Días Buenos

El tiempo paso, la bipolaridad del más alto de los esqueletos atormentaba a Sans, habían días buenos y malos, pero hoy no era un día bueno, el cuerpo del más pequeño era estrellado violentamente contra la pared de su habitación.

Papyrus totalmente enfurecido entro a la habitación de su hermano que dormía en su cama, sin ninguna misericordia lo despojo de las pocas ropas que tenía, apretando su cuello con fuerza, penetró al más pequeño sin ninguna piedad, cada embestida más fuerte que la anterior, Sans por su parte algo aturdido y mareado por la falta de aire disfrutaba sentir la virilidad de su hermano dentro suyo, lo amaba y más tras cada embestida, la falta de aire solo hacia que su excitación aumentara provocando que se corra antes que su hermano.

¿QUIÉN TE DIJO QUE PODÍAS CORRERTE ANTES QUE YO ESTÚPIDA RATA RASTRERA? — grito mientras lanzaba el cuerpo de su hermano mayor hacía la pared.

P... perdón... j... jefee — pronunciaba Sans, tratando de levantarse mientras veía de reojo como su hermano se acercaba de forma amenazante.

TÚ PEQUEÑA MIERDA, LEVÁNTATE DE UNA PUTA VEZ QUE AUN NO HE TERMINADO.

Sans aturdido sintió como su cuerpo era elevado, la situación lo excitaba de sobremanera, algo que su hermano notó al ver el miembro del pequeño, esto lo enfureció aún más, sin dudarlo introdujo su miembro en la cuenca del ojo izquierdo de su hermano, ocasionando en este una gran dolor.

Jefe noooooo, en mi boca, metalo a mi boca por favor — suplicaba Sans mientras que con sus manos intentaba librarse del fuerte agarre del que era sometido, no le gustaba nada esa situación, pero no tenía la fuerza para luchar, despues de unos minutos, al ver que su hermano lo ignoraba por completo dejo de resistirse, quedando a total disposición de este, el incesante vaivén al que era sometido le producía gran dolor, al cabo de un rato perdio la consciencia.

Papyrus, al ver que su hermano ya no reaccionaba se detuvo, había logrado su objetivo, triunfante depósito el pequeño y maltratado cuerpo sobre la cama, el cuerpo desnudo de Sans yacía inerte boca abajo, Papyrus se acosto a su lado — tú... huesos flojos — dijo con una sonrisa.

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