¿San Valentín? ¿Quién es esa perra? c:
Catorce de febrero, sonrió mientras miraba el techo, a su lado dormía plácidamente su pequeño pelirrojo, sentía la suave piel rozar con la suya, deliciosa noche que no podría olvidar, por ahora tenía que preocuparse por febrero.
Quitó a su esposo sin despertarlo y bajó rápidamente para ordenar todo, era una casa grande y tardaría un buen tiempo pero lo lograría, aún era de madrugada, unos cuantos corazones por aquí, por haya, por cualquier lado habían serpentinas.
Se acercó a la cocina y puso a hacer una gelatina, con trozos de gelatina en medio, vino tinto con fruta para la noche y un poco de Whisky en la tarde. Tardó no más de dos horas, no decoró todo, es decir, todavía faltaba la noche y aquello sería genial. Solo no debía acercarse a la alberca o el cuarto o cualquier otra habitación, debía mantenerlo ocupado todo el día.
O no.
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Nathanaël despertó un tanto confundido, el calor corporal de su esposo no estaba, se talló los ojos y escuchó la puerta abrirse para dejar ver a Adrien, se acercó, beso sus labios y lo jaló consigo, aún sin despertar del todo, bajó junto a él para ir a la cocina.
Estaban dos platos servidos, decorados con pequeñas salchichas en forma de corazón y uno de otro platillo japonés. El menor sonrió y se sentó junto a su esposo.
Comieron en un silencio cálido, pequeñas miradas confidentes de un gran día, uno que otro roce entre sus manos y sonrisas. Era un silencio cálido que no podían reemplazar.
Adrien hizo que Nathanaël se vistiese para salir, se bañaron juntos, y aunque Adrien esperaba que el contacto empezara en la noche, no lo logro, aún sabiendo sus propios planes toqueteó a su pelirrojo todo el rato.
Nathanaël no tenía ni la menor idea de que sucedía, pero le gustaba.
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Vagaron por Lyon, visitando uno que otro lugar, para nada eran lugares de enamorados, recordaba sus paseos por París eran frecuentes y geniales, ahora debían alejarse de esa zona o los matarían. Buenos recuerdos.
Comieron cerca de ahí, un restaurante lujoso, decorado de tonos rosas y rojos, corazones, serpentinas, confetis, adornos que colgaban del techo, que horrible.
Adrien le dió al mesero la botella de Whisky y comieron en medio de una conversación, hablaban de cualquier cosa, cosas tontas que no importaba que sucediera siempre y cuando al final del día pudieran volver a su casa y disfrutar la noche juntos.
Lo llevó al cine para ver una película de acción, la sala estaba completamente vacía, todos habían decidido ver películas románticas.
Punto número uno: Si quieres privacidad con tu pareja, que no sean contemporáneos, no, lo clásico no funciona.
Le metió mano hasta donde podía, besándose en los asientos del cine, Adrien pasaba su mano por debajo del pantalón de Nathanaël y tocaba, sus manos ardían por tenerlo a su control pero resistió el intento.
-Ngg...
Quiso parar, debía hacerlo si no esperaba arruinar la sorpresa de la noche, pero no podía hacerlo.
Terminó simplemente estimulandolo hasta el clímax y lo sacó de ahí, lo llevó a casa, le urgía terminar con aquello de una vez por todas.
Entró y mandó a Nathanaël a cambiarse, no podían tener su ropa manchada de semen en aquella ocasión, una vez, ambos se veían presentables, Adrien un traje negro con un moño en el cuello y Nathanaël con un traje medio plateado, sin absolutamente nada en el cuello, solamente le estorbaba para después.
Lo llevó a la terraza, encendió las velas y sirvió la comida, carne con el vino tinto, fruta, un platillo de entrada y luego platicaron.
Una charla erótica y cínica, dobles sentidos y aquella excitación que recorría sus sentidos. Adrien detuvo el primer beso de Nathanaël, lo jaló consigo, Dios, amaba ese poder que ejercía sobre Nathanaël para lograr sus acometidos.
Bajaron hasta llegar a la alberca, el menor casi se desmaya, en la superficie del agua, pétalos de rosas, eran demasiados colores pero la mayoría eran rojas, se tapó la boca de la impresión.
Adrien tomó su cintura y desabrochó su cinturón, lo empezó a desnudar lentamente para seguir el mismo con su propia ropa, lo dejó en ropa interior.
Tomó su manos para empezar a bajar las escaleras y jalarlo consigo, metiéndose lentamente y profundizando. El agua estaba tibia, ni muy caliente ni muy fría.
Tomó las caderas de Nathanaël para flotar juntos, sus miradas se conectaban, el pelirrojo rodeo el cuello del rubio y se acercó para besarlo, un suave beso que llenaba sus sentidos, hundiéndose lentamente, un espectáculo debajo del agua.
Demonios, era una gran día. Adrien aprovechó la vulnerabilidad de Nath y besó su cuello, besos fogosos que quemaban al contacto.
-Adrien...
Metió una mano debajo de la ropa interior, acariciando la suave piel de sus nalgas y facilitando la entrada de su dedo en la menor.
Nathanaël gimió, dejando que el contacto se esparciera, esperando que algo más sucediese conforme su esposo tomaba el control, respiró, contuvo el oxígeno mientras sentía aquellos dos dedos moverse en su interior.
-Nathanaël... Te amo...
El pelirrojo volvió a sus labios, Adrien no decía muchas veces cuanto lo amaba, pero lo demostraba. Ahogó un gemido en sus labios cuando Adrien se deshizo de su ropa interior para abrir sus piernas, se aferró a su cadera mientras entraba, jaló sus cabellos.
El rubio sostuvo sus nalgas y terminó de entrar en su interior.
-Yo también te amo Adrien...
Sonrió con satisfacción, pequeñas embestidas que daba contra su pelirrojo, ahogaba sus gemidos o se acercaba a él para susurrar su nombre.
-Nathanaël...
Paso dos: Lo contemporáneo no sirve, busca algo más que solo rosas, se original.
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Aún cuando pude rechazarte aquel día, decidí mantenerte entre mis brazos y volar a tu lado.
Grandes momentos, inolvidables, eróticos y sencillos momentos que pasamos juntos son los que llevaré a la muerte.
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