Capítulo 4
Caminaba por el bosque dirigiéndome al mismo lugar de ayer. Mire el gran cartelón prohibiéndome el paso a la cual ignore por completo. El silbido se volvió a escuchar a lo lejos, saco mi móvil grabando el silbido para obtener pruebas.
Había conseguido la cabaña de ayer, por fuera seguía igual de intacta. Me pongo delante de la puerta tocando tres veces y lo único que pude escuchar fue el sonido de un piano de madera. La melodía era hermosa, tocaba con una tranquilidad que la misma música entraba a tus adentros dejándote hipnotizada con ella.
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Cerré mis ojos escuchando aquella melodía, no lo quería interrumpir en lo absoluto. Hasta que paro de tocar. Abrí mis ojos viendo como el chico vestía con ropas blancas y detalles grises, su piel no era tan blanca como la nieve y su cabello marrón claro. Desde la mucha distancia que teníamos se podía notar que su respiración era un poco agitada. Saque mi cámara decidida a obtener una fotografía a mi colección, esta vez provocando que no tuviera el resplandor de ella encendida.
Tiro la fotografía
Me escondo de inmediato a la nada yo haber estornudado. El chico rápidamente se voltea a mirar, sus ojos eran negros y afinados, su nariz era larga pero pequeña a su mediana forma y sus labios eran finos con un color rosa pastel.
Una lagrima cayo por su mejilla mientras se volteaba otra vez a tocar el piano. Me levanto saliendo de mi escondite caminando a paso lento hacia él. No lo conocía, pero el hecho de verlo en el medio de la nada tocando un piano mientras lloraba me preocupaba un poco con sinceridad. Estaba detrás de él viendo sus manos como tocaban cada tecla temblando, estaba tenso y se le notaba mucho.
La puerta principal que había dejado abierta había cerrado de un solo portazo gracias a la gran ventilada que dio de la nada. Coloco mi mano encima de su hombro conectando miradas. Su mano agarro la mía con fuerza, encontrándome ahora sentada en la gran banca de madera frente al piano sola con mis manos encima de los teclados. Me quedo mirando a mis manos pequeñas sin saber qué hacer, las iba apartar cuando unas manos se posaron encima de las mías, ellas poco a poco desaparecen como si estuviera funcionándose conmigo. Luego de los minutos mis manos se deslizaron en las mismas teclas presionando cuatro melodías a la vez.
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