CAPITULO 17

6 meses más tarde....

Faltan tres semanas para el nacimiento del bebé...

Nantes Francia.

08 de la mañana.

Recuerdo en navidad haberla pasado con Henri, nuestros abuelos, con Charlotte y sus padres, fue la oportunidad perfecta para decirles acerca de mi embarazo. Me preocupaba la reacción de Henri pero fue la persona más alegre ese día, ahora está más pendiente de mi cuidado y teme por mi vida.

La fecha tan esperada se acercaba cada vez más y la preocupación cada día se hace más fuerte. Durante el embarazo no tuve ningún estrés, y no procuraba hacerlo ahora siendo que faltan escasas semanas. He permanecido en casa el mayor tiempo posible, logré posponer el año en la universidad sin problema, lo terminaré cuando nazca el bebé y así podré graduarme sin problema; respecto a Charlotte, mi relación con ella mejoró muchísimo, más de lo que pensé. Ha estado muy pendiente de mí, me acompaña a las citas médicas y me demuestra su apoyo como ninguna otra amiga, ha sido incondicional. Aunque aún no sé qué oculta, pero por el momento no quisiera saberlo.

De Archibald no he logrado saber absolutamente nada, como si no existiera, evito cualquier conversación que lo involucre. La última noticia que leí sobre él fue cuando Mark, su amigo, asumió el puesto de vicepresidente en la empresa.

Estuve tomando algunos cursos de maternidad y leyendo mucho sobre el tema, necesito estar muy bien preparada, tendré que enfrentar esto sola y cumplir el rol de madre y padre a la vez.

Lo más emocionante es el sexo del bebé.

Es niño, un hermoso varón. Aún no he decidido cuál será su nombre.

Me preparé para la consulta general que tenía hoy para chequear que estuviera preparada para el momento del parto, la enfermera y Charlotte me acompañarán. Fui a su cuarto para comprobar que ya estuviera lista, descubrí que discutía por teléfono y la persona con la que hablaba me sorprendió.

— ¡Archibald! ¡Entiéndelo! No puede hacerlo, ¿Eres imbécil o qué?—Estuvo en silencio por unos segundos—Lo sé pero ahora no puedo hacer nada ¡Nos vemos!

Entré sin dudarlo, ¿Cómo era posible que hablara con Archibald? No hay muchos con el mismo nombre, y menos que sean amigos de Charlotte. Ella me vio, vio mi cara de necesitar una explicación así que dejó el teléfono a un lado.

— ¿Qué escuchaste Mircella?—Había oído todo, no se mostraba muy sorprendida.

— ¿Desde cuando tienes comunicación con él?—pregunté seria.

— Desde siempre—Agachó su mirada, y se puso nerviosa.

— ¿Él sabe de mi estado?—Negó—Entonces ¿Por qué hablas con él?—se quedó en silencio, le grité que me dijera la verdad y empezó a llorar, ¿Qué está sucediendo entre ellos?

— Cálmate Mircella, prometo decirte todo pero tienes que esperar hasta que ambos estén bien, por favor.

— ¿Cómo pretendes que espere cuando me puedes decir ahora?— notó que estaba furiosa, no me gusta que me oculten las cosas.

— Lo siento...—Empezó a llorar nuevamente, me sentí fatigada y estresada. No podía estresarme así que salí sin ella, estar lejos por un momento me tranquilizará, algún día tendrá que decirme todo, tengo derecho a saber acerca de su relación. Salí como una bala de la casa, bajé las escaleras mientras Charlotte me seguía.

— ¡Eres una hipócrita Charlotte!— le grité mientras ella corría detrás mío tratando de alcanzarme.

— ¡Si supieras todo Mircella, no me hablarías de esa manera!—No quería escucharla más y aceleré el paso—Mircella, detente, ten cuidado— logró alcanzarme, estábamos en el cuarto piso del edificio y me tomó del brazo haciendo que me detuviera.

— ¡Suéltame! ¡Yo no soy la que tiene mil secretos! ¡Vete!—traté de zafarme de su agarre pero era difícil, ella me sujetaba con más fuerza hasta que pude lograrlo.

— ¡Mircella!—oía a lo lejos—No seas inmadura y regresa— y esas fueron las últimas palabras que escuché en ese momento porque el piso estaba mojado y provocó que cayera por aquel lugar. Mi único pensamiento fue proteger mi barriga, hasta que me detuvo la pared con la que choqué y el mayor golpe lo recibió la parte trasera de la cabeza.

Todo lo que sucedió fueron pequeños fragmentos que recordaba, veía todo desde otra línea temporal, todo parecía un sueño. Sentía el tacto de unas manos en mi cuerpo y un hilo frío que caía desde la cabeza hasta llegar a los pies.

El dolor era cada vez más fuerte, quería irme lejos, al lugar donde se encontraban mis padres. Veía, a lejos, mi propio cuerpo bajo la lluvia, tirado sobre el concreto. Un hombre cerca de mi cuerpo suplicando ayuda, él no me veía, a mi yo real, solo a la imitación que estaba en el suelo quizás muerta.

— El niño viene en camino—Volví a mi realidad, pero no completamente— si no lo tratamos a tiempo puede que ambos no logren sobrevivir—escuché que alguien pronunció esas terribles palabras, me generaban miedo, me suplicaba tener fuerzas por ambos, aunque no sabía de donde sacarlas. El parto sería prematuro.

Y escuché a lo lejos las peores palabras que le pueden decir a una madre que está a punto de dar a luz.

"...o es el bebé o es la madre, ambos no podrán sobrevivir..."

Y lo último que escuché de ese día fue el llanto de un bebé. Pero no veía nada, solo escuchaba.

Luego ya no sentía dolor, nada en lo absoluto....

Después de unas horas, empecé a tener sueños extraños, como el que presencie anteriormente:

Conducía aquel auto, como en todos los sueños. Sentía miedo al no saber manejarlo, jamás había intentado conducir un auto antes pero no resultó difícil lograrlo. Llegué a un lugar, una carretera donde transitan muchos autos, estaba lloviendo. La noche era oscura y tenebrosa, había muchos carros en la escena como también personas presentes. Decidí acercarme pero cada paso que daba mi pulso se aceleraba más; visualicé otro auto, uno que me llamó la atención, un Renault Twingo modelo 2000 color rojo. Intenté acercarme donde estaban las personas reunidas, pero alguien mucho más fuerte no lo permitió, me tomó fuertemente y me abrazó ¿Cuál es la razón de su acción? No sabría entenderlo, pero ese hecho hizo que todas las lágrimas comprimidas salieran. A pesar de la tenue luz que había, el rostro de aquella persona lo podía ver perfectamente, sus ojos tenían un color especial, de hecho eran de dos colores distintos; ¿Cómo se llama? Heterocromía, uno era de color verde y el otro café; su cabello, oscuro, igual que el mío, y sus labios, tan suaves y tan delgados, me decían "Estoy contigo" no sé quién era aquel ser tan cercano pero me sentía protegida.

~

12 del mediodía.

Desperté con una fuerte migraña, el lugar donde desperté era extraño, nada familiar. Vi alrededor de toda la habitación, totalmente extraño para mí, a juzgar por los implementos y por la forma de la cama, sin duda era la habitación de un hospital, pero ¿Qué hago aquí? Estoy en la camilla con suero y una venda en mi cabeza.

Escuché dos voces que discutían afuera.

Estaban perfectamente enterados que aquel hecho iba a desatar secuelas más adelante.

—No pensé que volvería a suceder, es mi culpa— Respondía alguien, parecía hacerlo lo más pacíficamente posible.

—Debido a la falta de medicamentos y de cuidado es ahora perjudicial para ella, más de lo que creíamos, y ahora con este golpe no sabremos si está bien hasta que despierte.

Intenté levantarme pero sentía un fuerte dolor en el vientre y las piernas. En seguida entra a la habitación Henri. Lo recordaba diferente.

—Qué bueno que despertaste. No sabes cuánto me alegra verte así. Pensamos que durarías más tiempo inconsciente—Se acerca con una expresión alegre a pesar de que ha llorado.

— ¿Henri? ¿Eres tú realmente? Te ves diferente...—me miró con una expresión extraña en su rostro.

Él guardó silencio.

— ¿Por qué estoy aquí? —Sentí una pulsación en mi cabeza— ¿Qué me pasó en la cabeza?

— ¿Recuerdas lo que paso con Archibald y el bebé?—Se apresuró a decir interrumpiendo.

— ¿Archibald? ¿Quién es? ¿De qué bebé hablas?

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