Girl Meets Gift

La escena se desarrolla en un restaurante, con el ambiente relajado pero cargado de emociones no resueltas. Josh cuidaba a Gabe en casa mientras el resto del grupo compartía una conversación intensa.

Shawn, de pronto, se dirige a Riley.

—Diciembre ocho. —dice de forma casual.

Riley lo mira, confundida.

—¿Qué?

—Tu cumpleaños. —responde Shawn.

Maya, cruzando los brazos, no se deja impresionar.

—Eso no te salva. Harriet y yo sabemos su cumpleaños, pero no abandonamos a nuestros amigos por un sendero.

Shawn alza una ceja y pregunta.

—¿De verdad crees que eso es justo?

Maya asiente con firmeza.

—Sí.

Shawn esboza una sonrisa sarcástica.

—Muy bien. Esto también es justo: ¿a qué hora nació? ¿Cuánto pesó? ¿Y cuánto midió?

Las tres chicas se miran entre sí y dicen al unísono.

—Oh, oh.

Shawn, sin perder la calma, responde.

—Tres de la mañana, seis kilos con 490 gramos, cincuenta y dos centímetros.

La mesa guarda silencio mientras él continúa.

—Yo estuve ahí esa noche, y fui el primero en cargarla después de sus padres. Y se veía así. —imita una cara cómica y apachurra sus mejillas con las manos.

Harriet, sin perder una oportunidad, lanza un comentario.

—Todavía sigue viéndose así.

Riley, divertida, intenta imitar la expresión que hizo Shawn, lo que provoca algunas risas.

Entonces, Riley rompe el momento liviano con una pregunta directa.

—¿Por qué lo recuerdas tan bien?

Shawn desvía la mirada brevemente antes de responder.

—Porque justo ese día me fui.

Maya, alzando una ceja, interroga con cierta intensidad.

—¿No era la ciudad lo suficientemente grande para ambos?

Shawn suspira y se encoge de hombros.

—Las personas crecen, se casan y tienen hijos. Y sus amigos que no lo han hecho, empiezan a sentirse fuera de lugar.

Riley interviene, su voz firme pero con un toque de vulnerabilidad.

—No me conviertas en la razón por la que no te quedaste.

Shawn la mira y sacude la cabeza.

—Yo soy la razón, Riley. Es cosa mía. Pero quiero que sepas algo: tus padres son las mejores personas que he conocido en mi vida.

Harriet toma la palabra, observándolo detenidamente.

—Entonces, eso significa que debes querer mucho a Riley.

Maya, uniendo fuerzas con Harriet, agrega con una sonrisa.

—Porque nosotras la queremos. Es igual a sus padres.

Riley sonríe, pero sus ojos tienen una mezcla de emociones.

—Él me quiere.

Maya la mira, intrigada.

—¿Qué?

Riley explica, con un tono tranquilo pero lleno de significado.

—Él quiere a mis padres. Yo vengo de ellos, así que él me quiere. Me quiere tanto que no puede mirarme.

Shawn suspira pesadamente y se mueve incómodo en su silla.

—Estoy justo aquí.

Riley se desliza en la silla para acercarse a él y lo mira fijamente.

—Entonces, mírame. —le exige suavemente.

Shawn evita sus ojos al principio, pero ella toma su rostro con ambas manos y lo obliga a mirarla.

—Mírame. —repite, más suave esta vez.

Él la mira y sonríe, una sonrisa llena de cariño y un poco de melancolía.

—¿Qué? —pregunta Riley, desconcertada.

Shawn responde con sinceridad.

—Eres Cory con el cabello de Topanga. Tienes suerte.

Riley sonríe un poco, pero su rostro cambia cuando decide preguntar algo más profundo.

—¿Está bien si te pregunto algo aterrador?

Shawn la observa con cierta desconfianza, aunque hay una sonrisa en sus labios.

—No creo que una chica de trece años pueda decir algo que realmente me asuste.

Riley no retrocede.

—¿Qué es lo que has estado buscando por más de seis años, como dijeron mis padres?

Shawn la mira fijamente, su expresión se torna seria. Se toma un momento antes de contestar.

—Cuenta. —es lo único que dice, dejando el aire cargado de significado mientras los demás observan en silencio.

En la casa Matthews toso estana tranquilo, Josh estaba con Gabe, jugando tranquilamente, cuando Riley le dice a Shawn:

—Tú entra ahí.

Cory, quien estaba cerca, interviene, indignado.

—No le das órdenes a un hombre adulto.

Riley lo mira fijamente, cruzando los brazos.

—Tú.

Cory, confundido y ligeramente asustado, pregunta.

—¿Quién, yo?

Riley replica, sin vacilar.

—Ambos. A mi habitación.

Cory y Shawn intercambian miradas de resignación, suspiran profundamente, y obedecen sin rechistar, dirigiéndose a la habitación de Riley.

Mientras tanto, en otra parte de la casa, Harriet estaba en su habitación cambiándole la ropa a Gabe, quien había derramado un poco de jugo natural. Se aseguraba de que quedara impecable cuando la ventana se abrió de golpe. Era Farkle, quien entró con una sonrisa traviesa.

—Linda. —dijo él con un guiño.

Ella, sorprendida, no pudo evitar reír.

—¿Qué haces aquí?

Farkle respondió con desenfado:

—Vine a dejar un regalo para mi futuro hijo.

Ella rió más fuerte, aunque no pudo evitar cierta timidez.

—No es necesario, Farkle.

Aun así, él insistió y le entregó una caja envuelta. Harriet suspiró, resignada, y comenzó a abrirla mientras Farkle hacía caras graciosas para entretener a Gabe. Dentro del paquete encontró un pequeño suéter, pero antes de que pudiera apreciar el diseño, la puerta se abrió abruptamente.

Josh entró, deteniéndose en seco al ver a Farkle en la habitación.

—¿Quién es él y qué está haciendo aquí? —preguntó Josh, claramente confundido y un poco protector.

Harriet trató de mantener la calma mientras respondía.

—Él es Farkle, un amigo de la escuela.

Farkle, sintiéndose cada vez más incómodo, preguntó rápidamente.

—¿Y quién es él?

Harriet respiró hondo antes de contestar.

—Josh. El padre de Gabe.

Los ojos de Farkle se abrieron como platos.

—¿El padre de Gabe?

Antes de que pudiera pensar claramente, intentó quitarle el suéter de las manos a Harriet.

—Dámelo, no hace falta. —dijo apresuradamente.

Pero Harriet lo detuvo, levantando una ceja.

En el suéter se veía el nombre "Gabe Minkus"

Aunque Harriet sabía que estaba bromeando, no estaba segura de cómo Josh tomaría la situación. Sin perder tiempo, cubrió el suéter para que Josh no pudiera verlo.

Josh, sin embargo, no se dejó engañar.

—Déjenme ver eso.

Harriet y Farkle negaron rápidamente, pero Josh tomó el suéter antes de que pudieran detenerlo. Lo miró detenidamente, y al leer el texto bordado en él, preguntó.

—¿Qué significa esto?

El ambiente estaba cargado de nerviosismo. Farkle y Harriet se miraron, y esta última susurró discretamente.

—Corre.

Sin esperar una segunda orden, Farkle salió apresuradamente por la ventana, dejando a Harriet y a Josh lidiando con el momento incómodo.Claro, aquí te lo envío nuevamente:

—¿Qué significa esto, Harriet? —pregunta, señalando el suéter con una ligera expresión de confusión e incredulidad.

Harriet, sin perder la compostura pero riendo nerviosamente, toma a Gabe en brazos y se prepara para salir de la habitación.

—Oh, no es nada. Solo una broma. Ahora, si me disculpas, tengo que llevar a Gabe a la sala.

Josh levanta una ceja, dudando de su explicación.

—¿Una broma? Harriet, esto parece más que eso.

Ella sonríe con descaro mientras camina hacia la puerta.

—Confía en mí, Josh. Es solo un poco de humor estudiantil. Gabe y yo debemos irnos ahora, ¿verdad, bebé? —dice mientras besa suavemente la cabeza de Gabe.

Antes de que Josh pueda presionar más, Harriet sale rápidamente, dejando a Josh solo, todavía sosteniendo el suéter y preguntándose qué era realmente lo que acababa de ocurrir.

En otra parte de la casa, Cory y Shawn se sientan con un ambiente más relajado pero algo introspectivo. Cory, siempre el curioso, pregunta directamente.

—Entonces, Shawn... ¿Cómo va tu búsqueda?

—Durante años, no sabía por dónde empezar a buscar. Pero ahora... tengo un presentimiento. Creo que estoy cerca.

—¿Cerca? —Cory pregunta—. ¿Cómo lo sabes?

Shawn respira hondo, con una pequeña sonrisa nostálgica.

—Hay una pista en Filadelfia. Algo que no puedo ignorar. Voy a ir y ver si encuentro respuestas.

Shawn, por su parte, parece más determinado que nunca.

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