CAPITULO 21



Archibald Stone

Mánchester Inglaterra

Hoy que estamos separados pienso más en ti y con mucha más frecuencia. Cada vez se adueña de mi cabeza una imagen de ti, aquella que es incapaz de borrar, y te hablo, o más bien, le hablo a otra tú que imaginé, confesándome todo lo que hecho. Me tranquiliza hacerlo porque es fácil poder hablarle a la nada que decir toda la verdad frente a tus ojos y, aún si quisiera, escribiría todo lo que mi corazón anhela decir, pero no conseguiría poner por escrito todo lo que ansío decir, supongo que es peor no decirlas y callarse la verdad.

Mirando hacia el cielo, pensé: ¿Cómo puede ser que en un año sucedan tantas cosas? Hace un año exactamente celebraba mi cumpleaños, aunque la persona que quería que el motivo de la celebración, no tenía idea del porqué se hacía una fiesta. Pero estaba feliz junto a amigos cercanos, también estaba mi familia y personas que jamás había visto en mi vida, que solo se encontraban en aquel lugar por interés, por llenar sus bocas de críticas y muchas más cosas que no quisiera mencionar, pero sobre todo estaba alguien que hizo que mi mundo cambiara de repente. Hizo que un caos de vida, un desorden de costumbres y vivencias cambiarán totalmente, tanto que siento que la luz es oscura si no me ilumina con su sonrisa, con su mirada, con sus cálidos cariños y su imperfecta forma de ser.

Hoy es prácticamente igual, la misma familia, las mismas personas desconocidas, los amigos cercanos y los poco conocidos, el mismo motivo, 24 años de miseria. Hoy nuevamente como todos los años hay celebración. Solo cambió el país y el hecho de que ahora me hacía compañía como esposa Adalia. La única diferencia con ella es que mi madre demuestra que si la quiere para mantenerla de nuestra parte, mientras que mi padre... él se mantiene neutral ante todas las situaciones, aun cuando fue él quien provocó todo esto, por el momento descansa en casa, su hija nació hace poco, mi hermana. Su nombre es Bryana. Su madre es, por supuesto, la hermana mayor de Adalia. Christa cuida bien de él, es demasiado descarado y no soporto que mi madre sufra por él.

—Vamos amigo, anímate—dijo Mark, entrando de repente. Mi único amigo verdadero.

—Es fácil para ti decirlo.

—Archibald... sé que es difícil pero no puedes darle tantas vueltas al asunto, si dejaron de comunicarse contigo ha sido porque no quieren saber de ti. Sólo disfruta este día, al menos con nosotros, no es fácil lograr que los chicos saquen tiempo para asuntos que no impliquen su banda.

Los chicos de la banda Julienne: Jason, Chanan, Gil y Oscar organizaron su horario para poder venir este día, los conozco desde que tengo 14 años y gracias a mi familia no pude continuar con ellos en la banda, un terrible error, pero si no fuese así no hubiera presenciado ciertos acontecimientos que son valiosos para mí. Mi madre decía que siempre estamos en el lugar donde debemos estar, aunque no nos agrade.

Empecé a disfrutar un poco la fiesta, ignoraba a los periodistas y evitaba contacto con las personas que, a mi parecer, son poco agradables, simplemente compartía con quienes sí me apreciaban en realidad.

Y, como siempre, hay algo que arruina mi pequeño momento de felicidad.

Adalia, sin consentimiento y sorpresivamente, se posicionó en el centro de la fiesta, llamando a todo el público quienes atentamente le prestaron atención, no tenía idea qué pretendía hacer pero no quería imaginar lo que llevaría a cabo en ese momento.

—Hoy como fecha muy especial, ¡Mi esposo Archibald y yo queremos anunciarles que seremos padres!— Puso una cara de felicidad que jamás había visto de ella, todos los invitados, incluso yo, quedamos sorprendidos. Todos mostraban felicidad en sus rostros, la cual a mí me faltó, a la vez mostraron sus mejores deseos y aplaudieron al mismo tiempo, mirándome fijamente esperando una respuesta por parte mía. No supe qué hacer o qué decir, no quería demostrar mi frustración y descontento con la noticia pero al parecer fue muy notorio, lo único que pude hacer es acercarme a ella, mostrando una falsa sonrisa a todo aquel que me felicitara.

— ¿Qué diablos acabas de decir? Nosotros nunca hemos tenido sexo, ¿Acaso piensas en lo que dices Adalia?— le pronuncié en un tono de voz muy bajo que apenas pudo escucharme.

—Déjame terminar. —Pronunció.

Y volvió a llamar la atención de todo el público y dijo.

—Hay un bebé, cumplió dos meses, su madre tiene 15 años y decidió darla en adopción a una familia que le dé una vida digna; nosotros queremos adoptarla, es un gesto maravilloso por ella, merece todo el cariño y afecto que sus padres biológicos no podrán ofrecerle. Queremos hijos propios pero también queremos brindarle una oportunidad a alguien a quien sé que podremos amar con todo nuestro corazón.

No creo que esa faceta sea muy propia.

Me aparté furioso de aquel lugar, se notaba demasiado mi expresión, no pretendía disimular. Me acerque a mis amigos, ellos sorprendidos, como todos.

— ¿Estás bien Archie?—Pregunta Chanan un poco preocupado.

— ¿Es verdad lo que dijo tu esposa?— Siguió Gil.

—No lo sé, no sabía nada, no sé qué hacer, ¿Qué se supone que haga?—les dije al borde del llanto, quería explotar en este momento, sentía mucha rabia, pero lo peor, no sabía cómo evitar esta situación.

—Contrólate, sabes que puedes contar con nosotros, todos nosotros—Dijo Oscar tratando de consolarme, pero no lo lograba.

Y, sin darme cuenta, empecé a llorar, ya no lo soportaba más, lo dejé salir. Mi vida cada día se salía más de mis manos, ya no tenía control sobre ella. Pensé que había mejorado pero todo fue una simple fantasía, se arruinó mi vida solo por el hecho de nacer en una familia prestigiosa que tiene que cumplir estereotipos sociales, quienes toda mi vida me han manipulado a hacer lo que ellos creían correcto, pero en realidad era lo que les convenía. Nunca puedo ser yo mismo y eso me frustra, no puedo estar con quien yo quiera porque eso "mancha" mi imagen.

—Archibald...—miré a Mark quien tenía una expresión de tristeza, incluso más que la mía.

— ¿Dime que hice mal para recibir esto?— le dije.

—Tú no haces nada malo, nada de lo que haces este mal, la vida misma es la que está mal, y nosotros nos vemos afectados por nacer en ella. Trataremos de hacer todo lo posible por ti— dijo algo que me llenó de valor para seguir, creo que en vez de llorar y culpar a todo mundo por mis desgracias debería ir y arreglar todo, lo que debí hacer desde un principio.

Me dirigí donde estaba Adalia, se encontraba sola mirando su teléfono, sin pensarlo le reclamé por lo que había dicho antes.

— ¿Me puedes decir que acaba de pasar? ¿Por qué no me dijiste nada antes?—estaba enojado y ella lo sabía.

—Se supone que íbamos a ser una familia, yo quiero un hijo Archie—Sus palabras eran tristes, pero aun así no me conmovió.

— ¡¿Familia?! ¡Tú me quitaste lo que más quería! Mi familia me obligó a casarme contigo para salvarnos de la tuya, aun así te doy un espacio en mi vida ¿Y me haces esto? eres lo peor—Le grité sin importar quién me escuchará.

Adalia empezó a llorar desconsoladamente, a veces era demasiado cruel y grosero con ella, descargaba toda mi ira contra ella y eso no se puede hacer.

—Lo siento, pensé que te agradaría la idea—Siempre que discutimos ella respondía de la peor forma, ganando siempre por sus berrinches, pero esta vez era distinto.

— ¡¿Agradarme?! Debiste hablarlo conmigo antes de decir frente a todo el mundo la decisión de tener hijos debe ser de los dos, no solo de una parte—Siguió llorando y me empecé a sentir mal—Ya... por favor, deja de llorar ¿Qué ganas haciéndolo? Provocas que te odie y no quiero eso.

—No lo entenderías, tu mayor sueño no es ser padre, siempre fue tu música.

—Tú no sabes nada de mis sueños...—Le contesté— Dime ¿Cuál es tu afán de tener hijos? ¿Crees que sería otro de tus pasatiempos? Un hijo no es algo que se deba ver con inmadurez y tú... definitivamente no estás lista.

—Estoy lista desde que supe que jamás podré tener hijos, soy infértil.

— ¿Estás segura de eso?—Le pregunté apenado.

—Los exámenes no fallan, sin embargo me gusta intentarlo. Supe de esta oportunidad de adoptar así que no podría dejarlo pasar, me emocioné tanto que evité pensar en las consecuencias. Lamento no decírtelo pero sabía que no estarías de acuerdo, solo necesito que tú firmes los papeles de adopción, no puedo adoptarlo yo sola, después podré adquirir su custodia y nos podemos divorciar, solo te necesitaba para eso, y no te preocupes por tu familia, todo estará bien.

—Un hijo no es un negocio— Inquirí, aquel tema no me agradaba, quería divorciarme, sí, pero sin sus términos. Al verla de esa manera no podía evitar sentirme un poco mal, así que la abrace para que llorara un poco, eso le haría bien, conozco a Adalia, así que no aceptaré su petición, por más que insista.

~

07 de la mañana.

Desperté muy temprano en la mañana, Adalia estaba al lado mío durmiendo tranquilamente, la miré detallando cada parte de ella, no podía creer que la mujer que vi anoche sea la misma que conozco desde los 15 años, realmente es sorprendente ver esta faceta nueva; quizás me equivoque al llegar a pensar mal de ella, sin embargo, no debo olvidar como es realmente.

Estos días, desde la fiesta he estado pensando todo el tema del bebé, no es una decisión que se tome a la ligera ni que se pueda tomar de la noche a la mañana y por más que no quiera aceptarlo, no puedo dejar de pensarlo y aunque sea el mayor deseo de Adalia... no es el mío, y ambos tenemos que quererlo para poder lograrlo, de lo contrario, sería un caos y traería muchas repercusiones.

Ya no podía pensarlo más, estaba decidido, desde que supe de la noticia he mantenido mi palabra, no lo haré.

Esperé hasta que se levantara, ella estaba inquieta y no era la misma, el día de hoy estaba muy callada y no le apetecía hablar conmigo, aun no encontraba las palabras para decírselo.

No hablamos hasta el desayuno, el silencio seguía siendo muy incómodo, traté de decirle que no iba a aceptar la idea de tener un hijo para después abandonarlo, ese bebé merecía tener un padre. Pero ella se adelantó.

— ¿Tienes trabajo hoy?

—Hoy es domingo, tengo libre ¿por qué?

—Quisiera que me acompañaras a un lugar, sé que no te gusta pasar tiempo conmigo pero...

—Claro, no hay problema—la interrumpí— ¿A qué hora?

Se sorprendió al ver que yo estaba dispuesto a compartir un momento con ella fuera de casa, nunca salíamos, ni siquiera fuimos de luna de miel, no tenía tiempo para pensar en eso cuando mi familia se estaba destruyendo poco a poco, ambos siempre nos encontrábamos pendientes de nuestro trabajo, así que no planeamos nada. Aceptamos ir en la tarde, ella se emocionó mucho pero yo desconocía el lugar al que nos dirigiríamos; durante todo el camino estuvo muy nerviosa, a la vez ansiosa y en pequeños momentos irradiaba mucha felicidad, y no quería imaginar la razón.

Y mis sospechas se hicieron ciertas, llegamos a un lugar que a simple vista parecía un gran alojamiento campestre, supe que se trataba de un orfanato, aunque, ciertamente era un convento de niñas, imagine lo peor. Sabía que no sería nada bueno, me deje manipular fácilmente y caí en la trampa, debía retractarme e irme, no lo voy a permitir.

—Adalia ¿Qué hacemos acá?— La miraba y aún se notaba la felicidad en su rostro.

—No te preocupes, no es lo que piensas, solo anhelaba volver a este lugar, dejar algunos presentes que compré para las niñas de este lugar, no te has percatado antes, pero suelo venir muy a menudo—se bajó del auto antes de que pudiera responderle, iba a quedarme en el auto y la esperaría, pero me intrigaba saber cómo actuaba en un sitio de estos así que la seguí en silencio mientras ella saludaba a todo aquel que se cruzara en su camino, ella al ver que yo la acompañaba siguió hablando—Te pedí que vinieras porque quería que conocieras un poco de mi otro yo, no es adecuado que me siguieras viendo con odio y rencor, ya no soy la niña caprichosa que obtenía todo lo que quisiera gracias a su padre, esa persona ya quedo atrás.—dijo segura de sí misma.

—Yo no pensaba eso de ti...—no del todo.

Pero ella me ignoró y siguió caminando, encontró una señora, era la directora del convento, nos saludó a ambos formalmente. Adalia le entregó unas cajas y siguió su camino a un patio ubicado en la parte trasera del lugar, yo la seguía observando cada rincón, era un lugar fresco y tranquilo.

Se acercó a un par de niñas, sus edades variaron entre los 5 y 10 años, todas la conocían y la abrazaron al mismo tiempo, me miraron curiosas de ver a un extraño pero en seguida me ignoraron y siguieron haciendo lo suyo. Las observé y pude ver realmente cómo era la personalidad de Adalia, alguien amable, feliz, bondadosa. Se levantó y me tomó del brazo.

—Vamos, sígueme, no tardaremos.

— ¿Desde hace cuánto vienes aquí?

—En Alemania siempre iba a visitar algunos orfanatos, los frecuentaba mucho en mis tiempos libres, pero ahora que vivimos en Inglaterra es más difícil ir, pero encontré este, y hace unos días conocí a la niña quien su madre había abandonado, y sin pensarlo quise adoptarla, el resto ya lo sabes.

— ¿Y la veremos? ¿Ahora?

—Ya lo averiguarás.

Subimos unas escaleras donde se encontraban las más pequeñas, recién nacidas y niñas menores de 1 año. Se acercó a una bebé, al verlas todas juntas me producían muchos sentimientos, eran tan pequeñas e indefensas, duele ver que no tienen padres y quizás nunca logren ser adoptadas, mi corazón se destruía al pensarlo. En un momento vi algo que me conmovió, Adalia sujetaba a una de ellas con mucho cuidado, las miraba desde el marco de la puerta pero podía sentirlas cerca. Me acerqué lentamente para observarlas mejor, cuando vi al bebé, ella me miró con sus bellos ojos negros, mostró una pequeña sonrisa y sus mejillas se tornaron de un color rosado suave, le devolví una sonrisa involuntariamente. Adalia al ver la escena sonrió y cayó una pequeña lagrima de felicidad, no imaginaba que esto pasaría, y ahí entendí todo.

~

02 de la tarde.

—Creo que deberíamos ponerle un nombre de músico—Afirmó Chanan.

—Quiero que mi hija escoja lo que quiere ser, aunque amaría que escogiera el arte, la música, tal vez la poesía ¿Y si es modelo como su madre?—dije mientras la cargaba en mis brazos, su risita es encantadora.

—Que cursi eres Archie, me subes el azúcar— Dijo Jason riéndose

—Es una niña muy linda, ¿No es así chicos?—Ahora era Adalia quien hablaba de la pequeña.

Todos la miraban con amor, especialmente su madre, desde que la vi por primera vez supe que sería lo que nos uniría, la que me alegraría cada mañana y un nuevo motivo por el que vivir, las dos seguirán viviendo acá, pero Adalia ya no será mi esposa, no la amo. Le hemos brindado a la bebé una oportunidad de vivir dignamente, de tener padres que la amen y protejan, me aseguraré fielmente de que no le falte nunca nada, ni a ella ni a su madre, y aunque suene egoísta dejarlas, de que ella crezca con padres separados, en el fondo considero que fue una buena elección. Y así como Adalia logró su sueño, yo también cumpliré el mío, al fin y al cabo no lo he olvidado, es lo único en lo que pienso día y noche.

Mark se acercó a mí, dejando a los chicos y a Adalia solos, me impresionaba ver como antes a los chicos les costaba entablar una relación de amistad con ella, pero desde la noticia del bebé se han acercado más, no son los únicos.

— ¿Aún piensas hacerlo?—él y yo sabíamos a que nos referíamos.

—No tengo ninguna duda— le afirmé.

— ¿Y Adalia lo sabe?

—Se lo diré en su momento ¿Cuándo saldrá?

—Lo sabrás cuando veas el ticket, lo compró en seguida me dijiste.

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