Capitulo 4

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La pequeña rubia abre los ojos lentamente al sentir la claridad golpear por su rostro.

Una fuerte resaca golpea su cabeza cuando intenta moverla, haciéndola soltar un quejido.

-Esta viva- Escucha a una voz masculina hablar.

Confundida, Alexa abre los ojos por completo para encontrarse con unos azules ojos, mirándola con diversión.

-¿No crees que estas un poco mayor para desahogar tus penas en alcohol?

-¿Que haces aquí?- Dice la pelirrubia confundida.

-Bueno... yo vivo aquí.

Aun mas confundida, Alexa mira por lo que parecía ser una habitación completamente extraña.

-¿Donde estoy?- Pregunta asustada.

-Bueno, en mi apartamento.

-¿Y porque estoy aquí?

Finn iba a hablar pero una voz femenina lo interrumpe.

-Déjala en paz niño.s

Al oír la grave voz femenina, Alexa recuerda todos los sucesos pasados la noche anterior y se golpea mentalmente por actuar tan irresponsablemente.

-Tranquila cariño, estas a salvo en mi habitación- Dice Becky sentándose en su cama al lado de la rubia y pasándole una taza -Es un té.

-Gracias- Alexa dice casi inaudible.

Una constante mirada la incomoda mientras trata de dar su primer sobro al té.

-¿Quieres dejar de mirarme?- La pelirrubia se dirige al Irlandés.

El ojiazul levanta las manos en son de paz y hace su camino fuera de la habitación.

La adorable risa de Becky es apenas escuchada.

-Puede ser un niño inmaduro a veces- Dice la Irlandesa, disculpándose por el comportamiento de su mejor amigo.

-Lo se, estoy acostumbrada... lo siento.

-¿Porque te disculpas cariño?

-¿Que por que? Debí haber sido un dolor de cabeza, me conozco cuando estoy ebria... a de mas, dijiste que este era tu habitación lo que significa que seguro habrás dormido en algún lugar incomodo por mi culpa... y ademas estas...

-Hey Lexi, respira- Dice Becky tratando de no reír -A decir verdad fuiste muy callada... solo vomitaste una vez... en los pantalones de Finn.

-¿En serio?

-Si.

-Bueno, no me siento mal.

Becky vuelve a reír -Y sobre dormir en algún lugar incomodo, eso se lo dejo a Finn, me dio su habitación y él se quedo en el sofá-cama.

-De verdad, no me siento para nada mal.

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Nicole pasa ligeramente su lápiz por la hoja blanca, creando curvas en esta.

La castaña para de dibujar y da un sorbo a su vino, que esta bien camuflado dentro de un pote de café color blanco, ya que no la dejaban tomar en hora de trabajo.

Nicole adoraba el vino, el buen vino y tenia un muy buen gusto en ellos, la gemela mayor trabajaba mucho mejor con un poco de vino y es por eso que decidió llevarlo a su trabajo esa mañana.

La Inglesa de piel pálida le había caído muy bien y quería dar su mejor esfuerzo en crear algo fresco para ella.

-Disculpa- Una grabe voz masculina hace que la gemela mayor se tensara.

Con un poco de temor, Nicole eleva su mirada para encontrarse con el duro rostro del novio de su jefa.

-Si Señor- Contesta amablemente.

-Quisiera saber si Alicia esta en su oficina, no responde a mis llamadas.

-Lo siento, ella tuvo que ir a algún lado, no dijo donde.

Nicole lo mira detenidamente, el hombre había fruncido el ceño y mirado al pequeño pasillo que conducía a la oficina de su jefa. La castaña se había percatado que traía un bote de café en sus manos.

Como siempre- Piensa la fémina.

-Bueno, eso explica por que todos están muy tranquilos- Dice el hombre sonriendo y dirigiendo su mirada a ella.

Nicole le sonríe de vuelta.

-Bueno- El hombre deja el café en el escritorio de la castaña -Ya que ella no esta aquí y no me gusta el café, es todo suyo.

Nicole iba a hablar, pero es interrumpida.

-No es lo que estas tomando pero creo que puede servirte mas tarde... nos vemos Nicole.

El fornido hombre gira para salir de la oficina de ambas secretarias.

Una pequeña sonrisa se dibuja en los labios de la gemela mayor y no es capaz de quitar sus ojos de aquel hombre hasta que lo pierde de vista.

-Wow, eso fue intenso- Dice su compañera de trabajo sonriendo mientras agita sus manos para darse aire.

-Cállate Lana- Dice la castaña riendo por lo bajo.

Yo siempre atendería las llamadas de ese hombre- Piensa Nicole.

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La rubia mujer se mira una vez en el espejo, llevaba puesto unos jeans ajustados, con una básica negra y una chaqueta verde. Simple.

Ese día se sentía con ganas de salir y que mejor forma que hacerlo con su nueva mejor amiga y primo preferido.

Su teléfono suena indicádole que habían mensajes nuevos, rápidamente la pelirrubia los abre y los lee.

Lo siento, reina malvada quiere hacer un almuerzo familiar, te lo recompensare mañana, lo prometo Mella.
-Paige.

Carmella suelta un suspiro y se mira una vez mas al espejo.

Bueno, ya estoy vestida- Piensa la pelirrubia.

En menos de cinco minutos, la fémina se encontraba en el mismo bar que solía frecuentar por las noches, cuando los recuerdos invadían su mente o cuando no tenia nada mejor que hacer.

Como siempre se dirigió directamente a la barra tomando el menú que encontró en una de las mesas entre sus manos para luego comenzar a leerlo.

Rápidamente frunce el ceño ante el menú.

-¿Porque todo lo que veo es café?- Se dice a ella misma.

-Es porque es un Café-Bar- Dice una masculina voz.

Carmella levanta la mirada para encontrarse con un pálido hombre de cabello naranja.

-¿Un que?

-Un Café-Bar, café de día, bar de noche.

Carmella parpadea varias veces ante las palabras del hombre que al juzgar por la vestimenta y el echo de que se encontrara del otro lado de la barra, trabajase ahí.

-¿Tienen tocino?- Carmella pregunta tímida.

El pálido hombre sonríe divertido.

-Si, creo que vi un poco esta mañana.

La rubia suelta un suspiro de alivio -Muchas gracias.

El hombre asiente con la cabeza y se retira.

La tarde de Carmella no había sido nada parecido a lo que ella se esperaba, comer tocino con café como almuerzo no estaba en sus planes, tampoco el quedarse toda la tarde chequeando su teléfono en la espera en que alguien la necesite.

La rubia suelta un suspiro de cansancio.

-¿Aun aquí?

La pelirrubia levanta la mirada para encontrarse con unos penetrantes ojos negros.

El hombre la miraba con diversión, no que no este acostumbrada, la mayor parte de su vida había sido calificada como la divertida del grupo.

Pero Carmella podía jurar que lo había visto antes.

-¿Te conozco?- Pregunta la rubia.

-Eso creo- Dice el hombre -Una vez te aparte de un desagradable sujeto.

Y con eso, rápidamente lo recordó.

Carmella sintió sus mejillas arder al mismo tiempo en que sus manos comenzaban a sudar.

-Dios- Susurra para ella misma -Tengo que irme- Se excusa rápidamente.

-Espera- Dice el hombre saliendo de detrás de la barra.

Logra alcanzar a Carmella y la toma ligeramente de la muñeca.

La rubia se gira para encararlo, asustada por su repentino acto.

-Lo siento- Dice aquel hombre soltándola -Quisiera saber tu nombre.

Carmella sentía que debía salir corriendo en ese preciso momento, su cuerpo y mente le decían que no podía quedarse mucho tiempo cerca de ese hombre.

La rubia abre y cierra la boca sin saber que decir.

-¡Mella!- La pelirrubia suelta un suspiro de alivio, no tiene que girar para saber de quien es esa voz.

-Lo siento, tengo que irme- La fémina sale prácticamente corriendo del lugar.

Aquel hombre queda plantado en su lugar, viendo como aquella rubia que había robado su atención desde la primera vez, rodeaba sus brazos alrededor de una pálida mujer de cabello negro.

-¿Todo bien fella?

-Si, solo una distracción- Dice el hombre a su compañero de trabajo.

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