« siete. »
七
Bajé del edificio y me oculté entre unos arbustos, Kisho había vuelto a su tamaño normal.
─. ¿Porque Neuhaus haría esto?
Kisho comenzó a olfatear algo, al igual que yo, Neuhaus estaba acercándose.
Junto al zorro, volví con los demás.
En el trayecto de vuelta a la residencia, no podía dejar de pensar en mí profesor de demonología. Era inquietante.
Entré a la residencia, todo estaba en completo silencio. Kisho caminaba a mi lado.
Me asomé para ver qué nadie este en el comedor, pero nada sale como lo planeo, por qué Okumura Yukio se encontraba ahí sentado, leyendo algo y con una taza a su lado.
─. Moriuchi Shizuka .─ me sobresalte y solté un pequeño chillido. Yukio me había descubierto.
─. Okumura-sensei .─ me mostré, colocando mis brazos firmes. Él se levantó de su asiento, caminó hasta quedar enfrente de mí y se cruzó de brazos.
─. Pudiste haber muerto .─ se le notaba molesto.
─. Si pero-
Me interrumpió.
─. ¿Pensabas enfrentar a ese naberius tú sola?
─. Eh, de hecho-
Otra vez me interrumpió. Fruncí levemente el entrecejo.
─. Me desobedeciste.
─. Lo lamento... No volverá a pasar .─ agaché mi cabeza.
Yukio soltó un suspiro y colocó su mano en mi hombro ─. ¿Estás herida? .─ ahora, de un momento a otro estaba preocupado.
Negué, mientras levantaba mi pulgar y sonreía. El igualmente sonrió.
─. Por cierto, deberías ponerte algo. Buenas noches, Moriuchi .─ alborotó mí cabello y se fue.
Tarde mucho en comprender a que se refería, hasta que caí en cuenta de que solo traía la camisa, y mi ropa interior. Me sonroje a más no poder, ¿Cómo se me ocurría aparecer así delante de un profesor?
Fuí por un vaso y vacíe agua en este, la cual bebí como si no hubiera un mañana. Lavé el vaso y lo deje secándose, después le di las buenas noches a Ukobach y me dirigí a mi habitación. Entré y lo primero que hice fue colocarme mi pijama. Un ronquido me sacó de mis pensamientos.
¿Jun? No, los ronquidos de él no son así.
¿Kisho? El seguía despierto.
Miré la otra cama.
Moriyama Shiemi se encontraba ahí, durmiendo plácidamente.
Esto tenía que ser una broma.
Salí enfurecida de mi habitación, para dirigirme a la de los Okumura.
Me importó muy poco la privacidad de ellos y entré sin tocar.
Mi vista se enfocó en Yukio, quien estaba en el escritorio con la luz prendida.
─. ¡Yukio! .─ le grité.
Se espantó y se levantó rápidamente, me quería reír, pero no era el momento adecuado para eso.
─. ¿¡Qué hace Shiemi en mi habitación!?
─. Ah, cierto, debí mencionartelo. Los compañeros de habitación fueron ordenados por orden de lista .─ echó sus lentes hacía atrás.
Fruncí mis labios.
No odiaba a Shiemi, simplemente había algo en ella que me sacaba de mis casillas.
─. Debí mencionartelo .─ imité su voz y toqué el puente de mi nariz ─. Cómo sea, buenas noches Yukio .─ salí de la habitación de ambos hermanos, para ir a la mía.
Una vez en el marco de la puerta de mi habitación, me giré para ver si Yukio no había cerrado la suya. Pero noté que estaba ahí, mirándome. Por lo que solo le saqué la lengua, el río y se despidió moviendo su mano de un lado a otro.
Cerré la puerta y ví a Shiemi durmiendo plácidamente. Fruncí el entrecejo.
No le di más vueltas al asunto y me tiré a la cama. Jun se acostó de mi lado izquierdo, mientras que Kisho estaba dormido justo a la altura de mis pies.
• • •
Me desperté antes que todos.
Traía ya puesto mi uniforme, con esa molesta falda, y por supuesto, también me había puesto esa gargantilla también preciada para mí. Tomé mi mochila y tome los primeros cuadernos que me encontré, no me tomé la molestia de revisar el calendario. Arranqué un pedazo de papel y escribí una nota para Yukio, en la cual le explicaría el porqué de mi ausencia durante algunas horas.
Me dirigí a la cocina con mucho cuidado, para evitar despertar a alguien.
Para mí suerte, Ukobach ya estaba despierto y se encontraba preparando el desayuno. Le dije "Buenos días", tomé una manzana y me preparé rápidamente un café.
Caminé con toda la tranquilidad del mundo por los pasillos, hasta que de repente escuché la voz de Daichi, había olvidado por completo que los demás también estaban aquí. Me oculté en una de las tantas habitaciones que había ahí, había demasiado polvo y las ganas de estornudar se hacían presentes.
Observé la ventana y no dudé ni un poco y la abrí, causando que está rechinara. Me quedé paralizada, pero al parecer, nadie había escuchado aquel ruido. Así que solamente salte por la ventana, cayendo de una forma perfecta.
Comencé a caminar en dirección a la Academia, el sol aún no salía, y hacía un poco de frío. Llegué a la fuente que me enamoro desde el día que la ví y me senté en una banca no muy lejos de ahí.
Los alumnos poco a poco iban llegando, algunos solos, otros acompañados. Yo solamente estaba escuchando música, hasta que finalmente llegó Neuhaus. Esperé a que este siguiera su camino, para así proceder con mi pequeña investigación.
En seguida reconocí el camino, de dirigía a la oficina de Mephisto. Sin embargo, Neuhaus me descubrió una sola vez, en la cuál tuve la suerte de decirle que iba al baño, pues estaba a un lado mío. De vez en cuando me mezclaba entre los grupos de alumnos que pasaban por ahí.
La campana sonó, y justo en ese instante, Neuhaus llegó a la oficina de Pheles.
Me apresuré y evité que la puerta se cerrara colocando un lápiz que con anterioridad había sacado de mi mochila.
─. Todo salió bien .─ Neuhaus tomó asiento, pues escuché la silla rechinar.
─. ¿Qué opinas de el? .─ Mephisto habló.
¿El?
─. Es fuerte, de eso no hay duda. Pero le falta más entrenamiento .─ Mephisto soltó una carcajada.
─. Por eso está aquí, el tiene un sueño que cumplir, pero yo tengo planeado usarlo como arma contra Satán. Además, quería informarle que un sucio kitsune intervino en mis planes, según el naberius. — tragué saliva.
¿Y si Mephisto me delataba?
—. ¿Un kitsune? Aquí no hay kitsunes.
—. Sé que hay uno, y me encargaré de matarlo. — Neuhaus sonaba muy serio.
—. Haz lo que tú quieras.
Me enfadó lo que dijo Mephisto. ¿En serio iba a dejar que Neuhaus me matara? Cerré mi puño con fuerza.
—. Me retiraré ahora.
Escuché la silla rechinar y en seguida quité el lápiz. Para mí suerte, había un gran ventanal cerca de ahí, estaba ya abierto así que me tiré por ahí, cayendo en unos arbustos que detuvieron mi caída.
Me gané unos cuantos raspones, pero no le tomé mucha importancia, pues dentro de unos cuantos segundos comenzarían a sanarse.
Me adentré entre los árboles. Y cuando encontré el lugar ideal, me acosté en el pasto.
Comencé a reflexionar lo que Neuhaus y Mephisto habían hablado.
Todo indicaba que el hijo de Satán estaba en mi salón de clases, y convivía con el diariamente. Muy probablemente, era mi amigo. Sin embargo, ¿Porque el hijo de Satán se haría exorcista?
Cerré mis ojos, inhale y exhale.
Abrí mis ojos con lentitud, mis heridas se habían curado ya. Me levanté del pasto y sacudí mi falda para quitar la tierra.
Solo había una respuesta a mi pregunta.
Y Mephisto Pheles la tenía.
Decidí saltarme (por segunda ocasión) las clases. Para mí fortuna, traía conmigo algunos yenes, con los que podría comprar algunas frituras.
Caminaba por las calles, sin preocupación alguna.
Cuando un idiota decidió tirarme mis frituras.
—. ¡Oye imbecil, ten más cuidado! .— grité enfurecida, girandome para mirar al culpable.
—. Heh. ¿El pequeño zorro está molesto? .— me miró sobre el hombro.
Un momento... ¿Zorro?
—. El único animal aquí eres tú, ahora ¡Págame las frituras! O mínimo disculpate.
En un descuido, el chico, de no más de 17 años, me acorraló contra la pared más cercana.
—. ¿Porque me disculparia con un demonio? .— abrí mis ojos como platos.
¿Lo sabe? No es posible, he sido muy cautelosa en cuanto a eso.
Fruncí el entrecejo.
—. ¿Tienes problemas mentales o algo por el estilo? .— le brindé un golpe en el estómago, haciendo que se retorciera y lo tomé por el cuello de su playera —. Ni se te ocurra aparecer enfrente de mí otra vez ¿Está claro, idiota? .—
—. Cómo digas, Shizuka .— me quedé helada.
¿Sabía mi nombre? ¿Cómo? ¿Porque?
—. Te noto un poco sorprendida.
—. Como sea, no te quiero ver jamás. Te cuidas. — me fuí de ahí, alejándome lo más posible de el.
No porque supiera mi nombre siendo un completo desconocido, si no, porque al momento de tomarlo por el cuello de su playera, logré tomar su billetera.
Era obvio que no iba a pagar las frituras por cuenta propia.
Había una identificación en la billetera color grisáceo. ¿Hiro Morisue? Qué nombre tan extraño.
No le di más importancia a su nombre y fuí a una tienda que estaba cerca a comprar algo para comer. Vi la hora, el descanso había comenzado.
Así que me las arreglé para entrar a mi aula sin ser notada. Todo iba de acuerdo al plan. Me senté en mi lugar y saqué una libreta en la cual anotaba la tarea que nos dejaban a lo largo del día, ahí, anoté lo que había escuchado de Neuhaus, lo que pasó la noche anterior y mis respectivas teorías. Escuchaba que mis demás compañeros de clase me saludaban, yo les respondía el saludo, aún escribiendo en mi libreta.
Daichi me abrazó sin siquiera avisarme, provocando que mi mano se moviera bruscamente y rayando gran parte de la hoja.
—. ¿¡Ves lo que causas!? .— me giré a verlo enfurecida.
— Lo siento, Shizu. ¿Porque no llegaste temprano?.—
—. Me sentía mal. .— respondí cortante.
Daichi comenzó a contarme lo que habíamos visto en clase. Le presté total atención.
Hasta que vi a Okumura Rin entrar.
Ahora el ojiazul tenía mi atención, me miró, y cuando lo hizo, me sonrió. Sentí algo extraño y le sonreí de vuelta, de forma inmediata. Lo seguí con la mirada hasta que Rin se sentó en su lugar correspondiente. Shiemi no tardó en entrar por esa puerta. Ellos dos comenzaron a platicar, así que mi atención está de vuelta en Daichi.
—. Entonces te daré los cuadernos, espera.
Daichi buscó entre su mochila unos cuadernos, y me los dio. Le di las gracias.
Izumo entró al salón, me saludó, sin embargo, la notaba algo deprimida, supuse lo que la tenía triste al no ver a Paku a su lado.
También supuse que no vendría por lo que pasó aquélla noche. Me levanté y me senté a un lado de Izumo.
—. Siempre podrás contar conmigo ¡Recuérdalo! .— le sonreí y coloqué mi mano en su hombro.
La maestra había llegado, fuí a mi lugar, saqué los cuadernos de la materia y tenía una pluma en mano, lista para anotar lo que la maestra dictaría.
Sin embargo, no le presté atención suficiente. El tema de Neuhaus seguía dando vueltas y vueltas por mí cabeza. La voz de la maestra se escuchaba muy lejana.
Un momento... ¿Porque Rin siempre trae esa espada consigo? ¿Por protección?
Miré al de cabellos medianoche, como si la simple acción me fuera a dar la respuesta.
Chasqueé la lengua, llamando la atención de Daichi, sin embargo el no preguntó nada.
La maestra le hizo una pregunta a Izumo, pero la respondió mal.
Entonces Suguro aprovecho para responder bien y ganarse unos aplausos por parte de Shiemi y Rin.
Mi cabeza comenzó a doler.
Y justo en ese momento, entre el cambio a la clase de Yukio, a Izumo y Suguro se les ocurre pelear.
—. Los Aria son un estorbo, necesitan que los protejan .— soltó Izumo, levantándose de su asiento.
—. Al menos yo no dejo que mis compañeros sean heridos .— Suguro le respondió.
Mi cabeza dolía horrores y ellos gritandose como si nada...
Izumo golpeó a Rin por error —. ¡Eso dolió! ¡No sé peleen conmigo en medio! .—
Me levanté bruscamente de mi asiento a la vez que golpeaba la mesa, asustando a Daichi y provocando que todos posaran sus miradas sobre mí —. ¡Callense de una buena vez! .—
Qué mal momento para que Yukio entrará al salón. Su mirada decía que nos iba a ir mal, muy mal.
• • •
Tenía razón, nos iba a ir muy mal.
Yukio decidió castigarnos a todos, no solo a Bon e Izumo. Todo el salón estaba sentado en el suelo, con demonios roca, los cuales mientras más cargas, más pesados se vuelven.
Suerte para mí que Ernest solía castigarme así, en cierta forma, estoy acostumbrada a esto.
—. Aprendan de Shizuka, ella no ha soltado ni un solo quejido .— Yukio me miró, y yo a él.
—. ¿Segura que eres humana, Shizu? ¿Cómo es que no has soltado un solo quejido? .— sonreí nerviosa, y me encogí de hombros ante el comentario de Daichi.
Yukio comenzó a darnos un sermón del porque los exorcistas deben trabajar en equipo, sin embargo, a mitad de su sermón, me distraje pensando en estos demonios. ¿Qué es lo que los hace más pesados conforme pasa el tiempo? Ni siquiera noté cuando Yukio se fue de aquella habitación. Así que me quité el demonio roca. La luz se había ido.
Rin hizo lo mismo, sin embargo, tiró aquél demonio sobre su pie. Me reí demasiado.
—. ¡No te rías! ¡Me dolió mucho! .— Rin tomó su pie y noté como sus ojos se cristalizaban debido a las lágrimas.
Qué lindo.
—. Es como una prueba de valor .— Shima se levantó.
—. Cierto, en cualquier momento aparecerán muchos demonios y nos atacarán .— me senté despreocupadamente.
—. Eso no es divertido... .— Daichi se sentó a un lado mío.
Shima se dirigió hacia la puerta —. Iré a ver qué pasó con las luces .— al momento de abrir la puerta, se quedó estático —. No sé si no dormí bien o estoy alucinando .— sonrió.
Sin embargo, la puerta se rompió, haciendo que Shima venga corriendo hacia nosotros. Me levanté lo más rápido que pude. Era el mismo naberius de antes.
—. Sigues aquí, kitsune asqueroso.
Chasqueé la lengua ante lo que había dicho ese naberius.
Estaba en desventaja, no traía el papel que invoca a Kisho o Jun, y tampoco traía armas.
El naberius abrió su otra cabeza, expulsando aquél líquido que hace que te sientas mal, por suerte, a mí no me afectó. Shiemi invocó a Nii-san, le dijo algo, y su pequeña greenman hizo aparecer unas ramas, evitandole el paso al naberius. Todos comenzaron a ver la forma en la que podamos vencerlo, sin embargo, vi que el naberius se dividió en tres.
—. ¡Se dividió en tres! .— grité con furia, todos miraron hacia los naberius.
Miré las ramas. Si, podía pasar entre ellas y conseguir que uno de los naberius me siguiera, para conseguirles más tiempo a mis compañeros.
—. Distraere a uno.
No dije más, corrí hacía las ramas, escuchando los reclamos de Bon y Daichi. Salté logrando caer de una manera limpia entre un espacio que se había formado entre las ramas.
—. ¡Wow! ¿Vieron eso? .— Rin parecía sorprendido ante mí agilidad.
Asegurándome de estar lo suficientemente lejos, active mi forma de kitsune, hice una pequeña bola de fuego, y la lancé al naberius más lejano, este me giró a ver enfurecido.
Sonreí de forma socarrona y salí de la habitación, justo afuera de la puerta, había una navaja, la tome sin pensarlo. Corrí por el pasillo asegurándome de que solo un naberius me seguía.
Mi plan iba a la perfección.
Una vez lejos de la habitación en la que estaban mis compañeros, comencé a pelear con el naberius.
Cree varías bolas de fuego, las cuales giraban a mi alrededor, estás atacaban de manera simultánea a él naberius. Cuando estás bolas de fuego se agotaron, creé un orbe de fuego negro, del tamaño de un balón de fútbol. Esperé a que el naberius se acercara a una distancia considerable y lancé el orbe.
Me distraje por el dolor que había en mi mano donde estaba la navaja.
Tenía agua bendita.
El naberius aprovecho para tomarme entre sus manos y me aventó contra la pared, dejando una marca. Caí débil al suelo. Me levanté y escupí, para después limpiarme la boca.
—. ¿Es todo lo que tienes? .— me elevé del suelo a una distancia considerable, mis cinco colas de zorro salieron.
Cuando no uso mi máximo potencial, solo aparece una de mis cinco colas, sin embargo, cuando es lo contrario, aparecen las cinco, dándome así más poder.
Solo se me había ocurrido una forma de vencer al naberius, y para eso, necesitaba mi habilidad de control mental. Sin embargo, ese poder aún no estaba perfeccionado, tenía una gran desventaja.
Cuando controlaba el cuerpo del enemigo y este se hacía daño, mi cuerpo sufre daño de manera proporcional.
Sin embargo, deberé correr el riesgo, por quitarles un peso menos e encima a mis compañeros.
Controlando ya el cuerpo del naberius, tomé la navaja que estaba en el suelo, mis manos comenzaron a sentir un leve ardor.
No dudé, hice que el naberius se apuñalara el estómago, hasta que la pequeña navaja con agua bendita se metió por completo en el cuerpo del naberius.
Cuando el naberius murió, yo caí al suelo, deshice el control mental.
M
i estómago sangraba, mis manos estaban quemadas y había perdido mucha sangre. Para que se recupere la herida de esta magnitud, mínimo tardará 5 minutos, coloqué mis manos en la herida, para evitar que sangrara y como pude, me dirigí de nuevo a la habitación donde estaban todos.
Pero el naberius aún seguía con vida, fruncí el entrecejo.
Cree otra orbe, pero esta, tenía el triple del tamaño de la anterior. Ahora sí, había muerto. Pues se había hecho cenizas.
La luz llegó, agradecí a quien haya encendido las luces.
Respiré profundamente y me dirigí nuevamente hacía la habitación, me apoye en el marco de la puerta, todos me miraron con asombro.
—. ¿Están todos bien? .— me preocupé al ver a Shiemi en el suelo.
—. No es posible... .— Bon y Daichi hablaron al unísono, Rin tenía su mirada clavada en mi, juraba que podía ver a través de mi alma.
—. ¿Venciste al naberius tú sola? ¿Cómo es eso posible? .— Suguro se acercó a mí.
—. Yo... Eh... .— mi ritmo cardíaco comenzó a disminuir, sentía frío, mi vista comenzó a nublarse.
Mis piernas fallaron.
Escuché a Rin gritar mi nombre, y escuchar como se acercaba apresuradamente hacía mi. Segundos después, escuché la voz de Yukio, y luego, poco a poco, las voces comenzaron a disminuir.
Acepté mi muerte, y también acepte el hecho de que mis compañeros, y Rin, iban a descubrir que era un kitsune.
Porque cuando los kitsune se debilitan demasiado, o se emborrachan, su verdadera forma aparece sin el consentimiento de estos.
♡ ♡ ♡
Una enorme disculpa por la tardanza, estuve en época de exámenes, pero ya soy libre.
Hace mucho hice una investigación sobre los kitsune, y para los ataques de Shizuka, use los de Ahri (lol) como referencia.
Hiro Morisue ╰( ・ ᗜ ・ )➝
→ Corrección: 20 de enero del 2020
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