x. Blessed Is The Season




GILDED CAGE — x.
tw: abuso doméstico.























Archer casi se había acostumbrado a la calidez del castillo de Hogwarts durante su tiempo lejos de casa, lo cual era algo tonto de su parte, admitía. Ella sabía bien todo este tiempo que el confort tenía un límite y sería forzada a ir a la Mansión por Navidad eventualmente. Al menos una vez, a ella le habría gustado quedarse en Hogwarts en las vacaciones, solo para conocer lo que sería una cálida Navidad.

Al menos ella y Draco estaban bien ahora. Él tomó la responsabilidad de haberla irritado antes del partido de Quidditch y admitió que Madre y Padre sí le habían escrito a ella y no a él. Se disculpó por ser tan duro con ello, pero, en su defensa, ella argumentó, funcionó; Archer anotó treinta puntos para Slytherin gracias a su enojo.

Su primera tarde en casa después de Hogwarts la pasaron en una cena organizada por un colega de Lucius, y al escuchar colega, Archer no pudo evitar si se refería a negocios del Ministerio o del Señor Tenebroso. De igual forma, se mantuvo al margen, pasando el tiempo consigo misma o con Draco. Ella usó un vestido que una vez fue de su madre, pero Narcissa no dijo nada ante eso.

El segundo día (solo trece menos) fue mejor que cualquier cena podría serlo. Archer y Narcissa dieron un paseo por los terrenos de la Mansión. Ellas no dijeron mucho más que lo usual: cómo te fue en la escuela, bien, tus clases son fáciles, son normales, tienes buenas calificaciones, claro que sí...

El almuerzo fue servido por su elfo Dobby y consistía de comidas mucho más ricas a comparación de las que Archer se servía en Hogwarts; ella apenas pudo acabarse un plato, pero siempre le aseguró a Dobby que no fue porque no quisiera.

Así que mucho después de su regreso a casa, Archer contó sus bendiciones. Ningún miembro de su familia la había confrontado por estar involucrada en una organización secreta de defensa que ignoraba las autoridades de todos menos la de Albus Dumbledore. Ciertamente, pensó Archer, esa hubiera sido una prioridad para su padre con la que castigarla. Tal vez habría sido lo primero que le dijera al verla, pero él apenas habló con ella en dos días. Archer no se quejaba.

Por la tarde, Archer se quedaba en su habitación, recostada en su cama doble de cuatro postes. Ella apenas pudo atenerse a soltar un sonido de felicidad cuando se acostó en ella; se había acostumbrado a las camas de Hogwarts por los últimos tres meses, y aunque el castillo era mucho más cómodo que la mansión Malfoy en muchas formas, la calidad de sus colchones no se podía comparar. Archer casi se durmió de inmediato.

Pero la puerta fue abierta y ella se levantó de golpe.

—¿Draco? —dijo ella con los ojos aún cerrados, un ceño adornando su rostro mientras se sentaba en su cama.

—Estoy aburrido —comentó él, apoyándose en el marco de la puerta—, ¿qué haces?

—Iba a tomar una siesta.

—Pues ya no —clarificó él, entrando a la oscuridad de la habitación. Sus manos vagaron por su vanity y su clóset, buscando algo con lo que juguetear mientras hablaban. Él se encontró con un viejo joyero del tamaño de una manzana y lo abrió—. Me pregunto qué me habrán comprado Madre y Padre para Navidad. Tal vez una mejor escoba, la mía ha fallado mucho últimamente...

—Tal vez seas tú y no la escoba —murmuró Archer, acostándose de nuevo en su cómodo colchón—. Aunque Merlín sabe que yo soy muy buena. Ah, ¿piensas que me den a una escoba? Sería mejor a la de la escuela que tengo...

Draco frunció el ceño ante el joyero en sus manos, cerrándolo con más fuerza de la necesaria.

—Bueno, si te compraron una a ti, a también. Es justo.

—No rompas eso —advirtió Archer, sentándose y apartándose de su cama para tomarlo de sus manos—. Es viejo. Creo que es de la infancia de Madre.

—Entonces tiene siglos de edad —Draco fingió estremecerse—. ¿Y esto? Se ve antiguo.

Él había tomado un espejo de mano, cuya parte trasera era plateada y decorada con enredaderas, hiedra, flores y hojas. Archer lo tenía desde hace siglos, pero ella sabía que no era de su madre, de hecho. Aunque no podía recordar cómo lo obtuvo.

—Estoy seguro de que lo es —ella dijo, pensativa, acercándose para tomarlo de las manos de Draco y buscar algún logo. Pero solo encontró patrones de enredaderas y hiedra cruzándose. El espejo en sí, cuando lo veía, estaba nublado en las orillas.

—¿Y por qué no tengo uno de esos? —dijo Draco—. Se ve bien. Dámelo.

Archer apartó el espejo de su agarre y se movió por el cuarto para que no pudiera quitárselo.

—No, es mío, Draco. Además, es un poco femenino...

—No, no lo es...

—Es un espejo. ¿Qué tanto revisas tu pelo, Draco?

—Los hombres también se ven en el espejo —argumentó él—. Pero como sea, solo tomaré... esto.

—Llévatelo —a Archer no pudo importarle menos. Era un broche barato que le dio madre de niña cuando fue aceptada en Hogwarts. Era feo, de todas formas—. No lo necesito. ¿Por qué lo quieres ? ¿te recuerda a esas horribles insignias de A Weasley Vamos a Coronar?

Draco soltó una risa dura, sosteniendo el broche contra su pecho y mirando su reflejo en el largo espejo colgando de la pared de Archer.

—Ojalá hubiera traído una de esas a casa, ahora que lo mencionas. A Padre le hubiera resultado muy gracioso.

—¿Y habrías cantado la canción también?

Draco no pareció detectar el sarcasmo en la voz de Archer y asintió.

—Por supuesto, Archer. Van en conjunto.

Archer rodó los ojos y bajó el espejo que estaba frente a su rostro para ver a Draco.

—¿Sabes que ese chico Weasley también tiene sentimientos, no? ¿como tú?

—Ese cerdo no es nada como yo —dijo Draco, mirando detrás de su reflejo a Archer en el espejo.

—No estés tan seguro.

—¿Qué se te metió? —él giró, acusador, y dejó el broche en el vanity de Archer—. No te gustó la canción cuando te la canté antes del partido, no te gusta ahora... E intentas decir que... que esa comadreja es como yo. ¿Quieres que termine con mi vida?

—Qué dramático —rodó los ojos Archer—. Solo digo que deberías ser más amable con las personas en la escuela, Draco. Creaste una horrible reputación para ti.

—No, no es cierto —argumentó el, arrugando el rostro con disgusto—. Todos tienen miedo de mí, Archer, y eso queremos. Lo que no quiero es que me comparen con un pobre traidor a la sangre como Weasley...

—Detente —dejó salir Archer. Sintió la tensión crecer en su cuarto y odió no poder tener una conversación con su hermano sin que terminara en una pelea, pero no podía dejar que su veneno se filtrara en ella. Estaba cansada de su falta de empatía—. Eres grosero, Draco. Tener poder no significa tratar cruelmente a la gente.

—No lo sabrías —dijo él de vuelta—. ¿Por qué defiendes a Weasley? Seguramente no eres amiga de...

—No —ella se apresuró a decir, esperando que sus mejillas no la traicionaran y se sonrojara ante la preocupación de que la descubran. Se le estaba dificultando quedarse callada ahora que su temperamento empeoraba—. Por supuesto que no. Ni siquiera lo conozco. Solo usé a Weasley como ejemplo. No soy... amiga de ninguno de ellos.

Draco entrecerró los ojos, observándola desde el otro lado de la habitación, antes de asentir con rigidez.

—Eso es bueno. No deberás asociarte con ninguna persona de su tipo, Archer. Ellos son pobres, y los pobres no tienen educación. Y sin mencionar lo asquerosos que son. ¿Has visto a la cerda que llaman madre? Dios, casi te hace sentir mal por esa chica Ginny, saber que así envejecerá... Y el Weasley en mi año, ugh. Ha, ¿lo viste en la cancha, Archer? Tal vez si practicara más en vez de meter su gorda cara en...

De repente, Draco maldijo y se agachó justo a tiempo, porque el espejo de Archer salió volando hacia la pared sobre él y se rompió con el impacto. Trozos de espejo y de enredaderas plateadas cayeron al suelo débilmente.

Cubriendo su cabeza, Draco se enderezó con lentitud, mirando con incredulidad a la abolladura en la pared y el espejo ahora roto en el suelo. Cuando miró a Archer, sus ojos estaban llenos de furia.

—¿Estás jodidamente loca? —él siseó. Sus zapatos de cuero de goblin aplastaban el suelo mientras se apartaba. Él intentó bajar la voz lo mejor que pudo y miró la puerta cerrada del dormitorio—. ¡Por Dios, Archer! ¿En qué pensabas?

El pecho de ella caía y subía con cada profunda y rápida respiración. No podía decirle a Draco lo que en realidad pensaba (que no tenía el derecho de hablar así de sus amigos), así que solo levantó los hombros torpemente y los dejó caer. Sus manos se sentían extrañamente vacías sin el espejo en su agarre.

—¡Estás loca! —él exclamó con ese susurro-grito suyo—. ¿Si quiera pensaste en...?

Pero su boca se cerró en un segundo y su rostro palideció. Archer lo escuchó también. Pasos lentos y calculados. Acercándose a la habitación de Archer.

Padre.

Draco se agachó de inmediato y empezó a limpiar el desastre, pero sin magia, no tenía nada que hacer excepto intentar esconder todo detrás del vanity de Archer. Pero no importó, porque Lucius abrió la puerta de la habitación sin advertencia, escaneando el cuarto con mirada fría.

—¿Qué sucedió? —dijo él con un tono engañosamente calmado, lo que sabía Archer que era una de las peores señales. Él miró entre Archer y Draco expectante, provocando que el miedo creciera dentro de ambos cuando sus ojos grises los miraron.

—Lamento molestarte, Padre —se apresuró a decir Draco—, solo se me cayó su espejo. Puedo limpiarlo o llamar a...

No tenía sentido, y Archer y Draco lo entendieron al mismo tiempo. Lucius no creía ni una palabra que salía de la boca de su hijo. Archer se dio cuenta que eso fue lo peor: significaba que Draco sería castigado también, por mentirle a su padre.

Sin decir nada, Lucius miró con frialdad a Archer, reprimiéndola sin siquiera hablar. Con lentitud, levantó su varita, la punta dirigida hacia la pila de cristales rotos en el suelo. No dijo una palabra, pero las piezas comenzaron a levantarse del suelo y a reformarse en el espejo que Archer rompió hace un momento; pequeños fragmentos salieron de las palmas de Draco, y largas piezas del espejo se unieron, formando el espejo plateado decorado con enredaderas. El cristal parecía nuevo, pero Archer sabía que no hizo eso para regresárselo.

—Pudiste haber decapitado a tu hermano, Archer —la voz de Lucius era fría y uniforme, una voz con la que Archer no podría decir si estaba enojado si no fuera por la furia brillando en sus ojos grises—. Pudiste haberlo matado.

Ella se tragó su miedo y sacudió la cabeza.

—No, no habría muerto, solo...

—¿Eso crees? —elevó las cejas Lucius.

Archer relamió sus labios y miró a Draco, antes de regresar su mirada a su padre con lo que esperaba no fuera miedo en sus ojos.

—Apenas... habría dejado marca.

—Párate ahí, Archer —Lucius asintió hacia la pared detrás de ella—. Dale la espalda a la pared.

Archer se congeló. Hubo muchas emociones corriendo sin cesar por su mente, llenándola de adrenalina, vergüenza y terror puro. Ella no se movió hasta que su padre levantó la voz por primera vez y gritó con todas sus fuerzas.

—¡Te di una INSTRUCCIÓN!

Y así ella se movió en un segundo para pararse donde le dijeron. Ahora encaraba a su padre por completo. Detrás de él, Draco se veía aterrado también, pero solo en la manera en la que los Malfoy podían verse aterrados; apenas una arruga en sus cejas y un labio temblante. Nada más podía delatar su miedo, porque se verían débiles.

Archer ciertamente se sentía débil ahora. Estaba segura que el terror se mostraba en su expresión por completo.

Lucius respirando con fuerza ahora, aferrándose al espejo de Archer con los nudillos blancos.

—Apenas habría dejado marca —repitió él, su voz no más alta que un susurro—. Apenas... una... marca.

—Lo lamento, Padre, yo... —ahora Archer quería llorar.

—Tú hiciste tu cama, niña —él dijo con dureza—, así que duerme en ella.

Lucius inhaló con fuerza y, con toda la fuerza que tenía, lanzó el espejo directo a su hija.

La cabeza de Archer giró hacia un lado con una horrible mueca de dolor y el espejo colapsó contra ella, rompiendo el cristal contra un hueso en su sien. Su cabeza explotó con dolor, haciéndola ver estrellas y remolinos por un momento. Cayó de rodillas al suelo, donde los trozos del cristal estaban. No podía ver más que el color rojo en su ojo derecho.

Draco estuvo a su lado en un segundo, con los ojos muy abiertos con horror. Tomó el lado no lastimado del rostro de Archer en su palma y lo giró para ver mejor la herida, y el ojo bueno de Archer pudo ver pura rabia en sus ojos. Él estaba furioso, con Lucius, ella supuso. Aunque ella apenas esperaba que él dijera algo.

Su cabeza nunca había sangrado tanto. Tal vez las cabezas sangraban más que otras partes del cuerpo. El rostro de Archer, su cuello y su ropa estaban manchadas de eso. Sintió a Draco intentar sacar los fragmentos de espejo incrustados en su rostro.

—Él se fue —le murmuró a ella, sin apartar la mirada—. Yo... Archer, no sé qué hacer...

Su cerebro se sentía nublado. No podía pensar en nada más que el dolor. El pulgar de Draco limpió lo peor de la sangre en su ojo, pero aún así su mirada se sintió mojada y pegajosa. Ella miró a Draco.

—¿No voy a morir, o sí?

Él exhaló un poco y sacudió la cabeza.

—Por supuesto que no. No... no pasará. Ven conmigo. ¿Te puedes poner de pie?

Ella asintió y se arrepintió de inmediato mientras él la ayudaba a pararse y una oleada de nausea y dolor la llenó. Las manos de él la mantuvieron de pie y la guió lo mejor que pudo, pero a ella se preocupaba porque se estaba recargando completamente en él, arrastrándolo consigo. La sangre volvía a caer en su ojo. ¿Cuándo dejaría de sangrar?

—¿Floo? —murmuró ella débilmente, procesando que Draco la había llevado a la chimenea del segundo piso. Él estaba agarrando polvo de su bote con ansiedad. Archer presionó su costado libre en la chimenea—. Draco...

—Solo entra —le dijo él con rapidez, tomando sus hombros y guiándola dentro. Sin el apoyo de Draco, ella tuvo que aferrarse al marco inferior de la chimenea para quedarse de pie. Mientras, él tomó un puñado de polvo y lo estiró mirándola a los ojos—. Estaré justo detrás de ti.

Archer murmuró algo que ella misma no pudo entender. No sabía cuánta sangre era seguro para un humano perder, pero estaba segura de que se acercaba a esa cantidad.

—¡Hospital Saint Mungo! —anunció firmemente Draco, tirando el polvo a los pies de Archer.

Se sentía como si la hubieran absorbido. Tenía la sensación de haber viajado por Floo a otros sitios, sin duda, pero no recordaba que fuera tan brillante, tan ruidoso, tan agotador y drenante. Con un ojo entrecerrado, el único que no estaba empapado en sangre, vio un sinfín de chimeneas que pasaban a su lado, todos canales de Floo diferentes por las que ella iba cambiando.

Entonces, con una última oleada del dolor más desgarrador que Archer experimentó, llegó a la chimenea de Saint Mungo y no miró nada más que oscuridad.






































La próxima vez que abrió los ojos, ella no sabía distinguir si habían pasado minutos o días. O incluso meses. Sintió que no había usado su voz en siglos. Su cabeza pesaba como si un Hipogrifo la hubiera usado como escalón.

Ella miró alrededor lo mejor que pudo, pero rápidamente entendió que tenía un rango limitado de visión gracias a su cabeza. Un golpe de dolor la invadió y se preguntó por qué no se sentía mejor. Ella asumió que estaba en un hospital, en base a la cama en la que estaba y la falta de decoración. A su alrededor había una cortina simple y podía escuchar muchas cosas pasando fuera de ella.

No le gustó estar sola en un cuarto de hospital, pero no sabía cómo arreglar eso tampoco. Había un bowl hirviendo al lado de su cama, flotando sobre la mesa de madera. Olía sospechosamente a Esqueleto-Gro. Archer había tenido malas experiencias con esa botella antes, pero se preguntó por qué había una aquí: No tenía huesos rotos, que supiera.

La cortina se abrió y el sonido de los anillos rasgándose al abrirla hizo a Archer voltear de inmediato, para luego hacer una mueca ante el dolor que le trajo. Al menos ya no sentía sangre en su ropa.

—Estás despierta —dijo Draco, con el mismo tono de voz como si hablara del clima. Entró y cerró la cortina detrás—, ¿cómo te sientes?

—Estoy bien —dijo ella de inmediato, tal vez por instinto, antes de pensarlo bien y fruncir el ceño—. De hecho, siento dolor. ¿Qué dijeron los doctores?

Draco asintió hacia el bowl con Esqueleto-Gro a su lado.

—Cuando tomes otra dosis de eso te podrás ir, dijeron. Probablemente dolerá por un rato. Su único consejo es evitar grandes cuerpos de agua.

—¿Grandes cuerpos de agua? —elevó las cejas Archer.

Dudoso, Draco bajó su mirada, aclaró su garganta y se tomó un momento para responder. Se enderezó y volvió a mirarla a los ojos.

—Les dije a los doctores que te atacó un Kappa. Te pusieron en el primer piso, el de heridas hechas por criaturas. Era la única explicación para... eso.

Él asintió hacia su sien y ella entendió de inmediato. No podía decirles, por supuesto, que su padre la golpeó en la cabeza con un espejo de mano; en especial porque su padre era Lucius Malfoy. En sí, la pura presencia de Archer en Saint Mungo ya daba de qué hablar, así que fue una buena decisión culpar a la herida a una tonta criatura acuática.

—Feliz Navidad, por cierto —añadió Draco.

Los ojos de Archer casi salieron de su cabeza.

—¿Es Navidad? ¿llevo un día entero aquí, Draco?

—Dijeron que era mejor quedarte mientras curaban tus heridas —él dijo, asintiendo—. Hoy es veinticinco. Creo que mamá espera que regreses a la cena de Navidad esta noche.

—Okay —respondió Archer lentamente—. Claro. Así que... ¿estoy bien? ¿me sentiré mejor después de beber eso?

—Eso es lo que me dijeron, sí —aclaró su garganta Draco—. Tengo que regresar a la mansión ahora. Bebe lo que te dieron. También, parece que Padre piensa regalarte ese espejo, así que... prepárate para eso.

Archer asintió. Eso ocurría seguido, cuando había un accidente con Padre; Draco lo compensaría de más las siguientes horas, usando lenguaje formal, y asegurándose de que sus historias no fueran ensuciadas. Él era buen mediador, aunque no lo mostrara normalmente. Archer siempre admiró eso.

—Te veré en la mansión, entonces —ella dijo, asintiendo un poco. Draco salió.

Aunque ella se dio cuenta de que no era la mejor idea, Archer se sentó en la cama, intentando no quejarse. Su cuerpo no se sentía tan mal como antes, como ya había empezado a sanar, pero de igual forma le tomó mucho más esfuerzo de lo usual levantarse de la cama. Estaba descalza y tenía una bata de hospital más delgada que el papel. Su ropa estaba en una caja a los pies de su cama, así que la abrió para cambiarse.

No podía decidir si la delgadísima bata del hospital o su ropa llena de sangre era peor, pero optó por ponerse su ropa cuando el aire levantó su bata totalmente. Se cambió en silencio con movimientos lentos, su cerebro seguía aún un poco nublado.

Al lado del caldero en la mesa al lado de la cama había un vaso vacío. Archer se sirvió a sí misma una dosis de Esqueleto-Gro y apretó su nariz para beberlo y no oler.

Abrió la cortina que la separaba del resto del piso y, por primera vez, vio bien el primer piso de Saint Mungo.

Ella estaba al final de un largo pasillo, y cada centímetro estaba cubierto con retratos de famosos Sanadores y placas que describían su experiencia. El pasillo estaba iluminado con burbujas de cristal llenas de velas flotantes en el techo, parecidas a espuma de jabón gigante. Las decoraciones navideñas adornaban las paredes. Brujas y magos con trajes quirúrgicos color verde lima entraban y salían por puertas; un apestoso gas amarillo salía de una puerta que Archer acababa de pasar, y cada cierto tiempo escuchó lamentos distantes. Al otro extremo del pasillo, la segunda puerta a la derecha leía: "Peligroso" Dai Llewellyn Ward: Mordeduras Graves. Debajo había una tarjeta en un soporte de latón que tenía escrito a mano: Sanador a cargo: Hippocrates Smethwyck. Sanador en práctica: Augustus Pye. Actualmente viendo: Wilmer Kelmekus, Arthus Weasley, Nan Reilly.

Archer no pudo respirar. Ciertamente, pensó ella, su mente estaba muy nublada como para haber leído bien. El letrero no le decía que el padre de Ron estaba siendo tratado en la misma ala del hospital que ella. Las posibilidades eran una en un millón, ¿no? Pero, entrecerrando los ojos para leer lo mejor que pudo sin tener que acercarse, el Señor Weasley estaba en la habitación más alejada, con Wilmer Kelmekus y Nan Reilly (cuyo nombre Archer también reconoció por el trabajo de su papá, pero no le molestó tanto como al leer el nombre Arthur Weasley).

Lo más rápido posible, Archer agachó la cabeza y levantó su mano como si fuera a acomodar su cabello. Se dio la vuelta hacia el lado opuesto a la habitación del señor Weasley donde, tal vez, Ron mismo estaba, a pocos pasos de distancia. Pocos pasos de distancia a su completa y total humillación.

—Disculpe —ella le dijo a una Sanadora que pasaba, asegurándose de hablar en voz baja—, ¿podría decirme dónde está su conexión de Floo?

—¡Por supuesto! —exclamó la bruja en el tono más fuerte que pudo—. Sigue avanzando y giras a la derecha después de las escaleras...

—Gracias —susurró Archer. Ella bajó la cabeza y se apresuró a alejarse de la habitación del señor Weasley.

Por supuesto, olvidó algo crucial: que Archer era probablemente la persona con menos suerte en el planeta.

—¿Malfoy? —dijo una voz desconcertada desde el otro lado del corredor. Cuando Archer intentó cambiar su voz y decir, sin levantar su cabeza, que era alguien más, la voz insistió más y se acercó—. Ey Malfoy, ¿qué haces aquí?

Archer tuvo que aceptar la derrota. Exhalando y preparándose para lo peor, se dio la vuelta para ver a un grupo de las últimas personas que quería ver acercarse. Intentó no rodar los ojos, no por educación, porque empeoraría su dolor de cabeza.

Fue Ron quien la llamó, reconociendo la parte de atrás de su cabeza. Él estaba al frente de su pequeño grupo. A su lado estaba Harry, y entre ambos estaba Hermione. Ginny estaba detrás de ella.

Todos compartieron expresiones similares al verla. Solo Ron fue quien habló.

—¡Maldita sea! —se veía como si acabara de ver un fantasma—, ¿qué te pasó?

Archer se miró a su misma, exhalando un suspiro de derrota y encogiéndose de hombros con desgana.

—Feliz Navidad.

—Feliz... Navidad —respondieron los demás, cautelosos.

—¿Vas a algún lado? —dijo Harry, quien se recuperó más rápido que los demás al ver la ropa llena de sangre de Archer—. Íbamos a tomar té, si quieres acompañarnos...

—O no —dijo Ron.

—Ron —siseó Hermione—. ¡Mírala!

Pero Ron le envió una mirada que claramente decía que no le importaba su estado; Archer fue quien se puso esa insignia y a cambio arruinó la imagen que tenía de ella. Él no quería que se les uniera a tomar té. Archer estaba de acuerdo con él.

—¿Tu padre está bien? —le preguntó ella a Ginny—. Vi su nombre en la lista.

—Estará bien —contestó Ginny—. ¿Y... tú...?

Archer asintió vagamente. El hombro de su camisa estaba manchado de rojo con sangre seca, y si ella se veía como se sentía, entonces estaba segura de que lo que iba a decir no era para nada creíble, pero no le importó. Fue capaz de sonreír, de alguna forma.

—Estoy bien. Bueno, mejor me voy; tengan una gran Navidad.

Ella se dio la vuelta y se fue con rapidez, lo que pudo haber sido grosero. Ah, bueno. Solo esperó que ninguno investigara o, peor, le preguntara sobre eso cuando regresaran a Hogwarts en Enero. Le tomó toda su fuerza de voluntad no darse la vuelta y rogar que no dijeran nada.

Y no lo hizo. Solo esperó, o tal vez confió era la palabra correcta, no estaba segura, que fueran amables al respecto y no maliciosos. Pero sabía que Ron no sería igual, después de verla con esa insignia plateada. Él tenía un rencor y una boca que hablaba de más.

Archer sabía por experiencia que no era una buena combinación.





























sam speaks !!

no olviden votar y comentar ;)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top