CAPITULO 14
Archibald Stone
09 de la noche.
Hemos coincidido.
Solo buscaba una estrella y en ti he encontrado toda una galaxia, que ni mil vidas me alcanzan para amar cada lunar de tu cuerpo, similares a cada estrella.
La vida me ha enseñado que debemos valorar cada momento, cada instante. Cada persona que pasa por nuestras vidas es importante, al igual que cada enseñanza que nos brindan, sea mala o buena debemos aprender de ellas. Cada deseo se puede hacer realidad, cada sueño se logra si buscamos la clave para realizarlo. No tengo el don para interpretar los sueños pero de algo estoy seguro, cada uno de ellos tiene un significado más allá de lo que creemos. Recuerdo una noche cuando era niño que soñé con un Jeep Compass, es el mismo auto que compré al llegar a Francia, una pequeña fuerza me impulsó a comprarlo. Aunque aquel auto haya desatado una tragedia.
También hay alguien que por más loco que suene se ha vuelto indispensable para mí, no solía creer en amores verdaderos pero en ella no solo he encontrado la tranquilidad que siempre he buscado, también cariño, ternura, comprensión, es una mujer apasionada, llena de virtudes. Demasiado valiosa.
Seguía pensando en ella pero la imagen de mi hermosa madre se apareció frente a mí, luciendo su elegante vestido rosa pálido, a simple vista parecía una joven universitaria. La verdad es que se cuidaba mucho para aparentar esa edad. Iba acompañada de mi honorable padre; ambos eran el centro de atención de toda la fiesta, ellos se robaban todas las miradas aunque el motivo de la fiesta debería ser yo...
Llegaban regalos de todo tipo, vinos de cosechas antiguas muy costosos, tesoros valiosos, reliquias familiares; a pesar de estar rodeado de tantas personas me sentía solo, vacío, como si algo me faltara, y era verdad, aún no llegaba, pronto estaría aquí.
—No te preocupes, la fiesta apenas comienza... — Las palabras de Mark resonaban en mi cabeza. Él era un gran amigo, su padre era el abogado de nuestra empresa y lo conozco desde siempre.
Debía ser paciente, mientras menos lo espere la mujer de mi vida entrará por esa puerta, tenía una gran sorpresa para ella.
Una gran sorpresa para todos...
Dime... ¿Qué haré contigo? ¿Es real lo que siento o solo me engaño a mí mismo?
Adalia Brander, la caprichosa y consentida hija de Frederick Brander, el socio preferido de nuestra empresa; aquella chica apareció aquí y no debe ser para nada bueno, fue mi novia hace muchos años, mi madre siempre la prefirió. Ahora se encuentran juntas y presiento que traman algo, pero no debo preocuparme por ellas, solo no haré contacto visual, especialmente con Adalia, su padre siempre ha querido juntarme con ella, eso lo beneficiaria mucho. Me olvidaré de ambas. Solo debo estar tranquilo.
Al estar un rato a solas en reflexión, recibiendo los regalos que entregaban los invitados, fijé mi mirada en la puerta, esperanzado pero no, no sucedía nada. Por ahora, pero cuando estaba a punto de retirar mi vista de la puerta la vi, la chica de la que he estado pensando toda la noche...
Mircella Pierce, yo le suelo llamar el amor de mi vida, aunque no frente a ella.
Dejé el vaso en la mesa, la vi tan perdida mirando a todos lados tratando de buscar algo, o alguien quizás. Llegó con su mejor amiga y su hermano Henri.
Me presenté cordialmente y les di la bienvenida, me lleve a Mircella para tenerla solo para mí esta noche.
—Es una gran fiesta, hicieron un gran trabajo, se ve todo muy elegante—Dijo al acercarse.
—Así es mi familia. Pronto sabrás como son.
Tenía miedo, después de tanto tiempo hoy por fin mi madre conocerá a Mircella. Conociéndola espero que quede impresionada de la bondad y la pureza de corazón que tiene ella.
La tomé de su brazo dirigiéndome hacia mis padres. Mi padre no estaba y mi madre estaba muy preocupada y triste pero ya había dado el primer paso y no podía detenerme, no ahora.
Ella nos miró y su humor cambió, sujetaba fuertemente la mano de Mircella, lo cual generó curiosidad en mi madre, ella se adelantó con sus palabras.
Me quedé en shock por un momento. Conocía esa mirada.
— ¿Quién es usted señorita?
—Soy Mircella Pierce, Señora Stone.
—Eres una invitada de honor para mi hijo, por lo visto.
—Sí madre. Estamos saliendo —respondí firmemente.
—Por supuesto. ¿Y Adalia?—Al escuchar ese nombre, Mircella se exaltó, estaba sorprendida pero no lo demostraba, es increíble que mi madre logre ser tan imprudente.
—Con ella no pasará nada, ya no soy un niño madre.
Se mostraba demasiado calmada, a pesar de que este noviazgo no le gustaba. Había un aura extraña entre nosotros, Mircella lo notó, se sintió incomoda así que deje que se fuera y disfrutara un poco de la fiesta, el ambiente en este lado es un poco tenso.
—Es una niña muy bonita, pero no olvides tus responsabilidades—Replico mi madre, orgullosa de sus palabras.
—Creo que soy lo suficientemente maduro a mis 23 para saber cuáles son mis responsabilidades y definitivamente el estar con Adalia no afectaría ni beneficiaria en nada—le alzaba la voz a mi propia madre, siempre había sido respetuoso pero ella tenía que entender que nuestra relación terminó hace años y que no tiene caso seguir insistiendo.
— ¿Cómo la conociste? ¿Estás seguro que no está detrás de nuestro dinero?—Esa pregunta ofendió, por fin puedo tenerla a mi lado y, ¿mi madre quiere separarme de ella? No podía permitir que se fuera de nuevo de mi vida. No iba a dejarla, no me perdonaría cometer el mismo error dos veces.
—Estudia en la universidad donde querías que estudiara economía, tenemos amigos en común, y aunque no te agrade es la persona que me brinda felicidad, ¿Es tan difícil entenderlo?
—Archibald, Pensé que la chica de la que tanto hablabas era alguien de clase ¿Cómo pudiste fijarte en alguien como ella? No tiene modales, e imagino que no ha de venir de una buena familia. Se ve que su vestido es bastante común.
Podía seguir hablando mal de ella toda la noche si quisiera, haciéndome sentir mal como siempre lo ha hecho. La conoció esta noche y solo bastó una simple impresión para concluir que no es buena para mí, para ella ninguna es apta para mí. Podría decirme todo lo que quisiera de mí pero no permitiría que involucre a Mircella en todo esto, no soporté más y exploté.
— ¿Sabes qué madre...? — Dije en tono lento evitando sonar cruel— Tú tampoco venías de buena familia cuando mi padre te conoció, te interesó inmediatamente el dinero de él y le diste un hijo como recompensa. Gracias a mí, lograste tener un futuro asegurado —le sonreí hipócritamente. Pensé que por esta noche cambiaría su forma de ser.
Ambos fuimos groseros y nos faltamos el respeto, conocemos nuestros límites, yo no permitiría que ella insultara a alguien que poco conoce y que no logra hacerle daño a alguien y ella está enojada porque ya no es fácil poder manipularme. Nuestra conversación no tenía sentido, era mi fiesta, era mi cumpleaños, no quería amargarme por cosas absurdas, así que lo mejor sería irme de su lado por esta noche, evitaré hablar con ella.
—Si te vas a ir ¿Sabes lo que eso significa?—Dijo al notar que quería irme.
—Lo sé, no me importa—Le respondí.
—Así que no te importaría saber que por culpa de tu padre la empresa va a caer en cualquier momento. Y tú, como su hijo y heredero vas a rechazar tu deber, empeorando la situación.
— ¿De qué hablas?—Regrese la mirada, sus ojos expresaban tristeza.
—Desde que te fuiste te has perdido de muchas cosas Archibald, supongo que no soy mujer suficiente para tu padre y por lo tanto busca placeres en otras personas.
— ¿Quieres decir que mi padre te ha engañado?—Eso me enfureció aún más de lo que ya estaba.
—Más de una vez. —Maldito bastardo.
— ¿Y por qué sigues con él?—Sus palabras me conmovieron, es estricta gracias a mi padre, él le hace eso y aun así debe seguir con ese matrimonio.
—Por ti. Si, por ti, así como lo has escuchado. Al parecer la hermana mayor de Adalia ha seducido satisfactoriamente a tu honorable padre, para nuestra mala suerte ha quedado embarazada y es una niña, si renuncias, es esa niña quién heredará la empresa de tu abuelo y por lo tanto quedará a manos de su familia, todo el esfuerzo que tu abuelo construyó por años. Pero si te casas con Adalia, haríamos una gran alianza, y por supuesto, ella prometió mantener a su padre y hermana mayor al margen.
— ¿Casarme con Adalia? Es mucho más que una simple relación, ¿sabes lo que dices? ¿Por qué no supe de esto?— ya no sabía cuál motivo me hacía enfurecer más.
—Es la salida más fácil que veo, si me divorcio de tu padre no podría asegurarte nada, hijo, tu futuro me importa más que cualquier cosa. Así que toma una decisión, no lo hagas ahora, pero sí pronto.
No podía las palabras que decía mi madre, debo tomar una decisión cuanto antes, conozco bien la familia de Adalia y sé que su mayor deseo es el poder. Debo admitirlo, aunque no quiera, por el momento lo mejor que podía hacer era cumplir con mi deber y tomar una decisión ¿Pero casarme con ella? Sería igual, nuestro dinero quedaría en su poder, no tiene sentido. Esto es absurdo.
Temía volver a tomar la decisión equivocada y huir de mi amor, dejando atrás algo valioso para mí, por segunda vez. Salí a buscar a Mircella para explicarle lo que sucedió, ella lo entendería. Cuando la vi cerca a la entrada me sorprendió mucho ver a las personas que la acompañaban, me acerqué a ellos. Mircella estaba en shock, como si hubiera visto un fantasma.
Vi a la mujer, de baja estatura, cabello rizado, de un color castaño llegando a ser rubio, tan largo que llegaba hasta su cintura. El hombre que la acompañaba era uno de los mejores socios de la compañía de mi padre, no podría olvidar su rostro, era alto, cabello negro y vestía demasiado elegante, es alguien muy respetable. Hablaban con Mircella con total confianza como si la conocieran de toda su vida.
— ¿Estás bien?— dije ignorando a los dos presentes, en cuestión de segundos llegó Charlotte y Henri.
— ¿Qué hay de tu familia? No fue una buena primera impresión.
—No me importan ellos, me importas tú —Tomé su delicado rostro y besé su mejilla, se le había corrido un poco su maquillaje, se veía jodidamente bien a pesar de todo, y no era su físico, era la valentía que demostraba.
—Joven Archibald, ¿Eres el novio de Mircella? Imagino que tu madre no fue muy educada en la presentación.
—Siempre ha sido así, lamento la escena, fue toda mi culpa. Gracias por llegar antes que yo.
—Es un placer, Mircella nos hace recordar a nuestra hija.
Recordé escuchar que su hija fue robada pocos días después de nacer, hasta hoy no la han encontrado después de más de dieciocho años. Se fueron al ver que ella estaba bien con sus amigos y su hermano.
—Me iré contigo, no quiero estar más aquí. Sí no estás tú no tendría sentido está absurda fiesta.
—Es mejor que se vayan, pronto saldrán a buscarte Archie. — Se dispuso a decir Charlotte, Henri no decía nada pero se mostraba de acuerdo con ella.
—Henri ¿Estás bien? No has dicho una palabra hoy y te veo muy tenso.
—Estaré bien, solo que me parecieron extrañas esas personas. No es nada. Es mejor que se vayan pronto.
— ¿Y ustedes qué harán?
—No pretenderás que vayamos con ustedes y les dañemos el resto de la noche —Afirmó Charlotte.
Subimos de prisa al auto de Charlotte que sin problema lo prestó. Conduje sin rumbo hasta llegar a una playa, una bonita y solitaria playa.
Saco una pequeña botella de vino de la fiesta— Mira lo que traje —me la mostraba orgullosa.
— ¿Cómo lograste traerla?
—Hay muchos trucos que no te he enseñado.
Empezamos a beber, era amargo pero demasiado fino, sentados dentro del auto en los asientos traseros por largos minutos. Solo estábamos nosotros y era lo único que importaba; mirándonos fijamente sin decir una sola palabra. El alcohol aun no empezaba a hacer efecto pero podía ver en sus ojos como ella no estaba bien, distraída. Y creo que yo también porque veía como el cielo se reflejaba en ellos, los miraba y no podía dejar de hacerlo.
Ella me hizo ser una mejor persona. Antes solamente pensaba en mí, en mis ambiciones y en llevar la contraria a mi familia, pero ella llegó y logró que también pensará en ella, me hizo querer ser alguien mejor.
Si alguien te hace ser una mejor persona, esa persona debe estar en tu vida. Por supuesto.
¿Suena patético ser tan cursi?
—Archie... —Rompió el silencio — ¿Por qué me elegiste a mí y no quedarte en tu fiesta con tu familia?
—No te elegí, te preferí.
— ¿Qué te dijo tu madre?—Temía si decirle la verdad, pero no quería iniciar una relación con mentiras o secretos, y aun cuando es un tema muy delicado.
—Tendré una hermana. No cariño, mi madre no está embarazada, mi padre tuvo un amorío con la hija de un socio, en 9 meses conoceremos a la nueva heredera después de mí. Mi padre renunciará antes de tiempo, así que las cosas se apresuraron un poco, pero una bebé no podrá atender una empresa, así que su abuelo, quedará al mando, mi padre está de acuerdo en todo, pero tengo que impedirlo—Hice una pausa larga, Mircella esperaba paciente a que continuara la historia—Adalia, cómo pudiste escuchar, fue mi novia hace mucho tiempo, era un adolescente, salimos por unos meses, recuerdo que es muy oportunista pero mi madre la adora... y según ella, la salvación es contraer matrimonio con ella. "Salvaría mi futuro"
—Quizás sea tu destino—Expresó tranquila— a veces deseamos algo pero la vida nos tiene preparado algo diferente, y aunque no queramos debemos hacerlo, para así no sufrir.
— ¿Realmente quieres estar conmigo?
—Realmente lo deseo. —Aseguró firmemente. — No digas nada más por hoy—me calló— No quiero que pienses en tus angustias, solo piensa en algo bueno.
—Eso es fácil, lo bueno en mí eres tú. —Le expresé sin dudar.
— ¿Realmente si lo harás?—Preguntó—Casarte e irte ¿No hay otra salida?
—Íbamos a hablar de cosas buenas ¿Recuerdas? Está bien. Respecto a eso tengo un plan y tú serás parte de él. Pronto te daré detalles.
— ¿Y si no funciona?
—Haremos que funcione.
Bebimos un poco más hasta que realmente me sentí mareado, tuve que abrir un poco la ventana para recibir aire fresco, ella me tomó del brazo y sonrió.
—Realmente tu sonrisa es hermosa. ¿Sabes lo mucho que me alegra verte así?—Su gesto me sorprendió, siempre era el único que le demostraba cuanto me alegraba estar con ella, pero Mircella ha empezado a cambiar, y eso me hace sentir bien.
Mostró una pequeña risa, y en ese instante me besó, fue un beso diferente a los demás, era perfecto, si pudiera describirlo nadie más podría ser capaz de entenderlo, en ese instante descubrí que su amor por mí había empezado a florecer, quizás porque tenía unos tragos encima era más cariñosa y demostraba lo que ocultaba con recelo.
— ¿Me amas? —preguntó.
—Por supuesto que lo hago —le respondí. Siempre lo he hecho, solo que ella no sabe.
Ajusté el incómodo asiento del auto para que ella pudiera recostarse sobre mí y descansar, una noche fría donde fui feliz, tenerla tan cerca hacía que mi corazón latiera fuertemente, sin darnos cuenta nos quedamos dormidos hasta el otro día.
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