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Llegaba del trabajo, estaba solo. Tomó el jarrón de jugo de naranja y tras servirse un vaso se fue al balcón. Entre todas sus flores y plantas, seguían las que Reaper le había regalado por parte de la castaña. Se preguntó si ver las etiquetas con la letra de ella hacía que el pelinegro de vez en cuando se deprimiera.
Tuvo una idea.
Dejando el vaso a medio terminar, fue hasta su habitación tomando tres pequeños papeles adhesivos, en ellos escribió los nombres de las plantas con su propia letra; la idea era reemplazar las antiguas etiquetas. Eso era mucho mejor que botar las pobres plantas que no tenían culpa de nada.
Para su sorpresa, mientras dejaba las macetas Reaper llegó.
- Holaa, ¿Qué estás haciendo?
El pelinegro se quedó mirando las macetas y su rostro dejó de ser tan tranquilo. Geno se sintió atrapado y algo nervioso. No podía trabarse ahora, no importa si él mirara su gesto.
- Quería limpiar un poco los recuerdos.
Ahora que lo pensaba, quizás su acto podía ser visto para nada bueno; Reaper fácilmente podía creer que lo hacía de mala intención. En cambio de un malo gesto, el mayor se apoyó en el ventanal.
- ¿Esto está bien? -Preguntó, ninguno sabía la respuesta al parecer.
Geno se quedó mirando los papeles, estaban listos para pegar. Suspiró.
- No lo sé. Es como tú lo veas, no quería botar las plantas tampoco.
- Supongo que... Debo aceptar que Brid no es bienvenida.
- ¿Ah? Claro que lo es. -Arrugó el rostro- Pero... Pero me molesta que pases triste, no quiero que con todo lo que veas te recuerde a ella, eso te está haciendo mal.
Reaper asintió, parecía un niño pequeño siendo reprendido. Geno decidido puso los papeles sobre las etiquetas y volvió a dejar las macetas en su sitio. Llevaban casi dos meses desde lo ocurrido, Reaper parecía negarse a seguir adelante.
Antes de irse a la habitación, pues se iría a bañar pronto, volvió a hablar aprovechando que el contrario seguía en el balcón dándole la espalda.
- Ya han pasado dos meses, Reaper, si no te está respondiendo los mensajes, si te rechazó tras saber la verdad sin darte una oportunidad y no ha vuelto a darte la cara, quizás... quizás ella no te merece...
Con eso salió huyendo, fueron palabras que salieron solas que quería evitar ver su reacción.
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