25

Soltó un bostezo, ese día se iría solo a casa pues Reaper le dijo que saldría con su amiga. No le molestaba que hiciera vida social o que estuviera saliendo con alguna chica, de todas formas pese estuviesen casados, no era más que un lazo obligado que habían acordado ignorar. 

Miró el cielo, estaba nublado, estaban a mitad de otoño y el viento no hacía más que aumentar. Era mejor irse a casa a menos que la llovizna ganara y le mojara su ropa.

Mientras caminaba su celular sonó, vio que era Reaper por lo que confundido contestó, su voz estaba normal y no escuchaba mucho además de él.

— Hola, Geno.

— ¿Por qué llamas?

— Es que quería saber si ya habías llegado a casa.

— Salí hace cinco minutos, Reaper, no tengo super velocidad.

— Oh. Oops, perdón. Entonces llamaré más tarde.

— No tienes por qué hacerlo, sé volver a casa solo.

— Mira a ambos lados, respeta los semáforos.

— ¡Ya, Reaper, no soy un niño pequeño!

Escuchó su risa, qué tonto era ese pelinegro.

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