Final.
— Estoy muy nerviosa.
Literalmente a Sunmi le temblaban las piernas y a Yoongi no le podía parecer más tierno. Ella lo miró enojada y le soltó un golpe, sin mucha fuerza pues su cuerpo seguía en trance. El pelinegro simplemente rió y se aventuró a darle un abrazo seguido de depositarle un beso en la frente.
— Cariño, tranquila.— Dio un besito más.— Ella te va amar.
— ¿Cómo estás tan seguro?
— Porque uno, eres la mejor chica del planeta. Dos, muere por conocerte.
Sunmi apretó los labios y dio un gran suspiro. Seguía sin poder creer que se encontraban en Daegu, en el pórtico de la casa de los padres de Yoongi y con él muy emocionado. Sí, estaba que se la comía la ansiedad, sin embargo, realmente apreciaba que Yoongi quería presentarle a sus padres y que él estaba realmente feliz y emocionado. Esta era sin duda la acción más sincera de Yoongi en su relación con Sunmi y ella sabía que no había sido nada fácil para él, pues Yoongi era una persona muy reservada y los asuntos familiares y personales se los guardaba para él mismo.
— Muy bien.— Dio una gran bocana de aire.— Estoy lista.— Y tocó el timbre de la puerta.
— ¿Qué haces?— Se burló él.— Es mi casa, recuerda.— Dijo con arrogancia y giró la perilla.— ¡Estoy en casa!
Yoongi la invitó a pasar, ambos se quitaron los zapatos y los dejaron en el estante. Sunmi de verdad que no dejaba de temblar, Yoongi buscó su mano y la entrelazó con la suya, dio un ligero apretón para transmitirle un poco de confianza, Sunmi le dedicó una pequeña sonrisa pero cuando pasos se escucharon provenientes de las escaleras, se sobresaltó.
— Hola, ma.— Yoongi saludó.
Sin embargo, el pelinegro fue completamente ignorado, su madre fue directo a Sunmi.
— ¡Tú eres Sunmi!— Embozó una cálida sonrisa y sin más preámbulos le dio un abrazó. A Sunmi la tomó por sorpresa, sin embargo, lentamente soltó la mano de Yoongi y abrazó de vuelta a su madre. Su perfume olía muy bien y como si su calidez fuera mágica, los nervios fueron cesando.— Eres hermosa, cielo. No puedo creer que Yoongi te conquistara.
— Primero me ignoras y ahora me atacas. Yo también te extrañé, mamá.
Sunmi rió por lo bajo y poco a poco se separó.
— Mucho gusto, señora Min.— Dijo e hizo una reverencia.
— Por favor, no me digas así.— Pidió ella.— Soy tu suegra.
Sunmi se sonrojó y asintió. Poco a poco sintiendo más confianza, miró a Yoongi y éste sonreía a lo grande, eso le dio más valor a Sun.
— ¡Hola, mamá!— Dijo otra vez.
— Ah, hola hijo.— Dijo como si nada, ella y Sunmi rieron.— Vamos a la cocina, seguro tienen hambre por el viaje en auto. Empezaré a preparar la cena.
La pareja la siguió hasta la cocina y tomaron asiento en la barra donde Yoongi siempre se quedaba viendo como su madre cocinaba. Nunca le ayudó, pero por lo menos ella tenía compañía. Era una costumbre que tenía desde que era niño.
— ¿Y dónde está el viejo y mi hermano?
— Tu padre tiene una reunión, llegará en cualquier momento. Tu hermano está fuera de la ciudad.
— Ya veo...— Estaba nervioso por cómo se comportaría su padre con Sunmi presente, esperaba que no se repitiera el enfrentamiento que tuvieron en su última visita.
— Sunmi, ¿sabes cocinar?
— Uhm, pues ahora que vivo sola lo he intentado.— Confesó con una sonrisa tímida.— Pero sinceramente no soy muy buena.
— Ven aquí, te enseñaré algunos trucos.— Hizo un ademán con la cabeza.— Estás a punto de aprender de la mejor.
Sunmi sonrió, ahora entendía la personalidad de Yoongi. Saltó del banquillo, tomó su cabello en una coleta, se lavó las manos y se puso el mandil que la señora Min le dio. Estaba emocionada.
Yoongi mientras buscaba un canal deportivo en la televisión que estaba colgada en la pared. Estaba concentrado en ambas cosas: el partido de béisbol y en su chica y su madre. Un calor se esparcía en su pecho y supo que estaba muy feliz por la interacción que esas dos estaban estableciendo.
Su madre le decía cómo hacer las cosas y Sunmi sin temor alguno las ejecutaba. Siempre fue una chica de rápido aprendizaje. Mientras preparaban la cena, mantenían conversaciones triviales para conocerse la una a la otra, ambas apreciaban las mismas acciones de Yoongi, como también reprochaban otras. Yoongi pudo notar que Sun ya no sentía el nerviosismo de cuando llegó, además estaba muy feliz y emocionada por estar cocinando con su suegra.
— Cariño, ven a probar esto.— Sunmi le habló a Yoongi.
Él se acercó y probó el arroz frito que había preparado. Estaba realmente delicioso y en el punto de cocción perfecto. Sunmi la miraba con ojos brillosos en espera de su reacción.
— Está muy rico, Sun.— La chica sonrió a lo grande, Yoongi ahora fue al estofado en el que su madre estaba concentrada.— ¿Qué tenemos por acá?
— No lo pruebes.— Su madre le dio un golpe en su traviesa mano que buscaba un cubierto para tener una probada.— Aún no está listo.
— Como sea, seguiré comiendo del delicioso arroz de Sunmi.
— No, no lo harás. Sólo fue un bocado.— Yoongi hizo un puchero.— Sin duda aprendí de la mejor.
La mamá de Yoongi se giró a verla y le sonrió.
— Algún día los visitaré en Seúl y te enseñaré más recetas.
— ¡Eso me parece perfecto!
Yoongi siguió lloriqueando pues moría de hambre y quería más, por eso mismo su chica y su madre lo mandaron a que se siente de nuevo.
— Estoy en casa.— Se escuchó desde la puerta, las tres personas en la cocina se giraron a ver la puerta.— ¿Yoongi ya está en casa?
— Aquí estoy, viejo.— Dijo Yoongi un poco alto para que su padre lo escuchara.
El señor Min apareció por la puerta, una pequeña sonrisa en su rostro lo que le pareció poco común a Yoongi. Miró a su madre y supo que ella había tenida una buena charla con él. Bueno, ahora podía estar un poco más tranquilo, su padre se comportaría, así que él también lo haría.
— Mucho gusto, señor Min.— Sunmi fue la primera en hablar, el padre de Yoongi sonrió a lo grande.— Mi nombre es Park Sunmi.
— Así que tú eres la famosa Sunmi.— Reconoció él.— Mucho gusto.
No dijo más, eso había sido suficiente para ambos, además en la cena habría más tiempo para charlar.
El señor Min se sentó al lado de su hijo.
— Veo que vinieron en tu auto, ¿cómo estuvo el viaje?
Yoongi sonrió, era inusual que su padre se comportara así con él y le estaba gustando. Claro, sus diferencias tenían que ser habladas, pero ese día la fiesta se llevaría en paz.
— Cansado, pero estuvo bien.
*
La cena había estado deliciosa. Yoongi de verdad estaba disfrutando de ese momento; Sunmi y su mamá se llevaban de maravilla y a su padre le había agradado. Duraron buen rato charlando de la escuela de Medicina, Sunmi se inspiraba cuando hablaba de lo que amaba y el padre de Sunmi era atento con todo lo que la chica le platicaba.
Después de la cena, como toda madre lo hacía, la señora Min sacó los álbumes de fotos. Había deseado por mucho tiempo compartirlo con la primera novia de Yoongi y aunque Sunmi no fue su primer novia, fue la primera en visitar la casa de los Min. Sunmi y su madre morían de ternura con algunas fotos y con otras reían, Yoongi les pedía que pararan, era un momento vergonzoso para él.
— Es tarde para que vuelvan a Seúl hoy.— Dijo su padre.— Deberían pasar la noche aquí y mañana partir.
— Sí, quédense esta noche.— Alentó la señora Min.
— Está bien.— Yoongi asintió.— En ese caso, vamos Sun.
— ¿Adónde?
— Iremos a dar una vuelta por la ciudad.
— Pero...— Sunmi miró a su suegra, estaba teniendo muy buena convivencia con ella.
— Vayan.— Dijo ella.— Daegu es muy bonito lugar también.
No pudieron negarse. Yoongi fue rápido por un balón de baloncesto, Sunmi tomó su bolso, se despidieron y salieron de la casa. Un lindo cielo estrellado adornaba la noche de Daegu, subieron al auto y la primera parada que tuvieron fueron las canchas de baloncesto.
— ¿Quieres perder un 1 contra 1?— Se burló Sunmi. Ella apenas sabía rebotar el balón, Yoongi era casi un profesional en ese deporte.
— Como si eso fuese posible, cariño.
Sunmi sonrió y fue a sentarse a las gradas, lo observaría hacer lo suyo.
— Sabes, estoy realmente feliz de estar aquí y haber conocido a tus padres.— Confesó mientras miraba como Yoongi metía canastas de 3 puntos con demasiada facilidad.— No sé por qué estaba tan nerviosa.
— Te lo dije.
Pasaron un rato más en la cacha, Sunmi echándole porras como si Yoongi tuviera un partido real. Él estaba divertido y eso mismo lo motivaba a jugar con más ganas, a su vez narraba un juego ficticio, cuando declaró su victoria final Sunmi corrió a él, Yoongi la recibió con los brazos abiertos. Terminaron muertos de la risa.
Lo siguiente que hicieron después de las canchas de baloncesto fue ir a una calle concurrida de la ciudad, había artistas ambulantes y muchos puestos de comida. A Sunmi le gustaba escuchar el dialecto de las personas de Daegu y notó que Yoongi también lo aplicaba de vez en cuando y sin pensarlo. Eso era sexy.
Cuando volvieron a casa, alrededor de las 10 de la noche, los padres de Yoongi se encontraban en la sala, cada uno leyendo un libro.
— Volvimos.— Anunció Sunmi con una sonrisa.— Daegu de verdad es muy bonito.
— Me alegra que te gustara la ciudad, linda.— Dijo la señora Min.— Preparé la habitación de Yoongi, pueden ir a dormir cuando quieran.
— ¿Dormiremos en la misma habitación?— Preguntó apenada, la madre de Yoongi rió.
— Ya son adultos cariño, además la habitación de huéspedes ahora es una bodega. No te preocupes.
— Anda, vamos.— Yoongi dijo.— Muero del cansancio.
Ambos se despidieron y fueron a la habitación.
Sunmi sonrió al verla, varios afiches de basquetbolistas y pintado de un azul muy oscuro, además olía a la colonia que Yoongi usaba.
— Linda habitación.
— No juzgues, no ha cambiado nada desde que me fui a Seúl.
Yoongi le prestó una pijama a Sunmi la cual le quedaba grande pero era mejor eso a dormir incómoda en sus jeans. Sin perder más tiempo se metieron bajó las matas, Yoongi fue rápido y se acurrucó con ella, no decían palabra alguna, disfrutaban del silencio y la compañía.
— Gracias, Yoongi.
— ¿Gracias por qué, cariño?— Preguntó acompañado con una risita, el agradecido ahí era él.
— Por enseñarme este lado de tu historia, de verdad gracias por tenerme la confianza.
Yoongi la miró y aprovechó para darle un beso.
— Gracias a ti, Sun. Gracias por quererme a mí y a lo que soy.
*
El delicioso olor del desayuno hizo que Yoongi abriera los ojos y para su sorpresa, Sunmi ya no estaba recostada con él.
Arrastró su cuerpo fuera de la cama y con lentitud salió de su habitación, cuando bajaba las escaleras pudo escuchar las risas de Sunmi y su madre. Supo que eso era lo que quería en su vida para siempre.
Asomó su cabeza por la puerta de la cocina, las dos mujeres no se dieron cuenta que él estaba ahí pues estaban absorbidas en su platica. Yoongi fue directo a su madre y la abrazó.
— Buenos días, ma.— Saludó y después fue con Sunmi y le dio un beso.— Buenos días, cariño.
— Buenos días, Yoongi.— Dijeron ambas al unísono acompañado de una risa. El pelinegro fue a sentarse a la barra.
— ¿Dormiste bien, hijo?
— Sí. Extrañaba mi cama, insisto que es el mejor colchón de la casa.— Sonrió.— ¿Qué hay para desayunar?
La mamá de Yoongi y Sunmi se habían lucido; habían preparado un desayuno americano, se veía igual que el de las películas y el saber era espectacular. Yoongi ahora entendía a su padre, siempre fue una persona seria y malhumorada, pero cuando era hora de sentarse en la mesa comer lo que su mujer había preparado parecía otra persona.
En los planes de Yoongi sin duda estaba el abrirle a su madre un restaurante en un futuro.
Después del desayuno, Sunmi y Yoongi se prepararon para partir pues era un viaje de seis horas de vuelta a Seúl y él aún iba a hacer una parada en el camino. La noche anterior, Sun había aprovechado y se compró ropa para poder ducharse, Yoongi de todas maneras tenía algo de sus prendas viejas en su habitación. Cada uno tomó un baño, guardaron sus pertenencias en sus mochilas y algunos presentes que la señora Min les había obsequiado.
Yoongi se encontraba subiendo todo al maletero del Charger, Sunmi se despedía de sus padres.
— Es hora.— Yoongi se acercó.
Sunmi se separó del abrazo que estaba sosteniendo con la mamá de Yoongi.
— Gracias por recibirnos.— Les dedicó una cálida sonrisa.— Espero que pronto vayan de visita a Seúl.
— Sin duda lo haremos.— Aseguró el señor Min.— Que tengan buen viaje.
Yoongi se despidió de sus padres, de su papá fue algo incómodo pero hizo lo mejor que pudo, mientras tanto de su madre no se quería separar. Estaba muy agradecido por el recibimiento y aprobación que le habían dado a Sunmi.
— Es hora, cariño.— Dijo Yoongi a la vez que encendía el motor. Sunmi sacudía su mano.
— ¡Hasta luego!
Yoongi le dedicó el último vistazo a sus padres y lentamente fue avanzando, hasta por fin estar por las calles de Daegu, dirigiéndose sin ningún preámbulo a la autopista. Sunmi le cambiaba a las canciones que no le gustaban y las que sí las cantaba en voz baja, Yoongi sonriendo todo ese tiempo.
— Yoongi.— Llamó ella, estaba confundida.— Estás yéndote por el camino equivocado.
El camino en ese punto se dividía en dos, el cartel de la izquierda indicaba que era la autopista a Seúl y el cartel de la derecha la autopista a Ulsan. Yoongi se dirigía a Ulsan.
— No, no lo hago, Sunmi.
Ella hizo una mueca, lo miraba para conseguir alguna explicación pero no lo logró. Volvió a sentarse de manera correcta y estiró sus pies para colocarlos arriba del tablero. Sería un viaje mucho más largo por lo que dormiría para acortarlo.
Después de un par de horas de sueño, se despertó por culpa de que la música estaba muy alta en el equipo de sonido. Abrió sus ojos lentamente, teniendo la vista borrosa pero aún así lista para pelear con Yoongi por el escándalo que tenía, sin embargo, cuando logró reconocer aquella canción, la cual era SICKO MODE de Travis Scott, y vio cómo Yoongi la disfrutaba al volante mejor se quedó en silencio y lo observó teniendo su momento.
A Yoongi le encantaba esa canción sin duda.
— No bajes el volumen.— Intervino Sunmi cuando la reciente acabó.— Esa me gusta a mí.
Era LOVE de Kendrick Lamar.
— Cariño, despertaste...
Sunmi sonrió y negó la cabeza incrédula pero divertida a la vez. Él había estado muy inspirado en su canción.
— ¿Ya casi llegamos a donde sea que estamos yendo?
Yoongi hizo un ademán con la cabeza, indicándole que mirara por la ventana. Desde que despertó Sunmi sólo había tenido sus ojos sobre Yoongi, podía estar así todo el día. Yoongi estaba presente y lo demás desaparecía.
El mar azul fue lo primero que notó Sunmi, reincorporándose en el asiento y con una gran sonrisa siguió con la vista en el agua. Le gustaba mucho la playa, ella nació en Seúl y toda su vida estuvo ahí, era una chica de ciudad y por eso mismo es que le encantaban los escenarios naturales que la ciudad no brindaba.
Era una playa muy linda. El mar de un azul hermoso y la arena limpia, sin nada de contaminación. Conforme iban adentrándose al pueblo, Sunmi estaba fascinada con la fachada de éste, muy pintoresco, ni parecía que fuese un lugar de Corea. En el puerto se encontraban algunos barcos y por la arena niños jugando, familias disfrutando del día y parejas teniendo placenteras caminatas.
— ¿Qué es este lugar, Yoongi?
— Es un pueblo costero de la provincia de Ulsan.— Explicó.— Solía escaparme de la escuela y venir aquí con mis amigos.
Sunmi sonrió pues ella también lo haría si tuviera tan hermoso lugar a dos horas de distancia. Conocer el pasado e historia de Yoongi de verdad que la estaba conmoviendo y no podía dejar de pensar en la idea de que haberlo conocido por aquellos años hubiera sido muy divertido y seguro hubieran tenido un lindo amor adolescente.
Pararon en punto de la playa donde no había personas, sólo una gran roca situada en la arena. Yoongi le indicó a Sun que bajara del auto, ya afuera él la tomó de la mano y comenzaron a caminar. La brisa del mar era agradable, el clima estaba perfecto.
— Pensé que no te gustaba la playa.— Sunmi ya estaba sentada en aquella roca.
— No me gusta.— Confirmó con una sonrisa.— Pero me gustaba escaparme de la escuela, es por eso que le tengo cariño a este lugar.
— Es muy lindo.
— Lo es.— Yoongi se recargó a su lado.— Quería que lo conocieras.
Sunmi sonrió y se inclinó para depositarle un beso en la mejilla.
— ¿Por qué?
— Porque de los pocos lugares que recuerdo que me traen paz y sólo recuerdos bonitos, éste es el primero.— Sonrió.— Quería que fueras parte de esas memorias también.
— Eres el mejor, ¿lo sabías?
Yoongi dejó salir una delicada risa y asintió.
— La verdad que sí.— Dijo, Sunmi rió también.— Ven aquí.
La pelinegra saltó de la roca, aterrizando en la arena. Yoongi cogió rápido su mano y tiró de su cuerpo, capturándola entre sus brazos. Sunmi fue rápida y lo abrazó. Se quedaron así juntos un largo tiempo, la brisa del mar era reconfortante, el clima era un cálido acogedor y la compañía sin duda era lo mejor.
Sunmi no sabía cuándo volverían a Seúl, tampoco quería preguntar pues estaba pasándola bien en aquella tranquila playa. Hace rato, ella y Yoongi se habían quitado los zapatos, los dejaron en la roca, se subieron un poco los jeans y se fueron a caminar a la orilla del mar, tomados de la mano. No charlaban, las miradas que se dedicaban de vez en cuando lo decían todo.
— Cariño...— Yoongi fue el primero en hablar en todo ese tiempo. Sunmi lo miró expectante.— Sé que no somos de los que se dejan llevar por las normas sociales o esa mierda. Pero— Hizo una gran pausa.—, siento que esto es algo que debo de hacer.
— Yoongi me asustas.
El pelinegro negó con la cabeza mientras sonreía, se acercó a ella y depositó un dulce beso en su frente. Justo después conectó su vista con la de Sunmi, la chica sin pensarlo sonrió.
Yoongi era su lugar feliz, sin duda.
— Sunmi, ¿quieres ser mi novia?
Las mejillas de Sunmi se pusieron rojas, las mariposas volaron por todo su interior y no sabía por qué, pero tenía ganas de llorar y sus ojos estaban brillando por las lágrimas que se asomaban.
El chico que amaba se le estaba declarando en el playa con un cielo hermoso. Sí, tal vez la Sunmi adulta no se dejaba llevar por las reglas sociales y el buen visto de la gente, pero sin duda esta era la fantasía de la Sunmi chiquilla adolescente. Y en ese momento sentía que esa chica era la que estaba presente.
Sin decir palabra alguna, asintió repetidas veces con la cabeza y le dio un beso a Yoongi en los labios.
Estaban frente a frente, sus manos entrelazadas sin querer soltarse nunca.
— ¡Sí, Yoongi! Claro que quiero ser tu novia, maldición.
Yoongi sonrió a lo grande y se inclinó para darle otro beso y aprovechó para limpiarle las delicadas lágrimas de Sunmi con un par de caricias.
— ¿Por qué lloras, cariño?— Preguntó divertido, pero a la vez con las mismas ganas de hacerlo.
— Porque estoy feliz.— Dijo y sin avisar lo abrazó.— Y porque soy la novia de Min Yoongi.
— ¡Ahh, mierda!— Dijo Yoongi cuando sintió una lágrima asomarse por su ojo derecho.— ¡Basta, voy a llorar también!
Sunmi empezó a reír y poco a poco se fue separando de él. Sus manos seguían juntas, Yoongi dio un ligero apretón y aprovechó para dar el siguiente paso. Lentamente fue poniéndose en una rodilla, Sunmi dejó de sonreír y abrió su boca sorprendida. ¿Qué mierda? El chico empezó a rebuscar entre los bolsillos de sus jeans y de uno de estos sacó una pequeña caja negra aterciopelada, el cuerpo de Sunmi se congeló.
— Min Yoongi... A caso tú— Lo miraba desconcertada.— ¡¿planeas pedirme matrimonio justo después de pedirme ser tu novia?!
— Cariño...
— ¡Sólo llevábamos como 2 minutos en nuestra relación! ¡¿Estás demente?!
— ¡Sun!— Yoongi alzo su voz para que ella saliera de su trance.— No voy a pedirte matrimonio... hoy.
— Entonces...
Yoongi abrió la cajita y en efecto en el interior se encontraba un bello y delicado anillo dorado con delicados cristales incrustados, era muy bello.
— Esto es un anillo de promesa.— Aclaró él, tomando con sutilesa la mano de Sunmi y le colocó el anillo.— Y te lo doy porque a partir de este momento prometo estar a tu lado para cuidarte y amarte como nadie más lo ha hecho.— Sonrió.— Park Sunmi, eres lo mejor que me ha pasado en la vida y no quiero perderte nunca más.
Sunmi se puso de rodillas también y tomó el rostro de Yoongi entre sus manos, se acercó para darle un beso.
— Nunca me perdiste, Yoongi.— Dijo ella.— Y nunca lo vas a hacer. Te amo.
*
Ya iban de regreso a Seúl, Sunmi sin despegar los ojos de su hermoso anillo ni de Yoongi, se turnaba para ver entre el anillo y su chico. Ese había sido el mejor día de su vida.
No podía esperar llegar a casa y hacerle un broma pesada a todos sus amigos sobre el anillo. Hoseok seguro lloraría.
Miro a Yoongi de nuevo, él sonreía mientras conducía tranquilo, Sunmi se estiró para darle un beso en la mejilla.
— Cariño.— Llamó él.
— ¿Qué pasa?
— Y si de verdad te hubiera propuesto matrimonio...— Yoongi quitó la vista del camino y la miró directo a los ojos.— ¿Cuál hubiera sido tu respuesta?
Sunmi sonrió y se encogió de hombros. Tanto él como ella sabían la respuesta.
— Que sí.
Fin.
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