Girl Meets New York

Harriet bajó del tren con Gabe en brazos, quien miraba curioso todo a su alrededor, mientras sujetaba la correa de una maleta con la otra mano. Apenas dieron unos pasos en el andén, escucharon una voz infantil llena de entusiasmo.

—¡Harry! —Auggie corría hacia ellos con una sonrisa amplia, sus pequeños brazos abiertos para abrazarla.

Harriet soltó una risa suave, dejando la maleta en el suelo para abrazar al niño que la rodeó con toda la energía de su pequeño cuerpo.

—¡Auggie! —dijo Harriet, levantándolo un poco mientras él reía.

Detrás de él, Topanga se acercaba con una sonrisa cálida y serena.

—¡Bienvenida a Nueva York! —dijo Topanga mientras estiraba los brazos hacia Harriet.

—Gracias, Topanga. —Harriet le devolvió el abrazo, aunque lo hizo con algo más de esfuerzo al equilibrar a Gabe en un brazo.

Topanga miró al pequeño en su porta bebé y sonrió aún más.

—¿Y este es Gabe? ¡Es adorable! —comentó mientras le acariciaba suavemente la mejilla al bebé.

Gabe respondió con una pequeña risa burbujeante, como si también quisiera unirse a la calidez de la bienvenida.

—Cory y Riley están en la escuela —continuó Topanga mientras ayudaba a Harriet con la maleta—. Pero no te preocupes, terminarán temprano hoy y llegarán directo a casa. Riley está emocionada por verte.

Harriet suspiró, algo aliviada de no tener que enfrentarse a todos al mismo tiempo.

—Gracias por venir, Topanga. Honestamente... no estaba segura de cómo iba a manejar todo esto sola.

—Estarás bien —dijo Topanga con un gesto tranquilizador mientras comenzaban a caminar hacia la salida—. Ahora somos equipo. Y créeme, Cory ya está preparando un discurso para darle la bienvenida a Gabe.

Harriet no pudo evitar reírse.

—No esperaba menos de él.

—¡Sí, pero es muy largo! —agregó Auggie con los ojos muy abiertos, haciendo que ambas mujeres estallaran en risas mientras salían del tren y comenzaban su nueva etapa juntas.

Cuando llegaron al departamento, Topanga abrió la puerta con una sonrisa de bienvenida y guió a Harriet y a Gabe al interior.

—Ven, quiero mostrarte tu habitación —dijo Topanga, llevándola por un pasillo corto. Abrió una puerta al final del pasillo y dejó pasar a Harriet primero.

La habitación era acogedora y sencilla. Tenía lo esencial: una cama amplia, un armario modesto, y al lado de la cama, una cuna perfectamente colocada con ropa de bebé doblada cuidadosamente. Cerca de la ventana, un sofá estaba pegado contra la pared, mirando hacia la calle, iluminado por la luz natural que entraba por el cristal.

—Sabía que necesitarías un espacio cómodo para ti y Gabe, así que Cory y yo preparamos esto. La cuna era de Auggie, pero está como nueva —explicó Topanga, señalando con orgullo la habitación.

Harriet dejó a Gabe en la cuna con cuidado, observando cómo el bebé movía las manitas y miraba a su alrededor.

—Es perfecto, Topanga. Muchas gracias... en serio.

Topanga le dio un apretón suave en el hombro.

—No tienes que agradecer nada, Harriet. Somos familia, y la familia está para apoyarse.

Harriet miró hacia la ventana, desde donde se veían los edificios de la ciudad en la distancia. Se acercó y se dejó caer en el pequeño sofá, abrazándose a sí misma por un momento.

—Parece un buen lugar para pensar —murmuró, observando a la gente moverse en las calles de Nueva York.

—Lo es. Confía en mí—bromeó Topanga, provocando una pequeña risa de Harriet.

Era un comienzo diferente, pero por primera vez en mucho tiempo, Harriet sintió una pizca de esperanza en medio de toda la incertidumbre.

Harriet estaba acomodando las cosas que había traído en su maleta cuando comenzó a escuchar ruidos de empujones y una especie de discusión acalorada que provenía de la sala. Al principio, pensó que estaba imaginando cosas, pero pronto las voces de Riley y Cory llegaron claramente a sus oídos.

—¡Yo voy primero! —protestaba Riley con tono firme.

—¡Olvídalo, Riley! ¡Ella es mi cuñada! —exclamó Cory, empujándola ligeramente hacia un lado.

—¡No es tu cuñada, ni siquiera son novios! Además, Gabe es mi primo, así que tengo prioridad.

—¡Es mi sobrino antes de ser tu primo! —replicó Cory, dramatizando con un ademán de "lógica irrefutable".

Harriet no pudo evitar sonreír mientras les oía discutir como si fuese algo de vida o muerte. Luego de unos segundos, ambos se interrumpieron cuando la puerta se abrió abruptamente, y Harriet los vio entrando al cuarto al mismo tiempo, apresurándose como si se tratara de una carrera.

—¡Harriet! —gritó Cory emocionado, al mismo tiempo que Riley decía—: ¡Harriet, Gabe!

Ambos se miraron mutuamente con expresiones indignadas antes de voltear hacia Harriet con sonrisas exageradas.

—¡Cuñada, qué bueno verte de nuevo! —exclamó Cory abrazandola con entusiasmo, señalando a Gabe—. Y a mi pequeño sobrino favorito, por supuesto.

—¡Tia! —corrigió Riley rápidamente mientras la abrazaba—. Hola, Harriet, Gabe es oficialmente el bebé más adorable del mundo, y eso lo hace mi primo favorito, aunque no tengo otros, pero sigue siendo el número uno.

Harriet levantó las manos cuandi finalmente la soltaron con una sonrisa divertida.

—¡Calma, calma! No hace falta pelear. Igual los estoy viendo a ambos ahora.

Riley cruzó los brazos con una mirada satisfecha mientras Cory suspiraba.

—Sí, pero yo debería haber ido primero. Es cuestión de jerarquía familiar —replicó Cory, señalando a sí mismo.

—¡Esa jerarquía no aplica! —respondió Riley rápidamente.

Harriet simplemente negó con la cabeza, riéndose entre dientes mientras colocaba la última de las pequeñas mantas de Gabe en un cajón.

—Bueno, parece que estoy rodeada de pura gente competitiva. —Volvió su atención a Gabe, que estaba en la cuna mirando curioso el revuelo—. Lo siento, pequeñito, pero parece que ya tienes a toda la familia peleando por ti.

Cory y Riley intercambiaron miradas antes de asentir.

—¡Eso sí lo acepto! —dijeron al unísono, antes de volver a su dinámica habitual de padre e hija, discutiendo amistosamente sobre "quién tiene más derecho" a Gabe.

Dos meses después...

La adaptación de Harriet en Nueva York fue menos difícil de lo que pensaba.

Harriet estaba sentada junto a Riley y Maya, terminando de acomodar el cochecito de Gabe y tomando un café, mientras las chicas se reían de una anécdota. De repente, Farkle entró al lugar con su habitual aire de confianza, seguido de Lucas, quien simplemente negaba con la cabeza ante los comentarios de su amigo.

—¡¿Dónde está mi heredero?! —exclamó Farkle en voz alta, haciendo un gesto dramático con las manos mientras se acercaba a la mesa.

Harriet levantó la vista con una sonrisa entre divertida y resignada.

—Farkle, otra vez con eso. Gabe no es tu hijo.

Farkle se inclinó hacia ella con una sonrisa de suficiencia, como si tuviera la solución perfecta.

—Claro que puede serlo. Solo tienes que firmar los papeles.

Maya soltó una carcajada, dando un golpecito en la mesa.

—Oh, esto va a estar bueno. ¿Qué tipo de papeles, Farkle?

—Papeles legales, obviamente. Adopción express. Harriet, piensa en esto: Gabriel Minkus. —Levantó las manos como si estuviera iluminado por un foco de inspiración divina—. Es un nombre fuerte, elegante, destinado al éxito.

Harriet lo miró divertida mientras Riley rodaba los ojos con una sonrisa.

—O también podemos llamarlo como lo que es: Gabriel Matthews. —Harriet puso énfasis en el apellido mientras acomodaba la mantita de Gabe en su cochecito.

Farkle negó con la cabeza como si estuviera profundamente decepcionado.

—Un apellido tan corriente para alguien que claramente tiene potencial genético de gran nivel. Gabriel Minkus, Harriet, está destinado a la grandeza.

Riley lo empujó levemente.

—Farkle, da un respiro. El bebé es mi primo, y su nombre es perfecto tal como está.

—Pff, primo. —Farkle giró los ojos, girando su silla para mirar el cochecito de Gabe como si tratara de convencer al bebé directamente—. ¿Por qué conformarse con ser un simple primo cuando puedes tenerlo todo? ¡El legado Minkus es innegable!

Harriet rio suavemente, encogiéndose de hombros.

—Gracias por la oferta, pero creo que Gabe está más que bien siendo un Matthews.

Farkle se acomodó en la silla, cruzando los brazos como si aceptara una derrota temporal.

—Está bien, está bien. Pero recuerda esto, Harriet: algún día, cuando Gabe sea una leyenda en el mundo, todos dirán, "Ah, sí, claro, ese chico. El hijo de Harriet y... ¿quién fue ese hombre otra vez? ¡Oh, claro, Minkus!"

Maya lo interrumpió con un gesto teatral.

—Incorrecto. El papá es el Tío Boing. Y si dices algo más, me encargaré de tatuártelo en la frente para que no lo olvides.

Farkle puso los ojos en blanco mientras Riley y Maya reían, y Harriet se limitaba a observar, encantada por la dinámica del grupo. Mientras tanto, Gabe siguió durmiendo plácidamente, ajeno a las discusiones sobre su supuesto linaje.

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