CAPITULO 16
Mircella Pierce
Nantes Francia
12 del mediodía.
Veía unas hermosas flores en un jardín grande y acogedor. Algunos tulipanes y dalias rosas con alrededores blancos, el césped recién cortado y el sol brindaban su brillo a todo el lugar, era verano sin duda. Una brisa movía las flores de un lado a otro y notaba a alguien regándolas con mucha atención y cuidado, llevaba un sombrero para darle sombra a su cara y botas para el jardín. Su ropa estaba sucia por la tierra pero se esmeraba por cumplir su labor del día. Veía a una hermosa mujer detrás de ese traje viejo de jardinería. Me llamaba Anna, nadie lo hacía.
Corrí hacia ella para atender su llamado, sus mejillas rojas y sus ojos espléndidos me miraban con dulzura.
— ¿Vendrá Joss a cenar?
— Por supuesto—contesté.
— Prepararé Lasagna, espero que le agrade.
— Seguro que lo hará, Madre.
Ella volvió a sonreír y yo me dirigí al pequeño cuarto de herramientas que estaba al final del jardín y conseguí un poco de abono para las plantas, quería ayudar.
~
Han pasado varias semanas, este nuevo día desperté normal, sin síntomas de migraña o algún dolor, tampoco tenía miedo. Era un sueño agradable. Me preparé para ir a la universidad pero no encontraba mis zapatos preferidos, seguro los deje en la habitación de Charlotte.
Al entrar, ella se encontraba triste, lo noté enseguida. Esto debía detenerse.
— ¿Pasa algo Mircella?
—Tenemos que hablar—me atreví a decir—quiero que confieses toda la verdad. He notado desde hace mucho tiempo como has cambiado, Charlotte, ya no eres la misma, ¿Qué rayos te pasa? Lloras a escondidas, prefieres confiar en otras personas que en mí, me mantienes alejada, incluso me mientes. Confía en mí, ¿O es que ya no lo haces?
—Mircella... a veces preferimos guardar secretos y dañarnos que decir la verdad y dañar a las personas que amas.
—Pero no cuando tengo mucho que ver en eso.
— ¿Cómo lo sabes?—Se exaltó.
—Acabas de confirmarlo con aquella pregunta.
—No puedo decírtelo, no es fácil para mí hacerlo, tienes que leer la carta que te dio Archie.
— ¿Cómo sabes de eso? No te lo conté.
—No soy la única que guarda secretos, cuando estés preparada podemos hablar, esto es por tu bien.
Fui a la Universidad, estas discusiones con Charlotte no servían. Debía hacer lo que me decían. Estuve atenta a toda la clase de Botánica, tuvimos un pequeño descanso antes de entrar a la siguiente clase y aproveché ese tiempo para leer dicha carta, aquella que por miedo no había abierto antes.
Me senté frente a mi computadora, esperando hasta sentirme segura de abrirlo. Visualizando cada pequeña cosa, pensativa. Estuve lista para leerla.
"Mircella, ten presente todo el cariño que siento por ti, serán días difíciles, está claro. Enterarte de algo que no esperabas es confuso, lo sé por experiencia, pero lo más importante que debes hacer es aceptarlo, sea lo que sea, así podrás salir adelante por ti y solo por ti. Tal vez me odiaras por muchas cosas que pasaran más adelante, lo presiento. Mi pasado es terrible y no estoy orgulloso, cada día me persiguen mis culpas. A pesar de todo también tuve felicidad, una muy grande que logré perder por descuido, algo que amé profundamente y simplemente se fue. Te cuento esto porque tenemos que ser sinceros si queremos que esto funcione, perdóname por no decírtelo directamente pero luego podrás entender la razón"
Sentí que el corazón se empezaba a acelerar, mi estómago se revolvía y mi cuerpo estaba helado, una sensación extraña que hace tiempo no experimentaba. Leí cada línea atenta.
"Seré breve y no aburrido, te contaré un poco de mi pasado y lo que más espero es que me comprendas. Cuando recién llegué a Francia empecé a estudiar todo lo relacionado con finanzas, ¿Recuerdas la banda de Julienne? Al concierto donde fuimos. Los conocí mucho antes de que fueran famosos, si no me crees puedes preguntarle a Charlotte. Hace algunos años pude haber pertenecido a esa banda pero mi vida sería igual o peor de miserable que ahora, lo descubrí tiempo después cuando empecé a trabajar como profesor de música en una escuela. Allí conocí a una chica, conocía el caos que vivía cada día; me hizo madurar y entender que un niño rico puede seguir su propio camino sin la necesidad del dinero de su familia, gracias a ella encontré mi verdadera vocación. Fue el tiempo donde fui más feliz, nunca pude sentirme mejor. Gracias a ella mi vida dejó de ser una miseria. Realmente la amaba, al igual que a sus padres, eran dos seres celestiales para mí. Pero cometí un error, no fue el hecho de no haberle prestado mi auto a ellos para una sesión con la terapeuta de pareja, sino el haber abandonado mi sueño después de sentirme culpable. Un trágico accidente en la carretera y perdí a tres personas ese día. Lo más traumático para mí fue ver dos cuerpos sin vida llevados en una camilla, y también supe que no había perdido a tres personas sino cuatro, otra camilla llevaba a una tercera persona, viva, pero inconsciente y luchando contra la muerte, había pocas esperanzas, era mi mejor amiga. El dolor me consumió Mircella, no sabes cuánto, mi única alternativa fue huir de la ciudad, como un criminal, como si hubiera sido el causante de ese accidente. Abandoné a la mujer que amaba, al igual que a sus padres, y pensé que ella me odiaría, pero tiempo después fue tanto el odio que decía no acordarse de mí, no soporté más y me mude a otra ciudad, allí me pude olvidar de ese pasado y de ella, hasta este verano que llenaste todo de luz, hasta el más oscuro rincón. Entraste demasiado deprisa y no tuve tiempo de detenerte, cuando caí en cuenta ya te quería y no pretendía dejarte ir. No pienses que aún vivo en el pasado, tú perdón es todo lo que más anhelo".
¿Por qué tendría que perdonarlo? Yo no soy la que debe hacerlo.
Pero me gustaba que confiara tan ciegamente en mí para decidir contarme gran parte de su pasado, no era adecuado, yo no le exigía nada, pero se sintió agradable y a la vez espeluznante, no imagino lo que debió sentir Archibald cuando todo sucedió, el odio y el miedo de sentirse solo. No quiero que vuelva a pasar un acontecimiento así sin tener a nadie.
Recibí un nuevo mensaje de la señora Miller, aquella mujer que conocí en la fiesta de Archie, la he encontrado en varios lugares y no me molesta, es muy simpática y amable al igual que su esposo. Sabe mi situación con Archibald y, como amiga me aconseja, aunque lo hace más como una madre. La entiendo, perdió su bebé y desde entonces ha sufrido mucho, ve en mí como si fuese su hija.
Me ofreció un puesto de trabajo en un zoológico, atendería pequeñas especies de tortugas marinas, sin embargo, esto me consumiría mucho tiempo y no quiero dejar de visitar a Madame Gaudet, mi compañía le agrada, y pienso lo mismo de ella. Debo organizar mi tiempo, aunque creo que ella entendería si disminuyo los días de visita. La señora Miller me comentó acerca de este trabajo, mi labor prácticamente es estudiar su comportamiento, ya que muchas de ellas presentan pequeños brotes que no saben cuál fue su origen. Será más bien una pequeña práctica de tres meses trabajando con todo un equipo de profesionales, servirá para mi proyecto de grado.
Me dirigí al punto de encuentro, ella me llevaría donde un superior. En su auto me empecé a sentir incomoda, sentía leves mareos y náuseas. Mi estómago se empezaba a revolver y las náuseas se hacían cada vez más fuertes, evite en lo posible vomitar en su auto.
— ¿Te sientes bien?— me dijo ella sin apartar la vista del timón— te ves muy mal.
— Estoy bien, solo tengo un poco de mareo.
— Estás muy pálida, podría comprarte algo en una farmacia.
— Te lo agradecería.
Nos detuvimos, respiré aire puro y bebí un poco de agua, esperamos pocos minutos y tomamos nuevamente el rumbo, al llegar, el lugar era grande y la oficina donde me registraría quedaba apartada de donde nos encontrábamos, así que tenía bastante camino que recorrer y visualizar cada detalle. Era como estar en el paraíso.
La entrevista resultó bien, las personas fueron atentas aunque muy exigentes. Demostré todas mis capacidades y logré que confiaran en mí, sólo restaba hacer algunos exámenes médicos, odiaba las agujas y la sangre. Uno de estos exámenes llevaba ambas cosas juntas.
Finalmente esperé por Melanie Miller, quien esperó pacientemente todo el proceso y llevaba en sus manos el sobre de los exámenes. Pero no llevaba una buena cara.
— ¿Qué sucede? ¿Qué dice?
—Tu entrevista fue un éxito, vieron tus calificaciones en la universidad y sin duda eres apta y con mucho cuidado para tratar las especies pequeñas. Pero en los exámenes no te fue bien.
— ¿Qué quieres decir? ¿Hay algo malo en mi sistema?
— Depende de cómo lo veas, malo o bueno.
—Por favor dímelo—insistí temblorosa.
—Mircella... Estás embarazada.
06 de la tarde.
Llegué a casa temerosa, no pensaba en nada más que no era aquello que descubrí hoy. No sé cómo iba a reaccionar Archibald, hace días que no hablamos adecuadamente, solo escasos 15 minutos. Tiene que estar pendiente de la salud de su padre... y lo entiendo.
Hablé con Charlotte, era la única persona que tenía ahora a mi lado. Mi hermano no se podría enterar por el momento, conozco su forma de ser e imagino ahora su reacción.
Estaba asustada, realmente asustada. Charlotte no decía una palabra, tampoco me miraba con decepción sino más bien una de tristeza y desesperación. Le aseguré que ese día nos protegimos, no entiendo como sucedió, al fin y al cao no fue un método efectivo.
Esperamos por horas hasta que tomé la decisión de llamarlo. Como no contestó contactamos a su mejor amigo Mark, no fue muy amable con nosotras, le envió por mensaje de texto una página web a Charlotte.
—Mircella, debes ver esto, ¿Crees que sea real?—Lo miré, era una página web de una revista inglesa.
—Por supuesto que es real— dije con furia y tristeza.
Una foto tomada hace poco, en ella había una mujer de blanco muy hermosa y al lado suyo estaba Archibald. Vi el enunciado que derrumbó mi mundo por completo.
"¡Después de dudas e inquietudes se hace realidad! Hoy se celebró la boda entre Archibald Stone y Adalia Brander, fue inesperado pero al fin ambos jóvenes se unieron en matrimonio. Esperamos más detalles acerca de la ceremonia, ¿Dónde vivirán? ¿Tendrán hijos? El próximo mes el joven Inglés asumirá su rol como Presidente ejecutivo de Stak, una de las disqueras más importantes del país..."
¿Qué significa esto?
—Aparta eso de mi vista—Me dieron nauseas de nuevo tan solo de ver eso.
—Mircella... Tiene que haber una explicación para eso.
— ¿Y cuál pretendes que sea esa explicación? me mintió, ahora entendía a qué se refería la carta que dejó. ¿Tú sabias de esto no? Sabías que había dejado una carta, siempre lo supiste ¿No es así?
—Por supuesto que no era eso, jamás lo imaginé. Debes tranquilizarte, no puedes angustiarte en ese estado, puede ser malo para el bebé.
— ¡Por Dios! ¡El bebé! ¿Qué se supone que haga con el bebé si no tiene a su padre? Si su padre se casó con otra y formara otra familia ¿Qué pasará con el bebé?
— ¡Claro que lo tendrá!—replicó alzando la voz. —aunque esté casado con otra sigue siendo el padre de ese bebé ¿verdad? —No respondí nada— ¡Por Dios! ¿Lo piensas abortar?
—Por supuesto que no, deseo tenerlo.
—Ese imbécil no tiene importancia, no puedo creer que Archibald haya sido capaz de eso.
¿Qué es lo que realmente está sucediendo? Él dijo que lo obligarían a casarse con aquella chica pero nunca creí que se dejaría manipular, hay algo más que yo no sé. Desearía estar más sorprendida ante esta noticia y reaccionar de otra manera pero no puedo, ya sospechaba de algo así. El viaje tan repentino, la carta que dejó, ha estado sospechoso desde hace mucho, creí que confiaba ciegamente en mí pero me equivoqué.
Sigo pensando qué pasaría si la chica que me contó Archibald en su carta es en realidad Adalia, sería algo muy probable pero tuvo miedo al decirme la verdad, él dijo que la conocía perfectamente pero tengo seguro que sus padres están vivos. Todo es muy confuso.
Intenté llamarlo, sé que podrá contarme todo y podemos llegar a algo juntos.
Esperé que atendiera el teléfono, no lo hizo, me dejó unos mensajes que rompieron mi corazón y aquello dolió más que dos disparos al alma.
"Lo que viste que te envió Mark es verdad. Me he casado. Mi padre se recupera satisfactoriamente pero no permitiré que se haga cargo nuevamente de la empresa, ha llegado mi turno de hacerlo, quizás estudiar un año de economía pueda servir en este momento de crisis, pero no te preocupes por mí, hazlo por ti, arreglaré esto y todo volverá a la normalidad. He tenido mucho estrés y no quiero involucrarte en esta lucha que solo podre ganar sin compañía. Te quiero"
Estaba buscando las palabras adecuadas para responder... pero en un segundo me llegó otro mensaje anexo.
"Por favor no me busques, te quiero y por aquello mismo no puedo estar contigo, solo te haría sufrir. Esto es un matrimonio real y dudo que Adalia acceda a divorciarse ahora que tiene lo que siempre ha querido, a mí. Así que no me llames más, esto se acabó"
~
No es fácil disfrazar los mayores temores...
Es difícil todo lo que se vive a diario aun si es necesario encontrar respuestas para poder vivir tranquila porque la angustia no lleva a nada bueno. En pocos meses mi embarazo se empezará a notar, no obtuve el trabajo y no lo conseguiré hasta al menos un año después del parto. Eso creía hasta hoy, porque recibí otra mala noticia.
El médico siempre se muestra feliz aun si los resultados de sus exámenes suelen ser aterradores. Su diagnóstico no me gustó en lo absoluto.
—Tu embarazo es de alto riesgo, por las sustancias que tuviste en tu cuerpo hace varios meses es demasiado peligroso que te fuerces en exceso, lastimosamente tampoco puedes volver a la universidad hasta que él nazca.
— ¿Qué pasará con mi futuro entonces?— me empecé a alterar. Puedo ir perfectamente a la universidad, allá no corro ningún peligro.
—El bebé es ahora tu futuro, no te pido que renuncies cuando ya estás terminando tu carrera profesional, solo tendrás que posponerlo por un tiempo, cuando sientas que ambos están bien podrás retomar tus estudios, antes no. Cualquier esfuerzo será demasiado peligroso. Un universitario vive con mucho estrés al día y más si estás cursando el último año; si quieres que tu bebé y tú sobrevivan, tendrás que guardar mucho reposo, en lo posible no salgas de casa, ¿Con quién vives?
—Con una amiga— respondí seria.
—Supongo que ella no podrá estar las 24 horas contigo así que deberás contratar una enfermera y tendrás que venir frecuentemente al hospital para poder hacer las respectivas revisiones y controlar el proceso de tu embarazo, es necesario para que ambos vivan sanamente—No me gustaba el tono de voz que tenía al hablar pero de otra forma no lo tomaría en serio.
Tengo miedo que todo salga mal, miedo de no poder sobrevivir, de estar sola. Un miedo recorre mi piel al pensar que puedo perder a lo que más me importa ahora, mi hijo, pero sobre todo miedo de no poder estar ahí cuando crezca.
— ¿Cuándo podré saber el sexo del Bebé?—fue lo único que pude decir en ese momento.
—En la semana 20 de gestación podrás averiguarlo.
Si es que llego a esa semana...
Y así pasaron dos largos meses, solo quería que esta pesadilla terminara, me angustiaba pensar que cualquier cosa podría afectarnos a ambos. Mantenía mucho tiempo en el hospital por miedo a que algo malo fuera a pasar, la enfermera trabaja bien pero me aterra que no pueda reaccionar de la manera adecuada cuando algo malo vaya a suceder. No puedo tener estrés, no hacer movimientos bruscos pero también debo estar activa y saludable a pesar de que últimamente me deprimo mucho. Suelo aburrirme y no me dan ánimos de hacer absolutamente nada, realmente estar embarazada es algo extraño.
Del padre del bebé no sé nada, he visto algunas noticias sobre él, hace poco asumió el rol como presidente. En las fotos que muestra el internet no se ve muy feliz. Sonríe, si lo hace, pero conozco cuando su sonrisa no es verdadera. A veces suelo leer la carta que dejó, ver sus fotos, aquellas fotos donde aparecemos juntos, aunque fueron pocas. Trato de no hacerlo ya que eso produce más angustia y me altera, sería peligroso y no puedo ser egoísta con mi hijo. Sé que extraño a Archibald pero no por eso tengo que sufrir por él y hacer sufrir a nuestro hijo, desistiré, dejaré de pensar en él, tengo que hacerme la idea que no volverá, esto no es momentáneo, es permanente, no volveré a verlo y, aunque quisiera, eso no será factible. Aquello me lo dejó muy claro.
Aunque quisiera dejarlo ir, no pensar en él, borrarlo de mi mente y de mi corazón, todavía no puedo hacerlo, sería mentira donde lo intente y diga que lo superé.
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