92

No quiso aceptarlo, ni aunque sus mejillas estuviesen tan rojas como un tomate, no quería aceptar que su corazón se había acelerado con solo ver a su novio portando una ropa distinta a la que acostumbraba. No era primera vez viéndolo de ese modo, pero siempre había un contexto laboral detrás de ello, ahora no tenía ningún motivo de andar portando una camisa blanca y unos pantalones tan formales.

Apenas lo vio, intentó comportarse como era normal pues el pelinegro parecía no hacer ningún gesto provocativo para molestarle con aquellas pintas.

Mentira.

Hasta cuando respiraba sentía que lo estaba provocando.

Por el resto del día -el cual tenían libre- estuvo tenso intentando distraerse, acariciando a Greape, jugando con él o encerrándose en la cocina intentando seguir alguna receta que hallara en internet. Solo cuando el atardecer brindaba un grato calor por el ventanal, Reaper se le acercó detrás de la barra.

— Geno, siento que me estás evitando.

No iba a negar que estaba haciendo eso, al menos lo aceptaba mentalmente, empero no le daría la razón a voz alta. Solo negó con la cabeza.

— Solo estoy algo ido.

— Mmm, no te creo ni un poco.

— Créeme.

— Geeeeno...

— Aish, ¡No me pasa n--! nada.

Casi se atragantó al darse vuelta y tener al azabache a un lado, su camisa tenía el botón superior desabrochado, ofreciendo un aire menos formal, más bien, uno mucho más sensual. Se tuvo que morder la lengua para evitar que sus propios pensamientos se exaltaran, no podía ser que él mismo estuviese tan sumergido en aquellos impuros deseos; no tenía nada de malo pensar que lucía increíblemente apuesto, pero que su mente empezara a explotar en mil escenarios lo hacía sentir un pervertido.

Giró abruptamente el rostro, volviendo a la sartén donde preparaba la cena, ni tiempo se dio de ver la expresión del adverso, no sabía si estaba jugando con él o de verdad creía que se sentía mal.

— Está bien, te creeré. —Terminó por decir el más alto, aunque oyó que carraspeaba— Pondré los servicios mientras tanto, ¿va?

— Bien...

Antes de comer tuvo que ir al baño a lavarse el rostro y bajar el calor de su rostro, ayudándole a tener la consciencia limpia por un rato más; podría proponer acostarse temprano y por ende cambiarse a ropas de dormir, era su única escapatoria antes de que...

¿Antes de que qué exactamente? ¿Saltarle encima?

Ahí se planteó lo tonto que se estaba comportando, sintiéndose más aliviado por el resto de la cena hasta que por fin fueron a la habitación para ver televisión allí. 

— ¿No te pondrás pijama? —Preguntó el albino.

— Por ahora no, estoy cómodo con esta ropa.

Tragó saliva pero no se quejó más, al contrario del mayor, se cubrió con las sabanas y sentado trató de estar pendiente en la serie que veían; no sería el fin de mundo que estuviese con esa camisa blanca de tela delgada que hacía que su cuerpo luciese mucho más, demostrando al mundo que su torso era firme, guapo y candente y que...

Una risa tonta escapó de la garganta de Reaper, despertando al pobre albino, se había quedado nuevamente fantaseando.

— Está bien, está bien, ya no puedo. —Volvió a reír Reaper, el menor no comprendía por qué se estaba muriendo a carcajadas a su lado.

— ¿¡D...De qué te ríes ahora!?

— ¡Es que...! Es que, —No se lo podía entender entre los balbuceos, hasta que tomó aire y dijo:— Me da muchísima ternura tu reacción, no paras de verme el pecho.

Se quedó en silencio, sintiendo un leve mareo por el subidón de sangre hasta su cabeza, era evidente que notaría su malestar, era muy obvio que algo en él lo estaba desesperando, y esperaba con todo corazón que no hubiese hecho caras extrañas en medio de sus viajes fantasiosos.

— ...¿Te colocaste la camisa a propósito...?

— Pueede ser. —Canturreó Reaper, acostándose con dos almohadas para tener la espalda ligeramente inclinada y estar cómodo— Solo que no esperaba tus caritas, ¿tan loco te traigo~?

Se mordió el labio inferior mientras fruncía el ceño; estaba molesto, avergonzado y totalmente exasperado, todo aquel espectáculo había sido preparado por Reaper, quien estuvo quizás todo el día aguantándose la risa por verlo tan rojo. En vez de golpearle, solo se destapó, haciendo lo que pensó que no haría ni loco.

Se sentó sobre las piernas ajenas, haciendo que el rostro del mayor cambiase a una sorprendida, ahora no solo él estaba con los pómulos cálidos.

— Sí.

Fue una confesión nublada, parecía que ya no podía resistir la tentación y así era. Llevaba todo el día con mucho calor, todo su cuerpo se había rendido y ahora solo lo que quería era aliviarse de todo el maltrato psicológico que le dieron. Reaper pareció reaccionar segundos después, soltando otra risa para tomar los muslos ajenos y acercarlo más a él, esbozando de a poco una ladina expresión.

— ¿Estás molesto, Geno? 

— Sí. 

— ¿Me veo bien con la camisa?

— ...No me harás decir nada sobre eso. 

— Joo.

— Y tampoco dejaré que ahora te la quites.

Las manos del mayor acariciaban sus piernas con delicadeza, ganándose la confianza del albino. Sus encuentros íntimos no es que no fueran poco usuales, tenían una vida sexual bastante activa, mas pocas veces salía de una norma general, siempre era mutua la intención, besos que pasaban a ser más que cariñosos a candentes o simplemente Reaper hacía propuestas sugerentes y él -con mucha verguenza- aceptaba. Ahora era algo ligeramente nuevo, Geno simplemente se había lanzado a él aun fuese culpa indirecta del azabache.

¿Pero quién lo mandaba ser tan sexy?

Alzó su cuerpo con sus pantorrillas y se sacó el pantalón de pijama junto a su ropa interior, con algo de pena por demostrar que el calor no solo había afectado a su rostro y mente; solo se inclinó para posar sus manos en los hombros ajenos y así tener sus labios a su alcance. Quien tomó ventaja de la cercanía fue Reaper, depositando un beso simple hasta darle uno mucho más elaborado, siendo ambos partícipes de un acalorado momento.

Los besos ayudaron mucho volver a tierra a Geno, mientras era tocado por las manos adversas, las cuales pasaban sus yemas por cada centímetro de su piel, sus muslos eran explorados y más de una vez usó ambas manos para apretar sus glutéos, ganando jadeos del menor: esos toques hacían que mil corrientes lo cruzaran, respingándose mientras sus músculos se tensaban gratamente.

Al separarse del ósculo, Geno bajó la mirada hasta el pantalón ajeno y con torpeza lo desabrochó, Reaper rió.

— Hey, tranquilo, tenemos toda la noche para esto. —Coqueteó.

— ...Calla, no tienes derecho a hablar después de lo que me hiciste.

— No creí que te encantaría tanto mi look, quizás empiece a usar camisas más seguid-- ¡A-Ay! ¡Eso duele!

Geno le pellizcó un costado, haciéndole callar. 

Una vez retirado el pantalón pudo presenciar con más detalle que no era el único excitado, de a poco se hizo atrás para pasar su mano sobre su ropa interior, estimulando sobre la tela el miembro viril de su pareja; Reaper suspiró y se acurrucó entre las sábanas para concentrarse en las sensaciones, Geno sabía que no iba a hacer más de sus jugarretas por un rato por lo que aprovechó aquello.

Vio una vez más el cuerpo completo de su pareja, la luz de las lámparas más el de la televisión a espalda de él daba un ambiente grato, su camisa se había desordenado por los movimientos anteriores, haciéndole pensar que no había límite, cada vez Reaper lucía más y más apuesto. Tragó saliva y volvió a concentrarse en su intimidad, bajando su ropa interior para ver mejor el camino de caricias que daba, desde la base hasta arriba; no tardó en envolver parte de su miembro con la palma y presionando hizo un vaivén de arriba a abajo.

Reaper reaccionaba a su atención con reacciones corpóreas, como sus piernas a veces tenía movimientos involuntarios o su respiración se hacía más sonora; no podía ver su rostro desde su posición, pero intentó restarle atención a ese detalle o se pondría tímido él mismo. Después de unos segundos incorporó su boca a la masturbación, dándole todo tipo de placer que estaba atormentando al pobre pelinegro.

— Ah... —Gimió bajo el mayor, soltando posteriormente una exhalación brusca— Geno... Creo que me ven-nhhh.

No le dio tiempo a continuar pues se detuvo al escuchar su nombre, alejó su boca de su intimidad para pasar su sinhueso por el abdomen bajo y con torpeza quitó uno a uno los botones, besando su torso de por medio haciendo un camino de dulces y deseosos besos hasta llegar a su esternón, a esa altura, dejó caer su cuerpo, recostándose sobre él para abrazarlo. 

El pelinegro acarició toda la extensión de su espalda hasta abajo, subiendo la tela al meter sus manos por debajo de la ropa, haciendo que Geno sintiese corrientes más evidentes, era un tacto real y no una ilusión. Se abrazó mucho más a él, respirando profundamente al estar siendo tocado en las partes que más le gustaba, aunque ahora fue su turno en sobresaltarse cuando las uñas adversas le rasguñaron sutilmente.

— Ay. —Se quejó— N-No hagas eso.

— Una venganza por detenerte. 

— Era para que veas como me sentí en todo el día.

— ¿Ow? ¿Es mi culpa?

— Sí, te colocaste la camisa apropósito.

Reaper rió, allí se dieron un espacio para que el de cabellos oscuros se colocara el preservativo y tomara el lubricante, como ambos eran varones era lo mejor. Tras eso, Geno volvió a colocarse encima de él, tomando el miembro ajeno para posicionarlo. 

— Y quizás ahora la vaya usar más seguido, me encanta que... —Reaper soltó un gruñido sin poder continuar su frase, pues Geno había decidido introducir el miembro ajeno dentro suyo, de su garganta salió un gemido, era un deleite y a la vez una sensación dolorosa, un sentimiento que con el tiempo empezó a disfrutar— ...me encanta que me domines. 

— P-pff... Eso suena raro...

Su nariz quedó reposando sobre el hombro del mayor, respirando torpemente mientras iba bajando hasta el tope que permitía su cuerpo, tras eso se detuvo, solo moviendo la cadera cuando se acomodaba sobre el torso de su amado, necesitaba más que nunca apegarse a él, necesitando de sus mimos traviesos. El adverso pareciendo que leyó su mente, siguió en aquel contacto, moviendo su cabeza lentamente para rozar con el cabello albino que estaba a su altura en gesto de delicados mimos, mientras que sus dedos no dejaban hueco sin tocar, volviedo a sus muslos para pedir sin palabras que se moviera.

Ahora Reaper era el que deseaba más, pensó Geno, haciéndole sentir satisfecho.

Alzó su cadera y bajó, siendo algo torpe por estar tan inclinado, tuvo que separar su torso con el ajeno para poder hacer movimientos más seguros, reposó sus manos sobre su vientre y usando esto de soporte hizo un vaivén sobre el mayor, sintiendo como su miembro abría paso por dentro, removiendo  su interior sintió demasiado placer, sintiendo corrientes tan deleitantes que su garganta hacía justicia el gozo. Las primeras veces a Geno le daba bastante verguenza soltar gemidos, pero con el tiempo pudo compartir mejor su intimidad junto a Reaper sin cohibirse, era mucho mejor demostrar en plenitud lo bien que se sentía. 

Mientras hacía estos movimientos, observaba que Reaper también evidenciaba que el placer era mutuo, su boca estaba ligeramente abierta mientras soltaba jadeos, su pecho subía lenta pero evidentemente, haciendo gestos cuando habían movimientos que le producía mejor placer; su torso junto a la camisa desabrochada era un factor importante para que Geno se acelerara.

Poco tiempo después Reaper se unió al vaivén, afirmándose de los muslos ajenos -algo rojizos por los rasguños- para mover su cadera y así tocar más profundo y fuerte. Pronto el ambiente fue más apasionado que antes, con jadeos entre ambos, con suaves gemidos por parte del albino. Como Reaper estaba a tope desde la anterior masturbación, no duró mucho más de unos minutos antes de venirse, apretando con fuerza las piernas del menor antes agolparse en su interior.

Como Geno no había llegado a la cumbre no quiso separarse aún, no obstante, Reaper actuó y se sentó de golpe agarrando desprevenido al albino en un beso candente, moviendo sus mandíbulas con desenfreno y enredando sus brazos en el cuerpo ajeno, allí Reaper aun con la camisa puesta, besó como una fiera hambrienta sus labios, moviendo de a poco su cadera todavía en la medida de lo profundo, se separó para quitar aquel preservativo, sonriendo coqueto al menor.

— Es mi turno. —Dijo coqueto.

Geno no rechistó, dejó su espalda reposando sobre el colchón mientras que Reaper sin apuro tomó otro sobre y se dio de lote con el menor, besando, tocando, rozándose hasta volver a estar excitado y así colocarse el condón y empezar una nueva ronda. El ojiceleste casi chilló cuando sin previo aviso el pelinegro tomó ambas piernas y las colocó sobre sus hombros, Geno se puso bastante rojo por la pose, pero dispuesto a hacerlo.

Nuevamente se unieron, revolcándose y llenándose de amor hasta que quedasen saciados.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top