Shotaimen

Día 1: Primer encuentro

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Giyū Tomioka observó con gran detenimiento la lápida que tenía enfrente, con las letras grabadas en la roca, remarcando un nombre que conocía perfectamente y que justo ahora, luego de varios meses de despertar de aquella pelea que determinó el destino de la humanidad, le hacía tanta falta pronunciar.

En ocasiones juraba haber escuchado aquella voz dulce pronunciar su nombre.

"Tomioka-san"

Su pecho se presionaba con fuerza, sintiendo la culpa de no haber llegado para poder salvarla. Como no había salvado a su hermana, por su debilidad Shinobu Kochō había muerto. Un hecho que a pesar hasta ahora no podía asimilar.

Solía venir de vez en cuando a verla, en completo silencio, mientras los recuerdos que ahora parecían lejanos lo atormentaban. Ahora podía permitirse sentir más, ya que sus pecados y sus frustraciones existentes por los demonios habían desaparecido. Pero ante la calma que siguió, solo podía añorar violentamente su presencia.

Por qué quedaron muchas cosas por decir y por sentir, cosas que pensó que debía haberle dicho al pilar del insecto, cosas que ahora mismo lo hundían en sus pensamientos. Sentimientos que arrullaban dolorosamente su pecho.

Si tan solo se hubieran conocido de forma distinta, en un mundo donde los demonios no existieran, si tan solo su primer encuentro hubiera sido en otro instante, las cosas hubieran sido diferente.

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Shinobu se reincorporó hasta quedar de pie dejando salir un suspiro pesado de entre sus labios. El sol se alzaba con imponencia en el cielo azul que se alzaba por toda la inmensidad. Las aves transitaban por el espacio aéreo con semillas o granos que habían tomado del cultivo.

El cultivo de su padre, un terreno donde cultivaban arroz y que era su método para mantenerse con vida en el periodo donde se encontraban. Japón estaba sumergido en el Sengoku jidai, un conflicto militar entre varios clanes pertenecientes a Japón. Su padre había sido llamado para combatir en el campo, provocando su muerte a los pocos meses de partir. Dejando atrás a sus dos hijas y un gran terreno de arroz.

Ante aquella noticia las hermanas Kochō con el duelo presente, tuvieron que entrar a los campos de arroz para poder mantenerse con vida. Era un trabajo bastante pesado pero ambas hermanas se esforzaban y lograban vender los cultivos a los pueblos colindantes. Sin embargo los enfrentamientos se estaban acercando hacia esa área, por lo que cada vez era más difícil poder vender sus productos. Aun así seguían yendo a cultivar día con día.

Tomioka Giyū era un comerciante que iba de pueblo en pueblo para poder conseguir los productos que otras personas pagaban grandes cantidades por conseguir. Le ofrecían más dinero si se encontraban en los poblados con conflictos, ya que introducir los productos hasta ahí era muy complicado. Ahora mismo se movía por aquel poblado al escuchar de buenas fuentes que había plantaciones de arroz y que una familia tenía grandes cantidades para comercializar. Las había encontrado al entrar al pueblo, a dos hermanas, debido a las similitudes de sus rostros, inclinadas recolectadas.

Una en particular con las puntas de su cabello moradas y su rostro contraído en una mueca llamó su atención. Parecía bastante absorta en lo que hacía que no se daba cuenta lo que acontecía a su alrededor. Y como un par de hombres, soldados por lo que percibió en sus vestimentas, se acercaban hasta donde estaban.

La pequeña mujer se dio cuenta cuando ya lo tenían alado, demandando algo con gran imposición y seguros de lo que aquella ropa podía otorgarles. La chica había sonreído con ironía y sarcasmo, negando tajantemente. Eso realmente no les gustó a los hombres que momentos antes parecían de un estupendo humor por la bebida.

La expresión de los hombres se iba tornando más oscura y violenta mientras la chica parecía hablar más. Todo parecía empeorar cada vez más.

―No, no estamos interesadas y menos a salir con alguien como ustedes.

Los hombres apestaban a alcohol y sus ropas estaban por completo sucias. Supuestamente por que volvían del campo y buscaban un poco de diversión.

El hombre que parecía el líder se acercó con el rostro retraído hasta la menor de las hermanas, se acercó lo suficiente para tomar violentamente el brazo de Shinobu. Kanae se acercó asustada por la sucesión de hechos, su hermana jamás se quedaba callada ante esos momentos, lo cual a veces solía complicar un poco las cosas por su forma directa de expresarse.

―No te estoy preguntando.

Shinobu levantó una ceja con ironía, con cierta petulancia en su rostro.

―Ara, ara, nunca me iría con un hombre tan repugnante.

Tal frase llevó al límite a aquel soldado quien levantó la mano dispuesto a darle una lección a aquella mujer y demostrar que su único sentido era el de complacer. Su mano fue detenida cuando estuvo cerca de estrellar la mano en el rostro femenino.

Miró hacia atrás encontrando la cara indiferente de un hombre quien sujetaba con fuerza su brazo, tanto que lo hizo farfullar de dolor.

―Suéltame bastardo.

―Suéltala a ella primero.

El hombre obedeció, dejando libre a la chica que en ningún momento había dejado su sonrisa irónica, decidida a recibir un golpe como tal con tal de defenderse, algo que era muy curioso para Tomioka.

Un enfrentamiento de miradas empezó por parte de Tomioka y del otro hombre. Giyū en ningún momento pareció dudar o estar temeroso ante algo como eso. Y al cabo de un instante el soldado volteó a ver a la chica.

―Me iré cuando me des lo que me pertenece.

Shinobu sonrió y sin más tomó la canasta que tenía a su lado y la lanzó, estrellándola en el suelo.

―Ahí está, puedes recogerla desde el suelo.

El soldado simplemente maldijo entre dientes mientras miraba al hombre que había auxiliado a ambas mujeres y sin más se alejaron con una mirada de que posiblemente iban a volver para cobrar los desaires que esas mujeres les habían dado.

―Gracias por la ayuda. ―Habló Kanae mientras se inclinaba agradeciendo al hombre que las había ido a ayudar.

El simplemente las miro a ambas sin decir nada en particular, siempre era un hombre de pocas palabras, a menos que fueran relevantes.

―No necesitábamos tu ayuda ―Soltó la chica de los ojos purpuras con determinación.

―No lo dudo.

Era bastante dura considerando su tamaño, apariencia delicada y que eran gente de ese pequeño pueblo, sin nada que destacar. Sus orbes purpuras destellaban intensos, vivos y feroces. Tal vez aún estaba agitada por el enfrenamiento con aquellos soldados que pensaban que podían aprovecharse solo por pertenecer al combate.

―He venido para hacer un trato con ustedes.

Un trato que podría beneficiarlos a ambos. Él necesitaba grandes cantidades de arroz para comercializar a las zonas de guerra y ellas podrían vender su mercancía sin problema, obteniendo el dinero necesario para tener una vida digna.

Tomioka observó a la chica sonreírle cuando escuchó su negociación y sujetó su pequeña mano para ayudarla a subir de donde estaban los cultivos. La calidez de su mano, su alma fuerte y esa sonrisa dulce convenció al comerciante en cerrar aquel trato sin titubear.

Por qué a fin de cuentas ese era un extra que él se llevaba, el poder volver a aquella mujer de orbes purpuras, un beneficio sin igual. Y tal vez con esa cercanía podría conocerla más allá de solo observarla a la lejanía. Como había estado haciendo desde que había llegado al poblado horas antes. Había algo en particular con esta chica que hacía que sus ojos azules oscuros se fijaran en ella una y otra vez sin poder evitarlo.

Aunque había un riesgo con todo esto, tal vez al final Tomioka quisiera quedarse ahí con ella.

Si, tal vez en una era como esa las cosas hubieran sido muy diferentes.

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N/A:¡Hola! he decidido participar en el Giyushino week 2022, dando inicio a este reto de una semana. Decidí participar en cada uno de los días, por lo que me verán bastante activa estos días por aqui. Espero puedan seguir cada uno de los One-shot que iré publicando cada día y si les gusta dejen sus comentarios.

Sobre esta historia decidí ir un poco más atras de la historia general, unos 300 años antes, planteando la posibilidad de que ellos se conocieron por primera vez en esa Era y que cada determinado tiempo estan destinados a encontrarse una y otra vez.

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