4. ¿Por qué tengo ganas de abrazarlo?
Abro la puerta de mi habitación y lanzo mi bolso sobre la cama, justo antes de dejarme caer sobre la misma. Mierda. Estoy tan agotado. Me duele absolutamente todo el cuerpo.
Competir contra Tay fue estúpidamente innecesario, y sin embargo, lo había hecho. Incluso cuando estaba cansado después de la práctica, porque la competencia comenzó una vez que nos despedimos de nuestros compañeros.
Jugamos tres partidas hasta que le demostré que soy mucho mejor que él, en realidad soy mejor en todo, incluso en natación, pero por supuesto, Tay, estaba dispuesto a discutir el resultado.
«—¡Fue un empate! —manifestó él.
—No lo fue.
—Hagámoslo una vez más y te haré ver una verdadera victoria —se mofó driblando y anotando una canasta, justo frente a mí.
Sus piernas temblaban un poco debido al cansancio, las mías hacían lo mismo. No podía controlarlas, se sentía como si fueran a doblarse y dejarme caer en cualquier momento.
—Te concedo la victoria —dije rendido. No podía volver a dar un bote más a la pelota, no podía asegurar que mis pies se despegaran del piso para saltar o siquiera caminar.
—Hermano, no necesito que me concedas la victoria. Ya la tengo.
Sonreí al tiempo que negaba con la cabeza. Ese chico de verdad podía ser un cabeza hueca.
—Es mejor que nos vayamos a casa, no creo que pueda mantenerme de pie por mucho más tiempo —admitió con humor.
Lo observé caminar delante de mí, hacia los casilleros. Tay es un poco más alto que yo y más musculoso, es increíble que pudiera decir que estaba a su altura en cuanto a habilidades físicas. Y aunque no quisiera admitirlo, él lo sabe. Yo puedo ganarle como fuera y donde sea, el deporte que quisiera. Puedo sentirme orgulloso de ello.
—¿Te llevo a casa? —preguntó al tiempo que se deslizaba con dificultad fuera de su ropa de deporte.
Logré apartar la vista justo a tiempo para que no me atrapara viéndolo. Ya que, como un idiota pervertido, me había quedado mirándolo mientras se secaba y desvestía.
Que te los quedes mirando fijamente no son cosas que a los hombres realmente les guste, a menos que seas una mujer... bueno, para la mayoría. Y todos sabemos bien que Tay puede ser del tipo que se pondría todo paranoico si encuentra a un chico observándolo fijamente, especialmente si es su mejor amigo.
De todos modos, ¿qué hacía yo, mirándolo?
—Por favor. No creo que pueda caminar —reí.
Me cambié, cargué mi bolso a mi hombro y nos movimos hacia el coche. Realmente aliviado de tenerlo allí para llevarme a casa.»
Mi madre abre la puerta sin tocar y comienza a hablar.
Las madres deberían dejar de invadir la privacidad de sus hijos, especialmente deberían dejar de entrar y hablar como si uno estuviera ahí sentado esperando que ellas lleguen y les hablen.
Aparentemente me había quedado dormido en algún momento, y ya es la hora de la cena.
—Lávate la cara y ven a cenar —ordena antes de irse.
Aparte de eso, no tengo idea de que más dijo ni me importaba. Voy al comedor y me encuentro con mi padre, sentado al otro lado de la mesa observando su preciado teléfono celular.
Son extrañas esas situaciones en las que un padre utiliza más su teléfono que su hijo adolescente, se lo he dicho, pero realmente nunca me escucha.
Hay días en los que realmente no escucha ni una palabra de lo que digo y otros en los que tiene como un filtro donde solo pasan las cosas buenas como notas sobresalientes y cualquier otro tipo de cosa que pudiera aprobar.
—Buenas noches —digo para comprobar si me oye.
No dice nada.
"Tan irritante", pienso, con una sonrisa de dientes apretados.
Mamá pone la cena frente a mí y se sienta a mi lado. No para de hacer preguntas acerca de mi día y como me ha ido en clases.
"Realmente interesante", claro, estoy siendo sarcástico.
—¿Cómo está Ploy?
—Ella está increíble, como siempre —respondo siendo totalmente entusiasta y exagerado—. ¿Pero sabes qué? Ey, padre, deberías oír esto: Me quedé mirando fijamente a mi mejor amigo mientras se cambiaba, ¿no es extraño? —pregunto mirando a mi madre, ella sonríe incómoda y mi padre, él ni siquiera me oye, sigue enviando mensajes, como si estuviera solo—. Nunca antes lo había hecho —continúo, levantando la voz para atraer la atención del hombre frente a mí, pero continúa irritándome con esa sonrisa estúpida que le dedicaba a su teléfono—. ¿No creen que podría ser gay? No lo sé. A veces me quedo mirando a los chicos y las chicas me parecen bastante aburridas.
—¿Qué estás diciendo, Off? —sonríe mi madre, aún más incómoda y nerviosa—. Si adoras a Ploy.
—La adoro. Podría amarla. —Levanto aún más la voz para decir lo siguiente. Casi grito— ¿Pero sabes a quién podría realmente querer más? A...
¿Saben que mierda me detiene? ¡Oír la maldita voz de mi padre al contestar una llamada!
Me saca completamente de quicio, pero no quiero armar un escándalo porque mi madre no se merece que arruine de esa forma la cena que tanto tiempo le ha llevado preparar. Ella, a pesar de tener sus defectos, me escucha, no importa el humor con el que yo esté.
Termino mi cena y voy a la cama, despidiéndome de mi madre. Mi padre se puede ir al diablo.
No hace caso a su hijo, nunca está en casa y no agradece a su esposa por las cenas en las que se esmera tanto. Ni siquiera la llama cuando sabe que no regresará a casa para cenar.
¡Y se pasa todo el día con el maldito celular!
» Encuentro mi teléfono sobre el colchón, con el mismo mensaje de Ploy de cada noche:
Ploy: Buenas noches, Off
Escribo:
Yo: Buenas noches, Ploy.
Enseguida ella responde:
Ploy: Te amo ¿lo sabes, cierto?
Respondo mecánicamente:
Yo: Lo sé. También te amo.
Y finalmente me hago la misma pregunta que había estado dando vueltas en mi cabeza, desde temprano...
¿Por qué tengo ganas de abrazarlo cuando lo veo?
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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