« seis. »

¿Cómo debería empezar por describir a Okumura Rin?

¿Infantil?¿Alegre?

Si, sin duda, el hermano mayor de los Okumura era lo opuesto a mí. Claro que había momentos en los que era una chica feliz, pero era... Un tanto extraño verme siendo feliz.

Tuvimos una pequeña cena, en la que estaba Mephisto, los Okumura, Ukobach y obviamente, yo.

En aquella cena -en la cual toda la comida fue hecha por Rin y Ukobach- tuve la oportunidad de conocer un poco más a Rin. Pues era quien más hablaba, y quien para mí desgracia, quien más preguntas hacía sobre mí. La cena ya había concluido, sin embargo, seguíamos ahí, hablando sobre cualquier trivialidad.

El tono de mensajes de mi teléfono llegó a mis oídos y por ende, haciendo que todos los presentes me mirarán con curiosidad.

Desbloquee mi teléfono, y miré el mensaje. Qué casualidad que hay un silencio sepulcral en este preciso momento ¿No?

¿Humanos y mitad demonios? Patético.

Leí el mensaje, fruncí los labios y simplemente bloqueé el teléfono para después, suspirar y notar, la aún, curiosa mirada de todos.

─. ¿Se les perdió algo o porque me ven?

Agradecí internamente a Yukio, quien le pregunto a Rin sobre la tarea de historia. Este comenzó a ponerse nervioso se sentó a un lado de mi.

─. ¡Shizuka me va a ayudar! ¿No es así? .─ asentí de manera despreocupada.

Nuevamente, Rin se encontraba sonriendo. Más específicamente, sonriéndome.

• • •

La cena terminó, Mephisto regreso a su oficina, mientras que Yukio, nuevamente fue llamado para hacer una misión.

Solo estaba Rin, Ukobach y yo.

Nos dirigimos a mi habitación, pues ahí tenía todos mis cuadernos junto con mis plumas.
Los invite a pasar, y tiernamente, Jun, quien estaba acostado, levantó su cabeza, mirando al humano y el pequeño demonio que venía a un lado suyo.

Se alegró de ver a Rin.

─. ¿Seguro que eres un zorro, Jun? .─ hablé, a la vez que iba a mi mochila para sacar el libro y el cuaderno de la materia de historia.

Rin jugaba con Jun, mientras Ukobach se encontraba analizando mi habitación.

─. Bueno, tenemos que hacer un resumen sobre la era Heian y debemos leer la historia de Genji .─ me acerqué a mi escritorio y coloque despreocupadamente los cuadernos.

─. ¿¡Todo el libro!? .─ preguntó Okumura, dejando de jugar con Jun.

─. Creo que con que busquemos un resumen será suficiente...

Me senté en mi escritorio y Rin se sentó en el que estaba a un lado, pues las habitaciones estaban hechas para dos personas.
Rin fue por sus cosas a su habitación, aunque comenzó a tardarse un poco.

─. Deberías darte cuenta, Shizuka .─ Jun se subió a mi escritorio y se sentó justo encima de mi libro.

─. ¿De que? .─ miré a Jun y luego a mi libro de historia ─. Bájate de ahí, vas a ensuciar mi libro. 

Jun se movió de ahí, pero seguía sin bajarse del escritorio, realmente no me molestaba, pues lo hacía con frecuencia.

Okumura entró por la puerta y se sentó donde anteriormente estaba.

• • •

Terminamos exitosamente la tarea.

Bueno, yo la terminé.

Rin se había quedado dormido.

Me las arreglé para poder acostarlo en la otra cama y que estuviera un poco más cómodo. Digo, no tiene nada de malo descansar un poco ¿O sí?
Me fuí a buscar un libro que había sido un regalo de Ernest, por mí décimo tercero cumpleaños.
Me senté en el suelo, con la espalda recargada en mi cama.

Constantemente hacía comentarios sobre el libro en voz baja, para no despertar a Rin.

• • •

No noté cuando me quedé dormida, o cuando me subí a mi cama. Tampoco noté cuando Rin salió de mi habitación.

Me senté con pesadez en mi cama y tenía una cara de confusión bastante épica. Y mis cabellos estaban hechos un desastre.
Jun estaba en su camita, durmiendo plácidamente. Se veía adorable.

Había un silencio que me relajaba.

─. ¡Kya! .─ ...y mi silencio relajante se fue al carajo.

Un grito, bastante afeminado se hizo presente, no estaba lejos de aquí, así que con pesadez, me levanté y salí de mi habitación, a la vez que intentaba arreglar mi cabello.

Llegué a la cocina, donde estaban las admiradoras de Yukio, varios bento ya vacíos, y un Ukobach muy enfadado. Cabe resaltar que ya no era ese demonio pequeño, era enorme y, estaba furioso.

─. ¡Ustedes qué hacen aquí! .─ ahora yo era la que estaba enojada, las chicas palidecieron notoriamente, fruncí el entrecejo y las aparté.

Justo en eso, los Okumura llegaron.

─. ¡Hey, Ukobach! Cálmate ¿Si? .─ me puse justo enfrente de él ─. ¡No pasa nada! Solo relájate, yo me encargaré de ellas .─ Ukobach me miró, y se quedó pensativo. Las chicas al escuchar aquello, chillaron.

─. Yukio... ¿Esas no son tus admiradoras? .─ Rin quería reír, pero el sabía a la perfección que no era el momento adecuado.

• • •

Los tres nos las ingeniamos para calmar a Ukobach, y Rin, terminó por echarle la culpa a Yukio.
El de cabellos medianoche comenzó a regañar a su hermano menor, y de vez en cuando le pegaba con una bolsa.

• • •

Al día siguiente, me sorprendió ver a Yukio aún en pijama. Pues era un poco tarde y podía jurar que él amaba la puntualidad.

Rin me había dado permiso para entrar a su habitación y ver cómo se encontraba Yukio.
Esté estaba tirado en la cama, su estómago había crecido de forma notoria y a su lado había muchos bento's, ya sucios y con alguna que otra migaja o mancha de comida.

─. Supongo que no irás a la escuela .─ me tomé la libertad de sentarme en una esquina de la cama, Yukio parecía que iba a explotar en cualquier momento.

Pobre Yukio.

─. ¿Tú crees que comerse tres bento's tú solo es fácil? .─ su mirada estaba pegada al techo.

─. Tal vez si no hubieras comido durante dos semanas, si sería fácil .─ bromee. Pero el de anteojos no se lo tomó muy bien que digamos, reí nerviosamente ─. Es una broma, Yukio .─ noté como el frunció un poco sus labios.

─. ¿Puedo preguntarte algo? No debes responder si no quieres .─ se reincorporó con un poco de dificultad y prosiguió a sentarse en la cama.

─. Cuánta formalidad.

El chico nuevamente, no le hizo ninguna gracia mi comentario.

Nueva meta de vida, hacer reír a Okumura Yukio.

─. Pero bueno, pregúntame.

─. ¿Porque quieres ser exorcista? .─ su completa atención estaba puesta en mí.

Ahora era yo quien fruncía los labios.
Recé porque algún milagro ocurriera e interrumpiera esto.

─. Bueno, yo... .─ el milagro pasó, Rin llegó a la habitación con un gran bento en su mano izquierda y Ukobach estaba en su hombro derecho.

─. ¡Te he traído algo para que te mejores! .─ Rin, junto a Ukobach, sonreían.

¿Rin siempre ha tenido una sonrisa tan hermosa?

─. Mi más sentido pésame .─ toqué el hombro de Yukio.

• • •

Se me había hecho más tarde de lo normal.
Pero el problema ya está hecho, iba caminando junto a Rin hacía la escuela. Nos dignamos a pensar que la primera clase ya estaba pérdida, así que ahora caminábamos con toda la parsimonia del mundo. Incluso pasamos a comprar un helado.

Me sentía nerviosa.

Tal vez porque había faltado a la primera clase.

Realmente quería pensar que era por eso.

Nos sentamos bajo la sombra de un frondoso árbol y disfrutamos del helado.
Ninguno dijo palabra alguna hasta que terminamos el helado.

─. ¿Primera vez que te saltas una clase? .─ Rin se levantó a tirar la basura y se volvió a sentar a un lado de mí.

─. Sí .─ con mis manos, comencé a arrancar un poco del pasto que estaba debajo de nosotros ─. ¿También es tu primera vez? .─ dejé de arrancar la maleza y me puse en una postura más cómoda.

─. Nah .─ Okumura se acostó en el pasto, cerró los ojos, manteniendo una sonrisa en el rostro.

La luz del sol que lograba atravesar por las hojas de aquel árbol, daba un efecto mágico.

Lo miré detenidamente.

Cómo si... Estuviera intentando grabar en mi memoria cada pequeño detalle de él.

Cómo si él fuera de otra dimensión.

Acerqué mi mano a su rostro.
¿Qué hago? Esa pregunta constantemente se repetía en mi cabeza.

Rin abrió los ojos.
Y tuve que improvisar.

─. Tienes algo en el cabello .─ fingí retirar algo de su cabello y, para mí sorpresa, este era extremadamente suave.

Fingí tirar ese algo al suelo.

Mis mejillas ardían, me giré dándole la espalda y sacando mi teléfono para luego activar la cámara.

Estaba tan roja como un tomate.

• • •

Cuando Rin y yo estuvimos a punto de entrar a la clase de la segunda hora, el decidió saltarse todas las clases. Usando el pretexto de que quería ver qué Yukio estuviera bien.

No le reproche, solo lo dejé ir.

Esperé a que el profesor saliera del aula para entrar. Todas las miradas estaban puestas en mí.

─. ¡Shizuka-chan! .─ Daichi corrió a abrazarme, inmediatamente lo alejé de mí.

Shiemi comenzó a buscar algo, más bien, alguien. Puso cara de confusión. Y por primera vez desde que ella llegó, me dirigió la palabra.

─. ¿Y Yuki-chan?

─. ¿Ha? .─ ahora yo era quien ponía cara de confusión ─. ¿Quien es Yuki-chan? .─ fruncí un poco mi entrecejo.

─. Yuki-chan .─ me repitió la rubia, sonriéndome, sin embargo, al ver que no sabía quién era esa persona, su sonrisa se hizo un poco más pequeña ─. Okumura Yukio, pero prefiero decirle Yuki-chan .─ miró hacia abajo, con un tenue sonrojo en sus pómulos.

─. Pffft .─ me contuve las risas por unos segundos y después, obtuve fuerzas para hablar ─. No sé dónde está .─ me fuí a sentar sin decirle más.

Shiemi imitó mi acto. Aproveché para reírme una vez que me senté junto a Daichi.

─. Yuki-chan .─ dije entre risas, Daichi no sabía que estaba pasando. Aún así, reía conmigo.

• • •

Todo el maldito día estaba recordando el pacifico rostro de Rin.
Y su sonrisa tan infantil, dejando ver sus colmillos que sobresalían.

Me encontraba en la azotea de la residencia, con mi forma kitsune. Cada tanto gruñía, no entendía lo que me pasaba.

Ernest no me dejaba interactuar mucho con las personas cuando cuidó de mí, solamente hablaba con las personas que trabajaban en el Vaticano. Difícilmente me dejaba salir a la calle, sólo debía salir cuando Ernest tenía una misión.

Creo que en promedio, llegué a salir dieciséis veces del Vaticano por año.

Pero esa es otra historia.

Gracias a mi excelente sentido del oído, logré escuchar la voz de Rin y Yukio, iban subiendo las escaleras para llegar a donde me encontraba ahora.
Volví a mi forma humana.

El primero en entrar fue Rin, al verme, sonrió y levantó su mano. Pero en seguida, Yukio lo golpeó con el codo, parecía molesto.

─. Eh... ¿Podrías pasarme los apuntes de hoy?

─. Claro, en un rato te los doy .─ Yukio mantenía sus brazos cruzados.

─. ¡Muchas gracias! .─ Rin bajó lo más rápido que sus piernas le permitieron. Dejando ahí a su hermano menor.

─. Los profesores tienen expectativas muy altas sobre ti, Moriuchi-san .─ Yukio se echó los lentes hacía atrás.

─. ¿En serio? .─ el sólo asintió, mi boca se abrió un poco, mostrando sorpresa.

Me quedé unos segundos mirándolo, siempre estaba serio.

─. Bueno, debo irme .─ me dirigí a la puerta con toda la intención de irme, sin embargo, Yukio me lo impidió, tomándome de la muñeca.

─. ¿Me dirás por qué quieres ser exorcista? .─ seguía con su mirada sería.

Sus ojos color turquesa veían fijamente mis ojos violáceos. Él en realidad quería saber.

─. Quiero vengarme. Y demostrarle a los exorcistas que nosotros los kitsune no somos tan malos como creen... Además... Proteger a los que quiero.

Un silencio se formó en nosotros. No era incómodo. Al menos no para mí.
Poco a poco, vi como Yukio comenzó a formar una sonrisa. No recordaba que aún estaba agarrando mi muñeca cuando sentí que su mano viajó de mí muñeca a la cabeza y alborotó mis cabellos.

Eso se había vuelto una costumbre en el. Así como hacerle muecas de disgusto por mí parte.

• • •

Rin tenía todos mis cuadernos y libros. A excepción del libro de demonología, pues el día de hoy, no lo habíamos usado.
Ya había terminado mis tareas y había ordenado mi habitación, incluso me dió tiempo para sacar a pasear a Jun, pero estaba aburrida. Así que tomé entre mis manos aquel libro de demonología.

El siguiente tema, era invocar un demonio como familiar.

Interesante.

Comencé a leer toda esa sección sobre cómo invocar a tu familiar, y me detuve en una sección en la que estaba anotado la probabilidad de invocar tal demonio.
Mi atención se detuvo en la parte en la que venía escrito "kitsune kage - 5%" ¿Qué diablos era un kitsune kage?

Bostecé un par de veces, mi sistema me indicaba que era hora de dormir y no despertar hasta el día de mañana.

Mi último pensamiento del día, fue el tal kitsune kage.

• • •

Estaba emocionada por la clase de hoy, realmente quería saber que demonio me tocará. Choqué con alguien, e inmediatamente hice una pequeña reverencia acompañada de una disculpa.
Pero la persona con la que choqué por estar metida en mis pensamientos era Daichi.

─. ¡Hola, Shizuka!

Siempre estaba de buen humor, al igual que Rin.

Un momento... ¿El que tiene que ver en esto?

─. Hola, Daichi .─ comenzamos a caminar por el pasillo, mientras hablábamos sobre la tarea y alguna que otra trivialidad. Un poco más adelante, Shiemi había entrado por otra puerta.

La rubia fue directo a Kamiki Izumo, quien estaba un poco más delante de nosotros.

─. ¡Buenos días, Izumo-chan! .─ Shiemi comenzó a gritar, llamando la atención de todos, menos de Shiemi.

Y ganándose una mueca de desprecio de mi parte.

Después, por tan estupido que suene, Shiemi se tropezó con la nada. Junto a Daichi, hicimos el mejor esfuerzo por no reírnos.

─. Patética .─ Izumo escupió, ignorando por segunda ocasión a Shiemi, quien ahora se encontraba en el suelo.

No noté en que momento, pero Rin ya se encontraba ahí, a un lado de la rubia.

─. ¿Shiemi? ¿Qué haces ahí abajo? .─ Rin habló, con un poco de preocupación.

Yo estaba viendo todo.

─. Um... Nada .─ Shiemi se paró y se alejó de Rin, para entrar a nuestro salón de clases.

Rin se quedó anonadado. Y por obra de arte, el volteó a ver en mi dirección, yo me sobresalte un poco.

─. ¡Shizuka! Hola .─ Okumura caminó hacia mí, yo solamente hice un ademán con mi mano a forma de saludo, acompañado de una sonrisa.

─. ¿Estás haciendo muecas o así es tu sonrisa?

Le dedique una mirada asesina a Daichi, el rió.

─. Hola Daichi .─ Rin también saludó a el nombrado, ambos nos sorprendimos, pues ellos dos no hablaban.

─. Hey, Okumura .─ Daichi actuó de manera cool.

─. Veo que has llegado temprano .─ comencé a caminar en dirección al salón de clases. Rin y Daichi me seguían, dejándome en medio de ellos dos.

─. ¡Si! A partir de ahora, me tomaré esto muy enserio .─ el de cabellos medianoche se le miraba muy determinado. Le sonreí.

─. Bueno, suerte con eso .─ mi sonrisa aún seguía plasmada en mi cara.

Entramos los tres al salón y cada uno fue a su lugar correspondiente.

Fue extraño, que desde el momento en el que Daichi y yo nos sentamos en nuestra mesa, el no comenzó a molestar, cómo normalmente hace. Solo se quedó, pensativo, mirando la madera de la mesa.
Se le notaba molesto, triste... No sabría decirlo con exactitud.

Cuando estuve a punto de preguntarle qué le pasaba, el me miró, se le notaba dolido.

─. ¿Qué tiene Okumura que no tenga yo? .─ su tono de voz era casi inaudible.

─. Daichi... Yo...

Yukio entró al salón de clases. Suspiré aliviada. Puse total atención a lo que iba a decir Yukio a continuación.

Comenzó a explicar lo de los Exwire. También, sobre un campamento, aparentemente, este no era obligatorio. Nos proporcionó una hoja con Meisters.

Me adelante a la explicación sobre cada Meister, pues yo ya tenía conocimiento sobre eso. Marqué Domador y Caballero.

También quería ser Dragon, sin embargo, mi puntería con las armas no era la mejor. Indiqué que sí iría al campamento.

Oí que Rin le pregunto a Bon que eran los Meisters, Suguro le reclamó, cómo siempre.

Konekomaru tuvo la amabilidad de explicarle.

─. ¿Qué escogiste, Shizuka?

Miré a Daichi, ahora era como antes. Relajado, y extrañamente feliz. Y un tonto.

─. Domador y Caballero ¿Tú?

─. Dragon .─ me sonrió, y después, apoyó su cabeza en la palma de su mano, aún sonriéndome.

• • •

Las clases se pasaron, relativamente, tranquilas. Claro que de vez en cuando, Daichi me molestaba, pero fuera de eso, todo estaba en calma.

La clase que más estaba ansiando había empezado por fin; la clase de Neuhaus.

El profesor había dibujado un círculo en el suelo, todos nos encontrábamos al rededor de este.
Neuhaus tomó un cuchillo y procedió a hacer un corte en la palma de su mano, para después, derramarla dentro del círculo de tiza. Un naberius con forma de perro apareció dentro del círculo, todos estábamos boquiabiertos.

─. Muy pocas personas pueden tener a un demonio como un familiar, los Tamer son admirados por los Exorcistas .─ miró a Rin ─. Bien, inténtenlo ustedes .─ habló con autoridad ─. Solo digan lo primero que se les venga a la mente.

Izumo Kamiki fue la primera en pasar. Realmente no presté atención a lo que dijo, pues estaba pensando en que decir cuando sea yo la que deba invocar a un demonio como familiar. Dos kitsune zenko aparecieron, convirtiéndose así en los familiares de Izumo.

La siguiente fue Shiemi. Quien simplemente dijo "Vamos chico, vamos."
Yo quedé estupefacta ¿Esto era una broma para ella? Un pequeño greenman, bastante lindo apareció.

Yo fui la siguiente en pasar.

─. In my shadow I called it indecision. He has never hesitated after becoming that. And from here, the shadow speaks. ²

Hubo un gran silencio, pero después de unos segundos, una nube negra comenzó a rodearme. Miré mi sombra, y de está, parecía desprenderse algo.

Un kitsune había aparecido delante de mí, pero su pelaje era negro, con tonalidades violáceas.

Mis compañeros de clase y yo estábamos igual de sorprendidos, por segunda vez en el día.

—. Asombroso...

—. ¿Qué los kitsune no son blancos? .— preguntó Rin.

—. Okumura, ese es un kitsune kage .— mis ojos se abrieron como platos —. Solo dos personas han logrado invocar uno de estos. Ahora, Moriuchi, dale un nombre .— Neuhaus no despegaba la vista del kitsune.

—. Kisho .— me puse a la altura del zorro, el asintió y yo le brindé una sonrisa.

—. Es un honor trabajar con usted, Moriuchi-sama. — Kisho hizo una pequeña reverencia.

Todos estábamos sorprendidos, por tercera vez en el día.

—. ¡Acaba de hablar! ¿¡Lo escucharon, cierto!? .— Rin se alteró un poco.

—. Así es, puedo hablar.

—. Bueno, si se sienten amenazados por su familiar, solo deben romper el círculo. — el naberius que Neuhaus había invocado desapareció en el momento en que el profesor deshizo el círculo del suelo.

La clase acabó, Kisho había ido a mi habitación, solo espero que se lleve bien con Jun.

• • •

Izumo, Paku y yo hablábamos sobre la clase de demonología.
Cuando Shiemi se acercó a nosotras.

—. Q-Quieren... Eh... ¡Ser mis amigas! .— gritó, haciéndome fruncir el entrecejo.

¿Porque siempre grita? Es realmente molesto.

—. Bueno. — Izumo accedió a la petición de la rubia —. ¿Podrías cargar esto por mí? .— Izumo le dio a Shiemi su bolso, Paku y yo nos quedamos observando —. Soy muy débil. — Izumo hizo un puchero al ver que Shiemi no estaba segura. —. Las amigas se ayudan entré si. — Shiemi sonrió y camino detrás de nosotras.

Las amigas se ayudan entre sí.

Esa frase se repetía constantemente en mi mente, haciendo que poco a poco, vaya ignorando todo a mi alrededor.

• • •

Entré a la residencia que compartía con los Okumura. Pasé por el comedor, encontrándome con Yukio, completamente solo y pensativo, enfrente de el, había un vaso con agua.

—. Yukio, hola. — lo saludé amablemente, sin embargo, no reaccionaba. Así que tuve el atrevimiento de quitarle sus lentes.

Finalmente reaccionó.

—. Moriuchi, dame mis lentes, porfavor. — estaba ligeramente molesto, solo reí y le devolví sus tan preciadas gafas.

—. Perdón, es que no reaccionaste.

—. No te preocupes. — Yukio me hizo una seña para que me sentara a un lado suyo, obedecí —. ¿Asistirás al campamento? — asentí —. El campamento se hará aquí, ya que solo somos tres.

Antes de poder decir algo, el volvió a hablar.

—. Neuhaus me ha informado que tu familiar es un kitsune kage.

—. Así es. Se llama Kisho.

—. Por el momento, eres la mejor candidata a Domador que hay. — echó sus anteojos hacía atrás.

—. ¿De verdad? — sonreí, y el asintió, con una sonrisa en el rostro.

Un carraspeo por parte del ojiazul nos hizo mirar en su dirección.

—. Lamento interrumpir...— un poco de incomodidad se podía notar en Rin, traía uno de sus cuadernos en manos y se puso detrás de mí —. Shizuka, no entiendo este ejercicio ¿Podrías explicarme? .— colocó el cuaderno enfrente de mí y con uno de sus dedos, señaló un ejercicio en concreto.

— Claro.

Nunca lo había tenido tan cerca a mí, pues su rostro estaba justo a un lado del mío.

• • •

El tan ansiado día del campamento había llegado, junto con los Okumura, me encontraba en la puerta de la residencia, donde mis demás compañeros de clase se quedarían. Todos lucían asustados, y no los culpo, este lugar parece sacado de una película de terror.

—. Parece un hotel embrujado. — Bon miró la estructura, haciendo una mueca extraña.

—. Y aún no has visto las lápidas que hay en el sótano. — Suguro palideció ante mí comentario y reí.

—. No me hace gracia, Moriuchi Shizuka.

—. Pues a mi sí, Suguro Ryuji. — le saqué la lengua.

• • •

Después de un agotador examen que Yukio nos había hecho; Izumo, Paku y Shiemi habían decidido ir a darse un baño, mientras que yo solamente me encontraba recostada en la mesa junto a los demás. Necesitaba tomar una siesta con urgencia.

—. ¿Deberíamos... Espiarlas? .— chasquee la lengua ante el comentario del pelirrosa.

—. ¡Shima! ¡Aleja esos pensamientos impuros de tu mente! ¡Vienes de una familia de monjes! .— Konekomaru se encontraba regañando a Shima, y en parte, era gracioso.

—. Solo será un ratito~

—. Hay un profesor presente.

—. Si no me equivoco, usted tiene nuestra misma edad ¿No es así? .— me levanté de mi lugar, logrando alcanzar a ver qué Shima se había sobresaltado.

—. Iré a vigilar que idiotas como tú no hagan nada malo.

Salí del comedor y me dirigí hacia el baño de mujeres, alcancé a distinguir la silueta de Shiemi junto a Izumo. Tiempo después, Izumo entró al baño, dejando sola a Shiemi. Sin embargo, Rin apareció, deteniendo a la rubia que venía en mi dirección.

Quería escuchar lo que decían, pero sentí algo extraño. Algo malo se encontraba aquí.
Pasé de largo a esos dos, sentí sus miradas sobre mi.
Entré al baño de mujeres, Izumo y Paku hablaban, al parecer, todo estaba en orden. Me fuí a un rincón bastante alejado de ellas, y comencé a quitarme la falda y procedí a desabotonarme la camisa. Sin embargo, Izumo y Paku gritaron, corrí hacía donde ellas se encontraban, encontrándome con un naberius se dos cabezas en el techo.

Chasquee la lengua —. ¿Cómo entro?

No podía atacarlo con mi fuego, pues descubrirían lo que en realidad soy.

—. ¡Paku! .— Izumo gritó, sacándome de mis pensamientos, su querida amiga había sido herida por aquél monstruo.

En sincronización perfecta, Izumo y yo invocamos a nuestros familiares al mismo tiempo. La una diferencia, era que los familiares de la pelimorada no parecían alegres, y comenzaron a atacarla, le ordené a Kisho atacar al naberius, mientras yo me las arreglaría para salvar a Kamiki.

Justo en ese momento, Rin entró.
Un increíble sonrojo se apoderó de mí rostro, sin embargo, debía mantener la compostura. Miré al ojiazul, después a Paku, el pareció captar mi mensaje, pues asintió con su cabeza.

—. Vas a estar bien, te lo prometo. — le dije a la castaña, buscando que podría usar para curar sus heridas.

Shiemi entró, con su greenman a un lado, se acercó alarmada a Paku.

—. ¡Necesitamos hierbas! .— gritó.

Yo la vi, y no me era posible creer lo que estaba diciendo. Golpeé mi frente con mi mano —. Shiemi, tú familiar puede hacer aparecer cualquier hierba que tú quieras. — miré a su greenman, era lindo.

—. Nii-chan, necesitamos áloe vera.

Su familiar acató sus órdenes en hizo aparecer áloe vera y la rubia comenzó a tratar las órdenes de Paku.

Rin.

Lo ví siendo ahorcado por aquél naberius.

—. Lo siento, joven amo. — el monstruo habló, dejándome sorprendida. ¿A qué se refería con eso?

Sin pensarlo dos veces, me subí en el naberius, mientras lo golpeaba repetidamente en una de sus cabezas. Yukio finalmente había llegado, le sonreí y este disparó a la cabeza que con anterioridad estaba golpeando.

Pero me descuidé.

El naberius me tomó entre su mano, estrujandome.

—. No te metas en esto, kitsune. — escupió para después lanzarme contra la pared.

Yukio comenzó a dispararle, sin embargo, el naberius logró escapar por la ventana, a duras penas, me reincorporé y miré hacia el suelo.

¿Había perdido?

No, perder no está en mi diccionario. Cerré con fuerza mi puño, en este momento, no me importaba estar solo con la camisa de la escuela, me importaba atrapar a ese maldito demonio.

—. Kisho. — el kitsune se acercó a mí — Llévame con el naberius. — Kisho asintió, y una nube negra lo rodeo, cuando está desapareció, Kisho media casi dos metros de alto.

—. Moriuchi. — Yukio me habló con autoridad, lo giré a ver con molestia —. Te prohíbo ir tras el naberius. — Kisho se las arregló para salir por la ventana.

—. De seguro ya está muy lejos, olvídalo Shizu. — Daichi intentó tocar mi hombro, pero se lo impedí.

Gracias a mi agilidad, me las arreglé para subir hasta donde se encontraba la ventana, justo debajo de esta, se encontraba Kisho, esperando por mí. Me lancé por aquélla ventana, y durante la caída, active mi forma kitsune, logrando así, caer sin hacerme daño.

—. ¡Shizuka! .— Yukio gritó mi nombre, se le escuchaba molesto.

—. ¿Se encuentra bien, Moriuchi-sama? .— asentí y proseguí a subirme en el lomo de Kisho.

Corrió, siguiendo al naberius. Aunque este nos llevaba un poco de ventaja.
Logré verlo subir por un edificio, así que le ordené a Kisho detenerse. Arriba de dicho edificio, había una silueta.
Subí por el exterior del edificio y escuché la voz de aquel hombre.

Era Neuhaus, mi profesor de demonología.

♡♡♡

Tardé un poco en corregir el capítulo, pero finalmente aquí está jaja

→ Corrección: 20 de enero del 2020

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top