me recalcó mientras yo observaba la imagen.

-Podría ser un prototipo que hiciste para mí que enviaste en lo que tú tardabas en llegar- me inventé aunque sabía que estaba tentado mucho a la suerte.

-Sería una buena hipótesis si no fuera porque yo no la construí- confesó.

-Pues alguien te ha robado la idea- medio bromeé.

-¿Tal vez tú?

-¿Yo? Ja, te equivocas- dije lo más creíble posible.- Como si tuviera tiempo y material.

-Lo mismo pensé yo por lo que decidí hacer un escáner a ver si la armadura me daba alguna pista- me explicó a lo que apareció otra imagen en la tarjeta eléctrica.

Esa vez se veía la imagen de mi armadura como si fuera un prototipo. De él se podía observar cada detalle junto con un pequeño análisis de sus funciones.

-Busqué algo que me acercara a la persona que estaba dentro- siguió explicando.- Tal vez una marca en una de las piezas o algún número de serie.

-¿Y encontraste algo?- le pregunté haciéndome la desinteresada, pero por dentro tenía miedo de que su respuesta me involucrara.

-La verdad es que no- me respondió a lo que solté un suspiro de alivio.- Pero me fijé en el reactor. Bastante malo, pero bueno para una principiante. Eso me ayudó a saber que eras tú.

-¿Yo? Ya te he dicho que...

-Tu marca- me interrumpió.

-¿Qué?- pregunté sin entender.

-Debajo del reactor pusiste tu marca personal- me explicó.- Desde pequeña lo haces. Cuando construías pequeñas piezas de mis armaduras e incluso en tus proyectos de clase. Siempre pones tu marca, pero la pones muy pequeña.

-¿Mi marca?

-Aha. Ahí mismo- dijo mientras agrandó la imagen del pecho de la armadura y ahí la vi, debajo del reactor.

(Esa es la marca de Aria. Pero en sus proyectos la hace más pequeña)

Siempre dejaba esa marca en mis proyectos, pero nunca pensé que eso podría llegar a delatarme. Aunque ahora que lo pensaba era una forma muy fácil y tonta de que me descubriera.

-Vale, sí. Soy yo- confesé.

-Eso ya lo sabía- dijo con egocentrismo.

-¿Me la vas a quitar?- pregunté con miedo.

-No, no has hecho nada malo- eso me sorprendió y me alivio a la vez.- Pero ten cuidado.

-Sí- dije con una leve sonrisa.

-¿Cuántas veces la has usado?

-Solo dos veces. La primera cuando seguí a Peter hasta que se hundió en el lago. Iba a salvarle yo, pero "tú" te me adelantaste- le dije haciendo comillas con los dedos.- Y la otra vez en el Ferry.

-¿Por qué no lo has utilizado más?

-Porque solo la utilizo para ayudar a Spider-Man, pero ahora él tampoco está.

-¿Por qué no la utilizas sola?

-Sería suplantar a Spider-Man y Peter ha trabajado muy duro para llegar a donde ha llegado en Queens. No quiero remplazarlo.

-No lo remplazarías.

-Me da igual, no quiero y punto- le dije firme a lo que él asintió.

-No le quité el traje porque fues...- empezó a explicarme pero lo interrumpí.

-Ya sé por qué se lo quitaste. Una parte de mí está molesta contigo por eso- hice una pequeña pausa para aclarar cómo iba a seguir.- Peter no es el mismo. Está apagado y eso me duele.

-Aria...

-Pero sé que lo has hecho por una razón- volví a interrumpirlo.- Sé que tus actos siempre tienen un motivo detrás.

-Lo tiene- sentenció.

Ambos nos quedamos callados y vi como se volvía a guardar la tarjeta en el bolsillo del traje por lo que supuse que nuestra charla había terminado.

-¿Hemos acabado de hablar?- le pregunté.

-Sí- dijo y miró su reloj.- Debería irme tengo una reunión en media hora.

-Está bien- dije aún un poco molesta por lo de las llamadas, pero no iba a sacar el tema otra vez.

Cuando me acerqué a la escalera de incendio para volver a bajar paré en seco y me giré a verlo seriamente. Él me observaba con una ceja alzada ante mi acción.

-Espero que el motivo valga la pena- le dije firme.

-Eso depende de Peter- me contestó con seguridad.

-Más vale que no salga herido de esto- le dije con firmeza.- Porque si no será culpa tuya.

Me giré nada más decir eso y comencé a bajar las escaleras. No escuché sus pasos a mi espalda hasta unos segundos después.

Peter se había convertido en una persona demasiado importante para mí, y no controlaría la ira que tendría si le llega a pasar algo. Y mucho menos si mi tío fuera el culpable de ello.

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