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Habían estado en toda la tarde en el dormitorio, no tenían ánimos de estar en el comedor y hasta se habían dado el lujo de pedir comida a domicilio para no tener que cocinar. Se habían pasado la tarde viendo televisión con alguna que otra serie y ahora solo se relajaban mirando el techo y hablando sobre cualquier tema trivial.

Era un momento muy tranquilo aunque no podía tardar el intento del pelinegro en ganarse un beso. Geno se dejaba apegar a él pues a pesar del tiempo seguía adorando estar enredado en su cuerpo, su aroma y calidez le hacía sentir protegido. 

— Hey, Geno. ¿Nadie te ha dicho que tus muslos son tan bonitos?

— ¿Eh? ¿Por qué alguien me diría eso? Incluso tú no has dicho nada al respecto...

— Buen punto. 

El pelinegro se sentó quedando con las piernas ajenas sobre su regazo, Geno usó sus brazos para alzar el torso y poder ver mejor a su pareja; podía ser vergonzoso estar así cuando tenía puesto apenas un short de pijama. Lo que no esperaba es que a partir de ese momento Reaper se encontraría con su secreto más oscuro.

Con cuidado el pelinegro pasó sus delgadas manos por su muslo, eran mimos que podían llegar a elevar el tono si se deseaba, pero ahora solo curioseaba por la zona mientras charlaba.

— Se nota que evitas el sol.

— No me hace muy bien.

— Aunque si fueses moreno también me encantarías.

— Ahá. —Un escalofrío surcó por su espina dorsal cuando los dedos contrarios se deslizaron por sus muslos inferiores cerca de su pelvis. Suspiró apretando los labios— Reaper, quita tus manos de ahí.

Veía la diversión en aquella sonrisa, mas se extrañó notablemente cuando su esbozo se transformó en una mueca. Geno frunció el ceño sintiendo como el ambiente se hacía muy distinto al que acostumbraba.

— ¿Qué pasa?

— Geno, tú no tienes estrías, ¿verdad?

— No que yo sepa, ¿por q-- ¡Ah! ¡Nono...!

Geno tragó saliva asustándose de golpe, retiró sus piernas de encima encogiéndose en su puesto terminando por abrazar sus piernas. Reaper había visto lo que pensaba que jamás se iba a dar cuenta, varias cicatrices horizontales.

— Sabes que puedes confiar en mí, amor, ¿tuviste algún accidente?

Geno negó, aunque fácilmente pudo haber dicho que sí e inventarse alguna historia.

— ¿Alguien te lastimó hace tiempo...?

— No...

Pero no podía mentirle, menos cuando el ojiazul se notaba lo preocupado que estaba, poniendose de rodillas frente a él y acariciando su cabello. Alzó su cabeza y dejó su postura dándole la libertad a Reaper de abrazarle. 

— De adolescente me comporté muy mal, Reaper.

— Pero dijiste que no te lastimaron.

— Yo fui quien se lastimó.

Sintió sus brazos tensarse sobre su cuerpo, no podía verle el rostro pero sabía que eso le había sorprendido. Era un comportamiento que quiso olvidar y que actualmente lo rechazaba, más de una vez se había olvidado tal cual pero autolesionarse era algo que siempre quedaba en la memoria.

— No te preocupes. —Dijo Geno, sin querer que el ambiente se volviera tan triste, no se tormentaría por algo que al final no pasó y no volvería a suceder— No haré eso nunca más y ya ha pasado más de una década.

— Solo estoy... desconcertado. 

— Mmmh...

— Te amo mucho.

— Reaper...

Se quedó en silencio y Geno solo relajó su cuerpo y se acurrucó en el abrazo. 

— De todos modos, ¿Por qué ahí? ¿No es más usual en las muñecas?

— Porque no lo hice solo para lastimarme. Yo quería hacerlo solo una vez y... ya sabes... morir.

— ¿cuál es la razón?

— No lo recuerdo, la verdad... Pero estoy muy arrepentido. —Suspiró, sintió cómo de apoco le iban mimando— Había escuchado que era mejor la vena que estaba en el muslo pues va directo al corazón, no obstante no sabía donde quedaba por más que investigué, así que esas marcas son mis intentos fallidos buscando esa vena.

— Ay, Geno. No cuentes más si no quieres.

Geno negó.

— Da igual... No volveré a hacer una estupidez así... Solo que me sorprendió que lo notaras.

— Quiero conocer todo de ti, para poder brindarte la seguridad y mis brazos.

— Entonces calla un rato.

— Un ratito solamente. Debo llenarte de besos.

Sus labios se estiraron ligeramente, era posible que en su momento hubiese querido irse de ese mundo, pero si hubiese pasado, ahora no estaría junto a aquel hombre que le hacía sentir que ya tenía realizada su vida.

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