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Un juego en su celular lo había viciado bastante, sin darse cuenta no había dormido más de cuatro horas por el desgraciado juego. Si no fuera porque se le había acabado la batería quizás ni hubiera cerrado  los ojos.

Ahora estaba sufriendo las consecuencias por su cara de estar a un paso de desmayarse, y sus cabeceos constantes durante el día. Felizmente no tenía trabajo hoy.

— Geno, tengo muchos deseos de poner un pastel cerca de tu cara pero como aprecio mi vida no lo haré.

Miró con mucho odio a su amigo y sentado en el sofá se cruzó de brazos.

Reaper se sentó a su lado con una sonrisilla.

— ¿Y no quieres dormir una siesta?

— No. —Su orgullo era más potente que eso, no iba a ceder. Él solo suspiró risueño.

— Muy bien, veamos alguna cosa entonces.

Así fue como Geno empezó su lucha para poder mantenerse despierto, era difícil, más por el canal donde Reaper se detuvo, era un documental y la voz que solían usar lo adormecía cada vez más. Por un momento sospechó que el adverso lo estaba haciendo a propósito, pero su conciencia estaba demasiado débil como para quejarse al respecto.

Cabeceó un par de veces, después bostezó y se talló los ojos. Llevaba media hora despierto, parecía que lo lograría.

Mas, por el silencio y la calidez de tener al pelinegro tan cerca suyo se estaba debilitando. Sus párpados bajaron poco a poco y su cuerpo perdió fuerza. Cayó de lado, apoyando su cabeza en el hombro del ojiazul, el sueño había vencido y parecía que no podría incorporarse hasta recargar sus energías.

No tenía en su mente que estaba durmiéndose cerquita del mayor, inhalando su aroma y absorbiendo su calidez. Ni siquiera estaba pendiente de que Reaper sí se había dado cuenta y le había dejado estar así por más de una hora.

Había tenido una buena siesta. Acurrucado en él.

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