53
Hacía un frío que podía congelar a uno apenas estuviera en el exterior. Ambos estaban en el comedor solo que Geno estaba terminando su trabajo, al acabar se estiró finalizando con sobarse los brazos.
— ¿Terminaste? —Preguntó Reaper desde el sofá, estaba acostado boca arriba cubriendo todo el espacio, viendo sus redes sociales.
— Sí.
— Muy bien, ahora podremos ver una película y tomar algo caliente como se debe hacer en un día de invierno.
— Acabo de terminar de trabajar, si quieres algo sírvete tú solo.
— ¡Qué malo eres!
— ¡Tú eres el vago!
— ¡Es que estoy muy cómodo!
Geno cerró la laptop, soltando una bocanada de aire brusca y ruidosa.
— Solo buscaré una manta, después podemos tomar algo.
Se notaba lo estresado que estaba, y esperaba que fuera suficiente para que el mayor entendiese su molestia post-trabajo. Se levantó para irse a la habitación y buscar una manta, al volver, vio que Reaper seguía recostado en el sofá, aunque con una sorpresa.
Greape estaba sobre el pecho del pelinegro, hecho bolita y durmiendo.
Sintió unas inmensas ganas de fotografiar el momento pero reprimió sus instintos. En cambio, solo se acercó al otro extremo del sofá, donde estaban los pies del mayor y carraspeó.
— Levanta las piernas, Reaper.
— ¿Eh?
El pobre pareció no entender, se le quedo mirando por encima de su celular, parpadeando. Qué ridículo, pensó Geno.
— Que levantes tus piernas, tonto.
Por una extraña razón, lo siguiente que ocurrió lo dejó muy confundido. Un rostro colorado y una sonrisa que sintió haberla visto antes cuando le decía cosas pervertidas. Tragó saliva viendo como Reaper alzaba sus piernas y después las flexionaba, era una posición que le estaba perturbando.
— Nunca pensé que nuestra primera vez sería yo el pasivo... Sé gentil.
Ni siquiera pudo decir palabra, tampoco pudo pegarle porque Greape seguía durmiendo sobre su pecho, inmutado del movimiento.
Se le heló la sangre y solo se sentó en el cojín libre para él, posteriormente se tapó la cara con ambas manos, chillando interiormente. Pudo escuchar la risa enferma del pelinegro y posteriormente cómo se ahogaba.
— Pudrete... —Susurró Geno.
Reaper pronto bajó las piernas dejándolas sobre el regazo ajeno, sumamente rojo por su risa, el chiste y el ahogamiento.
— Pfff, es que hasta entré en calor.
— ¡Cállate! ¡Lo estás empeorando!
— ¡No grites que despiertas al pobre Greape!
— ¡Prefiero que lo haga para que deje de tocar a un pervertido!
— ¡Pero Genoo!
Pasaron discutiendo por un largo rato, ni necesitaron la manta por todo el ánimo que surgió ante ese extraño momento.
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